26 jun 2012
Por qué el cine español ‘‘pasa mucho, mucho’’ de Victoria Abril
La actriz madrileña congrega audiencias millonarias en Francia con una serie de televisión, pero en su tierra no la reclaman desde hace cuatro años
La que fuera musa de Almodóvar reconoce hoy que tiene un problema con su país.
Archivado en:
La punta de su lengua recorre el paladar hasta presionar los alvéolos. Victoria Abril se prepara para pronunciar una palabra como a ella más le gusta, alargando la o y soltando el aire en una rápida explosión: “Looobas”. “Así está mucho mejor”, concluye, mientras se aparta el pelo de la cara y apura el café en una terraza de Valencia
. “Es más directo”, insiste, “y llamativo” que La mujer que se secaba las lágrimas, el título original de su última película, que acaba de presentar en el festival Cinema Jove.
actriz confía en que esta tragedia rodada en Macedonia sobre dos mujeres que luchan por salir adelante en ambientes machistas se estrene al final en España como Lobas.
Ella misma se considera una más de la manada: “Claro que soy una loba”, explica, “aunque no he tenido la necesidad de hincarle el diente a nadie.
Lo único que he hecho para proteger a mis dos hijos fue quedarme en Francia. Para protegerlos de los paparazis.No tuve uno, sino 15.000 altercados con ellos. Y cuando vi que era una batalla perdida, dejé de traerlos.
Solo vamos a mi pueblecito de Málaga”.
Aunque nació en Madrid en 1959, tiene raíces andaluzas que afloran a través de giros y modismos durante la conversación.
En París, donde estableció su residencia en los ochenta, nunca ha tenido “ningún problema para educar como niños normales a mis hijos, que ahora tienen 18 y 20 años; para que estudien y no aparezcan en los papeles sin haber hecho nada.
Eso en España es imposible. Yo siempre me he preguntado cómo Ana Belén lo ha conseguido con sus hijos.
Ella trabaja en el cine como yo desde los 14 años. Debe de ser el único caso de mujer, actriz y madre que ha podido educar a sus hijos fuera de todo ese circo”.
La actriz tiene un problema con España o, más bien, con determinada prensa y con la industria cinematográfica. Lo reconoce abiertamente, con el lenguaje franco, coloquial y a veces abrupto que la caracteriza. “El cine español pasa mucho, mucho, de mí”, se lamenta.
Hace cuatro años que no rueda en España una película, desde Solo quiero caminar, con Agustín Díaz-Yanes
. Tampoco ha ofrecido ninguno de los 500 conciertos que ha dado cantando los temas de sus dos discos de bossa nova y canción francesa aflamencada. “Estoy muy dolida por eso. Y además, cada vez que vengo, recibo unos palos… Por eso reduzco el castigo.
Como actriz siempre me han respetado. Como cantante, nada. Y ahora el cine pasa de mí”.
Victoria, una de las más destacadas intérpretes de la historia del cine español, declina entrar en detalles. “Para palos, los de flamenco”, bromea.
Pero cuando se le nombra la polémica en torno al productor musical Miguel Ángel Arenas, Capi, que la denunció por no pagarle tras grabar un disco que nunca vio la luz, contesta:
“Eso es la hostia, pero no pienso gastar ni un renglón para darle coba a eso, porque es lo único que tenéis desde 2007 y desde entonces he hecho una jartá de películas, e incluso una serie de televisión en Francia [Clem] con 10 millones de espectadores”. Capi, que publicitó su denuncia en varias cadenas, obtuvo finalmente 63.368 euros, si bien reclamaba más del doble.
El leve acceso de ira da paso al esbozo de una sonrisa con retranca con la que la actriz matiza que no mete en el mismo saco a todos los medios.
La formidable intérprete de Amantes, de Vicente Aranda, por la que ganó en 1991 el Oso de Plata a la mejor interpretación en Berlín, rechaza de plano algunos sambenitos que se le han colgado sobre su personalidad. Borde, provocadora, rebelde, temperamental…
“No se corresponde nada con la realidad.
Aquello de Enrique Cerezo [productor de cine] de que le iba a cortar el cuello si no me pagaba, era una broma, hombre… Si soy algo es anarquista. Por lo demás, mi trabajo es obedecer”.
Bajo la órdenes de Díaz Yanes ganó por segunda vez la Concha de Plata de San Sebastián (la primera fue en 1987 por El Lute) y un Goya a la mejor interpretación gracias a Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, en 1995.
