Nos hallamos inmersos en un ambiente moral caracterizado por el infantilismo más agudo.
Ello explica los tres falsos debates abiertos en los medios a raíz del reciente ojo por ojo practicado a Bin Laden.
Uno: fue justicia o fue venganza. Para que haya justicia tiene que haber una actuación judicial, una detención y un proceso.
Fue venganza. Es cierto que un juicio de este tipo corría el peligro de provocar a los terroristas; pero los pequeños españoles nos arriesgamos a ello, juzgando a los autores del 11-M. Que no es justicia lo avala ampliamente el hecho de que, aparte de Barack Obama, esgrimen tal argumento los conocidos juristas Bush hijo y Aznar, que le ha mandado un telegrama al sucesor de su amigo.
Dos: si es lícito utilizar cierto tipo de tortura en cierto tipo de casos.
La respuesta es no y nunca.
Aparte de que, en vez de echarle tanto sangriento teatro al asunto, les habría bastado, a esa plana mayor que se mordía las uñas viendo en directo el vídeo de la intervención de sus muchachos, con hacerle un poquito de extorsión al Gobierno paquistaní, buen conocedor de que Bin Laden se escondía en su territorio.
Tres: ¿debemos ver o no las fotos? ¿Herirán estas nuestra sensibilidad? ¿Provocarán las iras de los fanáticos? Hablar de sensibilidad a estas bajuras del asunto me parece francamente obsceno; en cuanto a los fanáticos, bueno, puede que estén ya muy motivados por esa guerra y ocupación de Afganistán que tiene lugar desde hace 10 años, y que se declaró para buscar infructuosamente a Bin Laden; total, para finalizar teniendo que largarse, tras pactar con los talibanes.
Es repugnante.
Pero comprendo la alegría de los norteamericanos: como escribía ayer aquí Ariel Dorfman, han visto volar de nuevo a Superman sobre los heridos rascacielos de Nueva York.
5 may 2011
Actores, periodistas y narradores de la realidad
El mundo de la cultura se vuelca en la entrega de los Premios Ortega y Gasset.
Es ya tradicional que el mundo de la cultura arrope año tras año a los Premios de Periodismo.
A fin de cuenta creadores e informadores coinciden en el ejercicio de su labor al ser narradores de una realidad que el primero transmite impregnándola de la subjetividad de su mundo interior y el segundo tratando de realizar un retrato fiel de lo que quiere contar.
Periodismo contra el abuso del poder
Contra el abuso de poder, contra la ignorancia
La levadura del periodismo valiente
Homenaje a los valores de la Transición
Foto de familia. Los premiados en esta edición posan con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del PP, Mariano Rajoy, el premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, los miembros del jurado (que incluye a los cuatro directores que ha tenido EL PAÍS), el presidente del grupo Prisa, Ignacio Polanco y el consejero delegado de EL PAÍS, José Luis Sainz.-
Mientras la ceremonia de entrega de los Premios Ortega y Gasset se desarrollaba, gentes de la cultura hacían sus corporativos corrillos y en uno de ellos se hablaba en este sentido.
El actor Sancho Gracia señalaba que actores y periodistas son trabajadores que tienen algo muy importante en común: "Contamos cosas, unas más reales y otras menos. Si el actor confía en el texto que le dan entonces son historias reales, como las de los periodistas".
Buen periodismo con cultura
Mientras, le escuchaban el actor Álex Angulo y Enrique González Macho, presidente de la Academia, quien señaló que no entendía un buen periodismo si no iba unido a la cultura ni la cultura si no hay libertad de prensa: "Y sé de lo que hablo, porque viví en la Unión Soviética".
Angulo, encantando de asistir por primera vez a estos galardones, comentó: "Es precioso, está la plana mayor de los que leen los periódicos y deben estar muy contentos porque mañana, al menos EL PAÍS, hablará de ellos.
La verdad es que todos los premios son muy interesantes, al menos hay uno muy contento, y además al final nos dan un cóctel, y hay que tener en cuenta que los cómicos seguimos viviendo con hambre y sed de justicia".
