Las cuentas secretas de los Thyssen
La administración de la herencia del barón es la causa de la cruenta batalla que Carmen Cervera y su hijo Borja mantienen desde 2007, año en que este se casó con Blanca Cuesta. Él reclama un adelanto de 1,5 millones de dólares. Su madre se niega. EL PAÍS habla con ambas partes .
.Lo mismo que no hay en el diccionario una palabra que defina con exactitud la pérdida de un hijo, es difícil encontrar en la historia de la literatura un drama que reproduzca el enfrentamiento de una madre con su hijo con la saña con la que libran desde hace tiempo Carmen Cervera, baronesa Thyssen (Sitges, Barcelona, 1943), con su hijo Borja Thyssen (Madrid, 1980).
Desde 2007, año en que Borja se casó con la modelo catalana Blanca Cuesta, no hay semana en la que ella o él no hablen de sus peores intenciones para con el otro en la prensa del corazón. Pero no se trata del socorrido desencuentro entre una suegra y su nuera -que también-; la herencia del barón Heinrich von Thyssen, a quien Cervera conoció cuando su hijo tenía solo dos años, se presenta como la causa real de esta cruenta batalla. EL PAÍS ha hablado con ambas partes.
La otra cara de Blanca
Todo por la herencia
El hacha de guerra
Carmen Cervera Fernández de la Guerra
"Se está cumpliendo lo firmado en Basilea", aclara la baronesa. "Todo es exclusivamente mío. Otra cosa es que mi hijo se deje sacar dinero por abogados
"Borja: "se la puede dejar [la colección] a las niñas o a la Cruz Roja. Nos trae al fresco
"Borja recibe 300.000 dólares anuales y tres entregas quinquenales de 1,5 millones
Desde febrero de 2002, año en el que se produjo el reparto de la herencia del barón entre todos sus hijos durante un laborioso acuerdo en Basilea, Borja recibe 300.000 dólares anuales y 1,5 millones de dólares (1,25 millones en euros) en tres entregas quinquenales. Tiene pendiente la tercera, prevista para cuando cumpla 35 años.
Los acuerdos tomados en la ciudad suiza parecen un peligroso secreto de Estado. Los protagonistas eluden desmenuzar lo acordado y se escudan en sus respectivos bufetes de abogados (Jaime Rotondo, en el caso de la madre, y Pedro Mejía, en el del hijo). "De eso no se habla. Fue una decisión de todos y yo cumplo estrictamente con lo acordado", es lo máximo que se le puede sacar a Carmen Cervera sobre el asunto.
Pero en el entorno de Borja no se habla precisamente de satisfacción.
Hay impaciencia por disponer de lo heredado sin goteos, por cuantiosos que sean, y no ven razones para que Cervera juegue el papel de administradora.
"Queremos un acuerdo global testamentario que aclare que Borja es propietario de bienes y derechos a los que no tiene acceso en su totalidad. Es un problema de administración. Borja prefiere una solución pacífica antes de llegar a un contencioso. Pero no va a esperar que las causas naturales resuelvan el conflicto [Tita tiene 69 años]", resume una de las personas más próximas a Borja.
Él es ya un hombre de 31 años, padre de dos hijos (Sacha, de tres años, y Eric, de pocos meses), que desde hace un año intenta cambiar la imagen de vago y vividor. Comprometido en exclusiva con la revista ¡Hola!, poco se sabe de sus opiniones de asuntos que vayan más allá de la maldad de su progenitora o de lo bien que duermen sus niños.
De entrada, ha bajado 20 kilos (ya no hace pesas) y pasea por la calle sin exhibir los tatuajes que tanto molestaban a la madre. Con su mujer y sus hijos, ha dejado Barcelona para instalarse de alquiler en un chalet de la exclusiva y carísima urbanización La Finca, en la que tiene por vecinos a deportistas de élite.
No es que quiera estar más cerca de su madre (ella pasa temporadas en la finca de 35.000 metros cuadrados en La Moraleja), sino que han hecho el equipaje porque él siempre sintió que Madrid es su ciudad y porque quería dar a sus niños la estabilidad que él no tuvo.
Se suele quejar de que no le llevaron al colegio de manera regular. Solo estuvo escolarizado un año en Suiza y dos (a salto de mata) en Madrid. "Llegó la guerra del Golfo y a mi madre le entró la paranoia de que me hicieran algo", cuenta. Y se acabó lo de compartir el aula con otros niños de su edad.
Sí tuvo una flota de profesores que no consiguieron que Borja pasara de segundo de BUP.
