El escritor y académico mantendrá hoy un encuentro con el público en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, donde imparte un curso sobre literatura .
.La última vez que Antonio Muñoz Molina estuvo en el Palacio de la Magdalena, en Santander, ya había puesto fin a La noche de los tiempos.
Esperaba, nervioso, la llamada de la editorial antes de regresar a casa.
Esta novela, como toda su trayectoria literaria, "es un ejemplo concreto" del itinerario relacionado con los procesos de cambio que vivió España desde que era niño hasta que se hizo adulto. "Siempre he querido contar ese tránsito, cómo en el ámbito de la propia vida suceden cosas tan cambiantes y extraordinarias, y cómo las personas se conectan con ese pasado", explicó el escritor y académico en su primer día del curso de verano que imparte hasta el viernes en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Antonio Muñoz Molina
"El pasado, y más en un país como España, está siempre siendo modificado, discutido o debatido", dice el autor de 'La noche de los tiempos'
Este es solo uno de los apuntes que adelantó ayer lunes tras iniciar el seminario Itinerarios de un aprendizaje, con el que intentará transmitir a los alumnos cómo se aprende a ser escritor. En esa primera toma de contacto les ha planteado una primera reflexión: "Los elementos de la creación literaria proceden de la necesidad de comprender el mundo en el que vivimos". Porque para Muñoz Molina, "lo excepcional es no ser escritor. Todo el mundo intenta elaborar una historia y dar sentido a la vida, aunque no escriban".
El escritor andaluz ha añadido que, además, su generación tiene la "curiosa característica" de haber nacido en un mundo y vivir ahora "en otro muy distinto", que se ha convertido en el material esencial con el que escribe.
"El pasado, y más en un país como España, está siempre siendo modificado, discutido o debatido y las personas lo cambian, lo inventan, lo corrigen o lo mejoran continuamente".
Además de su obra narrativa y ensayística, el autor de Plenilunio conversará con el público asistente al paraninfo de La Magdalena, desde las 19.00 de hoy martes, sobre los detalles que conformaron su escritura, desde sus narradores excelentes de culto y de su entorno más cercano ("sin cultura oficial pero con una sensibilidad extraordinaria") y experiencias vitales, hasta las influencias de escritores como Julio Verne, Tolstoi o Miguel de Cervantes.
El movimiento del 15-M
Muñoz Molina, además de literatura, dedicó unas palabras a la situación en España, en referencia al movimiento del 15-M, al recomendar "ser prácticos y plantearse cosas que sean prácticas" porque "hay mucho que hace falta conseguir pero otras muchas cosas que es necesario conservar".
El ganador del premio Planeta por El jinete polaco apuesta por utilizar "plenamente" la democracia y aceptar la responsabilidad personal de cada uno para acabar con los privilegios y salvar los derechos fundamentales.
"Hay que tomarse en serio el régimen democrático. La cuestión es saber si somos capaces de encontrar la manera de prescindir de los superfluo para salvar lo imprescindible".
El escritor de Úbeda, que se define como "reformista, y no revolucionario", ha recordado que los problemas a los que se enfrenta España son los propios de una sociedad en la que se han conquistado derechos que "están en peligro" y hay cosas que "se han hecho mal que no se pueden seguir postergando".
"El estado de bienestar y nuestros valores fundamentales debemos conservarlos, no podemos dar las cosas por supuestas", agregó Muñoz Molina, que recordaba cómo el poeta Pedro Salinas también dio por supuesta la vida que tenía hasta julio de 1936 en este mismo palacio, donde fue artífice de los cursos de verano, cuando tuvo conocimiento de que la Guerra Civil había comenzado.
"Entre el nerviosismo, el alivio literario por haber terminado de escribir la novela [La noche de los tiempos] y tristeza política al recordar esto, me sonó el móvil", contó. "Era la editora diciéndome que el libro le había gustado".
9 ago 2011
Las letras, con actualidad entran
. .El 31 de agosto se acaba el optimismo veraniego: bienvenidos al desierto de lo real. Eso que en Francia llaman rentrée y que en España no acaba de quitarle del todo el protagonismo a la inefable "campaña del libro de texto" llegará este año con el barro de todas las tormentas (las económicas y las otoñales) pegado a los zapatos de la literatura. Ya sea de ficción o no.
