Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

19 oct 2012

Quien no subió al escenario fue porque no valía para eso.

Tanta irrisión que te causaron los medradores, los petulantes, los citistas, los llamados a ocupar el escenario, y cómo todo eso ahora ha quedado inmerso en una corrupción mayor, en una impostura demoledora, en un naufragio de los valores que, por su intensidad, ya no causa ninguna reacción.
Quien no subió al escenario fue porque no valía para eso. 
De tener el talento del escalador, hubiera subido el segundo. 
Y qué más da, después de todo, ese escenario, con las viejas tablas tambaleantes, las rendijas cada vez más vacías.
Bochorno del aire húmedo, estancado, el cielo cubierto como sobre las miasmas.
 
Jose Carlos Cataño

Volvió Alfredo Bryce Echenique

El premio a Bryce

Por: | 19 de octubre de 2012
Hace unos años, en lo alto de las acusaciones que lo tachaban de plagiario, Alfredo Bryce Echenique volvió a Madrid en verano, desde Lima.
 Nos vimos en la terraza del Café Gijón, o quizá fue en la terraza de El Espejo. Hacía unos años se había ido de Madrid, donde vivió mucho tiempo. Aquí era tan querido que durante semanas y semanas le rindieron homenaje en todos los sitios de los que fue habitual. En el último le cantaron "Y te vas, y te vas, y te vas..., y no te has ido" porque, en efecto, el novelista peruano dilataba tanto su marcha que parecía que su deseo de volver a Perú no era tan grande como su deseo de quedarse entre nosotros.
Al fin se fue Alfredo, a vivir a Lima; le recuerdo, elegante, tocado con un sombrero, arropado por una gabardina de color claro, dispuesto a abordar el regreso.
 Estábamos allí, en Barajas, tan solo dos personas diciéndole adiós, una de ellas era su amigo de tanto años el editor Chus Visor. En esta otra ocasión, cuando volvió a Madrid fugazmente, ya habían sido publicadas todas las noticias relativas a la primera tanda de acusaciones sobre los plagios
. Con una muy elegante melancolía, en ese momento el autor de Un mundo para Julius expresó su desencanto al comprobar que muchos de aquellos amigos que años antes lo habían arropado en su despedida no tuvieran tiempo en sus agendas para tomarse con él un refresco, que es lo que en ese instante preciso estaba tomando.
En este Alfredo, y en aquel, había siempre luna a mediodía, una tristeza infinita que él combatía contando historias, dándole pena a la tristeza, como suele decir.
 Y en ese instante en que nos vimos ese era el Alfredo de los mediodías, que de noche acaso levantaba el vuelo, gracias a veces al alcohol y otras tantas veces gracias a la amistad que buscaba como quien tiene una sed desigual e insaciable.
 No cabe duda de que el asunto de los plagios lo tocó, y lo tocó profundamente, y seguramente tocó el ámbito al que se abrazaba, de modo que muchas fueron las circunstancias que lo hicieron aún más solo, aunque en ningún momento más huraño, pues hay en él un filamento de hombre educado, tan británico, que procura no divulgar lo que le pasa solo si está en peligro de muerte, y ni eso.
Antes de todo eso, Alfredo es el autor de aquella novela inolvidable, que nosotros leímos con el deseo de que no acabara nunca, y también fue el escritor de La exagerada vida de Martín Romaña, entre muchos libros que a unos puede que les gusten muchísimo y que a otros nos le importen nada.
 Pero es un gran escritor, al que por eso el jurado de la Fil le dio el premio mayor de su feria.
 Todo el mundo que quiso que Bryce fuera condenado tiene el derecho a seguir contemplando como indeseable su premio, pero han de respetar también el sentimiento de admiración por lo que hizo de resto, y el resto es una importante obra literaria que no se puede tachar con esa inquina tan reiterativa que ya huele más a venganza que a disgusto.
Me ha dejado estupefacto la recarga de adjetivos peyorativos que ha sufrido la totalidad de Alfredo, no un poco de Alfredo, sino la totalidad de Alfredo, como si una conjura más grande que la vida (en la que también participan, aunque no hayan querido, algunos que se titulan amigos suyos) se hubiera cernido sobre su persona y no sólo porque en su historia personal y pública haya la mancha que ahora quieren verle no sólo en un lado de la chaqueta sino en el cuerpo completo, como si Bryce no tuviera que existir al menos como el otrora celebrado autor de obras de ficción (y de memorias) que a mucha gente nos resultan imprescindibles para conocer su alma cambiante y el alma cambiante de la vida.