De hecho, en la década de los noventa alcanzó su mayor proyección en España y en Francia tras sus interpretaciones en tres filmes de Pedro Almodóvar, Átame, Kika y Tacones lejanos.
Su estrellato europeo avaló su aventura americana con Jimmy Hollywood, de Barry Levinson, pero fue un viaje de ida y vuelta.
Luego llegó la travesía del desierto de los cuarenta, y Victoria se volvió a reinventar.
“La verdad es que me reinvento cada día, tronco. Nunca estoy haciendo lo que pretendía.
Me preparo para ser bailarina y me paso 20 años haciendo cine; viene el momento ese de los 40, en el que no saben qué hacer contigo, y me pongo a cantar”, explica
. Hace un decenio se reinventó también como su propia agente, tras unas experiencias que la “arruinaron”. “Entonces me dije: ‘Más vale sola que mal acompañada’, y solo trabajo con gente que quiere trabajar conmigo. Yo leo los guiones y elijo.
Tengo una secretaria que hace los papeles y se los lleva el abogado, que para eso están, para hacer contratos
. Si tú me quieres, yo seré lo que tú quieras. Y quien quiere me encuentra”, concluye.
Lo de buscar y dejarse ver ya pasó a mejor vida, viene a decir.
Algo que podría parecer contradictorio con los infinitos escotes y cortes de los vestidos que luce en algunas galas
. “Cuando una va a Cannes, niño, al tapiz rojo, no puedes ir normal. La gente quiere glamour. Yo además le pongo un poquito de humor. Por eso me gusta un toque kitsch.
No puedes ir a un tapiz rojo con jeans”, explica la admiradora del modisto Gualtier, a quien ha vuelto tras serle infiel con Galliano y Dior. Los españoles Custo y Sita Murt también son de su gusto.
Lo que no soporta son los hospitales.
Solo por eso asegura que jamás se sometería a una operación estética.
Y no lo ha hecho, insiste, aunque asume que la guerra de los comentarios y de los medios la tiene perdida. “Me dicen que estoy guapa, pero ¿sabes qué pasa ahora?, que por fin he engordado esos tres kilos que sientan tan bien a la cara. Cuando eres joven, tener la cara chupadilla queda bien, es fotogénico.
A partir de los 40, más valle pillar. A mi novio le gusta más. Tengo más tetas, más culo.
A partir de los 40, más vale ajamonarse que amojamarse”.
. “Es más directo”, insiste, “y llamativo” que La mujer que se secaba las lágrimas, el título original de su última película, que acaba de presentar en el festival Cinema Jove.
actriz confía en que esta tragedia rodada en Macedonia sobre dos mujeres que luchan por salir adelante en ambientes machistas se estrene al final en España como Lobas.
Ella misma se considera una más de la manada: “Claro que soy una loba”, explica, “aunque no he tenido la necesidad de hincarle el diente a nadie.
Lo único que he hecho para proteger a mis dos hijos fue quedarme en Francia. Para protegerlos de los paparazis.No tuve uno, sino 15.000 altercados con ellos. Y cuando vi que era una batalla perdida, dejé de traerlos.
Solo vamos a mi pueblecito de Málaga”.
Aunque nació en Madrid en 1959, tiene raíces andaluzas que afloran a través de giros y modismos durante la conversación.
En París, donde estableció su residencia en los ochenta, nunca ha tenido “ningún problema para educar como niños normales a mis hijos, que ahora tienen 18 y 20 años; para que estudien y no aparezcan en los papeles sin haber hecho nada.
Eso en España es imposible. Yo siempre me he preguntado cómo Ana Belén lo ha conseguido con sus hijos.
Ella trabaja en el cine como yo desde los 14 años. Debe de ser el único caso de mujer, actriz y madre que ha podido educar a sus hijos fuera de todo ese circo”.
La actriz tiene un problema con España o, más bien, con determinada prensa y con la industria cinematográfica. Lo reconoce abiertamente, con el lenguaje franco, coloquial y a veces abrupto que la caracteriza. “El cine español pasa mucho, mucho, de mí”, se lamenta.
Hace cuatro años que no rueda en España una película, desde Solo quiero caminar, con Agustín Díaz-Yanes
. Tampoco ha ofrecido ninguno de los 500 conciertos que ha dado cantando los temas de sus dos discos de bossa nova y canción francesa aflamencada. “Estoy muy dolida por eso. Y además, cada vez que vengo, recibo unos palos… Por eso reduzco el castigo.
