8 sept 2012
Papeles Perdidos Miquel Barceló en el Himalaya
“La vida del pintor es muy sedentaria.
No me quejo, me gusta. Cuando viajo, lo hago lejos. Mi existencia transcurre en el taller, once meses al año. No viajo para pintar, dibujar o escribir algo en particular sino para recorrer el mundo.
En los países del Himalaya quería ver más que hacer, mirar pinturas. Siempre llevo cuadernos y acuarelas y allí encontré papeles tibetanos de colores”, le cuenta Miquel Barceló a Andreu Manresa en la entrevista que abre mañana el suplemento Babelia. Barceló publica a mediados de este mes Cuadernos del Himalaya (Galaxia Gutenberg).
“En sus aventuras por el Himalaya Barceló no tiene nada de turista, así que el mundo que pinta no es una postal. Desde hace años, sus largas estancias en África le han permitido mirar a las cosas de frente.
Mirar a las cosas, sobre todo, desde esos ojos exigentes —ningún paisaje se puede comparar a los africanos. Luego, en el Himalaya, empieza a encontrar el sentido a las cosas que anda buscando y, como si de un antiguo viajero se tratara, escribe un diario que complementa con aquello que Barceló hace como pocos: dibujos rápidos, apuntes”, afirma Estrella de Diego sobre los viajes del pintor en 2009 y 2010.
Una entrevista con Soledad Puértolas, que publica la novela Mi amor en vano (Anagrama), ocupa las páginas centrales de Babelia. Firma la crítica Ana Rodríguez Fischer. Y entre otros libros, esta semana se publican críticas de El giro. De cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno (Crítica), de Stephen Greenblatt (El Libro de la Semana, que firma Alberto Manguel); Baila, baila, baila (Tusquets y Empúries), de Haruki Murakami (Javier Aparicio Maydeu); El lago en las pupilas (Siruela), de Luis Goytisolo (J. Ernesto Ayala-Dip); Ciudad abierta (Acantilado y Quaderns Crema), de Teju Cole (a quien ha entrevistado Andrea Aguilar en Nueva York y cuya crítica firma José María Guelbenzu); Decadencia y caída del imperio romano (Volumen I) (Atalanta), de Edward Gibbon (Carlos García Gual), y Poesía Completa (Pre-Textos), de Edward Thomas (Ángel Rupérez).
¿Con quién se casan los Grimaldi?
Los Santo Domingo acostumbran a recibir el año nuevo en su casa de la isla de Barú, en el Caribe colombiano.
Es la única fecha en que toda la familia se reúne, porque no es fácil que sus múltiples actividades –sociales y empresariales– les dejen otra oportunidad. Cuando 2006 estaba a punto de concluir, invitaron a Carolina de Mónaco y su hijo Andrea Casiraghi.
Era la segunda vez que Andrea estaba entre la familia de su novia, Tatiana Santo Domingo, pero la primera que había ido acompañado por su madre. Andrea y Tatiana llevaban poco más de un año de noviazgo; ella ya había conocido a los Grimaldi cuando asistió en 2005 a la entronización del príncipe Alberto, había recibido la aprobación de doña Carolina (quien definió a la joven como “rica, guapa y educada”, según le han atribuido) y le pareció buena idea que su futura suegra conociera a su familia.
Fue el momento idóneo. Dos años después moría el que sería su consuegro, y otros dos años más tarde, el histórico pilar de la estirpe.
El patriarca, Julio Mario Santo Domingo, formó un emporio industrial que en su mejor época llegó a tener 140 empresas, como Bavaria —una de las mayores cerveceras del mundo—, la aerolínea Avianca, la aseguradora Colseguros, el canal Caracol Televisión, el diario El Espectador y la operadora Orbitel. Lo tachaban de “dandi mujeriego” hasta que un día sentó la cabeza y se casó con Edyala Braga, una socialite brasileña, cercana al dictador Getulio Vargas. Tuvieron un hijo, Julio Mario Santo Domingo Braga –banquero y promotor cultural, padre de Tatiana, muerto en 2009–. Al poco tiempo se divorciaron.
