Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 jun 2011

Cruz y cara MANUEL RIVAS

Aquel crucifijo me acompañó durante años.
El de la escuela.
Detrás del maestro, en el centro iconográfico, el retrato de El Generalísimo, imbuido de poder presencial, con capa de gran cuello de piel y un bastón de mando. Arriba, el Cristo en la cruz.
Cuando evitabas la cara del instructor, te encontrabas con las dos imágenes.
 La de un césar victorioso, intemporal e incluso alto, tal como lo había fotografiado Ángel Jalón, en 1944.
Y la del Ecce Homo, un cuerpo desnudo y torturado, con esa verdad dura, táctil, que el bronce transmite a la mirada.
 ¿Qué relación había entre aquellos iconos? La mente infantil, de forma inconsciente, establecía un nexo causal entre la fría jactancia de uno y el tormento del otro.






Una parecida perturbación era la que sentía cuando acompañaba a mi madre a la procesión del Crucificado, en Semana Santa.
Había tal voluntad de estilo en la representación que rayaba el encarnizamiento.
Cristo arrastraba la cruz en la intemperie lluviosa, escoltado por siniestros enmascarados. Un filme de serie negra con banda sonora de tambores redoblantes.
Más que compasión, sentías pánico. ¡Otra vez lo van a matar! Somos lo que recordamos. Y lo que olvidamos. Ahora soy yo el que busca imágenes del Ecce Homo.
 La figura de Cristo reventó el relato literario y el arte del retrato.
 La multitud escupe al héroe.
 El Rey de Reyes es tratado como una piltrafa.
Y ultrapasa la pena que más aterroriza a los mortales: ser abandonado por todos.
La Ascensión le salvó del comercio y las guerras de reliquias.
Pero aun así hubo grandes disputas por la posesión del palo, o astillas, de la Santa Cruz y de las espinas de la corona.
Hay 600 lugares en el mundo que aseguran poseer una de esas sagradas púas.
Si aparece la 601, no me sorprendería que fuese un día de estos en las Cortes valencianas.

10 jun 2011

Z (película)

Jorge Semprún pertenecía a una familia de clase alta. Por parte de su madre, Susana Maura Gamazo (muerta en 1931), era nieto del político conservador Antonio Maura, cinco veces Presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII. Su padre fue el intelectual republicano José María Semprún y Gurrea, profesor y jurista, gobernador civil de provincia al comienzo de la República.
 Por la rama paterna era sobrino-nieto del que fuera alcalde de Madrid y Valladolid Manuel de Semprún y Pombo, del que fuera senador del Reino José María de Semprún y Pombo y de la hermana de los anteriores, Clotilde de Semprún y Pombo (condesa de Cabarrús y vizcondesa de Rambouillet por matrimonio con Cipriano Fernández de Angulo y de Cabarrús).
 Era, por tanto, bisnieto del que fuera senador electo y vitalicio, así como vicecónsul de Portugal, José María de Semprún y Álvarez de Velasco (casado con Carmen Pombo Fernández de Bustamante), sobrino-tataranieto de Juan Pombo Conejo (I Marqués de Casa-Pombo) y primo-segundo del que fuera alcalde de Valladolid entre los años 1957–1961 José Luis Gutiérrez de Semprún.







En 1939, después de la Guerra Civil Española, pasada en La Haya, donde su padre era Embajador de España, su familia se trasladó a París, donde, desde 1941, Jorge cursó estudios de Filosofía en la Universidad de La Sorbona.






Durante la Segunda Guerra Mundial, ocupada Francia por la Alemania nazi, combatió entre los partisanos de la Resistencia, como muchos otros españoles refugiados en Francia después de la Guerra Civil. Se afilió en 1942 al Partido Comunista de España (PCE). En 1943, tras ser denunciado, fue detenido, torturado y posteriormente deportado al campo de concentración de Buchenwald, estancia que marcaría su posterior experiencia literaria y política.[1] De hecho, recogerá en varios de sus libros su trabajo en la administración del campo. Tras su liberación, fue recibido como un héroe en París, donde fijó su residencia.