Otros profesionales del mundo del cine acudieron a la cita como Enrique Cerezo, presidente de Egeda y del Atlético de Madrid (del mundo del deporte también asistió Vicente del Bosque), el actor Álvaro de Luna, Pedro Pérez, presidente de los Productores de Cine, la actriz Marta Fernández Muro, el cineasta Gonzalo Suárez, el actor Carlos Iglesias y otros rostros reconocidos por su vinculación con la cultura como Carmen Alborch, Marifé de Santiago, Borja Villel, director del Reina Sofía, Juan Miguel Hernández de León, presidente del Círculo de Bellas Artes, el académico Víctor García de la Concha, Miguel Muñiz, director general del Teatro Real, Paloma Segrelles, el pintor Eduardo Arroyo o el diseñador Joaquín Berao.
Entre la nómina de escritores estabanManuel Vicent, José María Guelbenzu, Vicente Molina Foix, Clara Sánchez, Javier Martínez Reverte, Ian Gibson, Nuria Barrios. También acudieron a la ceremoniapopulares periodistas como Montserrat Domínguez, Carlos Francino, Gemma Nierga, Fernando Delgaddo, Boris Izaguirre, Natalia Figueroa, Rosa Villacastín y cantantes como Raphael.
Es ya tradicional que el mundo de la cultura arrope año tras año a los Premios de Periodismo.
A fin de cuenta creadores e informadores coinciden en el ejercicio de su labor al ser narradores de una realidad que el primero transmite impregnándola de la subjetividad de su mundo interior y el segundo tratando de realizar un retrato fiel de lo que quiere contar.
Periodismo contra el abuso del poder
Contra el abuso de poder, contra la ignorancia
La levadura del periodismo valiente
Homenaje a los valores de la Transición
Foto de familia. Los premiados en esta edición posan con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del PP, Mariano Rajoy, el premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, los miembros del jurado (que incluye a los cuatro directores que ha tenido EL PAÍS), el presidente del grupo Prisa, Ignacio Polanco y el consejero delegado de EL PAÍS, José Luis Sainz.-
Mientras la ceremonia de entrega de los Premios Ortega y Gasset se desarrollaba, gentes de la cultura hacían sus corporativos corrillos y en uno de ellos se hablaba en este sentido.
El actor Sancho Gracia señalaba que actores y periodistas son trabajadores que tienen algo muy importante en común: "Contamos cosas, unas más reales y otras menos. Si el actor confía en el texto que le dan entonces son historias reales, como las de los periodistas".
Buen periodismo con cultura
Mientras, le escuchaban el actor Álex Angulo y Enrique González Macho, presidente de la Academia, quien señaló que no entendía un buen periodismo si no iba unido a la cultura ni la cultura si no hay libertad de prensa: "Y sé de lo que hablo, porque viví en la Unión Soviética".
Angulo, encantando de asistir por primera vez a estos galardones, comentó: "Es precioso, está la plana mayor de los que leen los periódicos y deben estar muy contentos porque mañana, al menos EL PAÍS, hablará de ellos.
La verdad es que todos los premios son muy interesantes, al menos hay uno muy contento, y además al final nos dan un cóctel, y hay que tener en cuenta que los cómicos seguimos viviendo con hambre y sed de justicia".
Otros profesionales del mundo del cine acudieron a la cita como Enrique Cerezo, presidente de Egeda y del Atlético de Madrid (del mundo del deporte también asistió Vicente del Bosque), el actor Álvaro de Luna, Pedro Pérez, presidente de los Productores de Cine, la actriz Marta Fernández Muro, el cineasta Gonzalo Suárez, el actor Carlos Iglesias y otros rostros reconocidos por su vinculación con la cultura como Carmen Alborch, Marifé de Santiago, Borja Villel, director del Reina Sofía, Juan Miguel Hernández de León, presidente del Círculo de Bellas Artes, el académico Víctor García de la Concha, Miguel Muñiz, director general del Teatro Real, Paloma Segrelles, el pintor Eduardo Arroyo o el diseñador Joaquín Berao.