El patriarca volvió a casarse con otra socialite, pero esta vez colombiana: Beatrice Dávila. Se fueron a vivir a Nueva York, al décimo piso del mítico edificio marcado con el número 740 de Park Avenue –que también fue hogar de los Rockefeller, los Vanderbilt o los Guggenheim–, entre cuadros de Picasso, Dalí y Magritte, mirando al sur de Manhattan.
Y ahí falleció el pasado mes de octubre, a los 87 años de edad.
Tuvo tiempo, sin embargo, de inaugurar un año antes el colosal centro cultural que lleva su nombre en la zona norte de Bogotá. Siempre se ufanó de ser uno de los que veía en la cultura el remedo para la violencia que durante años ha aquejado a la sociedad colombiana.
Muerto su primogénito –que, además de Tatiana, tuvo otro hijo, y a ambos les corresponde su parte del legado–, los herederos de la fortuna, el prestigio y la labor de los Santo Domingo son los dos hijos que tuvo con Beatrice: Alejandro y Andrés.
Hace unos meses, cuando Alejandro Santo Domingo Dávila asumió las riendas del grupo empresarial de su familia, se convirtió, con 35 años de edad, en el segundo hombre más rico de Colombia (después del banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo). Con 9.500 millones de dólares, es el millonario número 97 del mundo, según Forbes.
Estudió historia en la Universidad de Harvard y se formó, animado por su padre, como banquero de inversión en Nueva York, donde hoy es miembro de la junta directiva del Museo Metropolitano de Arte. Elegante y atractivo, desde hace años es un asiduo del papel cuché.
Ha salido con Amanda Hearst, heredera del emporio de prensa que lleva su apellido, y las modelos Eugenia Silva, Karen Larrain y Julie Henderson, despertando la envidia de montones de chicas colombianas.
Andrés Santo Domingo Dávila le deja las decisiones financieras a su hermano para centrarse en el mundo del arte y la música. En enero de 2008 se casó con Lauren Davis, antigua estilista de la edición estadounidense de Vogue. La boda fue en Cartagena de Indias y contó con 400 invitados; entre ellos, Barbara Bush, hija del expresidente George Bush, e Ivanka Trump. Andrés y Lauren han tenido un hijo y viven en Gramercy Park (Nueva York).
Ella vende ropa de grandes firmas de moda a través de la exitosa web Moda Operandi y él tiene una productora de música, Kemao.
Tatiana y Julio III son los hijos de Julio Mario Santo Domingo Braga y la brasileña Vera Rechulski. Julio III tiene 27 años, es el menor de toda la familia y es dj desde 2008.
Desde que inició su noviazgo con Andrea Casiraghi, Tatiana –cariñosamente, Tats– ha globalizado su apellido como ningún otro miembro del clan.
Se critica el hecho de que se la considere una de las “colombianas más famosas” a pesar de que no nació en el país, solo lo visite unos días al año y no pueda ocultar cierto deje estadounidense al hablar español. Junto a su novio forman un blanco predilecto de paparazis y rumores: ¿han roto?, ¿está embarazada?
Se conocieron en Francia cuando iban al instituto y años después se reencontraron gracias a Carlota Casiraghi, hermana de Andrea. Tatiana y su amiga Dana Alikhani han recorrido varios países hasta confeccionar un catálogo de “ropa multicultural” (para gypsetters como ellas: miembros nómadas de la jet-set) que venden como Muzungu Sisters.
Andrea es el segundo en la línea sucesoria al Principado de Mónaco, después de su tío Alberto. Ambos, por fin, se casarán el próximo año, según lo anunció a principios de este mes la princesa Carolina de Mónaco.
Tal vez la próxima Nochevieja Andrea y su madre vuelvan a la arena blanca de la isla de Barú para planear entre familias los detalles de la boda.
Es la única fecha en que toda la familia se reúne, porque no es fácil que sus múltiples actividades –sociales y empresariales– les dejen otra oportunidad. Cuando 2006 estaba a punto de concluir, invitaron a Carolina de Mónaco y su hijo Andrea Casiraghi.