Su paso por Buchenwald ha sido objeto de una cierta controversia. Su hermano Carlos Semprún Maura, con el que mantuvo una relación difícil a lo largo de su vida, llegó a acusarle de haber sido kapo (kamaraden polizei), como se llamaba a los presos que colaboraban con las autoridades. Esta acusación no está corroborada por ninguna fuente fiable. Stéphane Hessel, que estuvo en Buchenwald, critica la falta de solidaridad de los comunistas del campo con otros presos, pero no hace la menor alusión a que Semprún fuese kapo.[2]






Desde 1945 hasta 1952 trabajó para la UNESCO; en 1952, empezó a trabajar permanentemente para el PCE, llegando a formar parte del Comité Central desde 1954 y del Comité Ejecutivo desde 1956. Dentro del partido, realizó una intensa actividad clandestina en España bajo el alias de Federico Sánchez (entre otros[3] ). Pero tuvo también un papel en la dirección del partido: en 1959 estuvo en Uspenskoye (URSS), con la delegación informada en primer lugar de la dimisión de Dolores Ibárruri (publicada en 1960). En 1962, fue retirado de la actividad clandestina por Santiago Carrillo y sustituido por Julián Grimau.






En 1964 fue expulsado del partido junto con Fernando Claudín por divergencias con respecto a la línea oficial. En 1966, pidió y obtuvo del Ministerio de Gobernación español (el equivalente al actual Ministerio de Interior), a pesar de algunas reticencias de los franquistas, un pasaporte con su nombre oficial. Desde este momento, su actividad se centró en su carrera literaria. Su renuncia coincidió con la publicación en 1963 de El largo viaje, un libro comenzado en Madrid en el período de la clandestinidad (durante una semana de total inactividad por precaución).






No volvería a participar activamente en política hasta que, entre 1988 y 1991, fue nombrado Ministro de Cultura en el gobierno socialista de Felipe González. Inicialmente su nombramiento fue muy criticado, ya que no vivía en España y se dijo que desconocía totalmente el panorama cultural y político del país en que iba a ser ministro. Su estancia en el cargo estuvo marcada por el enfrentamiento con Alfonso Guerra, vicepresidente del gobierno y vicesecretario general del PSOE, tal y como recoge en Federico Sánchez se despide de ustedes.






Contrajo nupcias en 1949 con la actriz Loleh Bellon (de este matrimonio nació Jaime Semprún en 1947, también escritor, fallecido en agosto de 2010) y en segundas nupcias en 1958 con Colette Leloup (padres de Dominique, Ricardo, Pilar, Juan y Pablo).[4]



Falleció en París el 7 de junio de 2011, a los 87 años.[5] [6]

Toda su obra escrita, ya novelas u obras autobiográficas, está fuertemente influida por sus peripecias vitales, en particular su paso por el campo de concentración de Buchenwald (El largo viaje, La escritura o la vida, Aquel domingo, Viviré con su nombre, morirá con el mío). Su expulsión del Partido Comunista queda reflejada en Autobiografía de Federico Sánchez, mientras que Federico Sánchez se despide de ustedes narra el período, entre 1988 y 1991, en que fue Ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González.




Hasta 2003, todas sus obras de ficción habían sido escritas en francés, sólo utilizando el castellano para algunos de sus libros biográficos. En dicho año, se publica la primera novela de Semprún escrita originalmente en castellano, Veinte años y un día.



Ha recibido múltiples premios internacionales (Femina, Formentor, Premio de la Paz de la Feria del Libro de Fráncfort, Jerusalem de Literatura, etc.).



La obra escrita de Semprún no se limita a la literatura, sino que ha desarrollado una amplia carrera como guionista cinematográfico, siendo autor de guiones clásicos del cine francés como Z de Costa-Gavras y Stavisky de Alain Resnais.



Convencido europeísta, ha escrito, a cuatro manos junto al ex Primer Ministro Francés, Dominique de Villepin, el libro El hombre europeo, y ha publicado un volumen recopilatorio de artículos, conferencias y discursos sobre el tema, titulado Pensar en Europa.



También es el autor de la obra de teatro Gurs, una tragedia europea, relativa al campo de refugiados de este nombre y de una versión de Las troyanas.

