Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

21 nov 2011

Muere a los 77 años Javier Pradera, el gran intelectual de la Transición

El columnista, editor y periodista Javier Pradera ha muerto este domingo en su casa de Madrid a los 77 años. Sus restos serán trasladados al tanatorio de La Paz en Tres Cantos.
No resulta nada fácil destacar en la vida de Javier Pradera cuál de sus ocupaciones fue la más relevante de todas. Estuvo en los disturbios estudiantiles que a mediados de los cincuenta combatieron contra el franquismo. Militó en el Partido Comunista entre 1954 y 1964, y lo abandonó cuando Fernando Claudín y Jorge Semprún fueron expulsados.
Trabajó en Tecnos y Fondo de Cultura Económica, y fundó Siglo XXI, pero su fama de editor le viene de la época en que dirigió Alianza.
En 1976 se incorporó a EL PAÍS como editorialista y jefe de la sección de Opinión. Dejó esos cometidos en 1986, pero continuó como analista, columnista y miembro de su Consejo Editorial. Formó parte, también, del Consejo de Administración del Grupo Prisa
Para cualquiera que, desde la izquierda democrática, siguiera la historia de este país, Javier Pradera estuvo donde había que estar en el momento oportuno.
Alto y delgado, un tanto desgarbado, con los pelos desordenados y sus gafas, la sonrisa en la comisura de los labios siempre lista para celebrar cualquier ocurrencia o maldad, y sus manos huesudas y largas pasando las páginas de una pila de periódicos, como si persiguiera cualquier idea sospechosa para refutarla de inmediato con una elaborada batería de argumentos.
Sus primeros textos firmados en este diario aparecieron el 16 de mayo de 1976. Una columna, en la que hablaba de la desaparición de los procuradores franquistas y donde escribía que "el presidente de las Cortes, aliado con el Gobierno, ha improvisado un procedimiento de urgencia cuya fuente de legitimación no es jurídica sino política", y llamaba después a la unión de todos los partidos para que la legitimidad del proceso fuera irreprochable. Y la crítica de un libro, que le permitía reflexionar sobre lo que ocurrió en la Unión Soviética tras la muerte de Lenin. La lúcida reflexión sobre las reglas democráticas y los comentarios de sus lecturas que no cesaron de aparecer en estas páginas hasta hace muy poco. Siempre supo mantener un punto irónico, aun cuando su obsesión fuera el rigor y la contundencia.
La batalla de ideas en la que se embarcó cada día fue una batalla por la libertad. Su última pieza apareció el domingo 20; se titulaba Al borde del abismo. No siempre se lo entendió, aunque fuera diáfano a la hora de defender sus posiciones. En 1990 puso en marcha, junto a Fernando Savater, Claves de Razón Práctica, una revista centrada en la reflexión sobre el tiempo en que vivimos.
Nacido en San Sebastián el 28 de abril de 1934, Javier Pradera se licenció en Derecho en 1955 en la Complutense con un premio extraordinario, y no tardó mucho en ingresar por oposición en el Cuerpo Jurídico del Ejército del Aire.
La primera vez que lo detuvieron fue en febrero de 1956, cuando Joaquín Ruíz Jiménez, que había abierto la mano a los estudiantes, fue destituido como ministro de Educación y los conflictos estallaron en la Universidad. Víctor Pradera, el abuelo de aquel joven revoltoso, había fundado el Bloque Nacional con José Calvo Sotelo y fue asesinado por un grupo de milicianos poco después de producirse el golpe de Estado contra la República. Su padre, Javier, corrió la misma suerte un día después.
Así que aquel estallido universitario no solo fue relevante porque constituyera un claro desafío a un régimen rigurosamente autoritario, sino porque lo protagonizaban, entre otros, algunos descendientes del bando de los vencedores. El joven Javier Pradera mostraba así su radical independencia frente a los lazos más fuertes, los familiares, y se comprometía a fondo (fue expulsado de su trabajo en el Ejército del Aire casi inmediatamente) en la larga y enojosa lucha contra el franquismo.
Formaba ya parte del Partido Comunista y andaba metido hasta las cejas en la afanosa y dura vida de la militancia clandestina. Aun así, su honestidad le exigiría unos años más tarde cuestionar la expulsión de Claudín y Semprún de la organización en marzo de 1964.
España estaba cambiando, y lo que aquellos intelectuales proponían era buscar apoyos en otros sectores de la oposición para acabar con el dictador frente al drástico designio de la ortodoxia que defendía que el PCE liderara una revolución democrática. Pradera se enfrentó al aparato: para que una democracia arraigara en esa España que empezaba a beneficiarse del crecimiento económico y que manejaba ya coches como el 600 y se ponía biquini en las playas era necesario contar con las nuevas clases medias.
Como editor, Pradera jugó también un papel decisivo. Cierto que se trataba de un papel sin brillo alguno, que se ejerce fuera de foco y que carece de proyección pública. Mucho más entonces que ahora. Era una labor que tiene mucho que ver con la de editorialista en un periódico.
En un caso, lo que se proponen son libros; en el otro, argumentos e ideas.
Fueron imprescindibles cuando Franco murió y la dictadura pasó a la historia: España tuvo que girar bruscamente y aprender a vivir en democracia. El papel de Javier Pradera fue determinante en aquella difícil y compleja etapa. Desde el primer momento volvieron a imponerse en su nueva ocupación al frente de la sección de Opinión de este diario los viejos rasgos que lo habían acompañado hasta entonces.
Si desde joven hubiera sido fiel a las ideas recibidas, por sus orígenes conservadores nunca hubiera cuestionado la dictadura. Lo hizo.
Lo que le tocaba en la nueva etapa era analizar cada día las decisiones de los políticos, los jueces o los militares, entre tanto otros, y proponer una lectura de lo que estaba pasando a los ciudadanos. Cuando todo está en proceso de derribo es una tarea donde es muy fácil caer en la demagogia o los excesos ideológicos. Javier Pradera supo cuestionar cada idea recibida y cada nuevo argumento que se manejaba en el nuevo escenario público.
La honestidad de su trayectoria, la inteligencia con la que se acercó a una sociedad sometida a un brusco cambio de valores, su generosidad, la radicalidad de no renunciar a la complejidad y saberle sacar punta a los matices.
De eso trata su historia personal, que tanto tuvo que ver con la historia de este país.
Vivió apasionadamente sin buscar nunca el protagonismo y procurando que, a través de la lucidez de sus comentarios, las cosas no se torcieran demasiado y pudiéramos todos ser cada vez un poco más libres.

