El veterano director de cine se comprometió con la productora Alcon Entertainment para abordar de nuevo el universo recreado en los años ochenta .
Roy Batty presiente la muerte bajo la lluvia.
"He visto cosas que vosotros no creeríais: naves ardiendo más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tanhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. ¡Es tiempo de morir!". Así su verdugo, le perdona la vida. Es la secuencia de Blade Runner (1982) con la que Ridley Scott, su director, podría volver hacer historia. El veterano cineasta se ha comprometido con Alcon Entertainment para rodar una nueva versión de la cinta, según informa el portal especializado Deadline.
Scott actualmente rueda 'Prometheus', una cinta de ciencia-ficción con elementos basados en 'Alien', otro de los títulos fundamentales del veterano realizador.- EFE
Aunque hasta ahora no está claro si el nuevo proyecto será una continuación de la película original o si se tratará de una precuela (historia anterior en el tiempo), lo cierto es que Alcon Entertainment ya había anunciado en marzo que negociaba los derechos de Blade Runner.
Es una película de ciencia-ficción basada en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? , de Philip K. Dick. En el portal tampoco se especifica si Harrison Ford, que encarnó al detective Rick Deckard, protagonizaría este rodaje.
La historia futurista de Scott se ambienta en Los Ángeles en el año 2019. El hombre ha creado clones llamados replicantes, empleados para labores peligrosas.
Las criaturas se rebelan contra sus fabricantes y algunos de ellos huyen a la ciudad.
El detective Deckard es el encargado de cazarlas y a partir de ahí se desarrolla la aventura.
Y aunque la película no fue un éxito de taquilla cuando se estrenó, recaudó 32 millones de dólares, ha ganado reconocimiento a través del tiempo. A partir de las imágenes sombrías, pero impresionante por la compleja historia y la reflexión sobre la mortalidad, Blade Runner se convirtió en un clásico.
Scott actualmente rueda Prometheus, una película de ciencia-ficción con elementos basados en Alien, otro de los títulos fundamentales del veterano realizador.
Ese filme, protagonizado por Charlize Theron, Michael Fassbender y Noomi Rapace, se estrenará el 8 junio del próximo año.
Por otra parte el hermano de Ridley Scott, Tony, suena para dirigir el remake del clásico del Oeste Grupo Salvaje, que en 1969 llevará al cine Sam Peckinpah, informa Deadline.
19 ago 2011
17 ago 2011
El miedo delator de Ana Karenina, de Tolstói
"Vronski se vistió sin prisas y ordenó que lo llevaran a las barracas. Desde allí se divisaba un mar de carruajes, transeúntes y soldados alrededor del hipódromo, así como las tribuas abarrotadas de espectadores. (...)
Después de contemplar las elegantes y bella formas de su yegua, que temblaba de pies a cabeza, Vronski se apartó con esfuerzo y salió de la barraca. (...) En total diecisiete oficiales tomaban parte en la carrera, que iba a celebrarse en un gran circuito de forma elíptica y cuatro verstas de longitud, delante de la tribunas.. (...)
Cuando Alekséi Aleksándrovich apareció en el hipódromo, Anna ya se había acomodado en la tribuna al lado de Betsy, rodeada de lo más granado de la sociedad.
Dos hombres, su marido y su amante, constituían los dos polos de su vida, y era capaz de adivinar su presencia sin ayuda de los sentidos. (...)
-¡Aleksei Aleksándrovich! -le grito la princesa Betsy- ¿Es que no ve usted a su mujer? Está aquí.
Karenin le dedicó una de sus gélidas sonrisas.
-Tanto brillo deslumbra a los ojos -dijo, acercándose a la tribuna. Sonrió a Anna, como corresponde a un marido que se encuentra con su mujer, de la que acaba de separarse".
Es un día soleado. La carrera empieza. Y en unos minutos Ana karenina no podrá ocultar públicamente su amor por Vronski, y despejará las dudas de adulterio a su marido y a media sociedad rusa de mediados del siglo XIX.
