Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 abr 2012

Prostitutas de novela



Pintadas, cantadas, filmadas, esculpidas y, especialmente, escritas, las prostitutas han sido reflejadas en las artes desde diferentes ópticas que van desde la degradación y el poder sutil, pasando como refugio de amores frustrados
. Mujeres tan señaladas por la sociedad como inspiradoras de personajes artísticos en una gama que las muestran como personas liberadas, o como viles pecadoras; o como influyentes hetairas y cortesanas; o como crueles mentirosas y ambiciosas; o como seres que se abren paso en la vida; o como consuelo de los hombres.
 Muchas veces, lejos de la denuncia periodística, la literatura ha dado visos de normalidad e idealización a la prostitución.
Desde la María Magdalena bíblica de la cual san Lucas dice que Jesús la curó de espíritus malignos y le sacó demonios, hasta la Delgadina de Memorias de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez, las prostitutas siempre han acompañado a las obras literarias.
 Una presencia que ahora recuerda la reedición de El Libro de Monelle, de Marcel Schwob (publicado por Demipage con traducción y prólogo de Luna Miguel), cuyas narraciones combinan la fantasía del cuento de hadas con la poesía más macabra. Un libro entre tierno y terrible que le fue inspirado al crítico y escritor francés por la joven prostituta Monelle (Louise en la realidad) que falleció prematuramente de tuberculosis dejándole a Schwob el corazón destrozado.
En la literatura grecolatina hay varias formas de ver la prostitución, desde la más modesta y miserable hasta la más sublimada”
Emilio Suárez, catedrático de Literatura
“En la literatura grecolatina hay varias formas de ver la prostitución, desde la más modesta y miserable hasta la más sublimada”, explica Emilio Suárez, catedrático de Literatura de la Universidad Pompeu Fabra
. No hay que olvidar que en aquellos tiempos ellas podían ser desde esclavas (alguna se ganaban su libertad prostituyéndose) hasta poderosas hetairas, como Aspasia “que tuvo gran influencia sobre Pericles y, según Plutarco, lo llevó a iniciar la Guerra del Peloponeso.
Estas mujeres no eran exactamente prostitutas pero eran músicos o bailarinas, con otras habilidades, que estaban en los simposios de los mandatarios donde no llegaban las mujeres de a pie”, aclara Suárez.
En la comedia griega y latina, agrega el catedrático, "aparecen personajes de prostitutas (y prostitutos), generalmente se refieren a ellos de manera irónica y les meten puyas.
 En el Satiricón de Petronio se describe a veces el mundo más sórdido y masivo de los lupanares romanos.
Y el poeta Arquíloco difama a sus enemigos atribuyéndoles a sus hijas prácticas propias de la prostitución”. Sin olvidar a las prostitutas sagradas, como las sacerdotisas en el templo fenicio de Astarté donde “la pasión se veía como el ámbito de dioses como Eros o Afrodita, y Gorgias disculpa así el adulterio de Helena de Troya”.
Las épocas posteriores fueron difíciles para los temas eróticos debido a la preeminencia del poder eclesiástico, pero la prostitución aparece en obras medievales como Los Cuentos de Canterbury de Chaucer o el Decamerón de Bocaccio, en los que frecuentemente se ve a las prostitutas como mujeres que engañan, enamoran y se llevan la fortuna de los burlados.
 También aparecen obras como La Celestina con presencia, en tono de picaresca, de las meretrices
. En el Romanticismo “la eclosión de la mujer y sus derechos, incluso antes de las sufragistas, da una visión idealista de la prostituta. En la novela gótica, por ejemplo, como mujer dueña de su cuerpo y de su destino.
 La literatura las ve con simpatía, como libertarias”, explica Javier Aparicio, profesor de literatura de la Universidad Pompeu Fabra.
Un ejemplo podría ser la Clarissa de Samuel Richardson.
"En todas las épocas en las que la literatura ha tenido carácter social, la figura de la prostituta ha sido frecuente", recuerda Aparicio, quien añade que "en los realismos del XIX se asocia la prostitución al mundo de la marginalidad, como producto de la degradación de la sociedad”, como es el caso de Naná, de Émile Zola.
 La situación cambia a principios del siglo XX, con la llegada de las vanguardias histórica, donde la prostituta suele aparecer como una mujer liberada y culta, dueña de su cuerpo.
 “En los años 20 y 30 del siglo pasado vuelve la mujer liberal, que no es necesariamente una prostituta que cobra por sus servicios, pero sí una mujer que frecuenta el sexo de manera natural, algo que no encaja en la burguesía, que tienen una vida fuera de los cánones”, asegura Aparicio.
 Ya en el siglo XX, algunos ejemplos de su presencia son La Romana, de Alberto Moravia; El palacio de las bellas durmientes, de Yasunari Kawabata; Pantaleón y las Visitadoras de Mario Vargas Llosa; o El lugar sin límites, de José Donoso.
En la literatura siempre ha habido interés por las putas. Como decía Engels, la prostitución no es una amenaza para el matrimonio burgués, sino parte de él”
Rafael Reig, escritor
 