Era la segunda vez que Andrea estaba entre la familia de su novia, Tatiana Santo Domingo, pero la primera que había ido acompañado por su madre. Andrea y Tatiana llevaban poco más de un año de noviazgo; ella ya había conocido a los Grimaldi cuando asistió en 2005 a la entronización del príncipe Alberto, había recibido la aprobación de doña Carolina (quien definió a la joven como “rica, guapa y educada”, según le han atribuido) y le pareció buena idea que su futura suegra conociera a su familia.
Fue el momento idóneo. Dos años después moría el que sería su consuegro, y otros dos años más tarde, el histórico pilar de la estirpe.
La mayoría de la prensa colombiana se limita a hacer eco de los éxitos económicos y filantrópicos de la familia Santo Domingo. Solo algunos medios se atreven a cuestionarla
Los Santo Domingo son el clan que encabeza la jet-set de Colombia, la “familia bien” alejada de los escándalos propios de otros miembros de la clase alta local. En las revistas de la Editorial Semana, las más leídas del país, por ejemplo, se limitan a hacer eco de sus éxitos económicos y filantrópicos.
Solo algunos medios se atreven a cuestionarlos. Hace casi un año, Jorge Ospina Sardi, columnista del sitio web LaNota.com, especializado en información financiera, escribió acerca del “jefe del clan”:
“Su omnipresente injerencia en la política de Colombia, su irrestricto apoyo a líderes políticos altamente cuestionados como Ernesto Samper y a otros claramente vinculados con el narcotráfico, su patética manipulación de esta clase política a favor de sus intereses, lleva a calificarlo como protagonista de primer nivel de ese capitalismo proteccionista y de connivencia, basado en el tráfico de influencias, que tanto daño ha hecho en América Latina.
Un contubernio entre gobierno y gran empresa para restringir competencia, obtener licencias exclusivas de negocios y favorecimientos de toda clase”.
Pero para la mayoría los Santo Domingo son, simplemente, multimillonarios, filántropos y amantes del arte; aquellos que prefieren Nueva York para vivir, pero realizan constantes viajes a Bogotá, Cartagena, Barranquilla o París, principalmente. Que aparecen una y otra vez en las listas de los más guapos, los solteros más codiciados, los más elegantes, los más hábiles inversionistas o los más solidarios.Discreción hipermediática
“Cuando vamos a un desfile y hay tantos fotógrafos, pienso: Dios mío, sí que deben estar quedándose sin ‘celebrities’…”, explicaba sobre su propia fama Tatiana Santo Domingo en una de sus rarísimas entrevistas, concedida a la edición española de ‘Vanity Fair’ en marzo.
Pese a frecuentar los círculos de la ‘jet-set’ internacional, la heredera aborrece los flases y cultiva un estilo alejado de la pomposidad propia de otras mediáticas herederas, como Paris Hilton. “Sea como sea, ¡Paris también trabaja!”, defendía en la misma revista.
“A todo el mundo le gusta inventarse cuentos de hadas sobre princesitas que pueden hacer lo que les dé la gana, cuando hay gente privilegiada que incluso así lucha por encontrar algo que le apasione, construir sobre ello y no tirar por la borda el dinero que sus padres le han dejado”.
El patriarca volvió a casarse con otra socialite, pero esta vez colombiana: Beatrice Dávila. Se fueron a vivir a Nueva York, al décimo piso del mítico edificio marcado con el número 740 de Park Avenue –que también fue hogar de los Rockefeller, los Vanderbilt o los Guggenheim–, entre cuadros de Picasso, Dalí y Magritte, mirando al sur de Manhattan.
Y ahí falleció el pasado mes de octubre, a los 87 años de edad.
Tuvo tiempo, sin embargo, de inaugurar un año antes el colosal centro cultural que lleva su nombre en la zona norte de Bogotá. Siempre se ufanó de ser uno de los que veía en la cultura el remedo para la violencia que durante años ha aquejado a la sociedad colombiana.
Muerto su primogénito –que, además de Tatiana, tuvo otro hijo, y a ambos les corresponde su parte del legado–, los herederos de la fortuna, el prestigio y la labor de los Santo Domingo son los dos hijos que tuvo con Beatrice: Alejandro y Andrés.