Es el verano y la escena que eligió León Tolstói (1828-1910) para delatar a su heroína en Ana Karenina.
¡Una obra maestra! Un gran cuadro impresionista de la sociedad rusa de mediados de la época, de la geografía de los encuentros y desencuentros amorosos, de la sombra del sentimiento de culpa, de la lucha contra un supuesto destino, del desgaste y las negociaciones de las parejas, pero sobre todo: "una fábula sobre la búsqueda de la felicidad", como escribe Víctor Gallego Ballestero en la introducción de la novela en la edición de Alba, para la cual ha hecho una muy buena traducción directamente del ruso. Infelicidad, pasión, adulterio y destino narrados de manera elegante y en una estructura narrativa de prisma o tapiz a través de los mundos alternados de cuatro parejas: Anna y Aleksándrovich (su esposo), Anna y Vronski (su amante), Daria y Oblonski y Kitty y Levin.
Volvamos al hipódromo, la carrera está a punto de comenzar. Veamos cómo aquel verano fue clave en la vida de Anna por dos motivos: porque el episodio de aquel día la empujó a delatar su adulterio y su pasión por Vronski, y porque el detonante de aquella revelación presagia el desenlace de la novela:
"Cuando dio comienzo la carrera de cuatro verstas con obstáculos, Ana se inclinó hacia adelante, sin apartar los ojos de Vronski, que en ese momento se acercaba a la yegua y subía a la silla, al tiempo que escuchaba la odiosa voz de su marido, que no paraba de hablar. Le atormentaba el temor de que Vrosnki sufriera algún accidente. (...) 'Soy una mala mujer, una mujer perdidda -pensaba-, pero no soporto la mentira, la aborrezco. En cambio, para él, es pan nuestro de cada día. Lo sabe todo, lo ve todo. Y, sin emabrgo, ahí está hablando tan tranquilo. ¿Qué sentirá en su fuero interno? Si me matara a mí o matara a Vronski le respetaría. Pero no, lo único que le importa es la mentira, guardar las apariencias', se decía.
Anna, sin pronunciar palabra, miraba con los gemelos siempre hacia el mismo sitio.
En ese momento se procedió a la salida y todas las conversaciones se interrumpieron. Todo el mundo se levantó de sus asientos y se volvió hacia el arroyo. A Aleksei Aleksándrovich no le interesaban las carreras.
Sus ojos cansados se detuvieron en su mujer. Su rostro había palidecido y tenía una expresión grave.
Era evidente que en esos instantes sólo una cosa existía para ella.
Apretaba el abanico con mano convulsa. Apenas respiraba. (...)
La primera caída, la de Kúzovlev en el arroyo, conmovió a todos, pero Alekséi Aleksándrovich vio claramente, en el rostro pálido y triunfante de Anna, que aquel a quien miraba no se había caído.
Cuando Majotin y Vronski superaron la barrera grande y el oficial que los seguía cayó de cabeza y se hirió de muerte, un murmullo de espanto recorrió las tribunas. Karenin notó que Anna ni siquiera se había dado cuenta y que a duras penas entendía de qué hablaban las personas que la rodeaban.
Anna, a pesar de que estaba absorta en la carrera de Vronski, acabó percibiendo los ojos fríos de su marido clavados en ella.
Se volvió por un momento, le dirigió una mirada inquisitiva y, frunciendo ligeramente el ceño, se sumergió de nuevo en la contemplación de la prueba.
La carrera fue muy accidentada. De los diecisiete participantes más de la mitad se cayeron y resultaron mal heridos.
Todo el mundo expresaba en voz alta su desacuerdo, todo el mundo repetía la frase que había dicho alguien: 'Ya sólo nos falta el circo con los leones'.
El sentimiento de horror se había impuesto de tal modo que el grito que se le escapó a Anna cuando cayó Vronski pasó desapercibido.
Pero el cambio que a continuación se operó en su rostro resultaba francamente indecoroso. Había perdido por completo el control de sí misma. Se agitaba como un pájaro en la trampa..."