Él se recuerda como un chico retraído, solitario y agresivo, hasta el punto de patear las espinillas del servicio encargado de cuidarle.
Algunos periodistas conservan en la memoria una visita a Villa Favorita, donde se albergaba la colección de arte del barón antes de venir a España, durante la que pudieron ver al niño Borja cebándose con las piernas de uno de sus guardaespaldas.
"Hasta los 14 años fui un chico bastante imposible.
Lanzaba platos y vasos al suelo, me enrabietaba a lo tonto. Luego me tranquilicé", reconoce ahora, a la vez que se disculpa explicando que ese tipo de cosas las hacen unos chicos con otros, pero que él solo podía desfogarse con quienes se ocupaban de él a cambio de un sueldo.
No daba esa impresión cuando en las inauguraciones del Museo Thyssen acompañaba a su madre y al barón totalmente repeinado y saludando a todo aquel que le presentaban.
Y si ahora es un chico tranquilo al que le disgustan las agresiones físicas, lo que no ha reconducido es su interés por el estudio.
Domina el inglés, el italiano y el catalán, pero considera que ya es tarde para entrar en la Universidad, sobre todo porque carece de base. "Me aprobaban, pero de aquella manera", reconoce él mismo.
Desde los 14 años hasta ahora, la única actividad por la que se le conoce es por la diversión.
El mar y las discotecas han sido los escenarios en los que se le ha visto hasta la saciedad. El mundo del lujo en el que entró a formar parte desde los dos años le ha acompañado en un tren de vida que solo los muy ricos se pueden permitir.
La madre, Carmen Cervera, no fue capaz nunca de negarle un capricho. Su relación fue idílica hasta que apareció Blanca Cuesta, la modelo y enfermera catalana, cinco años mayor que él, con la que empezó a salir cuando Borja tenía 17 años. Fue su primera novia seria.
Ella tenía un currículo sentimental más amplio.
Al principio no hubo problemas.
La joven pareja y futura suegra compartían viajes, salidas, excursiones en yate e incluso, como ambas partes reconocen, operaciones de cirugía estética. El enfrentamiento empezó en 2007, cuando comunicaron que se iban a casar y que ella estaba embarazada.
Para Borja, ese momento fue el comienzo de la guerra.
El primer obstáculo, los papeles. "Necesitaba la partida de bautismo. Se suponía que fui bautizado en Nueva York, en la catedral de Saint Patrick, pero después de esperar varios meses a que me llegara, allí no consta mi bautismo.
Es otro detallito de cómo es mi madre. Me tuve que bautizar de mayor y en España".
Pese a todo, se casaron (en régimen de separación de bienes y con un documento privado que acota las propiedades de cada uno) el 11 de octubre de 2007 en Terrassa, en una ceremonia secreta y nocturna, ya que la pareja había vendido la exclusiva. Blanca estaba embarazada de cinco meses.
La baronesa no asistió y cesaron los espléndidos regalos (casas, coches) con los que hasta entonces había obsequiado a su hijo.
Ella dijo públicamente que su hijo formaba parte de una secta, y los abogados de él empezaron a presionar para que dispusiera de toda la herencia del barón Thyssen.
El ritmo de vida de los nuevos esposos no bajó, y con él, la urgencia por conseguir liquidez.
Uno de los episodios más inquietantes para los que temen que pueda haber alguna repercusión en el futuro de la colección Thyssen (totalmente blindada por ser propiedad del Estado español) lo protagonizaron Borja y Blanca el día que se presentaron en el museo, en mayo de este año, para llevarse dos obras que colgaban junto a la colección Carmen Thyssen, prestada temporalmente por la baronesa al museo: El bautismo de Cristo, de Giaquinto, y Una mujer y dos niños junto a una fuente, de Goya, valorados en unos siete millones de euros.
La seguridad del museo invitó a la pareja a abandonar el edificio y el patronato acordó que las telas no saldrían del museo.
Los abogados de Borja llevaron la reclamación a los tribunales y el tema sigue pendiente de resolución. Para la baronesa no hay caso. "Podría dejárselos en herencia si yo quisiera porque, a sugerencia mía, Heini los compró los días de su bautizo en Nueva York. Él no tiene ningún documento que acredite esa propiedad.
No se entera. Ya veremos qué hago".
Del acuerdo global testamentario que Borja está dispuesto a reclamar, la baronesa no quiere oír hablar.
"No es un problema de administración. Se está cumpliendo al pie de la letra lo firmado en Basilea. Recibe 300.000 dólares anuales y tres entregas de 1,5 millones de dólares. Solo queda la última entrega, que se producirá cuando toque". Y aclara que no existen sociedades a medias, ni él es copropietario en nada. "Todo es mío. Exclusivamente mío. Otra cosa es que se deje sacar dinero por los abogados. No se da cuenta de la situación en la que está metido".