Como actriz siempre me han respetado. Como cantante, nada. Y ahora el cine pasa de mí”.
"Cada vez que vengo [a España en calidad de cantante] recibo unos palos… Como actriz siempre me han respetado.
Como cantante, nada. Y ahora el cine pasa de mí”.
Pero cuando se le nombra la polémica en torno al productor musical Miguel Ángel Arenas, Capi, que la denunció por no pagarle tras grabar un disco que nunca vio la luz, contesta:
“Eso es la hostia, pero no pienso gastar ni un renglón para darle coba a eso, porque es lo único que tenéis desde 2007 y desde entonces he hecho una jartá de películas, e incluso una serie de televisión en Francia [Clem] con 10 millones de espectadores”. Capi, que publicitó su denuncia en varias cadenas, obtuvo finalmente 63.368 euros, si bien reclamaba más del doble.
El leve acceso de ira da paso al esbozo de una sonrisa con retranca con la que la actriz matiza que no mete en el mismo saco a todos los medios.
La formidable intérprete de Amantes, de Vicente Aranda, por la que ganó en 1991 el Oso de Plata a la mejor interpretación en Berlín, rechaza de plano algunos sambenitos que se le han colgado sobre su personalidad. Borde, provocadora, rebelde, temperamental…
“No se corresponde nada con la realidad.
Aquello de Enrique Cerezo [productor de cine] de que le iba a cortar el cuello si no me pagaba, era una broma, hombre… Si soy algo es anarquista. Por lo demás, mi trabajo es obedecer”.
Bajo la órdenes de Díaz Yanes ganó por segunda vez la Concha de Plata de San Sebastián (la primera fue en 1987 por El Lute) y un Goya a la mejor interpretación gracias a Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, en 1995.
De hecho, en la década de los noventa alcanzó su mayor proyección en España y en Francia tras sus interpretaciones en tres filmes de Pedro Almodóvar, Átame, Kika y Tacones lejanos.
Su estrellato europeo avaló su aventura americana con Jimmy Hollywood, de Barry Levinson, pero fue un viaje de ida y vuelta.
"Tengo más tetas, más culo. A mi novio le gusta más. A partir de los 40, más valle pillar. Más vale ajamonarse que amojamarse”
“La verdad es que me reinvento cada día, tronco. Nunca estoy haciendo lo que pretendía.
Me preparo para ser bailarina y me paso 20 años haciendo cine; viene el momento ese de los 40, en el que no saben qué hacer contigo, y me pongo a cantar”, explica
. Hace un decenio se reinventó también como su propia agente, tras unas experiencias que la “arruinaron”. “Entonces me dije: ‘Más vale sola que mal acompañada’, y solo trabajo con gente que quiere trabajar conmigo. Yo leo los guiones y elijo.
Tengo una secretaria que hace los papeles y se los lleva el abogado, que para eso están, para hacer contratos
. Si tú me quieres, yo seré lo que tú quieras. Y quien quiere me encuentra”, concluye.
Lo de buscar y dejarse ver ya pasó a mejor vida, viene a decir.
Algo que podría parecer contradictorio con los infinitos escotes y cortes de los vestidos que luce en algunas galas
. “Cuando una va a Cannes, niño, al tapiz rojo, no puedes ir normal. La gente quiere glamour. Yo además le pongo un poquito de humor. Por eso me gusta un toque kitsch.
No puedes ir a un tapiz rojo con jeans”, explica la admiradora del modisto Gualtier, a quien ha vuelto tras serle infiel con Galliano y Dior. Los españoles Custo y Sita Murt también son de su gusto.
Lo que no soporta son los hospitales.
Solo por eso asegura que jamás se sometería a una operación estética.
Y no lo ha hecho, insiste, aunque asume que la guerra de los comentarios y de los medios la tiene perdida. “Me dicen que estoy guapa, pero ¿sabes qué pasa ahora?, que por fin he engordado esos tres kilos que sientan tan bien a la cara. Cuando eres joven, tener la cara chupadilla queda bien, es fotogénico.
A partir de los 40, más valle pillar. A mi novio le gusta más. Tengo más tetas, más culo.
A partir de los 40, más vale ajamonarse que amojamarse”.
Todo es triste, mudo.... por Jose Carlos Cataño.
Salgo de la cita anual con HP en volandas de la alegría.
Cada año lo mismo: me digo de ir en los primeros días y termino, lleno de temor e ignorancia, por presentarme a finales. Cada año, parte de la alegría me viene de sentirme un ciudadano más. Aunque el gestor, esta tarde, en los cinco minutos de la visita, incluyó un bostezo considerable.