'Naná', de Manet.
“Por lo demás, en la literatura siempre ha habido interés por las putas, sin duda porque, como decía Engels, la prostitución y el adulterio no son una amenaza para el matrimonio burgués, sino parte de él”,
 explica el escritor Rafael Reig, cuya tesis doctoral fue Mujeres por entregas: la prostituta en la novela del XIX. “A mí, en literatura, lo que me interesa de las putas es que ofrecen de inmediato su cuerpo, a cualquiera, pero sus sentimientos son inaccesibles para todos.
 El símbolo de esto es la leyenda de que las putas no se dejan besar en la boca.
 Esto me parece fascinante y una visión que se subleva contra la norma: la intimidad no está entre las piernas, sino dentro de una misma. En ese sentido, las putas llevan al extremo la alienación que provoca el capitalismo, la ponen en evidencia al convertir su cuerpo en herramienta de trabajo, como cualquier albañil”.
* Recientemente han salido dos ensayos generales sobre el tema de la prostitución: Las ocultas. Una experiencia de la prostitución, de Marta Elisa de León, editado por Turner; y La sabiduría de las putas. Burócratas, burdeles y el negocio del sida, de Elizabeth Pisani, editado por Sexto Piso.

Dior, el modista que vistió el celuloide


FOTOGALERÍA
Natalie Portman en el homenaje a Dior.
Si nunca falta un modelo Christian Dior en la alfombra roja, la historia de amor entre el costurero y fundador de la firma francesa de moda va mucho más allá que la de vestir a las grandes estrellas tanto en la gran pantalla como en la vida.
 La relación entre Dior y el cine se remonta de hecho a sus inicios.
 Antes incluso de fundar su firma mundialmente conocida en 1946, el diseñador trabajaba ya como encargado de vestuario para los grandes estudios
. Desde entonces ha contado con grandes mitos de la época entre sus incondicionales, como Marlène Dietrich, Grace Kelly o Marilyn Monroe, a las que suceden hoy otras como Nathalie Portman, Charlize Theron o Marion Cotillard.
El museo del diseñador en Granville, su ciudad natal, en el norte de Francia, prepara una gran retrospectiva sobre la relación de Dior con el séptimo arte que se inaugura a mediados de mayo en la que rescata las glamorosas imágenes de las grandes divas en sus modelos más elegantes, acompañadas por documentos sobre las películas a las que se remiten.
 El proyecto se completa con un libro que recoge unas 250 imágenes de la editora Rizzoli, una suerte de viaje visual al particular universo del creador.
Indisociable del nombre de Dior, se encuentra primero el de la gran Marlène Dietrich. Incondicional del costurero desde sus inicios —asistió a su primer desfile en febrero de 1947—, la actriz y cantante impuso sin rodeos al cineasta Alfred Hitchcock el vestuario del francés como condición para protagonizar Pánico en la escena (1950). Utilizó entonces una fórmula directa y convertida en legendaria en la casa de moda:
 “No Dior, no Dietrich”.
La muerte prematura del diseñador en 1957, víctima de un paro cardiaco mientras se encontraba de descanso en Italia, no cesó la atracción del mundo del cine por las creaciones de las que se fueron haciendo cargo sus sucesores. Así lucen sus modelos desde Sofia Loren en La condesa de Hong Kong (1957) de Charlie Chaplin, Elisabeth Taylor en Ceremonia secreta (1968) de Joseph Losey, hasta Penélope Cruz en Los abrazos rotos (2007) de Pedro Almodovar.
 En total, la marca Dior está presente en más de 90 películas.
El propio modisto ha sido el responsable del vestuario de proyectos de grandes cineastas como Vittorio de Sica o Marcel Carné.
Las estrellas visten Dior en el cine, pero también fuera de la pantalla.
Entre las fotografías rescatadas por el proyecto, se puede admirar por ejemplo una instantánea de Marilyn en su última sesión fotográfica en el Hotel de Bel Air en Los Ángeles, retratada con un vestido negro con la espalda al descubierto por el fotógrafo Bert Stern.
 Otra capta la visita de Kim Novak a una perfumería Dior parisiense.
No podían faltar la actual representante de Miss Dior Chérie, Nathalie Portman, o Charlize Theron, una de las grandes protagonistas de la muestra, imagen del perfume J'adore Dior.

Alain Delon, operado del corazón

El actor francés, de 76 años, sufría una arritmia de la que ha sido intervenido en un hospital de París.

