Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

11 jul 2011

El triple viaje de Antígona

Mérida acoge tres adaptaciones de la obra de Sófocles, protagonizadas por Bebe, Anna Allen y Marta Etura .
En 1910 el arqueólogo José Ramón Mélida descubrió que en Mérida, bajo las tierras donde pastaban unas ovejas, había un teatro romano, anterior a nuestra era.
Las propias piedras donde se sentaban a merendar los pastores por la zona en la que llevaban los rebaños, conocidas como las siete sillas, eran a modo de iceberg, lo que asomaba de un grandioso teatro para 5.000 espectadores.
 Así nació la etapa contemporánea de este espacio que tuvo un redescubrimiento para la escena gracias a la gran actriz Margarita Xirgu, en 1931, cuando estando de gira paró en Mérida a repostar gasolina y bajó del coche a estirar las piernas.
 Sus ojos se clavaron en aquel espacio que ya se había excavado y comenzó a gritar y dar saltos como solo lo pudo hacer Rodrigo de Triana al descubrir tierra en el primer viaje a América: "¡Un teatro!, ¡un teatro!, ¡un teatro!...".
 Puso todo su empeño en devolver aquellas piedras a su uso primigenio, cosa que consiguió en 1933 con Medea, en versión de Unamuno, quien asistió al estreno junto a Manuel Azaña, presidente de la II República.












"Hoy vemos su misma tragedia en muchos conflictos", explica Allen


Así nació en Festival de Mérida, solo interrumpido de 1939 a 1953, y especializado en temática grecolatina, ya sea escrita en el periodo clásico o por autores que se han inspirado en estas obras a las que han dado un nuevo aliento.






Desde entonces todas las heroínas griegas han desfilado por ese espacio.
Este año lo hace por partida triple Antígona, la trágica que creara Sófocles (496- 406 a.C.), ciudadano de Atenas, poeta, estratega, tesorero del Imperio, actor y hombre de gran popularidad entre sus conciudadanos, quien vivió uno de los momentos más convulsos y apasionantes de la historia antigua.
 Antígona ha pasado a la historia como una de las obras del periodo grecolatino más bellas e impresionantes.
 De hecho son muchas las voces, como la de George Steiner, que sostienen que es la más excelente de las tragedias griegas, mientras Hegel llegó a afirmar que en Antígona se encuentra la pugna entre las esferas humana y divina, la de la familia y la del Estado.





El Festival de Mérida no recibió a esta heroína en el Teatro Romano hasta 1971 que llegó con dirección de José Luis Alonso y María Fernanda D'Ocón como Antígona, papel que repitió varias veces en su vida y con el que volvió a Mérida en 2003, bajo la dirección de Eusebio Lázaro y en versión de Jean Anouilh. Otras antígonas fueron Ana Marzoa (1983 dirigida por Santiago Paredes), Silvia Munt (1986 con Joan Ollé y versión de Salvador Espriu), Julieta Serrano (1988 con María Ruiz y versión de Martín Elizondo), Victoria Vera (1992 con Alfredo Castellón y texto de María Zambrano), Blanca Apilánez (1996 con versión y dirección de Francisco Suárez), una impresionante versión coreógrafica del Bolshoi de Moscú en 1997 y la última de 2007 con Clara Badiola, (Esteve Ferrer el director) y una versión de Miguel Murillo, el mismo dramaturgo que el pasado viernes estrenó Antígona en el Teatro Romano de Mérida (donde permanecerá hasta el día 17), espectáculo con el que se ha abierto la 57 edición del Festival Mérida.
 El montaje cuenta con una popular cantante, que antes que nada fue actriz, Bebe, quien se enfrenta a un soberbio Creonte, el actor Helio Pedregal.





"Antígona representa a ese animal que todos tenemos dentro, a los instintos más básicos, más importantes y desnudos, simboliza a cada una de las mujeres que hay en nuestro interior y no sabemos cómo sacarla, pero todas tenemos esa fuerza ahí", señala de este personaje que le recuerda ciertos valores, que tiene presentes: "Pero está bien que los recordemos cada día, este personaje me hace crecer, evolucionar, Antígona me ha dado una collejita para que no se me olviden ciertas cosas". La actriz se sorprendió mucho de que le hicieran esta propuesta: "Acepté porque era un personaje como el que es y encima era aquí", dice en referencia a Mérida, ciudad en la que se ha criado muchos años. De hecho venía con sus padres de pequeña al Teatro Romano y dice de lo que cree que es su primer recuerdo sobre Antígona: "Creo que vi una con Juan Luis Galiardo, pero no recuerdo cuándo", señala Bebe en clara referencia a la que vio en 1996 (con 17 años), que al igual que en la que ella participa, se situaba en la Guerra Civil española y Galiardo-Creonte era un falangista, de la misma manera que Pedregal es un rudo militarote.