Vivo sin almanaques, sin agenda, con el teléfono al otro extremo de casa. Salgo del despacho al calor africano de Urgell e impulsado por la energía civil regreso andando hasta Ganduxer.
Pero cuánta miseria, que en otros años no se veía tanto, por los alrededores del Clìnic. Los chatarreros también avanzan por la Plaza, haciéndome la competencia con libros, ropa, maderas.
Todo es triste, mudo. La crisis de 1973 nos sorprendió (y de lado) siendo muy jóvenes.
Esta de ahora es grande, sin paliativos, desmoronando la escasa credibilidad que le concedíamos al sistema político, y total descrédito de los medios de comunicación que sirven -al sistema político, pero sobre todo al financiero- de administradores de mentiras y silencios.
En volandas de la alegría, por un túnel de calor, qué importa hacia adónde. Hemos tenido solidez ciudadana durante cinco minutos.
Ahora, al cielo blanco, como los vencejos que sestean en esta hora.
Al Congreso, Rajoy, al Congreso
Al Congreso, Rajoy, al Congreso
Por: José María Izquierdo
A nadie parece sorprender que nuestro presidente del Gobierno, más de diez millones de votos que le llegaron desde gentes de distintos pelajes, se vaya ayer a casa de los empresarios a contarles qué piensa hacer con este país. Y eso tres o cuatro días después de negarse a comparecer en el Congreso de los Diputados para el obligado -hasta ahora- Debate del Estado de la Nación. Debe ser que está en territorio más cómodo, que mejor será una charla agradable y distendida con la cúpula de la CEOE, mismo traje y similar corbata, donde no tiene que aguantar las impertinencias de la oposición.
Pues qué quieren qué les diga: a este catavenenos le da un sofocón ver el desprecio con que el presidente del Gobierno trata a los representantes de la ciudadanía -los diputados-, que es tanto como despreciar a los ciudadanos mismos. Y para anunciar “medidas difíciles” prefiere el amor de la lumbre entre amigos y conocidos, que no van a preguntarle de qué medidas está hablando, ni le van a exigir que nos diga qué dinero vamos a pedir a Bruselas y en qué condiciones, entre otras muchas cuestiones que seguro le iban a plantear en el Parlamento. Lo dije el otro día y lo repito, hoy con el añadido de la ostentación de la CEOE: es una vergüenza este juego del escondite permanente
. Y, por cierto, no oigo a la oposición, sobre todo a su principal partido, el PSOE, lanzar los alaridos pertinentes.
Esto no es un jijí-jajá, ni se despacha con una frase ingeniosa. Rubalcaba debe exigir esa comparecencia a voz en cuello y montar un pollo permanente. A ver si es que a un silencio le vamos a oponer otro silencio. Sería otra vergüenza. Aviados estamos.
A ver, sin pensarlo: ¿es un pedazo fascista Barack Obama? Pues aquí les contestamos, que en este blog lo mismo arreglamos bicicletas que hacemos tatuajes. Ya saben, se planchan tortillas y se fríen pantalones.
Pues qué quieren qué les diga: a este catavenenos le da un sofocón ver el desprecio con que el presidente del Gobierno trata a los representantes de la ciudadanía -los diputados-, que es tanto como despreciar a los ciudadanos mismos. Y para anunciar “medidas difíciles” prefiere el amor de la lumbre entre amigos y conocidos, que no van a preguntarle de qué medidas está hablando, ni le van a exigir que nos diga qué dinero vamos a pedir a Bruselas y en qué condiciones, entre otras muchas cuestiones que seguro le iban a plantear en el Parlamento. Lo dije el otro día y lo repito, hoy con el añadido de la ostentación de la CEOE: es una vergüenza este juego del escondite permanente
. Y, por cierto, no oigo a la oposición, sobre todo a su principal partido, el PSOE, lanzar los alaridos pertinentes.
Esto no es un jijí-jajá, ni se despacha con una frase ingeniosa. Rubalcaba debe exigir esa comparecencia a voz en cuello y montar un pollo permanente. A ver si es que a un silencio le vamos a oponer otro silencio. Sería otra vergüenza. Aviados estamos.
A ver, sin pensarlo: ¿es un pedazo fascista Barack Obama? Pues aquí les contestamos, que en este blog lo mismo arreglamos bicicletas que hacemos tatuajes. Ya saben, se planchan tortillas y se fríen pantalones.