Carmen Cervera no habla de su propio testamento, pero asegura que el conflicto con su hijo mayor no va a repercutir en la colección Carmen Thyssen, tasada por Sotheby's en 700 millones de euros.
"Yo tengo tres herederos: mi hijo Borja y las gemelas, que son menores. Lógicamente, habrá que lograr acuerdos para que no haya sorpresas de última hora. Mi intención es dejar todo bien atado para que nadie se llame a engaño". Una advertencia que en el entorno de Borja comentan con displicencia: "Se lo puede dejar a las niñas o a la Cruz Roja. Nos trae al fresco".
A Tita le duele especialmente que su hijo no dude en arrastrar por el lodo el apellido Thyssen que tantas batallas le costó ganar frente a los hijos del barón.
Sin embargo, él se queja de que ha sido ella quien les ha obligado públicamente a hacer cinco pruebas de paternidad de su hijo Sacha y quien ha dicho que ha caído en una secta al casarse con Blanca Cuesta.
Las enormes cifras que se manejan no impiden que Borja se haya quejado en repetidas ocasiones de falta de "liquidez".
Además de las suculentas cuotas de la herencia, recibe ingresos por varios edificios que tiene en alquiler. Tanto él como Blanca dicen tener diferentes proyectos laborales absolutamente secretos por el momento.
Puede que tengan que ver con fotografía y con Internet. Él, colgada del cuello, lleva siempre su cámara y habla orgulloso de los 500 volúmenes de fotografía que posee, algunos de subastas en eBay, donde presume de conseguir auténticas gangas.
Tomás Llorens, el que fuera conservador jefe del Museo Thyssen durante entre 1991 y 2005, asegura que detrás de todo esto hay un problema de soledad y de irreflexión.
"Los dos son muy caprichosos y están muy solos".
Puede que sea eso lo que ocurra con los Thyssen.
8 oct 2011
7 oct 2011
Cuando Marilyn se convirtió en símbolo sexual
A la venta la foto de Tom Kelley, que representa una de las imágenes más conocidas de la primera etapa de la actriz.- La instantánea fue la primera portada de 'Playboy' .
.Corría 1949.
Una jovencita pelirroja buscaba triunfar, haciéndose un hueco como modelo, o, mucho mejor, en Hollywood. Entonces, un fotógrafo le hizo un retrato algo subido de tono para esos años -1949- para el que posó desnuda como una pin up sobre una tela de terciopelo rojo.
El retratista, agradecido a la modelo, le pagó 50 dólares de la época.
Ella los usó para pagar el primer plazo de un coche. Él, años después, llegó a convertir su foto en la primera portada de Playboy.
Marilyn, inédita y más joven que nunca
Marilyn Monroe, un icono sexual con perfil literario
El fotógrafo era Tom Kelley y la modelo, cuyo retrato protagonizó cientos de calendarios de la época, era nada menos que una Marilyn Monroe de tan solo 23 años.
Los 50 dólares de la época se transformarán en varios miles dentro de dos semanas, cuando el emblemático retrato salga a la venta. La casa de subastas neoyorkina Swann Auctions ha puesto a la venta la imagen de la actriz, junto con algunas otras emblemáticas de grandes estrellas de Hollywood. Se estima que la imagen alcance los 3.000-4.500 dólares (unos 2.200-3.300 euros).
En la propia web de la subasta puede leerse un comentario de Norman Mailer, que una vez escribió acerca de esta sesión. El escritor y ensayista aseguraba: "Curiosamente, en algún sentido, es desnudo que hizo Kelley sobre Marilyn se convirtió en el catalizador de la revolución sexual que le siguió poco después".
La historia, que ha dado a conocer el diario británico The Telegraph, también tiene como curiosidad el que, precisamente esa foto que ahora se subasta, fue portada del primer número de Playboy. Daile Kaplan, una de las especialistas de la casa de subastas neoyorkina, ha explicado al diario que "Monroe llegó a Hollywood en 1946 y como muchos otros comenzó como modelo.
Posó para esta fotografía en 1949, y luego se usó en numerosos calendarios.
Tenía el pelo más largo y de un color más natural, rubio rojizo. Cuatro años después de ser tomada, la imagen se usó para la edición inaugural de la revista Playboy y la ayudó a catapultarse al estrellato.
Fue realmente la imagen que la lanzó".