Hace unos meses, cuando Alejandro Santo Domingo Dávila asumió las riendas del grupo empresarial de su familia, se convirtió, con 35 años de edad, en el segundo hombre más rico de Colombia (después del banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo). Con 9.500 millones de dólares, es el millonario número 97 del mundo, según Forbes.
Estudió historia en la Universidad de Harvard y se formó, animado por su padre, como banquero de inversión en Nueva York, donde hoy es miembro de la junta directiva del Museo Metropolitano de Arte. Elegante y atractivo, desde hace años es un asiduo del papel cuché.
Ha salido con Amanda Hearst, heredera del emporio de prensa que lleva su apellido, y las modelos Eugenia Silva, Karen Larrain y Julie Henderson, despertando la envidia de montones de chicas colombianas.
Hace unos meses, cuando Alejandro Santo Domingo Dávila asumió las riendas del grupo empresarial de su familia, se convirtió, con 35 años de edad, en el segundo hombre más rico de Colombia
Ella vende ropa de grandes firmas de moda a través de la exitosa web Moda Operandi y él tiene una productora de música, Kemao.
Tatiana y Julio III son los hijos de Julio Mario Santo Domingo Braga y la brasileña Vera Rechulski. Julio III tiene 27 años, es el menor de toda la familia y es dj desde 2008.
Desde que inició su noviazgo con Andrea Casiraghi, Tatiana –cariñosamente, Tats– ha globalizado su apellido como ningún otro miembro del clan.
Se critica el hecho de que se la considere una de las “colombianas más famosas” a pesar de que no nació en el país, solo lo visite unos días al año y no pueda ocultar cierto deje estadounidense al hablar español. Junto a su novio forman un blanco predilecto de paparazis y rumores: ¿han roto?, ¿está embarazada?
Se conocieron en Francia cuando iban al instituto y años después se reencontraron gracias a Carlota Casiraghi, hermana de Andrea. Tatiana y su amiga Dana Alikhani han recorrido varios países hasta confeccionar un catálogo de “ropa multicultural” (para gypsetters como ellas: miembros nómadas de la jet-set) que venden como Muzungu Sisters.
Andrea es el segundo en la línea sucesoria al Principado de Mónaco, después de su tío Alberto. Ambos, por fin, se casarán el próximo año, según lo anunció a principios de este mes la princesa Carolina de Mónaco.
Tal vez la próxima Nochevieja Andrea y su madre vuelvan a la arena blanca de la isla de Barú para planear entre familias los detalles de la boda.
Alfred Hitchcock arruinó su carrera, pero no su vida
La actriz Tippi Hedren ha recordado su traumática experiencia con el emblemático cineasta
Según ella, su empeño en transformarla en "su nueva Grace Kelly" derivó en obsesión sexual
Sus declaraciones coinciden con el lanzamiento de una película que recrea su relación.
Que a Hithcock le gustaban las rubias no es un secreteo, hasta la escena "Mítica" tantans veces recurrida en los films, Janet Leihgt era Rubia.
Kim Novak en Vértigo tb era Rubia.Y algunas mas.
“Arruinó mi carrera, pero no mi vida”.
Cincuenta años después del rodaje de Los pájaros, Tippi Hedren exponía ante la prensa su trauma con quien la descubrió, acosó y repudió.
La excusa, la presentación, a principios de agosto, del telefilme de la HBO The girl, donde la actriz se ha visto encarnada por Sienna Miller y que se estrenará en EE UU el 20 de octubre.
La cinta refleja la obsesión que sintió Alfred Hitchcock hacia su musa de entonces y el sufrimiento que ella vivió en silencio para evitar perjudicar su propio futuro en el cine.
Preguntada por el supuesto amor que el cineasta le profesaba, Hedren reflexionó: “No sé cómo llamar a aquello, pero desde luego no era amor.
Cuando quieres a alguien, lo tratas bien. Estamos ante una mente [la de Hitchcock] incomprensible. Era malvado, pervertido, casi hasta peligroso”.
Tras sentirse abandonado por su musa Ingrid Bergman primero (que, tras tres películas, se fue con otro director, Roberto Rossellini, con quien se casaría) y por Grace Kelly después (convertida en princesa de Mónaco del brazo de Rainiero), Hitchcock buscó una nueva rubia a su medida en Tippi Hedren, una modelo recién entrada en la treintena y madre soltera de una niña de cuatro años (Melanie Griffith).