Y para qué vamos a repetir lo que todos sabemos si se explica con claridad en el editorial de Abc: “La inminencia de una nueva rebaja de la calificación de la banca española por la agencia Moody's -anunciada sospechosamente justo el día en que el Gobierno ha solicitado formalmente la ayuda europea- añade presión al Gobierno para acelerar la puesta en marcha de la recapitalización de las entidades financieras españolas que la necesiten.
La demora aumenta las incertidumbres, sobre todo por la urgencia en aplicar una medida que, a todas luces, es necesaria y será positiva en términos generales.
La economía española necesita despejar incógnitas en todos sus frentes.
El de las reformas internas y el de la ayuda para capitalización de la banca”. Tal cual. También Ignacio Camacho se suma a este ataque de cordura:
“Pues claro que va a haber contrapartidas. O vigilancia o recomendaciones vinculantes, como dice el comisario Almunia, a quien algunos fundamentalistas del PP acusan de poner zancadillas al Gobierno; pronto se han olvidado de lo que les gustaban sus críticas independientes a la insustancialidad de Zapatero. Después del descalzaperros de Bankia cómo va a apoquinar nadie sesenta mil meuros -el neologismo es bruselés- sin asegurarse de ciertas garantías sobre el buen uso de la millonada”.
Que es lo que venimos diciendo desde el famoso sábado en el que Rajoy presionó a Bruselas lo indecible para conseguir que nosotros aceptáramos el crédito que nos echaban a la cara sí o sí. Unas risas, por favor.
Y es que no nos merecemos a este titán de Pontevedra, que maravilla a los articulistas de La Razón. A González Ferrari, por ejemplo, le despierta admiración y ternura tanto esfuerzo: “El presidente del Gobierno se pasa todo el santo día de la ceca a la Meca intentando hacer entrar en razón a los socios de la eurozona”, pobrecito, mientras José María Marco lleva bien alta la cabeza a la vista de los éxitos del susodicho: “El respaldo con el que cuenta el Gobierno de Rajoy es de por sí un argumento económico, además de político. A diferencia de Francia, que se ha ensimismado en una actitud inmovilista, lo que los españoles han elegido es un programa”. ¡Pobre Francia, en manos de ese inmovilista que es François Hollande, que en quince días solo ha conseguido que Merkel ceda en soltar 130.000 millones para potenciar el crecimiento de la zona euro! ¡Y qué suerte de los españoles, que nos van a llegar otras tandas de recortes antes del próximo corte de pelo! ¡Qué bien que tenemos un programa! Y es que en el extranjero nos odian, ya se sabe.
De “ensañamiento con la banca española”, dice La Razón que son las calificaciones –descalificaciones, por mejor decir- de Moody’s. Y ahora -¡¡¡ahora!!!- se enfada con ellos y les llama “carroñeros”.
Ay, qué jolgorio, con lo que les hemos aclamado en tiempos no tan pretéritos… La Razón lleva editorial de lo de Bildu-Sortu, pero lo dejamos, que a este bloguero le faltan ganas de repetir lo mismo una y otra vez…
También en El Mundo hablan en el editorial del "ataque" de Moody’s.
Y el editorial dice esto: “Rajoy no concretó el nuevo plan, pero dos advertencias llegadas desde la Comisión indican cómo se desarrollará.
Olli Rehn contestó a la carta de petición del rescate bancario con un comunicado en el que expresaba que vigilará ‘de cerca’ el cumplimiento de los compromisos del Gobierno con el déficit y con las reformas estructurales”.
Y por si no queda clara la cosa, añade que “Joaquín Almunia detalló que, tras la solicitud de ayuda, la subida del IVA no es una recomendación sino una ‘obligación’ y hoy desvelamos que el Ejecutivo estudia aumentar la base de ese impuesto para pasar productos de los tipos reducidos al normal.
El Gobierno lograría así una especie de cuadratura del círculo: podría decir que técnicamente no ha subido el IVA y salvar la cara ante declaraciones anteriores, aunque en la práctica haya que pagar hasta 10 puntos más en hoteles, cines o restaurantes”.
¿Usted, lector, verdad que no es tonto? Pues yo tampoco, y eso es una subida del IVA como un elefante de Botsuana. Y eso sin exagerar.
Así que Rajoy y su Gobierno dirán lo que les dé la gana, pero anotemos otro incumplimiento más, de algo que han repetido –tontamente, todo hay que decirlo, porque a nadie engañaban- hasta la saciedad: no subiremos el IVA. Vale.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)