La intrahistoria de la era Obama -a unos meses de las elecciones estadounidenses- y nuestras tragedias laborales -a unas semanas de las españolas- alternan en la parrilla editorial en el mes en que se conmemora el décimo aniversario del 11-S, aquel martes en que el mundo supo trágicamente que la historia no había terminado en 1989 en Berlín.
- La novela del mes. Si la literatura fuera como el fútbol Libertad (Salamandra), de Jonathan Franzen, sería uno de esos partidos del siglo que se juegan cada cierto tiempo. Cuando esta novela de 600 páginas se publicó en Estados Unidos hace un año la revista Time le dedicó la portada a su autor, algo que solo habían conseguido escritores como Joyce, Nabokov o Salinger. En su caso, además, el titular era rotundo: "El gran novelista americano".
El hecho de que Obama se interesara por el libro antes de su aparición ya había puesto bajo los focos a un narrador que atesoraba dos medallas: el National Book Award por su novela anterior, Las correcciones (Seix Barral), y haber rechazado la invitación para salir en el programa de televisión de Oprah Winfrey. Para algunos Libertad es la primera novela del siglo XXI.
Para otros, la última del XIX. Los primeros se basan en su contenido: la historia de una familia de Minnesota que con el cambio de milenio pasa de acercarse al ideal para convertirse en una fábrica de sospechas. Los segundos, entretanto, subrayan un modo de narrar ese contenido que acerca a Franzen a autores como Tolstoi, Dickens o Balzac. Para ambos, la novela como género sigue siendo la historia privada de las naciones. En este caso, la más poderosa del planeta. Un lugar en ocasiones ideal, sospechoso en otras.
- La confesión del año.
Tan voluminosa, y tan ambiciosa, como la novela de Franzen es otra de las grandes apuestas del nuevo curso: Yo confieso (Destino), de Jaume Cabré.
Si la duda en el caso del estadounidense, que cambia de editorial, es si los lectores españoles responderán tan bien como sus compatriotas, en el caso del autor catalán, y en catalán, lo es si este relato de formación servirá para que se conozca en toda España la obra de un autor traducido a casi 20 lenguas -es uno de los tesoros de la alemana Surkamp- y que ha ganado casi todos los premios, entre ellos el prestigioso Méditerranée a la mejor obra extranjera publicada en Francia en 2004.
- Días laborables. Uno de los jóvenes autores españoles que mejor ha sabido armonizar la ambición en la forma y la contundencia en los temas, la historia de la vida privada y la de la vida pública, es Isaac Rosa, autor en 2004 de El vano ayer, una de las grandes obras sobre el antifranquismo. En septiembre, Rosa publicará su cuarta novela, La mano invisible (Seix Barral), una aproximación desde la ficción al mundo laboral que podría tener su cara testimonial en El muelle de Ouistreham (Anagrama), de Florence Aubenas. En su reportaje, la periodista francesa narra su experiencia durante los días de 2007 en que, tras estallar la crisis, se inscribió en el paro poder contar desde dentro el cruce de explotaciones y humillaciones a las que son sometidos muchos trabajadores. Los de la limpieza, por ejemplo. Como ella.
- Francia, a lo suyo. Hay, no obstante, otra Francia y casi toda estará en Anagrama, que desembarca apostando por nuestros vecinos (Beigbeder, Roudinesco). La estrella más rutilante es Michel Houellebecq con El mapa y el territorio, novela ganadora del último premio Goncourt después de que el autor de Las partículas elementales despotricara durante años contra el galardón. Al final se lo llevó con su ácido retrato del mundo del arte contemporáneo en el que él aparece como personaje: "Un autor agradable de leer", escribe de sí mismo.
- Una década sin nombre. Los hechos son subversivos (Tusquets), es el título del nuevo libro de Timothy Garton Ash. Su subtítulo: Ideas y personajes para una década sin nombre.
Esa década es la que empezó en 2000 y quedó marcada un año después por los atentados del 11-S. El historiador británico, experto en Europa del Este, es profesor en Oxford y en Stanford (EE UU). Si a esto se le une que el suyo es uno de los estilos más transparentes, rigurosos y bienhumorados del panorama intelectual de nuestro tiempo, su colección de ensayos y reportajes es una garantía de sugerencia y pensamiento libre.