Fru Fru, la yegua de Vronski ha muerto por un descuido y mal cálculo de su jinete. Una vez concluida la escritura de la novela, León Tolstói entró en una crisis espiritual. Había empezado a publicar la obra por entregas, en 1875, en el diario El mensajero ruso y no la terminó por discrepancias con el diario por lo cual decidió editarla por su cuenta en 1878.
Seguro que muchos hemos leído o escuchado algo de Ana Karenina, además de saber casi de memoria su famoso comienzo: "Todas las familias felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su manera".
Así es que no voy a decir más de lo que ya he dicho, de mi rendida y emocionada admiración por esta novela, en su historia, los temas que aborda y la manera en que está escrita (además el año pasado escribí un post con motivo de la nueva edición de Alba y el centenario de la muerte de Tolstói).
Sólo recomendaré un artículo de José María Guelbenzu, autor español y uno de los críticos de referencia de Babelia, que escribió sobre Anna Karenina el año pasado y que termina diciendo-recomendando: "Es una experiencia literaria tan rica y amplia que no debe faltar en la vida de una persona culta"
Después de contemplar las elegantes y bella formas de su yegua, que temblaba de pies a cabeza, Vronski se apartó con esfuerzo y salió de la barraca. (...) En total diecisiete oficiales tomaban parte en la carrera, que iba a celebrarse en un gran circuito de forma elíptica y cuatro verstas de longitud, delante de la tribunas.. (...)
Cuando Alekséi Aleksándrovich apareció en el hipódromo, Anna ya se había acomodado en la tribuna al lado de Betsy, rodeada de lo más granado de la sociedad.
Dos hombres, su marido y su amante, constituían los dos polos de su vida, y era capaz de adivinar su presencia sin ayuda de los sentidos. (...)
-¡Aleksei Aleksándrovich! -le grito la princesa Betsy- ¿Es que no ve usted a su mujer? Está aquí.
Karenin le dedicó una de sus gélidas sonrisas.
-Tanto brillo deslumbra a los ojos -dijo, acercándose a la tribuna. Sonrió a Anna, como corresponde a un marido que se encuentra con su mujer, de la que acaba de separarse".
Es un día soleado. La carrera empieza. Y en unos minutos Ana karenina no podrá ocultar públicamente su amor por Vronski, y despejará las dudas de adulterio a su marido y a media sociedad rusa de mediados del siglo XIX.
Es el verano y la escena que eligió León Tolstói (1828-1910) para delatar a su heroína en Ana Karenina.
¡Una obra maestra! Un gran cuadro impresionista de la sociedad rusa de mediados de la época, de la geografía de los encuentros y desencuentros amorosos, de la sombra del sentimiento de culpa, de la lucha contra un supuesto destino, del desgaste y las negociaciones de las parejas, pero sobre todo: "una fábula sobre la búsqueda de la felicidad", como escribe Víctor Gallego Ballestero en la introducción de la novela en la edición de Alba, para la cual ha hecho una muy buena traducción directamente del ruso. Infelicidad, pasión, adulterio y destino narrados de manera elegante y en una estructura narrativa de prisma o tapiz a través de los mundos alternados de cuatro parejas: Anna y Aleksándrovich (su esposo), Anna y Vronski (su amante), Daria y Oblonski y Kitty y Levin.
Volvamos al hipódromo, la carrera está a punto de comenzar. Veamos cómo aquel verano fue clave en la vida de Anna por dos motivos: porque el episodio de aquel día la empujó a delatar su adulterio y su pasión por Vronski, y porque el detonante de aquella revelación presagia el desenlace de la novela:
"Cuando dio comienzo la carrera de cuatro verstas con obstáculos, Ana se inclinó hacia adelante, sin apartar los ojos de Vronski, que en ese momento se acercaba a la yegua y subía a la silla, al tiempo que escuchaba la odiosa voz de su marido, que no paraba de hablar. Le atormentaba el temor de que Vrosnki sufriera algún accidente. (...) 'Soy una mala mujer, una mujer perdidda -pensaba-, pero no soporto la mentira, la aborrezco. En cambio, para él, es pan nuestro de cada día. Lo sabe todo, lo ve todo. Y, sin emabrgo, ahí está hablando tan tranquilo. ¿Qué sentirá en su fuero interno? Si me matara a mí o matara a Vronski le respetaría. Pero no, lo único que le importa es la mentira, guardar las apariencias', se decía.