La vio en un spot de bebidas adelgazantes y, a pesar de que ella no tenía experiencia actuando, tuvo un flechazo. En su primer encuentro, la sometió al mismo ritual que a Kim Novak (con la que filmó Vértigo, una cinta que él no consideró redonda pero que, ironías de la vida, acaba de desbancar a Ciudadano Kane como la mejor de la historia en la lista que cada 10 años realiza la revista Sight & Sound): la citó para hablarle de todo menos de cine.
Solo que en la modelo, que estaba más viajada que Novak, encontró cierta réplica que le cautivó.
Encargó a Edith Head, la diseñadora de vestuario de sus películas, que le confeccionara todo un guardarropa para su día a día. Igual que había hecho antes con Vera Miles, Grace Kelly y Eva Marie Saint. Comenzaba así a moldear a su estrella.
“Encontré eso sorprendente”, revelaría Hedren al biógrafo de Hitchcock Donald Spoto.
“Se gastó mucho más dinero en regalarme un vestuario personal que en mi sueldo de un año”. “Estaba haciendo Vértigo con Tippi Hedren”, reflexionaría años después el guionista Samuel Taylor, aludiendo a la transformación a la que somete James Stewart a Kim Novak en la película, tratando de convertirla físicamente en la mujer muerta a la que amó.
No era ningún secreto: Hitchcock buscaba ansiosamente a su “nueva Grace Kelly”.
De hecho, concibió Marnie, la ladrona como su gran regreso al cine
. A diferencia de lo que muchos piensan, Kelly tenía el consentimiento de Rainiero, fan declarado del cineasta, pero la oferta coincidió con las iras del general De Gaulle, que, irritado por las ventajas fiscales que el principado ofrecía a ciertos hombres de negocios, cuestionó el estatuto privilegiado de Mónaco.
Para no romper los lazos con Francia, el príncipe se vio obligado a moderar la imagen frívola de sus dominios, y eso incluyó la renuncia de Kelly a volver a la pantalla.
Tippi Hedren acabaría siendo Marnie
. El director la tenía por entonces sometida a escrutinio. Ya en el rodaje de Los pájaros había solicitado a dos miembros del equipo que la espiaran fuera de plató
. A sus meticulosas especificaciones gestuales (recordemos, la película está plagada de idealizados primeros planos de ella) sumó largas reuniones con la actriz en privado para discutir detalles del filme.
Tal y como recordaría ella a Spoto: “Empezó a decirme qué llevar en mi tiempo libre, qué comer y los amigos a los que debía ver.
Se ponía furioso si yo no le pedía permiso para visitar a algún amigo por la noche o un fin de semana”.
Le susurraba comentarios obscenos justo antes de rodar o la incitaba a beber martinis durante los ensayos. Hasta llegar al clímax: el momento del ataque al que se ve sometido su personaje, atrapado en una habitación y sin poder abrir la puerta.
El director descartó las aves mecánicas, por resultar irreales, y enjauló a Hedren durante toda una semana, lanzándole pájaros vivos, para una escena de apenas un minuto y medio.
El último día, casi pierde un ojo de un picotazo y fue devuelta a casa sedada tras un colapso nervioso.
Hedren la recordaría siempre como “la peor semana de mi vida”.
Como quien recita un mantra, Hitchcock recuperó para sus entrevistas la cita de Oscar Wilde: “Destruyes aquello que amas”.
“Hitchcock tenía una mente incomprensible.
Era malvado, pervertido, casi peligroso”, ha declarado la actriz
Tras el rodaje, la colmó de regalos y le enviaba ardientes notas entremezcladas con otras más profesionales con detalles sobre Marnie.
Una vez en el set hizo instalar para Hedren un lujoso camerino rodante unido por una pasarela a su bungaló-oficina en la Universal.
Al final de cada día, le enviaba champán, pero ella, para evitar sus constantes visitas, invitaba allí a compañeros del equipo
. A pesar de saber de la inminente boda de la rubia con su agente, Noel Marshall, le confesó haber soñado con que ella le decía que le quería. “Hitch, tan solo se trataba de un sueño”, le respondió.