A riesgo de sonar a sinergético, sus artículos semanales en este periódico bien valen un euro veinte.
Aunque marcado por los atentados de Nueva York, el libro incluye una aproximación a la película La vida de los otros que es mucho más que una anécdota: el propio Garton Ash fue espiado por la Stasi durante sus años de estudiante en Berlín. Lo contó magistralmente en El expediente (Tusquets).
Hablando de la película, el historiador escribió hace dos años que, por contraste con la posguerra, hoy los alemanes tenían mejor protegida su privacidad que los británicos. Algunos le acusaron de tremendista. Murdoch ha terminado dándole la razón.
- El hueco del World Trade Center. "El siglo XXI nació sin anestesia", dice la periodista Ana Pastor en el prólogo a Nueva York, 8:45 A. M. (Errata Naturae), una antología de reportajes y artículos plagada de premios Pulitzer que, tesela a tesela, completa un mosaico que va del 11-S a la muerte de Bin Laden pasando por Afganistán e Irak, Bush y Obama, Washington y Guantánamo.
Lo firman nombres como Bob Woodward, Judith Miller o Amy Goldstein.
El arranque en vivo del siglo vio también cómo el periodismo tradicional se veía sacudido por la contribución de una fuente inédita y, por momentos, inagotable: WikiLeaks. También en septiembre, Seix Barral recupera Underground, una historia particular del ciberactivismo escrita en los años noventa por Julian Assange y Suelette Dreyfus. En una nota a la edición española Dreyfus se pregunta: "¿Hemos alcanzado un momento en que solo los curiosos y los imprudentes podrán salvarnos del Estado vigilante y del Estado secreto?"
- Imperialismos. Como todo imperio tiene su antiimperialista, ahí está Noam Chomsky (RBA) con su particular contribución al análisis de la política mundial a partir de los atentados contra las Torres Gemelas.
Como la historia explica muchas veces lo que la actualidad no alcanza a explicarse, Jane Burbank y Frederick Cooper publican Imperios (Críticas), de Roma a Estados Unidos pasando por China o la Unión Soviética, un caso este, a cuyo declive dedicó David Remnick, director de The New Yorker y biógrafo de Obama, su crónica La tumba de Lenin, que aparecerá en Debate.
- Primavera árabe, otoño español. La primera revolución democrática del mundo árabe, la acontecida en Túnez, ya tiene quien la explique: Sami Naïr, que publica simultáneamente en árabe, francés y español La lección tunecina (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), un libro tejido con entrevistas a los que encendieron una llama que todavía sigue encendida. De algo más al este llegan los relatos de un clásico vivo, el cairota Alaa Al Aswany, opositor a Mubarak y autor del celebérrimo El edificio Yacobián. Su libro Deseo de ser egipcio (Mondadori) reúne una serie de cuentos que las autoridades de su país rechazaron con el argumento de que contienen "opiniones subversivas al tiempo que se burlan de los valores de la sociedad egipcia, el Estado y la Patria".
- El resto es literatura.
La actualidad, la historia y la memoria mandan en el otoño casi tanto como eso que llaman "los mercados".
De las tres cosas hay en Esperanza (Roca), la crónica biográfica en la que Jesús María Santos retrata a Esperanza Pérez, una española de Cuba que terminó viendo cómo su hijo engrosaba la lista de los desaparecidos en la Argentina en la dictadura militar.
Por lo demás, una de las mesas de novedades más poblada será la de los ensayos literarios con Juan Benet (Lumen), Umberto Eco (Debate), Zadie Smith (Salamandra), Orhan Pamuk (Mondadori) o T. S. Eliot (Lumen). Además, un inédito inesperado: el Diario anónimo escrito por José Ángel Valente entre 1959 y 2000 (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).
Por el lado de la imaginación, el otoño verá llegar a las librerías los cuentos completos de Antonio Muñoz Molina (Seix Barral), Manuel Rivas (Alfaguara) y, en 2.500 páginas y tres tomos, los de Pirandello (Nórdica).
