Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

13 mar 2012

“En los premios Nobel también hay modas”


El oncólogo Manuel Patarroyo. / LUIS SEVILLANO
Lo primero que hay que aclarar es que este es “el otro” Manuel Patarroyo, aunque no le guste el apelativo. El más conocido es su hermano mayor, Manuel Elkin, famoso por una polémica vacuna contra la malaria, a quien él llama por su segundo nombre.
 “En casa le llamábamos Elkin, por eso mi padre, que quería que un hijo suyo se llamara Manuel como él, me bautizó a mí así.
 Pero, de repente, en la universidad empezaron a ponerle el Manuel también a Elkin”, comenta jovial. Lo otro que este Patarroyo (Girardot, Colombia, 1956) comparte con su hermano es el interés por la investigación, que él ha enfocado en la oncología.
Esta vocación le ha marcado tanto que es una de las causas —junto a su esposa, Annette—, para que lleve 33 en años en Suecia. “Fui a Helsinki a hacer la tesis, y acabé en el Instituto Karolinska”.
Y está claro que algo —al menos, los horarios— se le han pegado de Suecia, porque la cita para cenar es a las siete de la tarde. Aunque decir cenar es ser optimista. Patarroyo pide una crema que deja casi a medias. “He desayunado y he comido mucho”, se disculpa. Se desquitará al día siguiente, cuando, después de la conferencia que va a dar en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que le ha invitado a Madrid, vaya a comer uno de sus platos favoritos: paella.
En la charla expondrá el estado de sus trabajos, que se centran en la “biología de la adherencia”
. “Esto es importante porque las células no están sueltas, se pegan unas a otras. Y eso sucede no solo para la formación de órganos, sino en todos los procesos.
 Por ejemplo, cuando hay una infección, los leucocitos tienen que unirse a la pared de los vasos antes de atravesarlos para luego migrar y llegar a donde está la infección.
 En procesos inflamatorios eso está muy estudiado, y nosotros lo que queremos demostrar es que hay un proceso similar en los tumores, ya que el proceso de una metástasis es muy parecido”, aclara.
Se trata de un trabajo de laboratorio. “Durante mi periodo de formación tuve que tratar con pacientes, pero a mí lo que me gusta es la investigación clínica”, dice sin tapujos. Y le gusta tanto que no admite otra afición. Por eso no se plantea la jubilación. “Solo trabajo, trabajo y trabajo”. “Y familia, familia y familia”. Tiene una hija y, como si fuera un sueco nativo, cuenta el reparto de horarios con Annette —“casi al 50%, menos la cocina”— para cuidarla. “Ahora ya no, que tiene 19 años”.
Su trabajo en el Karolinska tiene otra curiosidad. Esta institución es la encargada de proponer a la Academia sueca los candidatos a los Nobel
. “Y suceden cosas muy curiosas, como que un investigador norteamericano aprovecha que va a dar una conferencia a Río de Janeiro y se pasa por Estocolmo a hacernos una visita..
. ¡Como le pilla de paso!”, dice con ironía. “Eso sí, vienen con todo preparado. Saben a quién tienen que visitar, conocen tu trabajo...”.
Esta visión desde dentro del proceso que está detrás del premio más prestigioso del mundo le permite afirmar que “en los premios Nobel hay modas, como en todo”.
Como en otras citas de este tipo, al final el entrevistado toma las riendas.
 Después de la infusión, acompaña al periodista a la puerta del hotel. Y uno se va con la sensación de que ha contestado a más preguntas (sobre política, precios de la vivienda, el 15-M, el caso Urdangarin) que las que ha hecho.

Felipe González: “Acabáis de poner en libertad a un hijo de perra”