Entre la nómina de escritores estabanManuel Vicent, José María Guelbenzu, Vicente Molina Foix, Clara Sánchez, Javier Martínez Reverte, Ian Gibson, Nuria Barrios. También acudieron a la ceremoniapopulares periodistas como Montserrat Domínguez, Carlos Francino, Gemma Nierga, Fernando Delgaddo, Boris Izaguirre, Natalia Figueroa, Rosa Villacastín y cantantes como Raphael.
El 'pasado imperfecto' de Farrah Fawcett
Pasado imperfecto. Este será previsiblemente el título de un libro que promete convertirse en uno de los más vendidos de 2012, o al menos eso podría deducirse del morbo que sin duda genera unas memorias sobre la actriz Farrah Fawcett escritas por el que fuera su pareja durante más de dos décadas, Ryan O'Neal, quien acaba de venderle los derechos del libro a la editorial norteamericana Random House.
La historia estará basada en notas manuscritas de la fallecida artista
El actor, protagonista de uno de los grandes éxitos cinematográficos de los setenta, Love story, y al que también se conoce por filmes como Barry Lyndon o Luna de papel, estuvo unido a la actriz desde finales de los setenta hasta mediados de los noventa, y tras unos años separados volvieron a reencontrarse, permaneciendo juntos de 2001 a 2009, año en que la protagonista más inolvidable de la serie Los ángeles de Charlie murió a causa de un cáncer a los 62 años.
"Después de su muerte sentí que había muchas cosas que decir sobre esta maravillosa mujer fallecida prematuramente.
Me convencí de que si comenzaba a escribir y hablar de la relación sería increíblemente interesante para la gente. Rara vez este tipo de historias se escriben desde el punto de vista del hombre. Y yo soy un hombre".
Según ha explicado O'Neal en el diario The New York Times, el grueso del libro estará basado en las decenas de diarios que el actor ha acumulado a lo largo de su vida y en los que ha recogido todas sus experiencias vitales.
Fue un hábito que comenzó cuando Stanley Kubrick le fichó para protagonizar Barry Lyndon en 1974: "Voy a trabajar con este personaje extraño y fabuloso, así que lo mejor que puedo hacer es escribirlo todo", pensó entonces O'Neal.
De esta forma se aficionó a escribir diarios y cuando conoció a Farrah Fawcett en 1979 continuó haciéndolo de forma rutinaria.
Curiosamente, el actor no solo dejaba constancia de su vida con ella en cuadernos de todo tipo, sino que también guardaba todo lo que ella le escribía, desde las listas de la compra hasta las cartas que intercambiaron a lo largo de los años.
Por tanto, los fans de Fawcett, que no son pocos, también podrán leer de su puño y letra su propia interpretación de su relación con O'Neal. "Tenía una caligrafía muy bonita, incluso cuando estaba enfadada conmigo", ha dicho el actor en el diario The New York Times.
La relación entre ambos es una de las grandes historias de amor de Hollywood, por lo que la expectación ante la publicación del libro es enorme. No hay que olvidar además que Fawcett fue uno de los sex symbols de los setenta.
El póster en el que aparecía posando en bañador rojo en 1976 batió todos los récords de ventas y convirtió a la actriz en un imperecedero icono pop.
La publicación del libro coincidirá además con la de Found: A daughter's journey home, las nuevas memorias de Tatum O'Neal, la hija de O'Neal, sobre su reconciliación con su padre tras años de distanciamiento familiar.
Ambos se pelearon hace años después de que ella escribiera otro libro atacándole y criticando su relación con Fawcett.
El actor tiene cuatro hijos y solo uno con Farrah, Redmond.
La historia estará basada en notas manuscritas de la fallecida artista
El actor, protagonista de uno de los grandes éxitos cinematográficos de los setenta, Love story, y al que también se conoce por filmes como Barry Lyndon o Luna de papel, estuvo unido a la actriz desde finales de los setenta hasta mediados de los noventa, y tras unos años separados volvieron a reencontrarse, permaneciendo juntos de 2001 a 2009, año en que la protagonista más inolvidable de la serie Los ángeles de Charlie murió a causa de un cáncer a los 62 años.