Anna, sin pronunciar palabra, miraba con los gemelos siempre hacia el mismo sitio.
En ese momento se procedió a la salida y todas las conversaciones se interrumpieron. Todo el mundo se levantó de sus asientos y se volvió hacia el arroyo. A Aleksei Aleksándrovich no le interesaban las carreras.
Sus ojos cansados se detuvieron en su mujer. Su rostro había palidecido y tenía una expresión grave.
Era evidente que en esos instantes sólo una cosa existía para ella.
Apretaba el abanico con mano convulsa. Apenas respiraba. (...)
La primera caída, la de Kúzovlev en el arroyo, conmovió a todos, pero Alekséi Aleksándrovich vio claramente, en el rostro pálido y triunfante de Anna, que aquel a quien miraba no se había caído.
Cuando Majotin y Vronski superaron la barrera grande y el oficial que los seguía cayó de cabeza y se hirió de muerte, un murmullo de espanto recorrió las tribunas. Karenin notó que Anna ni siquiera se había dado cuenta y que a duras penas entendía de qué hablaban las personas que la rodeaban.
Anna, a pesar de que estaba absorta en la carrera de Vronski, acabó percibiendo los ojos fríos de su marido clavados en ella.
Se volvió por un momento, le dirigió una mirada inquisitiva y, frunciendo ligeramente el ceño, se sumergió de nuevo en la contemplación de la prueba.
La carrera fue muy accidentada. De los diecisiete participantes más de la mitad se cayeron y resultaron mal heridos.
Todo el mundo expresaba en voz alta su desacuerdo, todo el mundo repetía la frase que había dicho alguien: 'Ya sólo nos falta el circo con los leones'.
El sentimiento de horror se había impuesto de tal modo que el grito que se le escapó a Anna cuando cayó Vronski pasó desapercibido.
Pero el cambio que a continuación se operó en su rostro resultaba francamente indecoroso. Había perdido por completo el control de sí misma. Se agitaba como un pájaro en la trampa..."
Fru Fru, la yegua de Vronski ha muerto por un descuido y mal cálculo de su jinete. Una vez concluida la escritura de la novela, León Tolstói entró en una crisis espiritual. Había empezado a publicar la obra por entregas, en 1875, en el diario El mensajero ruso y no la terminó por discrepancias con el diario por lo cual decidió editarla por su cuenta en 1878.
Seguro que muchos hemos leído o escuchado algo de Ana Karenina, además de saber casi de memoria su famoso comienzo: "Todas las familias felices se parecen; las desdichadas lo son cada una a su manera".
Así es que no voy a decir más de lo que ya he dicho, de mi rendida y emocionada admiración por esta novela, en su historia, los temas que aborda y la manera en que está escrita (además el año pasado escribí un post con motivo de la nueva edición de Alba y el centenario de la muerte de Tolstói).
Sólo recomendaré un artículo de José María Guelbenzu, autor español y uno de los críticos de referencia de Babelia, que escribió sobre Anna Karenina el año pasado y que termina diciendo-recomendando: "Es una experiencia literaria tan rica y amplia que no debe faltar en la vida de una persona culta"
El secreto de El amante de Lady Chatterley, de Lawrence
"-¿Quieres subir? -dijo Mellors-. Hay una vela.
Hizo un gesto vivo con la cabeza para indicar la vela que ardía sobre la mesa. Ella cogió, obedientemente, y él contempló la curva llena de sus caderas al subir los primeros escalones.