También relatos -Carolina Grau- publicará Carlos Fuentes, que hace doblete con el monumental volumen La gran novela latinoamericana (Alfaguara), un panorama que va de los tiempos de la conquista a Juan Gabriel Vásquez. Sin olvidarse, por supuesto, del boom de los años 60.
"Nosotros queríamos contar lo que la historia no había contado", dice el escritor mexicano refiriéndose a su generación. "Los autores que vinieron luego ya no tenían esa pretensión". Algunos, no obstante, todavía la conservan.
Y llegan en septiembre.
La intrahistoria de la era Obama -a unos meses de las elecciones estadounidenses- y nuestras tragedias laborales -a unas semanas de las españolas- alternan en la parrilla editorial en el mes en que se conmemora el décimo aniversario del 11-S, aquel martes en que el mundo supo trágicamente que la historia no había terminado en 1989 en Berlín.
- La novela del mes. Si la literatura fuera como el fútbol Libertad (Salamandra), de Jonathan Franzen, sería uno de esos partidos del siglo que se juegan cada cierto tiempo. Cuando esta novela de 600 páginas se publicó en Estados Unidos hace un año la revista Time le dedicó la portada a su autor, algo que solo habían conseguido escritores como Joyce, Nabokov o Salinger. En su caso, además, el titular era rotundo: "El gran novelista americano".
El hecho de que Obama se interesara por el libro antes de su aparición ya había puesto bajo los focos a un narrador que atesoraba dos medallas: el National Book Award por su novela anterior, Las correcciones (Seix Barral), y haber rechazado la invitación para salir en el programa de televisión de Oprah Winfrey. Para algunos Libertad es la primera novela del siglo XXI.
Para otros, la última del XIX. Los primeros se basan en su contenido: la historia de una familia de Minnesota que con el cambio de milenio pasa de acercarse al ideal para convertirse en una fábrica de sospechas. Los segundos, entretanto, subrayan un modo de narrar ese contenido que acerca a Franzen a autores como Tolstoi, Dickens o Balzac. Para ambos, la novela como género sigue siendo la historia privada de las naciones. En este caso, la más poderosa del planeta. Un lugar en ocasiones ideal, sospechoso en otras.
- La confesión del año.
Tan voluminosa, y tan ambiciosa, como la novela de Franzen es otra de las grandes apuestas del nuevo curso: Yo confieso (Destino), de Jaume Cabré.
Si la duda en el caso del estadounidense, que cambia de editorial, es si los lectores españoles responderán tan bien como sus compatriotas, en el caso del autor catalán, y en catalán, lo es si este relato de formación servirá para que se conozca en toda España la obra de un autor traducido a casi 20 lenguas -es uno de los tesoros de la alemana Surkamp- y que ha ganado casi todos los premios, entre ellos el prestigioso Méditerranée a la mejor obra extranjera publicada en Francia en 2004.
- Días laborables. Uno de los jóvenes autores españoles que mejor ha sabido armonizar la ambición en la forma y la contundencia en los temas, la historia de la vida privada y la de la vida pública, es Isaac Rosa, autor en 2004 de El vano ayer, una de las grandes obras sobre el antifranquismo. En septiembre, Rosa publicará su cuarta novela, La mano invisible (Seix Barral), una aproximación desde la ficción al mundo laboral que podría tener su cara testimonial en El muelle de Ouistreham (Anagrama), de Florence Aubenas. En su reportaje, la periodista francesa narra su experiencia durante los días de 2007 en que, tras estallar la crisis, se inscribió en el paro poder contar desde dentro el cruce de explotaciones y humillaciones a las que son sometidos muchos trabajadores. Los de la limpieza, por ejemplo. Como ella.
- Francia, a lo suyo. Hay, no obstante, otra Francia y casi toda estará en Anagrama, que desembarca apostando por nuestros vecinos (Beigbeder, Roudinesco). La estrella más rutilante es Michel Houellebecq con El mapa y el territorio, novela ganadora del último premio Goncourt después de que el autor de Las partículas elementales despotricara durante años contra el galardón. Al final se lo llevó con su ácido retrato del mundo del arte contemporáneo en el que él aparece como personaje: "Un autor agradable de leer", escribe de sí mismo.
