Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

31 may 2012

Quintín Silva

Décimas de Quintín Silva


Quintín Silva fue un herrero forjador de herraduras y aperos de labranza que vivió en mi novela El as de espadas, y contaba lo que sucedía a su alrededor en cuartetas, romances o espinelas, que unas veces improvisaba acompanándose de la guitarra y otras escribía en una libretas manchadas con tizne de la fragua que finalmente las devoró junto al decimista. Anoche se presentó en mi escritorio, armado de una vihuela, como Martín Fierro, y se empeñó en cantar sus cuitas en décimas. Son estas:
zpayador2.jpg
Un nuevo vocabulario
nos bombardea con encono:
Banco Central, eurobono
y un tal Fondo Monetario.
Voraces e insolidarios,
ladrones de magno fuste
utilizan el embuste
y el reproche más taimado:
La culpa es de los mercados,
la solución, el ajuste.
zpayador1.jpg
Nos vendieron la Eurozona
como una mina de sal,
que con el gran capital
iba a ser la campeona.
La crisis, cual amazona,
a los débiles abate,
y recibe jaque mate
la democracia en un sesgo
que llaman prima de riesgo
y roban con el rescate.
zpayador3.jpgQuintín Silva siguió recitando, mientras pulsaba la guitarra, pero ya solo escuché las milongas y chacareras que salían de sus cuerdas y que ahogaban la voz. Luego se fue desvaneciendo hasta que desapareció. Si alguna vez volviese a presentarse en mi escritorio, les daré cuenta.

30 may 2012

Más Balenciaga por descubrir

Una persona observa uno de los nuevos vestidos de novia de Balenciaga expuestos. / JESÚS URIARTE
Del Museo Balenciaga que el pasado mes de junio abrió sus puertas tras 12 años de trabajo sólo queda hoy un diseño del modisto de Getaria, una pieza única, de 1912, un traje de sastre que el referente de la moda española urdió para su prima Salvadora Egaña
. El resto de vestidos y abrigos que han estado expuestos hasta comienzos de mayo han sido renovados por otros 69 de un fondo de 1.300, que a partir de hoy podrán ser visitados por el público.
 Cambios de aire por exigencia del guión —una prenda de vestir no puede estar expuesta de forma indefinida para su correcta conservación—, que permiten una nueva mirada sobre Balenciaga.
Bajo las necesidades técnicas y el objetivo de insuflar “dinamismo” al centro, según su director, Javier González de Durana, ayer fue presentada la nueva exposición permanente.
 Las piezas heredan el mismo discurso expositivo que las anteriores, cinco salas en las que se aborda los inicios de Balenciaga, sus creaciones de día, noche, cóctel y novias, para terminar el recorrido con una selección de trajes que ilustran el proceso de creación del diseñador.
La nueva selección ofrece un recorrido más “homogéneo”, explicó el director del centro, mayor “coherencia cronológica” para mostrar la consolidación de Balenciaga a lo largo de su trayectoria y “mayor diversidad de estilos”.
Las piezas expuestas en esta ocasión no proyectan la aureola de sus propietarias, de Grace Kelly o la reina Fabiola de Bélgica, ya que se han seleccionado vestidos de propietarias menos ilustres.
 “Lo importante es quién hacía esas piezas, no para quién las hacía”, puntualizó el responsable del centro, acompañado de la consejera de Cultura, Blanca Urgell, la directora de Cultura de la Diputación de Gipuzkoa, Garazi López de Etxezarreta, y la comisaria de la muestra, Miren Arzalluz.
Las piezas ofrecen un recorrido más “homogéneo” de la trayectoria del diseñador
De entre las 69 creaciones expuestas González de Durana destacó dos
. La primera, “una pieza de terciopelo negro, con bordados en azabache, que acusa una fuerte influencia historicista de las cortes europeas y especialmente de la española del siglo XVII. Ejemplo de como Balenciaga revisaba y actualizaba la indumentaria histórica”.
 La segunda, dos trajes que el modisto ideó para la compañía aérea Air France, “una empresa”, destacó González de Durana, que “siempre ha considerado a sus azafatas embajadoras de Francia y que no ha dudado en contratar a los mejores para diseñar sus uniformes”.
Además, el Museo Balenciaga se lleva una lección aprendida de su casi primer año de vida y del diseño de dos colecciones permanentes.
“No volveremos a dejar al centro sin piezas expuestas de Balenciaga”, prometió el director, en referencia al lapso de tiempo —del 2 de mayo a hoy—, que ha empleado el centro en renovar la muestra.

Mira

China Machado regresa ahora, a sus más de 80 años, al primer plano en portadas, campañas y documentales.