Fue una noche de pasión sensual, en la que ella se sintió un poco asustada y casi renuente, traspasada de nuevo por los penetrantes estremecimientos de la sensualidad distintos y más agudos y terribles que los de la ternura, y en ese instante, más deseables. Aunque un poco asustada, le dejó hacer, la desnudó hasta lo más profundo haciendo de ella una mujer distinta.
No era amor, verdaderamente. No era voluptuosidad.
Era una sensualidad aguda, y abrasadora como el fuego, que hacía arder el alma como una tea. (...)
-¿Es hora de levantarse? -dijo ella.
-Son las seis y media.
-Descorre las cortinas, ¿quieres?
El sol brillaba ya por encima de las tiernas hojas verdes de la mañana, y el bosque se alzaba azulenco y fresco en la proximidad. Connie se sentó en la cama, y miró soñolienta por la ventana abuhardillada, juntándose los pechos con los brazos desnudos. Él se vistió. Ella medio soñaba con la vida, con una vida junto a él: una vida tan solo".
Es lo que quería Connie, Lady Chatterley, y finalmente lo iba a lograr aquel verano, después de cuatro meses de haber empezado el dichoso y doloroso cambio de su vida, cuando una mañana gris de febrero fue a dejar un recado a la casa del guardabosque de Wragby y lo vio bañándose con una palangana en el jardín en medio del silencio. Una escena que significó el comienzo de su descubrimiento personal, la salvación de sí misma.
Con esa historia titulada El amante de Lady Chatterley (publicada en 1928 en Florencia, Italia, porque en Reino Unido sólo fue hasta 1960), D. H. Lawrence (Inglaterra, 1885-1930) creó una novela que, más allá de sus espléndidas escenas de erostismo y censurada por "obscena", reivindica el derecho de la mujer a la igualdad en el placer, el deseo y la pasión sexual y amorosa como parte de su realización como individuo. Lawrence desplegó en esta historia un duelo entre las costumbres, la razón, la voluntad y los deseos, entre las formas antagónicas del ver el mundo: vitalismo e intelectualismo.
Aquel día del primer encuentro en invierno, Mellors no la vio y no supo lo que la esposa de Clifford contempló: "Había sido una visión singular: la había golpeado de pleno. Vio los pesados pantalones delizándose sobre los puros, blancos y delicados flancos en los que se insinuaban los huesos, y la invadió un sentimiento de soledad, de criatura compleamente sola.
Era la blanca, perfecta, solitaria desnudez de una criatura que vive sola, interiormente sola.
Y aparte de eso, poseía la belleza de una criatura pura.
No la sustancia de la belleza, ni siquiera el cuerpo de la belleza, sino una palidez, la cálida y blanca llama de una vida sola que se revela en unos contornos palpables: ¡El cuerpo!".
En aquel momento el drama en Lady Chatterley ya se venía incubando, y aquella visión, aquel encuentro con Mellors, fue solo el acelarador, el atajo hacia el encuentro consigo misma.
Cuatro meses después, ya entrado el estío, Lady Chatterley vivía otromundo.
Aquella primera mañana con Mellors, en su casita, el verano se abría para ella como el comienzo de una nueva vida.
"Connie se puso la prenda desgarrada, y se quedó mirando soñolienta por la ventana. La ventana estaba abierta, entraba el aire matinal. (...) Abajo, le oyó encender el fuego, sacar agua con la bomba y salir por la puerta de atrás.
Poco a poco le llegó el olor del tocino frito, y finalmente subió él con una enorme bandeja que apenas cabía por la puerta.
Puso la bandeja sobre la mesa y sirvió el té.
Él comió en silencio, pensando que el tiempo pasaba rápidamente. Esto hizo que lo recordara ella también.
-¡Oh, cómo me gustaría quedarme aquí contigo, y que Wragby estuviera a un millón de millas! Es de Wragby de lo que huyo, en realidad. Tú lo sabes, ¿verdad?
-¡Sí!".
Algunas dudas los esperan.