"Para mí Antígona es una tipa que tiene muy claro lo que quiere, que no es otra cosa que cuidar a su hermano hasta el último momento, darle lo que se merece, por encima de cualquier mamarrachada que le digan los que mandan, porque lo que ella quiere está por encima del poder", señala la actriz quien para salir a escena se despoja de piercingsy pendientes en los labios "Antígona no llevaba estas cosas y me lo quito todo".






La segunda Antígona que transitará por este espacio, que los actores coinciden en señalar que está lleno de una energía especial que ellos sienten casi hasta electrizarles, es Anna Allen, que tendrá como partenaire escénico al popular actor Chete Lera como Creonte. Será en Antígona del siglo XXI con dirección de Emilio del Valle, quien en su versión nos ha situado a la heroína en espacios del aquí y ahora: "Es una mujer que entonces y ahora representa lo mismo, los valores del corazón , la dignidad..., es una mujer comprometida con lo que siente, y eso es muy hermoso", señala Allen quien sostiene que hoy hay antígonas por cualquier sitio: "Estamos rodeados, mi propia madre es una antigonaza de narices; de ahí que la idea de ofrecer tres antígonas muy distintas, de tres épocas distintas, sea muy atractiva, porque los conflictos que plantea son universales", apunta esta joven actriz que señala que ella representa a una chica muy joven con una gran tragedia encima.






"Hoy esa tragedia se vislumbra en muchos conflictos, la lucha de viejos contra jóvenes, contra el poder, mujeres contra hombres, también se podría hacer una Antígona futurista, aunque espero que para entonces hayamos evolucionado tanto que tengamos estos conflictos resueltos y seamos tolerantes, comprensivos y no hubiera lugar para que Antígona tropezase con tantos muros". Para Allen esta inmersión en el personaje ha sido todo un viaje: "Bufff...., estoy en pleno viaje, es un viaje al corazón, un viaje salvaje, asilvestrado, profundo, me ha movido entera, ya sabía que hacer esta tragedia tan bestia, gratis no podía ser, te hace plantearte si eres valiente, si hablas claro, si te has rodeado de las antígonas que quieres, si cuidas a los que quieres...", concluye la actriz.






La tercera Antígona, que cierra la edición del festival de 2011, tiene al igual que Allen, poca experiencia como actriz de teatro, aunque ha hecho dos proyectos ambiciosos, Despertares y celebraciones con Cristina Rota y Hamlet, en el papel de Ofelia, con Juan Diego Botto. Pero en cine está considerada como una de los rostros más potentes e interesantes de la filmografía española. Marta Etura estará con la Antígona versionada por Ernesto Caballero, muy fiel a Sófocles, del 11 al 28 de agosto. Ha sido elegida por el prestigiado director mexicano Mauricio García Lozano, lo que supone poder descubrir a este joven talento en nuestro país. Como Creonte está uno de nuestros actores más internacionales, Antonio Gil Martínez (protagonista de obras de Peter Brook, Simon McBurney y su mítico Théâtre de la Complicité...) y el montaje además cuenta con la sorpresa de que tendrá a Blanca Portillo interpretando al visionario Tiresias, un trabajo por el que no ha querido cobrar nada, ya que es un regalo que ofrece a Mérida y no oculta que a ella misma, que se considera actriz y le cuesta estar mucho tiempo sin interpretar.






"Mi personaje simboliza la lucha del individuo frente a la sociedad, la lucha de las generaciones jóvenes contra las viejas, la lucha de la naturaleza y del poder del hombre...., tantas cosas", dice Etura, mientras se queda pensativa y añade "es espeluznante, se escribió hace 2.500 años y es terriblemente actual, da mucho que pensar, habla mucho del comportamiento humano". La actriz, que ganó un Goya no hace mucho ( premio al que ha sido candidata en varias ocasiones) por su trabajo en Celda 211, concluye que hoy las antígonas están en muchas partes: "Allí donde la mujer lucha porque en nuestra sociedad tengamos lo mejor, que pelea por la igualdad, por un mundo más positivo, de Antígona me encanta su inamovible integridad, sus valores, tan potentes que los defiende hasta la muerte". También la actriz cree que el hombre se sitúa más en la búsqueda del poder político, social y la mujer busca el poder afectivo: "Pero en esa lucha ambos tienen culpa, y muchas veces la mujer es víctima, pero también muchas veces es colaboradora", dice Etura a la que le encanta el teatro: "es donde más te entregas y donde menos cobras".






Desde el principio tuvo claro que tenía que hacer este trabajo: "Costara lo que costara, la Antígona de Sófocles tiene una fuerza tan brutal, además hay algo maravilloso en ella ya que lucha por lo que cree que hay que luchar, pero al tiempo asume todas las consecuencias de su acción... cuando hay una guerra, una circunstancia de crispación, surge el ser humano que quiere vivir y ser alguien normal, junto al que asume un compromiso, el que quiere luchar por algo y asume las consecuencias de sus actos. A nivel antropológico me resulta muy interesante, porque estamos hablando de algo de hace 2.500 años, pero que forma parte de mi naturaleza, de nuestra naturaleza", concluye.






