No era fácil estar a la altura de la expectación despertada.
Pero Humberto Leon y Carol Lim, que el domingo presentaron su segunda colección femenina para Kenzo, la colmaron con creces.
Un estudio de las texturas de los interiores de la casa en la que vive su nueva heroína que inyectó de inmediato juventud a la marca. Los inventores del concepto de tiendas Opening Ceremony fueron fichados el año pasado como directores creativos para tratar de revivir Kenzo.
Es un movimiento inédito, ya que no son propiamente diseñadores. En 2002 abrieron la primera de sus originales tiendas en Nueva York y cuentan con otras en Los Ángeles y Tokio.
Venden ropa de vanguardistas creadores, o realizada en colaboración con nombres como Chloë Sevingy.
Por esa fórmula que parece tener la llave para conectar con una nueva generación, su contratación en Kenzo -propiedad del grupo LVMH- ha sido recibida con mucha excitación por la industria. La firma languidecía tras ocho años en las manos de Antonio Marras.
El japonés Kenzo Takada, que fundó su compañía con una colorista tienda en 1970, se retiró a finales de los años noventa.
Si por algo se distingue el dúo estadounidense de 36 años es por su olfato para elegir colaboradores.
Y la estrella de la temporada es Juan Gatti.
No solo ha realizado la dirección de arte de la primera campaña de publicidad, también ha ideado varios de los estampados que se vieron el domingo. Por ejemplo, unas uvas que parecen flores y un motivo de mármol que replica los suntuosos baños que Lim y Leon imaginan para su imaginaria residencia. Delfina Delettrez firma las joyas: pulseras y anillos de esmalte o unos pendientes que capturan las cáscaras de una nuez.
Mientras las modelos subían y bajaban las escaleras metálicas de la futurista sede de la universidad Pierre y Marie Curie y los invitados mordisqueaban los cupcakes de Magnolia Bakery -traídos desde Nueva York y coordinados en tonos con las paredes- era difícil no sentir la nueva energía que Kenzo emana.
Ataviadas con ropa de cremalleras para poder ajustarse a varios usos y zapatos fluorescentes, las modelos terminaron la presentación en una formación colorista.
A luz de los neones, la propuesta generaba el mismo impulso irrefrenable por comprar que el surtido escaparte de una tienda de golosinas.
La clase de apetito que la moda necesita generar ahora mismo.
Pero Humberto Leon y Carol Lim, que el domingo presentaron su segunda colección femenina para Kenzo, la colmaron con creces.
Un estudio de las texturas de los interiores de la casa en la que vive su nueva heroína que inyectó de inmediato juventud a la marca. Los inventores del concepto de tiendas Opening Ceremony fueron fichados el año pasado como directores creativos para tratar de revivir Kenzo.
Es un movimiento inédito, ya que no son propiamente diseñadores. En 2002 abrieron la primera de sus originales tiendas en Nueva York y cuentan con otras en Los Ángeles y Tokio.
Venden ropa de vanguardistas creadores, o realizada en colaboración con nombres como Chloë Sevingy.
Por esa fórmula que parece tener la llave para conectar con una nueva generación, su contratación en Kenzo -propiedad del grupo LVMH- ha sido recibida con mucha excitación por la industria. La firma languidecía tras ocho años en las manos de Antonio Marras.
El japonés Kenzo Takada, que fundó su compañía con una colorista tienda en 1970, se retiró a finales de los años noventa.
Si por algo se distingue el dúo estadounidense de 36 años es por su olfato para elegir colaboradores.
Y la estrella de la temporada es Juan Gatti.
No solo ha realizado la dirección de arte de la primera campaña de publicidad, también ha ideado varios de los estampados que se vieron el domingo. Por ejemplo, unas uvas que parecen flores y un motivo de mármol que replica los suntuosos baños que Lim y Leon imaginan para su imaginaria residencia. Delfina Delettrez firma las joyas: pulseras y anillos de esmalte o unos pendientes que capturan las cáscaras de una nuez.
Mientras las modelos subían y bajaban las escaleras metálicas de la futurista sede de la universidad Pierre y Marie Curie y los invitados mordisqueaban los cupcakes de Magnolia Bakery -traídos desde Nueva York y coordinados en tonos con las paredes- era difícil no sentir la nueva energía que Kenzo emana.
Ataviadas con ropa de cremalleras para poder ajustarse a varios usos y zapatos fluorescentes, las modelos terminaron la presentación en una formación colorista.
A luz de los neones, la propuesta generaba el mismo impulso irrefrenable por comprar que el surtido escaparte de una tienda de golosinas.
La clase de apetito que la moda necesita generar ahora mismo.
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