Todo objeto que haya pertenecido a la estrella de La tentación vive arriba o Con faldas y a lo loco, o que tenga relación con ella, causa furor en las subastas.
Recientemente salió a la venta un lote de imágenes de la primera juventud de la actriz, que causaron una gran expectación porque reflejaban una época desconocida de la rubia de Hollywood. También generan expectación sus vestidos.
El rosa de satén que lució en Los caballeros las prefieren rubias se vendió hace poco más de un año por más de 250.000 euros, y el blanco, uno de los más icónicos de la historia del cine, utilizado para La tentación vive arriba, consiguió recaudar unos increíbles 3,4 millones de euros.
Hasta se han llegado a subastar las radiografías de la actriz por más de 36.000 euros. Porque nada es demasiado para Marilyn.
.Corría 1949.
Una jovencita pelirroja buscaba triunfar, haciéndose un hueco como modelo, o, mucho mejor, en Hollywood. Entonces, un fotógrafo le hizo un retrato algo subido de tono para esos años -1949- para el que posó desnuda como una pin up sobre una tela de terciopelo rojo.
El retratista, agradecido a la modelo, le pagó 50 dólares de la época.
Ella los usó para pagar el primer plazo de un coche. Él, años después, llegó a convertir su foto en la primera portada de Playboy.
Marilyn, inédita y más joven que nunca
Marilyn Monroe, un icono sexual con perfil literario
El fotógrafo era Tom Kelley y la modelo, cuyo retrato protagonizó cientos de calendarios de la época, era nada menos que una Marilyn Monroe de tan solo 23 años.
Los 50 dólares de la época se transformarán en varios miles dentro de dos semanas, cuando el emblemático retrato salga a la venta. La casa de subastas neoyorkina Swann Auctions ha puesto a la venta la imagen de la actriz, junto con algunas otras emblemáticas de grandes estrellas de Hollywood. Se estima que la imagen alcance los 3.000-4.500 dólares (unos 2.200-3.300 euros).
En la propia web de la subasta puede leerse un comentario de Norman Mailer, que una vez escribió acerca de esta sesión. El escritor y ensayista aseguraba: "Curiosamente, en algún sentido, es desnudo que hizo Kelley sobre Marilyn se convirtió en el catalizador de la revolución sexual que le siguió poco después".
La historia, que ha dado a conocer el diario británico The Telegraph, también tiene como curiosidad el que, precisamente esa foto que ahora se subasta, fue portada del primer número de Playboy. Daile Kaplan, una de las especialistas de la casa de subastas neoyorkina, ha explicado al diario que "Monroe llegó a Hollywood en 1946 y como muchos otros comenzó como modelo.
Posó para esta fotografía en 1949, y luego se usó en numerosos calendarios.
Tenía el pelo más largo y de un color más natural, rubio rojizo. Cuatro años después de ser tomada, la imagen se usó para la edición inaugural de la revista Playboy y la ayudó a catapultarse al estrellato.
Fue realmente la imagen que la lanzó".
Todo objeto que haya pertenecido a la estrella de La tentación vive arriba o Con faldas y a lo loco, o que tenga relación con ella, causa furor en las subastas.
Recientemente salió a la venta un lote de imágenes de la primera juventud de la actriz, que causaron una gran expectación porque reflejaban una época desconocida de la rubia de Hollywood. También generan expectación sus vestidos.
El rosa de satén que lució en Los caballeros las prefieren rubias se vendió hace poco más de un año por más de 250.000 euros, y el blanco, uno de los más icónicos de la historia del cine, utilizado para La tentación vive arriba, consiguió recaudar unos increíbles 3,4 millones de euros.
Hasta se han llegado a subastar las radiografías de la actriz por más de 36.000 euros. Porque nada es demasiado para Marilyn.
¿Dónde está el problema? Santiago Carrillo
Hace días, en una de las Cuarta Página de EL PAÍS se publicaba un interesante artículo -El G-20 debe ponerse serio- firmado por Gordon Brown, Felipe González y Ernesto Zedillo.
Era un texto cauteloso, prudente, como escrito para iniciados, para colegas, con un fondo muy crítico para la gestión de la crisis del G-20.
El Gobierno español ha importado los decretos de Bruselas como si fueran ciencia económica infalible
Se aplican recetas ideológicas nocivas para el crecimiento y el empleo
Para un lector corriente, ajeno a ese ámbito, su lectura resultaba desconsoladora. ¿En qué manos está la suerte del mundo? Las reuniones del G-20, en torno a las cuales el ruido mediático era descomunal, habían sido inútiles, pues no habían alcanzado la cooperación de unos y otros.
