5 mar 2012
París recuerda al joven Dylan
A sus 70 años, Bob Dylan, nacido Robert Zimmerman en Minnesota, es sin duda uno de los mitos todavía en activo más emblemáticos.
El bardo de la música folk estadounidense estuvo el año pasado a punto de ganar el premio Nobel de Literatura y la asociación Amnistía Internacional celebró su 50 aniversario con un disco compuesto íntegramente con versiones de sus canciones
. Ahora, la Cité de la Musique de París, en su primera retrospectiva dedicada a un artista vivo, propone redescubrir al joven Dylan, con la muestra Bob Dylan: la explosión rock 1961-1966, que se inaugura mañana y estará abierta al público hasta el 15 de julio.
Al igual que hizo Martin Scorsese en su documental No direction home en 2005, la muestra vuelve a los orígenes del mito Dylan, centrándose en los cinco primeros años de su carrera.
Desde su llegada a Nueva York para conocer a su gran mentor, Woody Guthrie, pasando por su consagración como la voz de la protesta estudiantil con The times they are a changing (1964), hasta su accidente de moto que le apartó de los escenarios durante año y medio, el cantante grabó hasta siete discos que le consagraron como icono mundial.
La idea de la exposición, organizada en colaboración con el Grammy Museum de Los Ángeles, partió de las fotografías de Daniel Kramer, autor también de algunas de sus portadas de disco como la de Highway 61 revisited. Sin tener mucho interés en el folk, se fascinó por el joven Dylan al verle en 1963 interpretar en televisión The lonesome death of Hattie Carroll.
Le siguió desde el concierto de Woodstock en agosto de 1964 hasta el de Forrest Hills, exactamente un año y un día después. Acompañó la explosión del fenómeno Dylan, su paso del folk a un sonido más eléctrico –con Bringing it all back home–, y marcó un antes y un después en la forma de retratar a los roqueros.
Para entender la evolución de Dylan y la revolución que supuso cada uno de sus cambios, la muestra alterna fotografías con archivos sonoros, extractos de vídeos, manuscritos, críticas de la época y algunos objetos emblemáticos como una de sus primeras guitarras acústicas, y recuerda a sus grandes ídolos, como Elvis Presley, Buddy Holly o Woody Guthrie .
Recorre así su metamorfosis desde la publicación de su primer disco Bob Dylan (1962) hasta Blonde on blonde (1966).
Se cierra con la relación de Dylan con Francia, donde dio su primer concierto en el día de su 25º cumpleaños, el 24 de mayo de 1966, en la sala parisiense Olympia.
Apenas unos meses después, un accidente de moto sufrido en Nueva York, pone freno a esta primera etapa frenética. Dylan aprovecha para retirarse del mundo y no volverá a escena hasta principios de 1968.
El bardo de la música folk estadounidense estuvo el año pasado a punto de ganar el premio Nobel de Literatura y la asociación Amnistía Internacional celebró su 50 aniversario con un disco compuesto íntegramente con versiones de sus canciones
. Ahora, la Cité de la Musique de París, en su primera retrospectiva dedicada a un artista vivo, propone redescubrir al joven Dylan, con la muestra Bob Dylan: la explosión rock 1961-1966, que se inaugura mañana y estará abierta al público hasta el 15 de julio.
Al igual que hizo Martin Scorsese en su documental No direction home en 2005, la muestra vuelve a los orígenes del mito Dylan, centrándose en los cinco primeros años de su carrera.
Desde su llegada a Nueva York para conocer a su gran mentor, Woody Guthrie, pasando por su consagración como la voz de la protesta estudiantil con The times they are a changing (1964), hasta su accidente de moto que le apartó de los escenarios durante año y medio, el cantante grabó hasta siete discos que le consagraron como icono mundial.
La idea de la exposición, organizada en colaboración con el Grammy Museum de Los Ángeles, partió de las fotografías de Daniel Kramer, autor también de algunas de sus portadas de disco como la de Highway 61 revisited. Sin tener mucho interés en el folk, se fascinó por el joven Dylan al verle en 1963 interpretar en televisión The lonesome death of Hattie Carroll.
Le siguió desde el concierto de Woodstock en agosto de 1964 hasta el de Forrest Hills, exactamente un año y un día después. Acompañó la explosión del fenómeno Dylan, su paso del folk a un sonido más eléctrico –con Bringing it all back home–, y marcó un antes y un después en la forma de retratar a los roqueros.
Para entender la evolución de Dylan y la revolución que supuso cada uno de sus cambios, la muestra alterna fotografías con archivos sonoros, extractos de vídeos, manuscritos, críticas de la época y algunos objetos emblemáticos como una de sus primeras guitarras acústicas, y recuerda a sus grandes ídolos, como Elvis Presley, Buddy Holly o Woody Guthrie .
Recorre así su metamorfosis desde la publicación de su primer disco Bob Dylan (1962) hasta Blonde on blonde (1966).