20 nov 2011

Rubalcaba propone un congreso ordinario del PSOE tras su derrota

"No me voy a dejar ganar", clamó el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, al comienzo de la campaña. Pero no ha podido remontar ni de lejos una realidad electoral nueva. Por primera vez, tras 10 elecciones, el elemento decisivo y determinante del voto de los ciudadanos ha sido la economía. Su decisión ha sido castigar al PSOE de una forma rotunda al ser el partido del Gobierno que llega a las elecciones con casi cinco millones de parados y que adoptó en mayo de 2010 unos ajustes y recortes que su base social no le ha perdonado. El propio candidato lo ha reconocido en su primera intervención pública: "Hemos perdido claramente las elecciones". Sin medias tintas, aunque Rubalcaba agradeció "de todo corazón" el apoyo de los votantes. Antes de hablar en público, llamó para felicitar a Mariano Rajoy por su victoria.
Al filo de las 22.30, el aspirante socialista que peores resultados ha cosechado para su partido explicó que ha propuesto al secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, la convocatoria de un congreso ordinario para gestionar el futuro del partido, que deberá afrontar una dura travesía del desierto.
Sobre su futuro en el Congreso, Rubalcaba dijo que liderarán la oposición "de acuerdo con nuestros valores y convicciones". Como objetivos citó la recuperación de la economía y el empleo, pero también que no se pierdan "derechos que cohesionan a la sociedad".
Hasta la intervención pública de Rubalcaba, la plana mayor del PSOE ha estado reunida con Zapatero a la cabeza. El secretario general y el candidato estuvieron juntos desde las siete de la tarde con Manuel Chaves, presidente del PSOE; Marcelino Iglesias, secretario de Organización; la propia Valenciano y todo el equipo de campaña.
“El resultado de las elecciones es fruto de las medidas que tomó el Gobierno hace año y medio por imperativo europeo; nos sentenciaron entonces y la condena se ha mantenido”. Esta reflexión de un dirigente socialista al conocer los primeros resultados muestran la constatación de la inevitabilidad del castigo. Ahora, pasada la campaña, reconocen que sus esperanzas iban desvaneciéndose a medida que la campaña avanzaba y se mantenía inalterada la pétrea actitud de los indecisos de izquierda. Se ha comprobado que las advertencias del PSOE sobre los riesgos de una mayoría absoluta del PP no les ha movido ni conmovido.
Los intentos “épicos y de gran coraje” de Alfredo Pérez Rubalcaba -como le reconocen la mayoría de los dirigentes socialistas- de hacer olvidar la gestión del Gobierno, al que ha pertenecido hasta hace un trimestre, han sido en vano. El candidato, una vez descartada absolutamente la posibilidad de la victoria, ha puesto todos sus esfuerzos en tratar de conseguir el mejor resultado posible. Escaño a escaño. Su pretensión de sacar un resultado decoroso para no pasar a la irrelevancia parlamentaria ha sido machacada.
El PSOE ha pagado toda la factura de la crisis porque estaba al frente del timón. El PP, por su parte, con su gran victoria, no ha pagado coste alguno por haberse opuesto a las medidas que ordenó Europa en mayo de 2010, sin las cuales probablemente España estaría en una situación aún peor, señalan con enorme consternación los dirigentes consultados en estas primeras horas de la noche. “Todos los partidos se han llevado los votos que tenían antes de empezar la campaña más otros procedentes del PSOE”, señalan estos interlocutores en un primer análisis del voto. “Se ha producido una centrifugación del electorado socialista”, constatan.