Y a partir de un momento, el de la reunión de Pittsburgh, dice textualmente el artículo, "comenzó el descenso del G-20 hacia la irrelevancia más absoluta".
En todo este proceso los articulistas subrayan la responsabilidad de las "grandes economías", citándose expresamente a Estados Unidos, China y Alemania.
Para muchos de los que lo hayan leído no será una sorpresa, pues la idea de que la crisis estaba mal gobernada está tan extendida que en los países en que ha habido elecciones, los partidos en el Gobierno, tanto los de izquierda como de derecha, han sido derrotados. Y a los españoles les servirá para hacer un juicio sobre la actitud de nuestros ministros al trasladarnos los mandatos de Bruselas como si estuvieran respaldados por la ciencia económica más infalible.
El artículo que comento concluye reclamando prácticamente un Fondo Monetario Internacional nuevo; independiente de los intereses de las potencias que hasta ahora lo han controlado y utilizado con arreglo a sus particulares intereses y, por ello, muy contestado en medio mundo, por no decir más.
La idea de ese cambio del FMI está relacionada con una exigencia que se repite cuatro veces: la necesidad de un crecimiento mundial equilibrado sustancial y sostenido.
Dudo de que sea fácil lograr ese cambio del FMI. Dudo de que ciertas grandes economías renuncien a disponer de un instrumento así. El FMI lleva ya muchos años funcionando; tiene sus propias rutinas, una idiosincrasia. Darle la vuelta a ese trasto no será nunca fácil. Además en un mundo tan diverso, del que no ha desaparecido la sombra de los bloques, de los que el mismo FMI era hechura, no sé si sería capaz de cambiar tanto.
Pero en relación con la necesidad de impulsar el crecimiento económico expresada en ese artículo, desde la timidez que me invade al pensar que tantos maestros de la economía han podido equivocarse durante tanto tiempo, y siendo yo un simple
aficionado, me atrevo a plantear: la causa de este impasse ¿acaso no está en un mal planteamiento del problema, forzado por el enorme poder de los mercados?
¿Acaso no ha llegado el momento de reconocer que priorizar lo que se ha llamado la capitalización de los bancos sobre el crecimiento, sobre el fortalecimiento de la demanda, sobre la solución de la crisis económica general, con medidas de corte keynesiano, no es lo que nos ha conducido al borde de una crisis crónica que ha puesto en peligro el equilibrio social y el prestigio de las instituciones democráticas?
Con esa prioridad hemos puesto en peligro la unidad de Europa y la moneda única; hemos dividido Europa en países ricos y pobres.
¿No nos estamos moviendo en un círculo vicioso? Llevamos tres años intentando recapitalizar a los bancos y para ello estamos estrangulando a la economía productiva, empobreciendo a la población y a los Estados, destruyendo el crecimiento.
Da grima ver el estado a que ha quedado reducida Grecia. Algunos han perdido la noción de lo que representa ese país en la historia de la cultura humana y le han tratado como un Estado apestado.
Como si el hecho de no ser una gran economía, de haber accedido tarde al desarrollo y no haber disfrutado del pastel colonial, de haber estado geográficamente en un espacio históricamente conflictivo, le privara del derecho a una vida digna y libre en esta Europa que dice querer unirse.
Si Europa no se prepara a superar las consecuencias del desarrollo desigual de sus pueblos, difícilmente llegará nunca a estar realmente unida.
Además, el trato a Grecia ha arrastrado ya a Portugal e Irlanda. Y está a punto de arrastrar a Italia y España. Y si una serie de países europeos se empobrecen arrastrarán con ellos a la Europa rica. Ya podemos presenciar cómo a la economía más grande de la Tierra, Estados Unidos, le afectan seriamente los efectos de la crisis. Ningún Estado está libre de las consecuencias de la política dominante.
Pero además resulta que tres años priorizando la solución a los problemas de la banca tampoco han servido para resolverlos y para tranquilizar a los mercados.
En este orden de cosas también vamos a peor y la degradación de la situación ha puesto en movimiento fuerzas que colocan en riesgo todos los avances logrados por la humanidad en el terreno de la democracia y la paz.
En esta situación han encontrado ambiente propicio para su desarrollo, tanto en Estados Unidos como en Europa, fuerzas que defienden como solución definitiva la ideología del capitalismo salvaje de la escuela de Chicago, la revolución conservadora que pretende privatizarlo todo, convertir en puro negocio hasta el disfrute del aire que respiramos y desde luego las funciones del Estado, comprendidas las de la defensa y la seguridad. Hay quien empieza a pensar que el Tea Party y otros grupos semejantes son la semilla del fascismo de hoy.