Se cierra con la relación de Dylan con Francia, donde dio su primer concierto en el día de su 25º cumpleaños, el 24 de mayo de 1966, en la sala parisiense Olympia.
Apenas unos meses después, un accidente de moto sufrido en Nueva York, pone freno a esta primera etapa frenética. Dylan aprovecha para retirarse del mundo y no volverá a escena hasta principios de 1968.
Locos por Kenzo
No era fácil estar a la altura de la expectación despertada.
Pero Humberto Leon y Carol Lim, que el domingo presentaron su segunda colección femenina para Kenzo, la colmaron con creces.
Un estudio de las texturas de los interiores de la casa en la que vive su nueva heroína que inyectó de inmediato juventud a la marca. Los inventores del concepto de tiendas Opening Ceremony fueron fichados el año pasado como directores creativos para tratar de revivir Kenzo.
Es un movimiento inédito, ya que no son propiamente diseñadores. En 2002 abrieron la primera de sus originales tiendas en Nueva York y cuentan con otras en Los Ángeles y Tokio.
Venden ropa de vanguardistas creadores, o realizada en colaboración con nombres como Chloë Sevingy.
Por esa fórmula que parece tener la llave para conectar con una nueva generación, su contratación en Kenzo -propiedad del grupo LVMH- ha sido recibida con mucha excitación por la industria. La firma languidecía tras ocho años en las manos de Antonio Marras.
El japonés Kenzo Takada, que fundó su compañía con una colorista tienda en 1970, se retiró a finales de los años noventa.
Si por algo se distingue el dúo estadounidense de 36 años es por su olfato para elegir colaboradores.
Y la estrella de la temporada es Juan Gatti.
No solo ha realizado la dirección de arte de la primera campaña de publicidad, también ha ideado varios de los estampados que se vieron el domingo. Por ejemplo, unas uvas que parecen flores y un motivo de mármol que replica los suntuosos baños que Lim y Leon imaginan para su imaginaria residencia. Delfina Delettrez firma las joyas: pulseras y anillos de esmalte o unos pendientes que capturan las cáscaras de una nuez.
Mientras las modelos subían y bajaban las escaleras metálicas de la futurista sede de la universidad Pierre y Marie Curie y los invitados mordisqueaban los cupcakes de Magnolia Bakery -traídos desde Nueva York y coordinados en tonos con las paredes- era difícil no sentir la nueva energía que Kenzo emana.
Ataviadas con ropa de cremalleras para poder ajustarse a varios usos y zapatos fluorescentes, las modelos terminaron la presentación en una formación colorista.
A luz de los neones, la propuesta generaba el mismo impulso irrefrenable por comprar que el surtido escaparte de una tienda de golosinas.
La clase de apetito que la moda necesita generar ahora mismo.
Pero Humberto Leon y Carol Lim, que el domingo presentaron su segunda colección femenina para Kenzo, la colmaron con creces.
Un estudio de las texturas de los interiores de la casa en la que vive su nueva heroína que inyectó de inmediato juventud a la marca. Los inventores del concepto de tiendas Opening Ceremony fueron fichados el año pasado como directores creativos para tratar de revivir Kenzo.
Es un movimiento inédito, ya que no son propiamente diseñadores. En 2002 abrieron la primera de sus originales tiendas en Nueva York y cuentan con otras en Los Ángeles y Tokio.
Venden ropa de vanguardistas creadores, o realizada en colaboración con nombres como Chloë Sevingy.
Por esa fórmula que parece tener la llave para conectar con una nueva generación, su contratación en Kenzo -propiedad del grupo LVMH- ha sido recibida con mucha excitación por la industria. La firma languidecía tras ocho años en las manos de Antonio Marras.
El japonés Kenzo Takada, que fundó su compañía con una colorista tienda en 1970, se retiró a finales de los años noventa.
Si por algo se distingue el dúo estadounidense de 36 años es por su olfato para elegir colaboradores.
Y la estrella de la temporada es Juan Gatti.
No solo ha realizado la dirección de arte de la primera campaña de publicidad, también ha ideado varios de los estampados que se vieron el domingo. Por ejemplo, unas uvas que parecen flores y un motivo de mármol que replica los suntuosos baños que Lim y Leon imaginan para su imaginaria residencia. Delfina Delettrez firma las joyas: pulseras y anillos de esmalte o unos pendientes que capturan las cáscaras de una nuez.
Mientras las modelos subían y bajaban las escaleras metálicas de la futurista sede de la universidad Pierre y Marie Curie y los invitados mordisqueaban los cupcakes de Magnolia Bakery -traídos desde Nueva York y coordinados en tonos con las paredes- era difícil no sentir la nueva energía que Kenzo emana.
Ataviadas con ropa de cremalleras para poder ajustarse a varios usos y zapatos fluorescentes, las modelos terminaron la presentación en una formación colorista.
A luz de los neones, la propuesta generaba el mismo impulso irrefrenable por comprar que el surtido escaparte de una tienda de golosinas.
La clase de apetito que la moda necesita generar ahora mismo.
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