A pesar de todas estas antígonas, Blanca Portillo, como directora del festival, es consciente de que la tradición en esta muestra es que haya una comedia.
 Y la costumbre no se la podía saltar así como así, por lo que ha querido que siga siendo el universo de la mujer el que también traiga la sonrisa y ha programado un montaje de La Asamblea de las mujeres, con dirección de Laila Ripoll (del 27 de julio al 7 de agosto).



La muestra emeritense además ofrece otrs espectáculo y actividades, como la exposición Camerinos del fotógrafo Sergio Parra que se puede ver en diferentes espacio de Mérida.

10 jul 2011

¡Felices 65 años... biquini!

Un ingeniero diseñó el bañador de dos piezas que popularizó Ursula Andress

 Bajo la lava y las cenizas del Vesubio que petrificaron la ciudad romana de Pompeya apareció exuberante una escultura de Venus en biquini. Y entre los mosaicos que aún cubren los suelos de la villa romana del Casale, en Sicilia, hay un grupo de mujeres que juegan a la pelota con el traje de baño de dos piezas que no parecía escandalizar a la civilización hace 1.700 años pero sí revolucionó el planeta hace 65. El 5 de julio de 1946, París asistió con horror a la presentación oficial del biquini. Fue durante un concurso de belleza. El ingeniero Louis Reard, que competía con el modisto francés Jacques Heim por diseñar "el bañador más pequeño del mundo", consiguió convencer a la stripper Micheline Bernardini para lucir el modelo, donde la visión de su ombligo provocó un cataclismo. De ahí el nombre con el que Reard decidió patentar el invento dos semanas después: el atolón de las islas Biquini había sido escenario de las primeras pruebas nucleares realizadas por EE UU tras la II Guerra Mundial.




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Y el bañador de dos piezas dio tanto que hablar como aquello.
No es que Reard descubriera la pólvora: el que había diseñado Heim ya se había visto en las playas francesas bajo el nombre de átomo y desde los años treinta las estrellas de Hollywood ya se habían dejado ver con el dos piezas.
Pero el ombligo, hasta entonces, había sido un elemento visual completamente tabú. La nueva prenda y lo que dejaba al descubierto fue calificada de "ofensiva", pero en el fondo gustaba. Reard, que había heredado una empresa de lencería de su madre, lo rediseñó para que fuera más recatado y pronto comenzó a vender.
No obstante, en España, Italia y Portugal fue inmediatamente prohibido por la Iglesia e incluso los franceses, los más progres de la década de los cuarenta, le pusieron pegas.
 Hubo que esperar a que la diosa de aquel entonces, Brigitte Bardot, hiciera su aparición en biquini en la célebre Y Dios creó a la mujer en 1956 para que el mundo comenzara a enloquecer por el biquini y las mujeres, a reivindicarlo.
 Después llegó Ursula Andress emergiendo del agua en una playa con un biquini en el filme 007 contra contra el Dr. No, el primero de la saga de James Bond, y ya no hubo vuelta atrás: comenzaba la década de los sesenta y, con ella, la revolución sexual. La prenda se convirtió en el emblema de la liberación femenina, "en el símbolo de la libertad" como aseguraba en la BBC Kelly Killoren Bensimon.

Busco....

Busco de nuevo la poesía.
La tenía casi abandonada.
Indómita, tú, la musa
Lentamente me acelera.
Fríamente me acalora,
sabiéndome mil veces leído,
frenéticamente escuchado
en la muda voz de mis versos,
acariciado, en las redondeces
de mis vocales, entretejidas
en urdimbre de consonantes,
por los azules de tus ojos.
Busco de nuevo la poesía,
y si no amarro la imaginación
volveré a volverme loco
soñando con tus alas pintadas,
sencillas de altivez, encaramadas
sobre las piedras y las olas,
volando lentas por los cielos.
Lentamente me acelera
este vivir sinvivir entre islas
en el que cada puerto de llegada
se debate entre nuestros puertos.
Años de oculta y silente ausencia,
arqueología de sueños y quereres.
Volveré a volverme loco
viviendo este mundo deshabitado,
morada de los tristes espíritus,
que me persigue, discreto,
ocultándome con sus velos
a los azules de los ojos,
buscada y perseguida, de la musa.
La mariposa vuela.
Se separa.
Se ha apasionado.
Ama, la hieren.
Va descreyendo
en los quereres.
Yo soy infeliz.
No sé qué busca,
si ella y yo
nos hemos elegido.
No sé qué vana lucha
emprende a veces
por desamar
lo amado,
cambiando nostalgias,
si disfrutó ambos.
No sé, si no se rinde
a los besos incumplidos,
a las caricias extensas,
inseguras e inciertas,
ilógicas en su lógica.
La mariposa vuela.
Yo espero volar.
Esparcirme en sueños,
llegar a los labios
jamás recibidos.
Esparcirme y volar
sin prisas ni tiempo
-tras la muerte-
a donde me lleve
y arrecien los vientos.