Aunque se trate de un drama interior, estas dos mínimas salidas al exterior arrojan una luz diáfana sobre el nudo dramático de la historia. El resto de la película está rodada en tiempo real, entre las cuatro paredes de un apartamento.
Sin elipsis, con cuatro maravillosos actores que mantienen un duelo interpretativo idéntico al de sus desaforados personajes. No es puro teatro; es puro cine. Porque Un dios salvaje adapta la pieza teatral de Yasmina Reza quien, es responsable del guión junto a Polanski.
A consecuencia de la pelea que sus hijos adolescentes han mantenido en el parque, los padres de uno de ellos acuden al domicilio del otro matrimonio.
Todo muy cordial, como corresponde a burgueses de educación impecable, aunque el marido de la pareja visitante (Kate Winslet-Christoph Waltz) esté siempre pendiente del móvil, dado que es abogado de unos operadores de bolsa. El matrimonio (Jodie Foster-John C. Reilly) que los recibe, parece desbordar simpatía, encanto y buenas maneras. Son gente de clase media, gente corriente.
Como la que circula por las calles. Pero el ambiente no tarda en enrarecerse. La violencia oculta que anida en ambas parejas se asoma al exterior superando a la de sus propios hijos.
Con cuatro actores de presencia constante en una acción que, cabe repetirlo, transcurre en tiempo real. Como es característico en su dramaturgia, Yasmina Reza confecciona una tragedia desternillante transformada por Polanski en certeras, env
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