El expresidente, Felipe González, en un mitin político en 2008 / RAFAEL DIEZ (EFE)
“Antonio, acabáis de poner en libertad a un hijo de perra, un asesino, un criminal”, espetó Felipe González a Antonio Hernández Gil, presidente del Tribunal Supremo, cuando en 1986 la Sala de Conflictos de este tribunal decidió, por cinco votos contra uno, extraditar a Colombia al narcotraficante Gilberto Rodríguez Orejuela.
 El Gobierno socialista había intentado que el narco fuera enviado a Estados Unidos, país que también pedía su entrega, y planteó un conflicto de jurisdicción contra la decisión de la Audiencia Nacional de entregarlo a su país de origen.
 “Algunos amigos suyos (de Orejuela) intentaban obtener su libertad provisional pagando lo que hiciera falta e incluso tocaron determinadas teclas, en una apuesta que llegó muy alta y en un juego sucio muy típico de esa guerra completamente desigual contra el narcotráfico”, relata el expresidente del Ejecutivo en el libro ¿Aún podemos entendernos? (Planeta, 2011), que firman González, Miquel Roca y Lluís Bassets.
 Las sospechas y temores del Gobierno se cumplieron y tanto Rodríguez Orejuela como su compatriota José Luis Ochoa fueron puestos en libertad poco tiempo después de llegar a Colombia.
 González expone este caso como ejemplo del “ejercicio de respeto al poder judicial” y asegura que no llamó a su amigo Hernández Gil hasta que el Supremo tomó su decisión.
En el juego sucio del que habla el expresidente, algunos aseguran que se movió mucho dinero y afirman, aunque sin aportar pruebas, que se compró la controvertida decisión judicial. Así lo afirma Fernando Rodríguez, hijo de Orejuela, en su libro El hijo del Ajedrecista.
John Jairo Velázquez, antiguo jefe de sicarios del cartel de Medellín, declaró en diciembre pasado a la emisora colombiana RCN que se sacaron 30 millones de dólares “del fondo de los extraditables” para salvar a Ochoa y a Rodríguez Orejuela y así evitar su entrega a EE UU.
Rodríguez Orejuela y Ochoa fueron detenidos el 15 de noviembre de 1985 cuando salían con sus esposas de un piso de la calle del General Oraá, de Madrid. Estados Unidos y Colombia solicitaron su extradición y comenzó una retorcida batalla legal en la que se dictaron 36 resoluciones, algunas contradictorias: primero, juzgarlos en España; más tarde, enviarlos a EE UU; finalmente, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional decidió por cuatro votos contra tres conceder la extradición de los dos narcos a Colombia y EE UU, pero atendiendo a la petición colombiana por el principio de nacionalidad de los detenidos.
Durante ese laberinto judicial, algún magistrado modificó sin razón aparente el sentido de su voto.
Ahora, 26 años después, uno de los letrados del equipo que defendió a los narcotraficantes confiesa: “Al final del proceso, alguien me dijo algo sobre pagos a un juez.
 Fue tomando un café con uno de los abogados.
 Comentó que los colombianos habían comprado a un juez. Yo no me lo creí entonces ni ahora”. Aquel equipo de letrados lo integraban Joaquín Ruiz Giménez Aguilar, Enrique Gimbernat, Miguel Bajo, Juan Garcés y Carlos Cuenca, entre otros.
Cuenca no da crédito a estas sospechas. “No tienen ninguna credibilidad.
Nos costó Dios y ayuda que esta gente [los narcos] nos pagara. La intervención del Gobierno en este caso fue de una virulencia tremenda. Quería dominar a los jueces y no lo logró. Fue un conflicto entre el ejecutivo y la magistratura que nunca antes se había producido”.
Fernando Ledesma, entonces ministro de Justicia, lo recuerda así: “Teníamos temores fundados de lo que podía ocurrir, que podían quedar en libertad, y los hechos nos dieron la razón.
 Sabíamos que un juicio a esta gente con todas las garantías solo sería posible si se accedía a la petición de los Estados Unidos”.
El único voto en contra de la resolución de la Sala de Conflictos del Tribunal Supremo de entregar a los narcos a Colombia fue el del consejero de Estado Gregorio Peces Barba. Su hijo Gregorio, expresidente del Congreso, describe la reacción de su padre:
 “Esa decisión le pareció inexplicable. Nunca la entendió. Estaba clarísimo que en Colombia les iban a soltar porque allí los reclamaban solo por contrabando de ganado.” Orejuela fue años más tarde detenido por tráfico de drogas en su país y entregado a EE UU donde sigue preso.

La exdirectora del 'News of the World', detenida por el caso de las escuchas


Rebekah Brooks, con Rupert Murdoch, en julio de 2011. / MAX NASH (AFP)
La exdirectora del News of The World y ex consejera delegada de News International, Rebekah Brooks, y su marido, están entre las seis personas arrestadas esta mañana en el marco de las investigaciones por las escuchas ilegales del desaparecido tabloide, según la cadena Sky, propiedad, al igual que el diario, de Rupert Murdoch.
Brooks ya fue arrestada el verano pasado y puesta en libertad bajo fianza.
 El arresto de la pareja no ha sido confirmado oficialmente por la policía y News International no ha querido hacer comentarios.
A diferencia de lo que ocurrió en julio, cuando Rebekah Brooks acudió a comisaría atendiendo una citación policial, esta vez habría sido arrestada por sorpresa de madrugada junto a su marido, Charlie, un antiguo jinete de carreras de caballos, al igual que otras cuatro personas.

La policía solo ha confirmado que entre las cinco y las siete de la mañana ha detenido a seis personas de entre 38 y 48 años en diversas direcciones en Oxfordshire, Hampshire, Hertfordshire y el Este y el Oeste de Londres sospechosos de conspiración para obstruir la justicia.
 La operación ha sido llevada a cabo por agentes asignados a la llamada Operación Weeting, la investigación de la Policía Metropolitana sobre escuchas periodísticas ilegales.
Hasta ahora ha habido 23 arrestos, aunque dos de los arrestados han quedado en libertad sin cargos.
Las investigaciones policiales no solo afectan a la actuación de News of The World.
 El pasado mes de febrero, la detención de cinco altos cargos de la redacción del diario The Sun sospechosos de haber sobornado a varios empleados públicos para obtener información metió de lleno en el escándalo al otro poderosísimo tabloide del imperio de Murdoch.
A finales de febrero, el incesante goteo de escándalos que vienen arrastrando los medios escritos propiedad de Rupert Murdoch en los últimos meses ha acabado traduciéndose en la dimisión de su hijo James como máximo responsable de la división británica de su imperio multimedia.