Hasta que una noche se abalanzó sobre la actriz. Ante su rechazo, la repudió para siempre.
A partir de entonces se referiría a ella simplemente como “esa chica” y restringiría su comunicación a instrucciones a través de sus ayudantes.
Su esposa, Alma, parecía aceptar estos enamoramientos románticos con sus actrices como puras fantasías, como la persecución de ese sueño, pero su fijación con Hedren saltaba a la vista.
Las instrucciones al director de fotografía, Robert Burks, eran que la cámara se acercase a su rostro tanto como pudiera, “casi como si le hiciese el amor”.
La guionista, Jay Presson Allen, dijo:
“Estaba loco por Hedren, de igual modo que había estado obsesionado antes con una serie de frías actrices rubias”.
En su afán acaparador, el director se negó a que Hedren aceptara el Premio Photoplay, uno de los más prestigiosos del momento, a la actriz más prometedora del año.Telefoneó en su nombre y lo rechazó por ella.
Cualquier teoría sobre que Hedren cayera en la lista negra es indemostrable, pero que uno de sus mayores hitos posteriores fuera el telefilme Los pájaros 2: el fin del mundo dice mucho de la alargada sombra que ha proyectado siempre la oronda figura de Hitchcock en la industria del cine.
LA PARADOJA Y EL ESTILO » Yo también estuve triste por Boris Izaguirre
La célebre declaración de tristeza de Cristiano Ronaldo debemos verla como una posibilidad inesperada de desahogo nacional. Tras proclamarla, España se desfogó y olvidó la crisis.
La célebre declaración de tristeza de Cristiano Ronaldo debemos verla como una posibilidad inesperada de desahogo nacional.
Tras proclamarla, la España masculina se desfogó olvidando la crisis y trasladando su malcontento contra el jugador.
Ronaldo, con su tristeza, está manteniendo un pulso no ya con su cuenta bancaria, sino con el país madridista.
Les está enfrentando a su fiscalidad y testosterona. Y al oscuro sentimiento de sentirse obligados a respetarle como máximo goleador, pero a no poder sobrellevar su divismo. Todos sabemos que no puede haber testosterona triste.
Con su incorrecta tristeza, el príncipe Ronaldo eclipsa todo, hasta a la parejita correcta y feliz de Casillas y Xavi. Felizmente, la tristeza le permite irse con la selección portuguesa y disfrutar de un atardecer en compañía de sus compañeros.
La imagen pinta un nuevo paisaje erótico, pero también nos enseña que los portugueses saben vivir en crisis mejor que nosotros.
Probablemente, porque tienen ese espíritu melancólico, son más resignados a los embates y más cautos: cuando creemos que han dicho algo, en realidad, como Ronaldo, no lo han dicho todo.
Se guardan un as en la manga mientras nosotros nos empeñamos en mostrarnos desolados cuando la batalla se alarga.
La tristeza no le sienta tan mal a Ronaldo. Lo hace menos macarra, igual de sexy, le infiere una cierta madurez, lo enmarca.
La marca Gucci debería enviarle cajas de gorras y mochilas por la publicidad gratuita que le ha proporcionado. ¿O será que es un nuevo lanzamiento? “Ante la tristeza: tu Gucci”.
Y es que la Europa que empezamos a adivinar es una Europa donde tenemos que asumir la tristeza como una lección de madurez, la visita de Angela Merkel como una cortesía y los anuncios de Draghi como una celebración. ¿Tanto nos ha cambiado el euro que el mismo país que en los años sesenta recibía al Plan Marshall con una película y un himno, ahora acoge a la nueva salvadora con gesto tristón y sin fiesta?
Vale que ella sea la reina de la austeridad, pero nosotros somos alegría y sol. ¿Qué es eso de no darle la bienvenida con una banda o el Orfeón Donostiarra y cantarle Bienvenido Mr. Marshall?
La canciller está harta de que la vean mal, de que solo le hablen de recortes, déficits, bancos malos.
No es manera de tratar a una dama. Mariano y Esperanza deberían haberla llevado a un buen flamenquito y, entre tapas, evitar revelarle lo que estamos haciendo.