18 oct 2012

Fallece la actriz Sylvia Kristel, que encarnó al mito erótico Emmanuelle


La actriz Sylvia Kristel. / Rue des Archives / Cordon press
La actriz holandesa Sylvia Kristel, que se hizo famosa en 1974 con el personaje erótico de Emmanuelle, ha fallecido en Ámsterdam a los 60 años de un cáncer de estómago. A pesar de que su carrera siempre estuvo ligada a la serie (hubo dos secuelas entre 1975 y 1984) participó en medio centenar de filmes de diversos géneros.
Entre los directores que la contrataron figura Roger Vadim y Claude Chabrol.
 En los últimos años se dedicó a la pintura, y en 2006, publicó su autobiografía, Nue (Desnuda).
  Es un relato descarnado y cándido a la vez, donde cuenta su lucha contra las drogas, el alcohol y el tabaco. Deja un hijo, Arthur, de su relación con el fallecido escritor belga Hugo Claus.
Sylvia Kristel nació en Utrecht en 1952 y empezó su carrera como modelo a los 17 años. Sus padres regentaban un bar y se divorciaron cuando ella tenía 14
. En su autobiografía reconoció que nunca pudo superar la falta de una figura paterna, y la buscó en sus relaciones sentimentales. Hugo Claus, su primera pareja seria, le llevada 27 años.
 En 1973 ganó el concurso de Miss Televisión Europa y un año después saltó a la fama con Emmanuelle. En 1979 dejó a Claus y se marchó a Estados Unidos con el actor Ian McShane, diez años mayor.
 Cinco años después, y tras un intento fallido de que hacer carrera en Hollywood, la actriz le dejó. Según contaba, durante esa época empezó a tomar drogas, y tuvo que aceptar malas películas para pagar su adicción.
En 1981 actuó en El amante de Lady Chatterley, adaptación de la novela de D. H. Lawrence. También fue Mata Hari, la legendaria espía.
 Entre sus filmes en Estados Unidos figura Concorde Aeropuerto y Clases Particulares. En 2005, aseguró en la televisión holandesa que su mayor virtud era “estar alegre”.
 Para entonces ya le habían diagnosticado un cáncer de garganta, que acabó entendiéndose al pulmón, y finalmente, el estómago. Si bien nunca pudo olvidar a Emmanuelle (en Francia estuvo 10 años en cartel), ha sido una de las artistas más famosas del cine holandés.

“Ahora soy mayor. Las chicas que retrato me ven como un abuelito”

El fotógrafo estadounidense es parte del 'underground' neoyorquino desde los setenta

Hasta el 23 de octubre en la galería Mitte de Barcelona se presenta Radical Beauty.

Es una muestra de 30 de sus más celebradas instantáneas de mujeres desnudas.