Pero al final la libertad y la igualdad triunfan. Una historia de infidelidad entre personas de diferentes clases sociales escrita en el periodo de entreguerras del siglo XX y adelantada a su tiempo vislumbrando a una mujer moderna y contemporánea nuestra, en la que D. H. Lawrence plantea un tratado sobre la atracción, el deseo, la sexualidad, el matrimonio, las relaciones; en suma, sobre los cambios que despiertan o provocan los hombres y las mujeres mutuamente y los derroteros que estos pueden tomar acordes a la razón, la voluntad o el impulso, el instinto.
El amante de Lady Chatterley, más allá de tópicos eróticos, es una defensa del amor, la ternura y el miedo a lo que se siente por el otro.
Un novela que para mí tiene tanto de buen contenido narrativo como filosófico y sociológico.
Porque Connie Chattlerley lo que busca, lo que verdaderamente desea, como hija de una sociedad, es que alguien le quite el corsé de ideas y prejuicios, y, como escribe Lawrence, "la salve de sí misma".
Hizo un gesto vivo con la cabeza para indicar la vela que ardía sobre la mesa. Ella cogió, obedientemente, y él contempló la curva llena de sus caderas al subir los primeros escalones.
Fue una noche de pasión sensual, en la que ella se sintió un poco asustada y casi renuente, traspasada de nuevo por los penetrantes estremecimientos de la sensualidad distintos y más agudos y terribles que los de la ternura, y en ese instante, más deseables. Aunque un poco asustada, le dejó hacer, la desnudó hasta lo más profundo haciendo de ella una mujer distinta.
No era amor, verdaderamente. No era voluptuosidad.
Era una sensualidad aguda, y abrasadora como el fuego, que hacía arder el alma como una tea. (...)
-¿Es hora de levantarse? -dijo ella.
-Son las seis y media.
-Descorre las cortinas, ¿quieres?
El sol brillaba ya por encima de las tiernas hojas verdes de la mañana, y el bosque se alzaba azulenco y fresco en la proximidad. Connie se sentó en la cama, y miró soñolienta por la ventana abuhardillada, juntándose los pechos con los brazos desnudos. Él se vistió. Ella medio soñaba con la vida, con una vida junto a él: una vida tan solo".
Es lo que quería Connie, Lady Chatterley, y finalmente lo iba a lograr aquel verano, después de cuatro meses de haber empezado el dichoso y doloroso cambio de su vida, cuando una mañana gris de febrero fue a dejar un recado a la casa del guardabosque de Wragby y lo vio bañándose con una palangana en el jardín en medio del silencio. Una escena que significó el comienzo de su descubrimiento personal, la salvación de sí misma.
Con esa historia titulada El amante de Lady Chatterley (publicada en 1928 en Florencia, Italia, porque en Reino Unido sólo fue hasta 1960), D. H. Lawrence (Inglaterra, 1885-1930) creó una novela que, más allá de sus espléndidas escenas de erostismo y censurada por "obscena", reivindica el derecho de la mujer a la igualdad en el placer, el deseo y la pasión sexual y amorosa como parte de su realización como individuo. Lawrence desplegó en esta historia un duelo entre las costumbres, la razón, la voluntad y los deseos, entre las formas antagónicas del ver el mundo: vitalismo e intelectualismo.
Aquel día del primer encuentro en invierno, Mellors no la vio y no supo lo que la esposa de Clifford contempló: "Había sido una visión singular: la había golpeado de pleno. Vio los pesados pantalones delizándose sobre los puros, blancos y delicados flancos en los que se insinuaban los huesos, y la invadió un sentimiento de soledad, de criatura compleamente sola.
Era la blanca, perfecta, solitaria desnudez de una criatura que vive sola, interiormente sola.
Y aparte de eso, poseía la belleza de una criatura pura.
No la sustancia de la belleza, ni siquiera el cuerpo de la belleza, sino una palidez, la cálida y blanca llama de una vida sola que se revela en unos contornos palpables: ¡El cuerpo!".
