Busco de nuevo la poesía.
La tenía casi abandonada.
Indómita, tú, la musa
Lentamente me acelera.
Fríamente me acalora,
sabiéndome mil veces leído,
frenéticamente escuchado
en la muda voz de mis versos,
acariciado, en las redondeces
de mis vocales, entretejidas
en urdimbre de consonantes,
por los azules de tus ojos.
Busco de nuevo la poesía,
y si no amarro la imaginación
volveré a volverme loco
soñando con tus alas pintadas,
sencillas de altivez, encaramadas
sobre las piedras y las olas,
volando lentas por los cielos.
Lentamente me acelera
este vivir sinvivir entre islas
en el que cada puerto de llegada
se debate entre nuestros puertos.
Años de oculta y silente ausencia,
arqueología de sueños y quereres.
Volveré a volverme loco
viviendo este mundo deshabitado,
morada de los tristes espíritus,
que me persigue, discreto,
ocultándome con sus velos
a los azules de los ojos,
buscada y perseguida, de la musa.
La tenía casi abandonada.
Indómita, tú, la musa
Lentamente me acelera.
Fríamente me acalora,
sabiéndome mil veces leído,
frenéticamente escuchado
en la muda voz de mis versos,
acariciado, en las redondeces
de mis vocales, entretejidas
en urdimbre de consonantes,
por los azules de tus ojos.
Busco de nuevo la poesía,
y si no amarro la imaginación
volveré a volverme loco
soñando con tus alas pintadas,
sencillas de altivez, encaramadas
sobre las piedras y las olas,
volando lentas por los cielos.
Lentamente me acelera
este vivir sinvivir entre islas
en el que cada puerto de llegada
se debate entre nuestros puertos.
Años de oculta y silente ausencia,
arqueología de sueños y quereres.
Volveré a volverme loco
viviendo este mundo deshabitado,
morada de los tristes espíritus,
que me persigue, discreto,
ocultándome con sus velos
a los azules de los ojos,
buscada y perseguida, de la musa.
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