Quizás el problema está en que hay que poner freno a esta ideología del capitalismo salvaje. Que el sistema en que vivimos esté reclamando de momento una reforma urgente que limite sus efectos negativos. Y esa reforma probablemente es una reivindicación que la izquierda europea defendió en otros tiempos, cuando poseía una existencia real en la vida política, la transformación del sistema financiero es un servicio público gestionado por los Estados y coordinado mundialmente.
Esto no es ya una reivindicación ideológica, puesto que en el sector de la economía productiva, del comercio y los servicios seguiría existiendo la propiedad privada y las plusvalías, el mercado libre. Sería poner fin a una situación en la que el sistema financiero con sus juegos de casino, se ha convertido en un fin en sí mismo, en el que manejando papel se hacen en horas tremendas fortunas y en el que el poder del dinero se ha convertido en el gran poder fáctico que ha convertido en poderes subordinados a los poderes políticos, multiplicando el caos y la autarquía del capitalismo.
Antes el sistema financiero era el lubricante de la economía productiva. En el curso de esta crisis comprobamos que se ha convertido en un obstáculo para aquella, al sacrificar el crecimiento y el desarrollo a los intereses de la banca.
Una reforma así debería ser reclamada por la izquierda, pero también por cualquier fuerza política moderada y responsable que se dé cuenta de que este capitalismo salvaje solo puede provocar catástrofes para todos.
Claro que hoy esa medida tendría que ser tomada a nivel global -o de otra forma sería ineficaz e imposible- y por un consenso amplísimo entre Estados y clases sociales diferentes.
En definitiva, sería la única manera de poner de pie lo que está cabeza abajo y de que la política mande sobre la economía.
Santiago Carrillo fue secretario general del PCE y es comentarista político.
Era un texto cauteloso, prudente, como escrito para iniciados, para colegas, con un fondo muy crítico para la gestión de la crisis del G-20.
El Gobierno español ha importado los decretos de Bruselas como si fueran ciencia económica infalible
Se aplican recetas ideológicas nocivas para el crecimiento y el empleo
Para un lector corriente, ajeno a ese ámbito, su lectura resultaba desconsoladora. ¿En qué manos está la suerte del mundo? Las reuniones del G-20, en torno a las cuales el ruido mediático era descomunal, habían sido inútiles, pues no habían alcanzado la cooperación de unos y otros.
Y a partir de un momento, el de la reunión de Pittsburgh, dice textualmente el artículo, "comenzó el descenso del G-20 hacia la irrelevancia más absoluta".
En todo este proceso los articulistas subrayan la responsabilidad de las "grandes economías", citándose expresamente a Estados Unidos, China y Alemania.
Para muchos de los que lo hayan leído no será una sorpresa, pues la idea de que la crisis estaba mal gobernada está tan extendida que en los países en que ha habido elecciones, los partidos en el Gobierno, tanto los de izquierda como de derecha, han sido derrotados. Y a los españoles les servirá para hacer un juicio sobre la actitud de nuestros ministros al trasladarnos los mandatos de Bruselas como si estuvieran respaldados por la ciencia económica más infalible.
El artículo que comento concluye reclamando prácticamente un Fondo Monetario Internacional nuevo; independiente de los intereses de las potencias que hasta ahora lo han controlado y utilizado con arreglo a sus particulares intereses y, por ello, muy contestado en medio mundo, por no decir más.
La idea de ese cambio del FMI está relacionada con una exigencia que se repite cuatro veces: la necesidad de un crecimiento mundial equilibrado sustancial y sostenido.
Dudo de que sea fácil lograr ese cambio del FMI. Dudo de que ciertas grandes economías renuncien a disponer de un instrumento así. El FMI lleva ya muchos años funcionando; tiene sus propias rutinas, una idiosincrasia. Darle la vuelta a ese trasto no será nunca fácil. Además en un mundo tan diverso, del que no ha desaparecido la sombra de los bloques, de los que el mismo FMI era hechura, no sé si sería capaz de cambiar tanto.
Pero en relación con la necesidad de impulsar el crecimiento económico expresada en ese artículo, desde la timidez que me invade al pensar que tantos maestros de la economía han podido equivocarse durante tanto tiempo, y siendo yo un simple
aficionado, me atrevo a plantear: la causa de este impasse ¿acaso no está en un mal planteamiento del problema, forzado por el enorme poder de los mercados?