A la espera de un estudio más sosegado sí pueden afirmar que, en esta ocasión, la campaña no les ha sido de utilidad, no ha movido nada, porque la “voluntad colectiva” estaba formada de antemano. “El veredicto social estaba firmado hace mucho tiempo”, indica con abatimiento un experto electoral del PSOE, el mismo análisis que se aprecia en los dirigentes del PSOE, reunidos en la sede federal de su partido en Madrid.
La esperanza de que con el castigo del pasado mayo en las municipales y autonómicas, en las que el PSOE perdió todo su poder, tampoco tenía fundamento. Los ciudadanos han querido expulsar a los socialistas de todos los ámbitos de poder. Han sido inútiles su programa, sus propuestas y la voluntad de “cambio”. “Los ciudadanos se desconectaron de nosotros hace mucho tiempo, no nos quieren escuchar”. Con esta crudeza se expresa un dirigente socialista al reconocer que desde la primera semana de campaña “nada se ha movido”. Este partido centenario empieza desde esta noche la travesía del desierto en busca de líder, de equipo y de un proyecto que la sociedad quiera escuchar.

Un Dios Salvaje

Polanski podrá tener responsabilidades penales, pero su responsabilidad creadora es ilimitada. Tras el tour de force que supuso El escritor,la nueva proeza fílmica del cineasta resulta asombrosa. Un dios salvaje levanta el telón con un plano del parque ubicado bajo el puente de Brooklyn y lo baja - mientras desfilan los títulos de crédito-con otro esclarecedor plano filmado en el mismo lugar.
Aunque se trate de un drama interior, estas dos mínimas salidas al exterior arrojan una luz diáfana sobre el nudo dramático de la historia. El resto de la película está rodada en tiempo real, entre las cuatro paredes de un apartamento.
Sin elipsis, con cuatro maravillosos actores que mantienen un duelo interpretativo idéntico al de sus desaforados personajes. No es puro teatro; es puro cine. Porque Un dios salvaje adapta la pieza teatral de Yasmina Reza quien, es responsable del guión junto a Polanski.
A consecuencia de la pelea que sus hijos adolescentes han mantenido en el parque, los padres de uno de ellos acuden al domicilio del otro matrimonio.
Todo muy cordial, como corresponde a burgueses de educación impecable, aunque el marido de la pareja visitante (Kate Winslet-Christoph Waltz) esté siempre pendiente del móvil, dado que es abogado de unos operadores de bolsa. El matrimonio (Jodie Foster-John C. Reilly) que los recibe, parece desbordar simpatía, encanto y buenas maneras. Son gente de clase media, gente corriente. 
Como la que circula por las calles. Pero el ambiente no tarda en enrarecerse
. La violencia oculta que anida en ambas parejas se asoma al exterior superando a la de sus propios hijos.
Con cuatro actores de presencia constante en una acción que, cabe repetirlo, transcurre en tiempo real. Como es característico en su dramaturgia, Yasmina Reza confecciona una tragedia desternillante transformada por Polanski en certeras, env

Trailer Carnage - (Un dios salvaje) 1080p