Su vida daría para una o quizá varias novelas.
 Pero China no necesita fabular. Trabaja en unas memorias. Siempre corrí tras la risa, se titula:
 “Es algo nostálgico, que hace referencia a la familia de mi madre, a las reuniones en casa de mi abuela, con esa cocina enorme, llena de gente comiendo y riendo, un ambiente muy distinto del que había en casa de mi padre
. Quiero escribir algo que inspire.
 Yo venía de un mundo extravagante incluso en Shanghái, como del siglo XIX con plantaciones.
Debía de tener algo dentro de mí que hizo que las cosas funcionaran”, dice sentada una tarde de principios de abril en un sofá del hotel Carlton de Manhattan. “Mi agente me anima a que el libro trate de mi vida como modelo. ¡Pero hay cientos de modelos y lo cierto es que en América solo trabajé en esto durante tres años! En exclusiva para Avedon, es cierto”, reconoce.
Nunca piensas en ti misma como exótica, te ves distinta pero eso es todo. Tampoco es para montar un revuelo
China viste una levita con estampado de leopardo en marrón y negro, pantalones y sandalias.
Esbelta, con melena negra rizada, ojos rasgados y almendrados a un tiempo, y unos pómulos suaves que dan a su rostro forma de corazón, mantiene intacto su magnético atractivo
. Diane Vreeland la apodaba huesos de oro y Richard Avedon dijo que era probablemente la mujer más bella que había conocido
. “Nunca piensas en ti misma como exótica, te ves distinta, pero eso es todo. Tampoco es para montar un revuelo”, dice encogiéndose de hombros.
 Expresiva y dicharachera, gesticula, ríe con ganas y se quita cualquier importancia. Derrocha encanto.
 Su elegancia resulta sorprendentemente cálida y vital. Come un sándwich club y patatas fritas picantes, bromea y se fuma un curioso cigarrillo de plástico que lanza humo y con el que dice que desconcierta a los comensales de cualquier restaurante:
“Cuando me miran mal, hago esto”, dice pegándose el falso cigarrillo a la palma de su mano.
 “Llevo fumando 60 años”, confiesa. Y así la retrató Avedon, en una imagen mítica, donde a China se le adivina una sonrisa y, con el torso girado, alarga el índice lista a sacudir la ceniza de un cigarrillo.
Ejemplar de la revista ‘Harper’s Bazaar’ con dos de sus imágenes más icónicas tomadas por Avedon / Harper’s Bazaar
A sus más de 80 años acaba de arrancar un nuevo capítulo en su biografía, como dama it de Nueva York.
 En una comida en los Hamptons –donde tiene fijada su residencia con su esposo–, un amigo de su hija le propuso hacer un reportaje con fotos de Bruce Weber.
El pasado otoño fue una de las protagonistas de la campaña de los exclusivos almacenes Barneys, con estilismo de Carine Roitfeld.
 En enero presentó About face en Sundance, un proyecto dirigido por Timothy Greenfield-Sanders sobre la madurez de las grandes modelos –en el que además de China participan desde Isabella Rosellini hasta Jerry Hall–. Si en 1959 fue la primera modelo no caucásica que ocupó la portada de una revista de moda estadounidense, el año pasado volvió a romper otra norma no escrita de la moda, esta vez no referente a la raza sino a la edad, al firmar un contrato con la poderosa agencia IMG, que representa entre otras a Kate Moss y Gisele Bündchen.
 “Ella tiene esta increíble mezcla de elegancia y despreocupación.
 A lo mejor es la sofisticación de una era que no volverá. Lo que hacemos hoy en moda no está ni cerca de eso”, dice el maquillador estrella François Nars.
Convertirse en una solicitada modelo a los 80 años después de una pausa en su carrera de maniquí de casi cinco décadas es algo que encaja perfectamente en la excepcional vida de China. Noelie Dasouza Machado –su verdadero nombre–, nació en Shanghái en el seno de una acaudalada familia de banqueros y terratenientes con ascendencia portuguesa.
Su madre murió cuando ella tenía tres años.
En 1946 junto a su padre, su madrastra y sus hermanos se instaló en Buenos Aires.
“Lo perdimos todo, nos lo confiscaron.
Este vaso del que bebo, pues también nos lo quitaron”, dice. Hace dos años regresó por primera vez. “Me daba miedo ir, pero fue un viaje increíble.
El apartamento donde nos mudamos cuando la invasión de los japoneses seguía allí. La iglesia del colegio de Loreto, donde estudié, también, aunque el interior está lleno de oficinas.
 La ciudad hoy es impresionante, no tiene fin”, explica.
En 1959 fue la primera modelo no caucásica que ocupó la portada de una revista de moda estadounidense / Joe Fujiki
Entre Argentina y Perú pasó cinco años de su adolescencia. A los 19 trabajaba como azafata aérea, cuando en Lima se cruzó por su camino el hombre que le hizo cambiar el rumbo. Cuentan que Luis Miguel Dominguín cayó fascinado al verla en un restaurante. ¿Quién era la flaca muchacha de cabellos negros con un mechón blanco y ojos rasgados? Dos días después se la llevó con él. “Me fugué y caí en una vida que no imaginaba
. Empecé a conocer gente de la que solo había leído u oído hablar, que nunca pensé que trataría. No estaba preparada, era una chiquilla.
 Crecí pensando que me haría mayor, me casaría y tendría hijos, eso sería todo, no imaginaba que viajaría por todo el mundo y conocería a tanta gente”, asegura.
El apuesto matador era reverenciado allá donde fuera.
 La leyenda cuenta que ella le curó las heridas de una cogida en Venezuela. “Nunca había ido a los toros hasta entonces.
 De repente descubrí la emoción y la tradición. Y cuando una está enamorada, lo que hace tu pareja te parece lo más fabuloso del mundo.
 Entrábamos en un restaurante y se hacía el silencio, todo el mundo se ponía en pie y aplaudía. Era como estar con un dios”, recuerda.
 El torero la llevó después a España donde se sintió condenada al ostracismo
. Aún le cuesta hablar de ello. No conocía a nadie. Tuvo una gélida acogida.
“Fue muy duro, no les gustaba. Corrían los años cincuenta, la España de entonces era tremenda. Pero no me arrepiento, fue una experiencia, el primer gran amor de mi vida”, dice
. Al final Dominguín marchó con Ava Gardner.