El actor francés Alain Delon.
Alain Delon, de 76 años, ha sido operado del corazón según indican varios medios franceses.
 El actor ingresó el martes en el Hospital de Neuilly en París, aunque sus problemas de salud no se han dado a conocer hasta este miércoles
"Estoy bien. He tenido una cirugía de dos horas", ha explicado el actor al diario Le Parisien. "Hace dos semanas, tuve mareos y náuseas
.Me hicieron un chequeo, todo estaba bien a nivel neurológico.
 Sin embargo, se descubrió una arritmia cardíaca.
 Esto es algo que sucede a la gente como yo, cuando hay una acumulación de emociones", añadió.
Alain-Fabien Delon, de 17 años, el hijo que tuvo con Rosalie Van Breemen Delon, fue acusado de negligencia y daño corporal A principios de julio en una fiesta organizada por el joven, donde una niña tuvo recibió un disparo en el abdomen.
Nacido el 8 de noviembre de 1935 en Sceaux (Francia),
Delon ha trabajo en un centenar de películas a lo largo de más de 50 años de carrera, la más reciente Astérix en los Juegos Olímpicos.
 Si bien sus grandes papeles fueron de la mano de Visconti en El Gatopardo y a Rocco y sus hermanos
El año pasado el actor hizo un repaso a su vida y a las mujeres que han ocupado su corazón. "Es por las mujeres que siempre quise ser el más grande, el más guapo, el más fuerte"
. Lo dijo quien fue el mayor seductor del cine francés, Alain Delon, en un libro dedicado precisamente a las mujeres de su vida: desde su madre hasta sus compañeras de reparto, con un enfoque especial, por supuesto, para sus parejas sentimentales más destacadas
. A lo largo de más de 200 fotografías en blanco y negro, escogidas por el propio Delon y acompañadas por comentarios suyos, el libro (Delon: Les femmes de ma vie -Delon: las mujeres de mi vida-, dirigido por Philippe Barbier), recorrió momentos clave de las vivencias de este mito de la gran pantalla, que siempre se ha negado a dar muchos detalles sobre su vida privada.
 El todo estuvo bendecido nada menos que por su gran amiga Brigitte Bardot, quien firmó la introducción.

 

Brooke Astor ya descansa en paz


Brooke Astor y su hijo Anthony Marshall. / Ron Galella
Brooke Astor, la dama de la filantropía en Nueva York, murió en agosto de 2007 dejando a repartir una herencia de casi 200 millones de dólares (150 millones de euros).
 Desde entonces, esa fortuna estuvo literalmente bajo llave fruto de una batalla legal que iba a servir para definir el lugar que grandes instituciones como el Carnagie Hall, el Metropolitan Museum of Art e incluso las Naciones Unidas ocupan en el mundo convertido en negocio de las obras benéficas.
Ahora ese dinero se libera y el culebrón de la alta clase social neoyorquina termina con Anthony Marshall, el único hijo de la benefactora, claudicando.
 El heredero esperaba llevarse una tajada de varias decenas de millones tras la muerte de su madre, a los 105 años.
 Eso le llevó a convencerla de firmar una serie de modificaciones al testamento para que gran parte de su legado fuera a su bolsillo. Pero hace tres años fue acusado de fraude, tras ser denunciado su propio hijo, Philip, de abusar de la generosidad de la abuela.
Fue condenado a entre uno y tres años de prisión.
 La apelación le permitió seguir en libertad. Y tras cinco años de batallas, el juez ha aceptado un arreglo que permitirá repartir la fortuna.
 A Marshall le tocan 14,4 millones de herencia, mucho menos de lo que esperaba embolsarse cuando inició su trama.
Pero quizás lo más relevante es que el exdiplomático, que tiene 87 años, acepta ceder cualquier poder de influencia en la distribución de la fortuna.
Los documentos del pacto son públicos.
 La herencia que firmó Brooke Astor en 2002 se da por válida. Anthony Marshall habría recibido gracias a ella dos propiedades inmobiliarias valoradas en casi 30 millones, más de cinco millones en efectivo y el 7% de interés anual de un fondo con 60 millones.
 Sin embargo, optó por no luchar en la apelación al comprobar que los retoques que se hicieron al testamento nunca habrían prosperado en la corte.
Como dijo el fiscal general neoyorquino Eric Schneiderman, el acuerdo “honra” los deseos finales de Brooke Astor y “beneficiará” con su generosidad “a lugares históricos de la ciudad así como instituciones educativas y culturales”.
 Del total del legado, 100 millones se destinaran a organizaciones sin ánimo de lucro y se crea un fondo de 30 millones para mejorar la educación en la ciudad de los rascacielos.
 Sus obras de arte se subastarán en septiembre.
Si Marshall no hubiera tratado de engañar a su madre, ahora tendría 70 millones en el bolsillo.
 No acaba ahí la cosa.
 Al final el heredero se queda solo con tres millones, porque del total que le corresponde gracias al acuerdo extrajudicial, unos 11,6 millones se van a cubrir los costes legales de la batalla.
 Nadie siente pena por el heredero derrotado, sobre el que aún pesa la pena de cárcel si no muere antes de que finalice el proceso de apelación.