Ni una palabra de que Almodóvar rueda en un aeropuerto nuevo y abandonado, ni de que confiamos todos en que una ciudad casino nos rescate del rescate.
Mientras Merkel empleó menos de seis horas para dejarnos en la estacada, Draghi decía que todo estará mejor, pero bajo sus condiciones draghinianas
. La prima de riesgo, ay la prima, bajó, subió, se entristeció, se enloqueció, a estas alturas es un poco el cuento del lobo. Ha dejado de asustarnos. Saldremos de la tristeza. Si la hubiéramos tratado más como a Claudia Schiffer, la prima Angela vería que la queremos de verdad o de mentira, da igual, pero con nuestra pasión latina.
De vuelta a la República Federal de sus amores, Angela cerraría los ojos bajo los tilos y, recordando la voz de Mariano, llegaría a la feliz conclusión:
“Vamos a aflojar con estos majetes, vamos a regalarles unos eurobonos, ¡si son la alegría de Europa!”. Y nosotros, desde los telediarios: “Esa es nuestra Angela”.
En este mundo inestable y dominado por Merkel y las redes sociales, una concejal socialista vio cómo se convertía en trending topic, culebrón político y mito erótico todo a la vez. Olvido Hormigos, edil de Yébenes (población de fuerte tradición estética), se autograbó un orgasmo con su móvil.
¿Cómo llegó esa grabación íntima al correo del ayuntamiento?
Se trata del nuevo eccehomo de este mes en las redes, que todo lo magnifican. Todos queremos saber ¿quién lo propago? ¿Por qué? El pudor y el morbo nacional han preferido no indagar más, pero a ese tipo de vídeos empieza a llamárseles “un Olvido”.
Fuimos ricos demasiado rápido y se nos olvidó quienes somos, gente sencilla y hospitalaria, que le canta a la vida, que sabe remendar y mantener un peinado para varios días.
Que lo guarda todo. Allí están los duques de Palma rescatando un viejo Golf para desplazarse por Barcelona no en plan vintage, sino por el túnel de lavado hacia la austeridad.
Los duques se mueven en un coche de abolengo (tiene más de quince años y es de la infanta), pero en la peculiar comitiva los escoltas los siguen en una berlina oscura Audi. Cambio de asientos. El Golf vuelve a ser lo que fue.
La estrategia ducal tiene ese poquito de picaresca graciosa que tan bien nos sigue retratando como país.
La tristeza de Ronaldo nos ha ayudado a asumir el choque de Rajoy con la realidad, por desbaratarle sus planes.
Esperanza Aguirre hace gala de su intuición. ¡Eurovegas se queda en Madrid! Esperanza está contentísima, la fortuna le sonríe.
Hasta ha apoyado a Olvido Hormigos. Entiende la masturbación con móvil.
Eurovegas la convertirá en la única presidenta autonómica que crea empleo.
Cuando invite a Cospedal a inaugurar el supercasino, podrá decirle: “No estés triste, María Dolores, gana el que ríe último”.
Y el que gana se lo lleva todo.
Tras proclamarla, la España masculina se desfogó olvidando la crisis y trasladando su malcontento contra el jugador.
Ronaldo, con su tristeza, está manteniendo un pulso no ya con su cuenta bancaria, sino con el país madridista.
Les está enfrentando a su fiscalidad y testosterona. Y al oscuro sentimiento de sentirse obligados a respetarle como máximo goleador, pero a no poder sobrellevar su divismo. Todos sabemos que no puede haber testosterona triste.
Con su incorrecta tristeza, el príncipe Ronaldo eclipsa todo, hasta a la parejita correcta y feliz de Casillas y Xavi. Felizmente, la tristeza le permite irse con la selección portuguesa y disfrutar de un atardecer en compañía de sus compañeros.
La imagen pinta un nuevo paisaje erótico, pero también nos enseña que los portugueses saben vivir en crisis mejor que nosotros.
Probablemente, porque tienen ese espíritu melancólico, son más resignados a los embates y más cautos: cuando creemos que han dicho algo, en realidad, como Ronaldo, no lo han dicho todo.
Se guardan un as en la manga mientras nosotros nos empeñamos en mostrarnos desolados cuando la batalla se alarga.