Skinny / Richard Ke
“Toda la culpa es de la película Blow up. Maldita sea, parecía tan guai ser fotógrafo”. Richard Kern (Carolina del norte, 1954) está sentado en un sofá en la barcelonesa galería Mitte, donde hasta el próximo 23 de octubre se podrá disfrutar de Radical Beauty, una muestra en la que se exhiben 30 de sus más celebradas instantáneas de mujeres desnudas en lo que podríamos llamar su intimidad.
En las series del retratista, las chicas, con toda naturalidad, sostienen su Iphone con los pechos o exhiben a la vez su desnudez y los medicamentos que consumen habitualmente.
Kern mira alrededor, se acomoda de nuevo y frunce el ceño. En las paredes aún cuelgan las fotografías de la exposición anterior. Las suyas aún no han llegado. “Mañana esto estará lleno de fotos de mujeres desnudas y mira ahora… ¡danza! ¿No es maravilloso el mundo del arte?”
Richard Kern
Lo que hace el estadounidense parece hoy algo muy parecido a la norma. Existe Terry Richardson y existe Suicide Girls, la web que democratizó el onanismo en el underground. 'Ya que enseñamos los tatuajes, pues de paso también mostramos las tetas', pensaron a la vez miles de adolescentes fans de Nine Inch Nails de medio mundo.
"Mi método no tiene ninguna mística. Lo único que temo es que no sé trabajar con chicas que no conozco"
Flirteando con la cotidianidad, la naturalidad y el erotismo en su vertiente menos coreografiada, Kern parece hoy rabiosamente contemporáneo, demasiado incluso para alguien con su trayectoria y su edad. Pero hay un secreto aquí: el inventó todo esto.
“Es que no sé hacer otra cosa”, interrumpe, intentando atajar a tiempo cualquier asociación con tendencias o fotógrafos actual.
 “Siempre he hecho lo mismo. La única diferencia es que ahora soy mayor. Las chicas que retrato me ven como un abuelito y me cuentan otro tipo de intimidades. No hay demasiado secreto en lo que hago.
 Una de las claves siempre ha sido conocer a la chica. Por ejemplo, antes de venir a Barcelona he pasado por París para hacer una foto. He pasado unos días allí con la chica y al final ha salido algo bueno. Así es como trabajo. No es muy operacional, pero me funciona”.
Linda in towel / Richard Kern
Este método basado en lograr cierto tipo de intimidad con la modelo es clave para lograr que la chica acepte feliz aparecer mostrando sus pechos y mordiendo una sandía, sosteniendo un entrecot contra su mejilla, o con la cabeza en la taza del wáter. Por eso Kern anda algo mosca con el taller que le han organizado para mañana. “Se ve que hay unas personas que han pagado 300 euros por verme fotografiar. ¿No estabais en crisis, vosotros? En fin, alguien se va a decepcionar porque mi método no tiene ninguna mística. Lo único que temo es que no sé trabajar con chicas que no conozco.
Con una desconocida y ante una serie de gente a la espera de descubrir mi gran truco, no creo que pueda alcanzar esa intimidad”.
 A pesar de ser una persona que exhibe la sana actitud de no tener intención de ir a ningún sitio en concreto, Richard Kern es en realidad alguien que está ya de vuelta de todo. A finales de los setenta, en plena efervescencia del East Village neoyorquino, arrancó el fanzine Heroine Addict, un artefacto de arte underground que resultó profético: al poco, era adicto a la heroína. “Fue culpa de la Velvet”, bromea. “Ya sabes, la canción Heroin y todo eso…
 Pero no me preguntes sobre esa época, que recuero poca cosa”.
Ya en los 80, cuando Heroin Addict pasó a llamarse Valium Addict, el fotógrafo empezó a experimentar con el cine, produciendo una serie de inquietantes cintas, cuyo cénit creativo sería Manhattan love suicides. Dirigió el vídeo del tema de Sonic Youth, Death valley 69, en el que participaba Lydia Lunch, una de las primeras personas que retrató y una figura que le marcó.
“Vive en Barcelona, ¿no? Uf, no sé si llamarla…”, interviene el artista, que prefiere no ahondar en la relación que mantiene en la actualidad con la señora que fundó Teenage Jesus and The Jerks cuando era camarera del mítico CBGB.
"Muchos colegas se resistieron durante años a pasarse al digital. Para mí fue genial. Más barato, rápido y cómodo".
Ya en los 90, en pleno proceso de asimilación por parte de la cultura masiva de todo lo que oliera a underground, las fotografías de Kern empezaron a aparecer en revistas como Purple, Playboy o GQ, pero también en publicaciones porno como Barely legal, Tight o Live Young Girls
. “Y entonces llegó al revista Vice. Me llamó un día Tim Barber, que era el editor fotográfico, y me propuso un portfolio de moda con profesores como protagonistas.
 Dije que sí. Es curioso porque ahora no creo que aceptara un encargo de esas características, y lo que hice poco tiene que ver con lo que soy y con lo que después fotografiaría para la revista”.
La relación que el medio estableció con Kern ayudó a propulsar una nueva estética en el erotismo. Exactamente, la que aún impera hoy: todo el mundo con Iphone parece creerse un fotográfo y todo el que tiene culo sobre el que sentarse piensa que debe fotografiárselo. “No sé si la gente es más exhibicionista que antes. Lo único es que se ve más, porque es más barato y fácil hacerse fotos y mostrarlas en publico. Muchos colegas se resistieron durante años a pasarse al digital.
 Para mí fue genial. Más barato, rápido y cómodo. Solo debes sentirte amenazado como profesional si no tienes una mirada propia.
 Entonces, te quejas de que cualquier turista puede pensar que es un fotógrafo profesional.
Yo me siento muy cómodo en este nuevo entorno”, sentencia el fotógrafo, quien tras el éxito de Action su libro para Taschen, está preparando una nueva colección de imágenes de jóvenes con poca ropa y mucha historia.
 “No me puedo creer que se haya vendido esa foto”.
 Kern señala una de las instantáneas sobre danza que cuelgan de la pared. “¡3000 euros! Buff, y luego dicen que lo que más vende es el sexo…”