- Una década sin nombre. Los hechos son subversivos (Tusquets), es el título del nuevo libro de Timothy Garton Ash. Su subtítulo: Ideas y personajes para una década sin nombre.
Esa década es la que empezó en 2000 y quedó marcada un año después por los atentados del 11-S. El historiador británico, experto en Europa del Este, es profesor en Oxford y en Stanford (EE UU). Si a esto se le une que el suyo es uno de los estilos más transparentes, rigurosos y bienhumorados del panorama intelectual de nuestro tiempo, su colección de ensayos y reportajes es una garantía de sugerencia y pensamiento libre.
A riesgo de sonar a sinergético, sus artículos semanales en este periódico bien valen un euro veinte.
Aunque marcado por los atentados de Nueva York, el libro incluye una aproximación a la película La vida de los otros que es mucho más que una anécdota: el propio Garton Ash fue espiado por la Stasi durante sus años de estudiante en Berlín. Lo contó magistralmente en El expediente (Tusquets).
Hablando de la película, el historiador escribió hace dos años que, por contraste con la posguerra, hoy los alemanes tenían mejor protegida su privacidad que los británicos. Algunos le acusaron de tremendista. Murdoch ha terminado dándole la razón.
- El hueco del World Trade Center. "El siglo XXI nació sin anestesia", dice la periodista Ana Pastor en el prólogo a Nueva York, 8:45 A. M. (Errata Naturae), una antología de reportajes y artículos plagada de premios Pulitzer que, tesela a tesela, completa un mosaico que va del 11-S a la muerte de Bin Laden pasando por Afganistán e Irak, Bush y Obama, Washington y Guantánamo.
Lo firman nombres como Bob Woodward, Judith Miller o Amy Goldstein.
El arranque en vivo del siglo vio también cómo el periodismo tradicional se veía sacudido por la contribución de una fuente inédita y, por momentos, inagotable: WikiLeaks. También en septiembre, Seix Barral recupera Underground, una historia particular del ciberactivismo escrita en los años noventa por Julian Assange y Suelette Dreyfus. En una nota a la edición española Dreyfus se pregunta: "¿Hemos alcanzado un momento en que solo los curiosos y los imprudentes podrán salvarnos del Estado vigilante y del Estado secreto?"
- Imperialismos. Como todo imperio tiene su antiimperialista, ahí está Noam Chomsky (RBA) con su particular contribución al análisis de la política mundial a partir de los atentados contra las Torres Gemelas.
Como la historia explica muchas veces lo que la actualidad no alcanza a explicarse, Jane Burbank y Frederick Cooper publican Imperios (Críticas), de Roma a Estados Unidos pasando por China o la Unión Soviética, un caso este, a cuyo declive dedicó David Remnick, director de The New Yorker y biógrafo de Obama, su crónica La tumba de Lenin, que aparecerá en Debate.
- Primavera árabe, otoño español. La primera revolución democrática del mundo árabe, la acontecida en Túnez, ya tiene quien la explique: Sami Naïr, que publica simultáneamente en árabe, francés y español La lección tunecina (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), un libro tejido con entrevistas a los que encendieron una llama que todavía sigue encendida. De algo más al este llegan los relatos de un clásico vivo, el cairota Alaa Al Aswany, opositor a Mubarak y autor del celebérrimo El edificio Yacobián. Su libro Deseo de ser egipcio (Mondadori) reúne una serie de cuentos que las autoridades de su país rechazaron con el argumento de que contienen "opiniones subversivas al tiempo que se burlan de los valores de la sociedad egipcia, el Estado y la Patria".
- El resto es literatura.
La actualidad, la historia y la memoria mandan en el otoño casi tanto como eso que llaman "los mercados".
De las tres cosas hay en Esperanza (Roca), la crónica biográfica en la que Jesús María Santos retrata a Esperanza Pérez, una española de Cuba que terminó viendo cómo su hijo engrosaba la lista de los desaparecidos en la Argentina en la dictadura militar.