¿Acaso no ha llegado el momento de reconocer que priorizar lo que se ha llamado la capitalización de los bancos sobre el crecimiento, sobre el fortalecimiento de la demanda, sobre la solución de la crisis económica general, con medidas de corte keynesiano, no es lo que nos ha conducido al borde de una crisis crónica que ha puesto en peligro el equilibrio social y el prestigio de las instituciones democráticas?
Con esa prioridad hemos puesto en peligro la unidad de Europa y la moneda única; hemos dividido Europa en países ricos y pobres.
¿No nos estamos moviendo en un círculo vicioso? Llevamos tres años intentando recapitalizar a los bancos y para ello estamos estrangulando a la economía productiva, empobreciendo a la población y a los Estados, destruyendo el crecimiento.
Da grima ver el estado a que ha quedado reducida Grecia. Algunos han perdido la noción de lo que representa ese país en la historia de la cultura humana y le han tratado como un Estado apestado.
Como si el hecho de no ser una gran economía, de haber accedido tarde al desarrollo y no haber disfrutado del pastel colonial, de haber estado geográficamente en un espacio históricamente conflictivo, le privara del derecho a una vida digna y libre en esta Europa que dice querer unirse.
Si Europa no se prepara a superar las consecuencias del desarrollo desigual de sus pueblos, difícilmente llegará nunca a estar realmente unida.
Además, el trato a Grecia ha arrastrado ya a Portugal e Irlanda. Y está a punto de arrastrar a Italia y España. Y si una serie de países europeos se empobrecen arrastrarán con ellos a la Europa rica. Ya podemos presenciar cómo a la economía más grande de la Tierra, Estados Unidos, le afectan seriamente los efectos de la crisis. Ningún Estado está libre de las consecuencias de la política dominante.
Pero además resulta que tres años priorizando la solución a los problemas de la banca tampoco han servido para resolverlos y para tranquilizar a los mercados.
En este orden de cosas también vamos a peor y la degradación de la situación ha puesto en movimiento fuerzas que colocan en riesgo todos los avances logrados por la humanidad en el terreno de la democracia y la paz.
En esta situación han encontrado ambiente propicio para su desarrollo, tanto en Estados Unidos como en Europa, fuerzas que defienden como solución definitiva la ideología del capitalismo salvaje de la escuela de Chicago, la revolución conservadora que pretende privatizarlo todo, convertir en puro negocio hasta el disfrute del aire que respiramos y desde luego las funciones del Estado, comprendidas las de la defensa y la seguridad. Hay quien empieza a pensar que el Tea Party y otros grupos semejantes son la semilla del fascismo de hoy.
Quizás el problema está en que hay que poner freno a esta ideología del capitalismo salvaje. Que el sistema en que vivimos esté reclamando de momento una reforma urgente que limite sus efectos negativos. Y esa reforma probablemente es una reivindicación que la izquierda europea defendió en otros tiempos, cuando poseía una existencia real en la vida política, la transformación del sistema financiero es un servicio público gestionado por los Estados y coordinado mundialmente.
Esto no es ya una reivindicación ideológica, puesto que en el sector de la economía productiva, del comercio y los servicios seguiría existiendo la propiedad privada y las plusvalías, el mercado libre. Sería poner fin a una situación en la que el sistema financiero con sus juegos de casino, se ha convertido en un fin en sí mismo, en el que manejando papel se hacen en horas tremendas fortunas y en el que el poder del dinero se ha convertido en el gran poder fáctico que ha convertido en poderes subordinados a los poderes políticos, multiplicando el caos y la autarquía del capitalismo.
Antes el sistema financiero era el lubricante de la economía productiva. En el curso de esta crisis comprobamos que se ha convertido en un obstáculo para aquella, al sacrificar el crecimiento y el desarrollo a los intereses de la banca.
Una reforma así debería ser reclamada por la izquierda, pero también por cualquier fuerza política moderada y responsable que se dé cuenta de que este capitalismo salvaje solo puede provocar catástrofes para todos.
Claro que hoy esa medida tendría que ser tomada a nivel global -o de otra forma sería ineficaz e imposible- y por un consenso amplísimo entre Estados y clases sociales diferentes.
En definitiva, sería la única manera de poner de pie lo que está cabeza abajo y de que la política mande sobre la economía.
Santiago Carrillo fue secretario general del PCE y es comentarista político.
El lenguaje es muy escurridizo
El lenguaje es muy escurridizo
Vaya por delante que no estoy en absoluto de acuerdo con la sentencia que dice que llamar zorra a la esposa en medio de amenazas no es un insulto. Pero en el lenguaje vale tanto el texto como el contexto, o tal vez este más. Después de que un taxi le hiciera una maniobra peligrosa, un motorista le gritó: "¡Taxista!", a lo que el condutor del taxi respondió: "Sí, pero de padre reconocido". Es decir, el taxista entendió que la palabra que comunmente lo denomina y que es completamente inocua, en aquella ocasión significaba otra cosa. Y es por eso, por el contexto, por lo que no estoy de acuerdo con la sentencia exculpatoria que se ha dictado.