En aquel momento el drama en Lady Chatterley ya se venía incubando, y aquella visión, aquel encuentro con Mellors, fue solo el acelarador, el atajo hacia el encuentro consigo misma.
Cuatro meses después, ya entrado el estío, Lady Chatterley vivía otromundo.
Aquella primera mañana con Mellors, en su casita, el verano se abría para ella como el comienzo de una nueva vida.
"Connie se puso la prenda desgarrada, y se quedó mirando soñolienta por la ventana. La ventana estaba abierta, entraba el aire matinal. (...) Abajo, le oyó encender el fuego, sacar agua con la bomba y salir por la puerta de atrás.
Poco a poco le llegó el olor del tocino frito, y finalmente subió él con una enorme bandeja que apenas cabía por la puerta.
Puso la bandeja sobre la mesa y sirvió el té.
Él comió en silencio, pensando que el tiempo pasaba rápidamente. Esto hizo que lo recordara ella también.
-¡Oh, cómo me gustaría quedarme aquí contigo, y que Wragby estuviera a un millón de millas! Es de Wragby de lo que huyo, en realidad. Tú lo sabes, ¿verdad?
-¡Sí!".
Algunas dudas los esperan.
Pero al final la libertad y la igualdad triunfan. Una historia de infidelidad entre personas de diferentes clases sociales escrita en el periodo de entreguerras del siglo XX y adelantada a su tiempo vislumbrando a una mujer moderna y contemporánea nuestra, en la que D. H. Lawrence plantea un tratado sobre la atracción, el deseo, la sexualidad, el matrimonio, las relaciones; en suma, sobre los cambios que despiertan o provocan los hombres y las mujeres mutuamente y los derroteros que estos pueden tomar acordes a la razón, la voluntad o el impulso, el instinto.
El amante de Lady Chatterley, más allá de tópicos eróticos, es una defensa del amor, la ternura y el miedo a lo que se siente por el otro.
Un novela que para mí tiene tanto de buen contenido narrativo como filosófico y sociológico.
Porque Connie Chattlerley lo que busca, lo que verdaderamente desea, como hija de una sociedad, es que alguien le quite el corsé de ideas y prejuicios, y, como escribe Lawrence, "la salve de sí misma".
Coco Chanel, la espía costurera
Una nueva biografía sostiene que la diseñadora fue una agente al servicio de los nazis .
Gabrielle Bonheur Chanel, la icónica diseñadora francesa que revolucionó el mundo de la moda bajo el nombre de Coco Chanel, fue una espía para los nazis según una nueva biografía de la conocida modista que sale hoy a la venta en Estados Unidos.
Durmiendo con el enemigo:
La guerra secreta de Coco Chanel, escrito por el periodista estadounidense Hal Vaughan, ofrece detalles de la conexión de la modista francesa con los nazis, entre ellos su supuesto número de agente para la Abwehr, el F-7124, y su alias, Wesminster.
París con aroma a Coco
"Coco era una mentirosa"
Una costurera de pueblo
Una biografía airea los trapos sucios de Chanel
En la trastienda del mito
A raíz del análisis de archivos en el Reino Unido, Alemania, Francia y Estados Unidos, el periodista, que luchó para el ejército estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, desvela "por primera vez documentos que detallan las extensas actividades de Chanel durante la guerra", explicó en un comunicado la editorial.
Según esas averiguaciones, la diseñadora francesa habría realizado misiones para el servicio de inteligencia nazi en Madrid y Berlín durante la Segunda Guerra Mundial junto a su amante, el oficial Hans Gunter von Dinklage, algunas de ellas en nombre del general de las SS Walter Schellenberg, mano derecha del comandante en jefe de ese cuerpo, Heinrich Luitpold Himmler.
"Chanel era más que simplemente una simpatizante y colaboradora de los nazis. Era una agente numerada que trabajaba para la Abwehr, la agencia de inteligencia militar alemana", asegura la editorial Knopf en el comunicado emitido con motivo de la salida al mercado estadounidense del nuevo libro sobre la diseñadora, que ya ha protagonizado más de una biografía.