Por lo demás, una de las mesas de novedades más poblada será la de los ensayos literarios con Juan Benet (Lumen), Umberto Eco (Debate), Zadie Smith (Salamandra), Orhan Pamuk (Mondadori) o T. S. Eliot (Lumen). Además, un inédito inesperado: el Diario anónimo escrito por José Ángel Valente entre 1959 y 2000 (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores).
Por el lado de la imaginación, el otoño verá llegar a las librerías los cuentos completos de Antonio Muñoz Molina (Seix Barral), Manuel Rivas (Alfaguara) y, en 2.500 páginas y tres tomos, los de Pirandello (Nórdica).
También relatos -Carolina Grau- publicará Carlos Fuentes, que hace doblete con el monumental volumen La gran novela latinoamericana (Alfaguara), un panorama que va de los tiempos de la conquista a Juan Gabriel Vásquez. Sin olvidarse, por supuesto, del boom de los años 60.
"Nosotros queríamos contar lo que la historia no había contado", dice el escritor mexicano refiriéndose a su generación. "Los autores que vinieron luego ya no tenían esa pretensión". Algunos, no obstante, todavía la conservan.
Y llegan en septiembre.
8 ago 2011
La última locura de Terenci Moix
Berenice traducirá al castellano 'Sadístico, esperpéntico e incluso metafísico', que el escritor publicó en 1976 pero que la censura había tumbado en 1967 .
Joan Manuel Forcadella, romántico joven de buena familia catalana, intenta huir de una sociedad que al parecer no comprende muy bien, entre otras cosas, su sexualidad, la de un chico cada vez más alejado de la realidad, en concomitancia con su emergente y cada vez más compulsivo onanismo.
El viaje estará salpicado de una iconografía cinéfila y teatral notable y de una dura carga contra los anquilosados valores de la burguesía barcelonesa de los años 60 del siglo pasado.
Esa es, a grandes rasgos, la loca trama de Sadístico, esperpéntico e incluso metafísico, rocambolesco título de una novela que Terenci Moix (1942-2003) publicó en catalán en 1976 y hoy difícil de encontrar, inédita hasta la fecha en castellano y que este otoño la editorial cordobesa Berenice verterá a esta lengua.
El escritor Juan Bonilla, que trabaja también en una biografía del escritor barcelonés, es el encargado de la traslación de una obra bastante prototípica del autor de No digas que fue un sueño.
Moix creó Sadístico... en realidad, en 1967, pero la censura la vetó, por lo que la reescribió por completo en 1975.
Al año siguiente ganaba con ella el premio Joan Estelrich.
Ese lapso temporal en su realización permite que esta novela de apenas 200 páginas y publicada por Dopesa en 1976 contenga todas las obsesiones y recursos del futuro popular escritor que acabaría siendo Ramón Moix Messeguer.
Así, el protagonista parece un personaje más evolucionado del protagonista de Onades sobre una roca deserta (1969, premio Josep Pla), que junto a La torre dels vicis capitals (1968) y El dia que va morir Marilyn (1969) formaron el polémico tríptico creativo con el que Moix explotó en las letras catalanas.
Sadístico... se gestó en ese contexto, y compartía con él la voluntad polémica y un cierto regusto temático, como el del joven que huye de una sociedad que le acogota en lo personal (especialmente, en todo lo relacionado con el sexo y la homosexualidad) y en lo sociocultural y lo religioso, por más que nunca acabe saliendo muy airoso de esa escapada. Era un poco un retrato psicológico de él mismo.
El caldo de cultivo estilístico también es parejo: son obras con cierta estética y valores pop y clara tendencia a lo recargado, barroquismo y afectaciones que en algunos casos son extremos.
Y la crítica del momento se lo hizo notar, al destacar estilísticamente más los relatos que publicó ese mismo año bajo el título La caiguda de l'imperi sodomita i altres històries herètiques que la novela.
La carga cáustica contra la clase media-alta de la gris Barcelona de los 50 y 60, otra línea latente de Sadístico..., acabaría siendo un leit-motiv de la producción literaria de Moix, que culminaría en El sexe dels àngels (1992), otra novela anterior en el tiempo que reelaboró (premios Ramon Llull y Lletra d'Or) y que sería su enésima ácida sátira de la intelectualidad y las clases bienpensantes catalanas de los 60.