El lenguaje es dinámico y polivalente. Tan es así, que un director teatral me dijo que se podían hacer dos obras distintas sin cambiar una coma de un mismo texto: "Si juegas con la entonación, con los silencios y con todo el aparataje humano y material de un escenario, puedes salvar a Don Juan Tenorio o mandarlo al infierno siguiendo en ambos casos al pie de la letra el texto de Zorrilla". Y es así, las palabras son escurridizas, y cuando se escribe una novela hay que tener en cuenta todo eso para que no haya lugar a una lectura distinta de la que pretende el autor, porque no hay contexto, es solo el texto. Y aun así, cada lector le da un enfoque personal, de manera que, a veces, dos lectores de la misma novela parece que han leído novelas distintas.
Antaño, al discapacitado psíquico se le llamaba bobo o tonto, y cada pueblo tenía su tonto particular. Tonto se convirtió en insulto, y en los años sesenta se creó la palabra subnormal para designar a estas personas. Era una variante técnica que describía al sujero, con facultades por debajo de lo normal.
Pronto subnormal fue un insulto, y se creó la palabra disminuido, y cuando esta empezó a usarse de forma ofensiva nació lo de discapacitado psíquico que es la que ahora está en vigor. Pero ya evolucionará, y habrá que buscar otra denominación, y otra, y otra... Eso ha pasado también con el lenguaje machista, que entiende que un zorro es un hombre astuto (El Zorro de Tyrone Power y Antonio Banderas, Rommel, el Zorro del desierto) y una zorra es poco menos que una prostituta, lo mismo que suena enaltecedor "hombre público" y degradante "mujer pública".
Pues todo esto debieran tenerlo en cuenta los jueces, porque en determinados contextos, hasta la palabra más bella puede resultar insultante. Y al revés.
Vaya por delante que no estoy en absoluto de acuerdo con la sentencia que dice que llamar zorra a la esposa en medio de amenazas no es un insulto. Pero en el lenguaje vale tanto el texto como el contexto, o tal vez este más. Después de que un taxi le hiciera una maniobra peligrosa, un motorista le gritó: "¡Taxista!", a lo que el condutor del taxi respondió: "Sí, pero de padre reconocido". Es decir, el taxista entendió que la palabra que comunmente lo denomina y que es completamente inocua, en aquella ocasión significaba otra cosa. Y es por eso, por el contexto, por lo que no estoy de acuerdo con la sentencia exculpatoria que se ha dictado.
El lenguaje es dinámico y polivalente. Tan es así, que un director teatral me dijo que se podían hacer dos obras distintas sin cambiar una coma de un mismo texto: "Si juegas con la entonación, con los silencios y con todo el aparataje humano y material de un escenario, puedes salvar a Don Juan Tenorio o mandarlo al infierno siguiendo en ambos casos al pie de la letra el texto de Zorrilla". Y es así, las palabras son escurridizas, y cuando se escribe una novela hay que tener en cuenta todo eso para que no haya lugar a una lectura distinta de la que pretende el autor, porque no hay contexto, es solo el texto. Y aun así, cada lector le da un enfoque personal, de manera que, a veces, dos lectores de la misma novela parece que han leído novelas distintas.
Antaño, al discapacitado psíquico se le llamaba bobo o tonto, y cada pueblo tenía su tonto particular. Tonto se convirtió en insulto, y en los años sesenta se creó la palabra subnormal para designar a estas personas. Era una variante técnica que describía al sujero, con facultades por debajo de lo normal.
Pronto subnormal fue un insulto, y se creó la palabra disminuido, y cuando esta empezó a usarse de forma ofensiva nació lo de discapacitado psíquico que es la que ahora está en vigor. Pero ya evolucionará, y habrá que buscar otra denominación, y otra, y otra... Eso ha pasado también con el lenguaje machista, que entiende que un zorro es un hombre astuto (El Zorro de Tyrone Power y Antonio Banderas, Rommel, el Zorro del desierto) y una zorra es poco menos que una prostituta, lo mismo que suena enaltecedor "hombre público" y degradante "mujer pública".
Pues todo esto debieran tenerlo en cuenta los jueces, porque en determinados contextos, hasta la palabra más bella puede resultar insultante. Y al revés.
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