La tristeza no le sienta tan mal a Ronaldo. Lo hace menos macarra, igual de sexy, le infiere una cierta madurez, lo enmarca.
La marca Gucci debería enviarle cajas de gorras y mochilas por la publicidad gratuita que le ha proporcionado. ¿O será que es un nuevo lanzamiento? “Ante la tristeza: tu Gucci”.
Vale que Merkel sea la reina de la austeridad, pero nosotros somos alegría y sol. ¿Qué es eso de no darle la bienvenida con una banda o el Orfeón Donostiarra y cantarle Bienvenido Mr. Marshall?
Vale que ella sea la reina de la austeridad, pero nosotros somos alegría y sol. ¿Qué es eso de no darle la bienvenida con una banda o el Orfeón Donostiarra y cantarle Bienvenido Mr. Marshall?
La canciller está harta de que la vean mal, de que solo le hablen de recortes, déficits, bancos malos.
No es manera de tratar a una dama. Mariano y Esperanza deberían haberla llevado a un buen flamenquito y, entre tapas, evitar revelarle lo que estamos haciendo.
Ni una palabra de que Almodóvar rueda en un aeropuerto nuevo y abandonado, ni de que confiamos todos en que una ciudad casino nos rescate del rescate.
Mientras Merkel empleó menos de seis horas para dejarnos en la estacada, Draghi decía que todo estará mejor, pero bajo sus condiciones draghinianas
. La prima de riesgo, ay la prima, bajó, subió, se entristeció, se enloqueció, a estas alturas es un poco el cuento del lobo. Ha dejado de asustarnos. Saldremos de la tristeza. Si la hubiéramos tratado más como a Claudia Schiffer, la prima Angela vería que la queremos de verdad o de mentira, da igual, pero con nuestra pasión latina.
De vuelta a la República Federal de sus amores, Angela cerraría los ojos bajo los tilos y, recordando la voz de Mariano, llegaría a la feliz conclusión:
“Vamos a aflojar con estos majetes, vamos a regalarles unos eurobonos, ¡si son la alegría de Europa!”. Y nosotros, desde los telediarios: “Esa es nuestra Angela”.
En este mundo inestable y dominado por Merkel y las redes sociales, una concejal socialista vio cómo se convertía en trending topic, culebrón político y mito erótico todo a la vez. Olvido Hormigos, edil de Yébenes (población de fuerte tradición estética), se autograbó un orgasmo con su móvil.
¿Cómo llegó esa grabación íntima al correo del ayuntamiento?
Se trata del nuevo eccehomo de este mes en las redes, que todo lo magnifican. Todos queremos saber ¿quién lo propago? ¿Por qué? El pudor y el morbo nacional han preferido no indagar más, pero a ese tipo de vídeos empieza a llamárseles “un Olvido”.
Allí están los duques de Palma rescatando un viejo Golf para desplazarse no en plan vintage, sino por el túnel de lavado hacia la austeridad mientras sus escoltas los siguen en una berlina oscura Audi
Que lo guarda todo. Allí están los duques de Palma rescatando un viejo Golf para desplazarse por Barcelona no en plan vintage, sino por el túnel de lavado hacia la austeridad.
Los duques se mueven en un coche de abolengo (tiene más de quince años y es de la infanta), pero en la peculiar comitiva los escoltas los siguen en una berlina oscura Audi. Cambio de asientos. El Golf vuelve a ser lo que fue.
La estrategia ducal tiene ese poquito de picaresca graciosa que tan bien nos sigue retratando como país.
La tristeza de Ronaldo nos ha ayudado a asumir el choque de Rajoy con la realidad, por desbaratarle sus planes.
Esperanza Aguirre hace gala de su intuición. ¡Eurovegas se queda en Madrid! Esperanza está contentísima, la fortuna le sonríe.
Hasta ha apoyado a Olvido Hormigos. Entiende la masturbación con móvil.
Eurovegas la convertirá en la única presidenta autonómica que crea empleo.
Cuando invite a Cospedal a inaugurar el supercasino, podrá decirle: “No estés triste, María Dolores, gana el que ríe último”.
Y el que gana se lo lleva todo.
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