Provocación inteligente. O sea, Terenci en estado puro.
Joan Manuel Forcadella, romántico joven de buena familia catalana, intenta huir de una sociedad que al parecer no comprende muy bien, entre otras cosas, su sexualidad, la de un chico cada vez más alejado de la realidad, en concomitancia con su emergente y cada vez más compulsivo onanismo.
El viaje estará salpicado de una iconografía cinéfila y teatral notable y de una dura carga contra los anquilosados valores de la burguesía barcelonesa de los años 60 del siglo pasado.
Esa es, a grandes rasgos, la loca trama de Sadístico, esperpéntico e incluso metafísico, rocambolesco título de una novela que Terenci Moix (1942-2003) publicó en catalán en 1976 y hoy difícil de encontrar, inédita hasta la fecha en castellano y que este otoño la editorial cordobesa Berenice verterá a esta lengua.
El escritor Juan Bonilla, que trabaja también en una biografía del escritor barcelonés, es el encargado de la traslación de una obra bastante prototípica del autor de No digas que fue un sueño.
Moix creó Sadístico... en realidad, en 1967, pero la censura la vetó, por lo que la reescribió por completo en 1975.
Al año siguiente ganaba con ella el premio Joan Estelrich.
Ese lapso temporal en su realización permite que esta novela de apenas 200 páginas y publicada por Dopesa en 1976 contenga todas las obsesiones y recursos del futuro popular escritor que acabaría siendo Ramón Moix Messeguer.
Así, el protagonista parece un personaje más evolucionado del protagonista de Onades sobre una roca deserta (1969, premio Josep Pla), que junto a La torre dels vicis capitals (1968) y El dia que va morir Marilyn (1969) formaron el polémico tríptico creativo con el que Moix explotó en las letras catalanas.
Sadístico... se gestó en ese contexto, y compartía con él la voluntad polémica y un cierto regusto temático, como el del joven que huye de una sociedad que le acogota en lo personal (especialmente, en todo lo relacionado con el sexo y la homosexualidad) y en lo sociocultural y lo religioso, por más que nunca acabe saliendo muy airoso de esa escapada. Era un poco un retrato psicológico de él mismo.
El caldo de cultivo estilístico también es parejo: son obras con cierta estética y valores pop y clara tendencia a lo recargado, barroquismo y afectaciones que en algunos casos son extremos.
Y la crítica del momento se lo hizo notar, al destacar estilísticamente más los relatos que publicó ese mismo año bajo el título La caiguda de l'imperi sodomita i altres històries herètiques que la novela.
La carga cáustica contra la clase media-alta de la gris Barcelona de los 50 y 60, otra línea latente de Sadístico..., acabaría siendo un leit-motiv de la producción literaria de Moix, que culminaría en El sexe dels àngels (1992), otra novela anterior en el tiempo que reelaboró (premios Ramon Llull y Lletra d'Or) y que sería su enésima ácida sátira de la intelectualidad y las clases bienpensantes catalanas de los 60.
Provocación inteligente. O sea, Terenci en estado puro.
Debatido en la alegoría de los labios que tan ingenuamente besamos
Debatido en la alegoría de los labios que tan ingenuamente besamos
o en la usurpación de astros que decaen asfixia en un rumor de entrañas
cuando la húmeda, enloquecida sensación es la avispa posada
en el pétalo encarnado de la coyuntura flor
edénicas piromanías en que se resuelven los densos salivazos
biliosas golosinas fluyen surtidor de amargos corales al gimoteo mortecino,
tus pechos entregados como arcos melancólicos
venenosa anatomía de verbal diferimiento, en la gruta aérea el esperpento
que no existe es la locura, como refinada matriz que el fango de la vida pervierte
son tus dedos, pardos felinos que la noche amanta
de toda realidad proscritos y a una fantasía esclavizados
al trémulo peaje de las caricias que resultan flechas en el arma de un París oscurecido
el coito decapitado, las nupcias enfermas, las opacas marismas excitadas,
la espiral venérea y toda constelación enajenada paisaje que yace mintiendo
las propiedades luminosas de aquella dulce, terrible verdad de tu cuerpo
harto ya de su interminable excitación en lo irreal.
j.m.lecumberri
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