En la nota se asegura que esta nueva versión sobre su vida revela de dónde provenía el antisemitismo de la diseñadora, el motivo por el que estaba "tan arraigado en ella", y cómo fue reclutada para pertenecer al cuerpo de inteligencia de los nazis.
Además, el libro explica cómo Coco Chanel utilizó su posición de espía nazi para recibir favores, como asegurar la liberación de su sobrino de un campo de internamiento militar o "arrebatarle" el control de su marca de perfumes a sus socios judíos, que se tuvieron que exiliar en Estados Unidos durante la guerra.
La biografía, que según la editorial "revela la historia al completo, negada y encubierta durante seis décadas, de la colaboración de Coco Chanel con altos mandos nazis", detalla además cómo la reina de la moda consiguió escapar de la muerte cuando fue detenida y liberada posteriormente en París.
La icónica diseñadora, que ha protagonizado numerosas biografías y películas, murió en 1971 en París, ciudad a la que regresó a los 71 años después de nueve años de exilio en Suiza para resucitar su reputación y reinventar la marca con la que revolucionó el mundo de la moda.
Gabrielle Bonheur Chanel, la icónica diseñadora francesa que revolucionó el mundo de la moda bajo el nombre de Coco Chanel, fue una espía para los nazis según una nueva biografía de la conocida modista que sale hoy a la venta en Estados Unidos.
Durmiendo con el enemigo:
La guerra secreta de Coco Chanel, escrito por el periodista estadounidense Hal Vaughan, ofrece detalles de la conexión de la modista francesa con los nazis, entre ellos su supuesto número de agente para la Abwehr, el F-7124, y su alias, Wesminster.
París con aroma a Coco
"Coco era una mentirosa"
Una costurera de pueblo
Una biografía airea los trapos sucios de Chanel
En la trastienda del mito
A raíz del análisis de archivos en el Reino Unido, Alemania, Francia y Estados Unidos, el periodista, que luchó para el ejército estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, desvela "por primera vez documentos que detallan las extensas actividades de Chanel durante la guerra", explicó en un comunicado la editorial.
Según esas averiguaciones, la diseñadora francesa habría realizado misiones para el servicio de inteligencia nazi en Madrid y Berlín durante la Segunda Guerra Mundial junto a su amante, el oficial Hans Gunter von Dinklage, algunas de ellas en nombre del general de las SS Walter Schellenberg, mano derecha del comandante en jefe de ese cuerpo, Heinrich Luitpold Himmler.
"Chanel era más que simplemente una simpatizante y colaboradora de los nazis. Era una agente numerada que trabajaba para la Abwehr, la agencia de inteligencia militar alemana", asegura la editorial Knopf en el comunicado emitido con motivo de la salida al mercado estadounidense del nuevo libro sobre la diseñadora, que ya ha protagonizado más de una biografía.
En la nota se asegura que esta nueva versión sobre su vida revela de dónde provenía el antisemitismo de la diseñadora, el motivo por el que estaba "tan arraigado en ella", y cómo fue reclutada para pertenecer al cuerpo de inteligencia de los nazis.
Además, el libro explica cómo Coco Chanel utilizó su posición de espía nazi para recibir favores, como asegurar la liberación de su sobrino de un campo de internamiento militar o "arrebatarle" el control de su marca de perfumes a sus socios judíos, que se tuvieron que exiliar en Estados Unidos durante la guerra.
La biografía, que según la editorial "revela la historia al completo, negada y encubierta durante seis décadas, de la colaboración de Coco Chanel con altos mandos nazis", detalla además cómo la reina de la moda consiguió escapar de la muerte cuando fue detenida y liberada posteriormente en París.
La icónica diseñadora, que ha protagonizado numerosas biografías y películas, murió en 1971 en París, ciudad a la que regresó a los 71 años después de nueve años de exilio en Suiza para resucitar su reputación y reinventar la marca con la que revolucionó el mundo de la moda.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)