¡Asombroso! JUAN JOSÉ MILLÁS

El sistema es antisistema por las mismas razones que el ejército es antibelicista: porque para perpetuarse conviene mutar, que es lo que hacen los virus.
No se extrañen ustedes.
La literatura, cuando no es antiliteraria, es un fósil. Todo ello hace del mundo un espectáculo asombroso.
 Los mejores días de la vida son los que se recuerdan como soñados mientras que los mejores sueños poseen la calidad de lo real.
Si Obama ha escogido como asesores económicos a los mismos que acabaron con la economía, es porque conoce bien esta mecánica.
Como se comprobó recientemente en la plaza de Cataluña, en Barcelona, un buen policía antidisturbios debe ser un experto en causarlos, lo mismo que un partido xenófobo ha de llevar en sus listas a varios inmigrantes.
Ahora mismo, la política española, tan desprestigiada, no ha tenido más remedio, para sobrevivir, que volverse antipolítica.
 De ahí que los mismos que roban, por ejemplo, en Valencia, tachen de ladrones a sus adversarios, pongamos por caso, de Toledo. En cuanto a los acusados, carecen o deben fingir que carecen de instrumentos legales para defenderse de unas imputaciones que ponen los pelos de punta al contribuyente.
 No les resulta difícil porque la justicia, que lógicamente es arbitraria, ayuda lo suyo a que la realidad parezca una bacanal.
De ahí que la fiscalía  no haya abierto todavía la boca.
 De una verdad que no admite discusión solemos decir que es "impepinable" como si lo "pepinable" transmitiera alguna enfermedad moral.
Y ya hemos visto que no, que nuestros pepinos están libres de toda sospecha.
 Para sobrevivir a la idea en curso de que la actual forma de hacer política conduce a la nada, el sistema no ha tenido otro remedio que antisistematizarse, y en eso estamos.
Gracias por el espectáculo. ¿Quién iba a decirnos que el mejor modo de votar sería no hacerlo?

Una millonaria indignada

En A Coruña a nadie le llama la atención cruzarse por la calle Real con la mujer más rica de España, dueña de una fortuna que Forbes calcula en unos 3.000 millones de euros. Rosalía Mera Goyenechea (A Coruña, 1944) suele pasear por esa calle, con sus mechas de colores y su ropa moderna, alternativa pero de diseño, siempre sin escolta, camino de la sede de la Fundación Paideia.
La que fue durante dos décadas, hasta 1986, mujer de Amancio Ortega e impulsora, a su lado, del imperio de la moda Inditex (Zara), creó esta institución de apoyo a los discapacitados por amor a su hijo varón, Marcos, nacido con una grave enfermedad congénita.
Y en las cristaleras de la misma sede, en la plaza consistorial de María Pita, escenario del consejo de ministros que llevó a Aznar y a Rajoy a A Coruña después de la marea negra del Prestige, mantuvo colgadas durante mucho tiempo las pancartas de "Nunca Mais", porque fue una de las personalidades que más se significaron contra la gestión de la catástrofe.
Por eso, tampoco es sorprendente que ahora la multimillonaria haya apoyado abiertamente a los indignados.
 Porque Rosalía Mera, que fue niña del barrio obrero de Monte Alto, también ha participado en otras campañas, protestas y concentraciones varias en pro de causas sociales, a favor de las mujeres y en contra de conflictos como la guerra de Irak.



.Rosalía Mera se confiesa progresista.
Le gustan las causas en pro de los menos favorecidos, las ideas novedosas, los emprendedores que buscan abrirse camino en sectores difíciles y ambientes áridos, por eso, a su despacho no cesan de llegarle propuestas de inversión.
 Además de trabajar por la integración social y laboral de los discapacitados, también apoya proyectos artísticos e investigaciones científicas, como la de un fármaco anticancerígeno.
 En los últimos años ha dado su respaldo a firmas biotecnológicas y a productoras de cine gallegas, y cerca de su ciudad dirige un centro de iniciativas empresariales centrado en la producción audiovisual y musical.






La historia, en Galicia, todo el mundo se la sabe. Rosalía Mera empezó en esto de los negocios con su marido. De adolescente, él, nacido en la provincia de León, ya había sido dependiente en La Maja, una pequeña tienda de A Coruña, y después, con su tío y con ella, empezó a mejorar confeccionando batas.
 En los 60, fundaron GOA, y el 15 de mayo de 1975, inauguraron la primera tienda de Zara, también en A Coruña, hoy, junto con el municipio vecino de Arteixo, todavía capital de su imperio mundial. Rosalía Mera se empezó a desvincular de Inditex cuando se divorció de Ortega, pero todavía conserva un 6,69% de la multinacional y alguna propiedad en común con su ex marido.



Ha adquirido numerosos inmuebles en España, pero ella sigue viviendo en A Coruña, acudiendo a sus citas a pie o en taxi, y acudiendo a los bares más populares como cualquier otro vecino de la ciudad.
No es raro encontrársela en Os Belés, un local lleno de gente y música en directo del barrio de Monelos.
Viéndola en un lugar como ése, o en una actividad de su Fundación Paideia, no chocan en absoluto sus declaraciones.
Rosalía Mera puede ser rica, la española más rica, y al mismo tiempo, decirse indignada con lo que, a distancia, la rodea.