"Después de su muerte sentí que había muchas cosas que decir sobre esta maravillosa mujer fallecida prematuramente.
Me convencí de que si comenzaba a escribir y hablar de la relación sería increíblemente interesante para la gente. Rara vez este tipo de historias se escriben desde el punto de vista del hombre. Y yo soy un hombre".
Según ha explicado O'Neal en el diario The New York Times, el grueso del libro estará basado en las decenas de diarios que el actor ha acumulado a lo largo de su vida y en los que ha recogido todas sus experiencias vitales.
Fue un hábito que comenzó cuando Stanley Kubrick le fichó para protagonizar Barry Lyndon en 1974: "Voy a trabajar con este personaje extraño y fabuloso, así que lo mejor que puedo hacer es escribirlo todo", pensó entonces O'Neal.
De esta forma se aficionó a escribir diarios y cuando conoció a Farrah Fawcett en 1979 continuó haciéndolo de forma rutinaria.
Curiosamente, el actor no solo dejaba constancia de su vida con ella en cuadernos de todo tipo, sino que también guardaba todo lo que ella le escribía, desde las listas de la compra hasta las cartas que intercambiaron a lo largo de los años.
Por tanto, los fans de Fawcett, que no son pocos, también podrán leer de su puño y letra su propia interpretación de su relación con O'Neal. "Tenía una caligrafía muy bonita, incluso cuando estaba enfadada conmigo", ha dicho el actor en el diario The New York Times.
La relación entre ambos es una de las grandes historias de amor de Hollywood, por lo que la expectación ante la publicación del libro es enorme. No hay que olvidar además que Fawcett fue uno de los sex symbols de los setenta.
El póster en el que aparecía posando en bañador rojo en 1976 batió todos los récords de ventas y convirtió a la actriz en un imperecedero icono pop.
La publicación del libro coincidirá además con la de Found: A daughter's journey home, las nuevas memorias de Tatum O'Neal, la hija de O'Neal, sobre su reconciliación con su padre tras años de distanciamiento familiar.
Ambos se pelearon hace años después de que ella escribiera otro libro atacándole y criticando su relación con Fawcett.
El actor tiene cuatro hijos y solo uno con Farrah, Redmond.
Montserrat Roig vence al tiempo
De aquí a unos meses, en noviembre, hará veinte años que murió Montserrat Roig. Tenía 45 y estaba en la plenitud de su creación literaria. Todo indicaba que había finalizado una etapa y que se adentraba, con El cant de la juventud (Ediciones 62, 1990), en una espléndida madurez.
Montserrat Roig y el señor Pla
Su muerte prematura fue un golpe terrible, en el mundo literario y entre sus lectores. Dejó un vacío difícil de llenar. Pero, hay buenas noticias: sus libros están vivos.
Se puede encontrar casi todos sus títulos, muchos en bolsillo en su editorial, Ediciones 62, y en otras colecciones.
Sus novelas han entrado en el circuito escolar y en un futuro sus libros aparecerán también en versión electrónica.
Sus amigos se esmeran para rendirle homenajes. Empezó el pasado martes la revista Serra d'Or, donde colaboró. Participaron Josep Maria Benet i Jornet, Frederic Rueda y Lluïsa Julià. La actriz Mariona Casanovas representó algunos de los artículos que publicó en el diario Avui (recogidos en Un pensament de sal, un pessic).
Esta semana, el Amical de Mauthausen conmemora en el antiguo campo de exterminio nazi, en Austria, el 66 aniversario de su liberación y organiza un acto en memoria de Montserrat Roig, la inolvidable autora de Els catalans als camps nazis (Edicions 62, 1977). Estará presente uno de sus hijos, Roger Sempere, profesor de instituto, que viaja con un grupo de alumnos.
El Pen Club catalán y el Memorial Ravensbrück están preparando un festival Montserrat Roig para el próximo 14 de junio. La escritora nació el 13 de junio de 1946. Participarán Josep Maria Castellet, Dolors Oller, Isabel-Clara Simó, Rosa Montero... y actuarán, entre otros, Marina Rossell y Paco Ibáñez. Sólo es el principio.
Montserrat Roig murió el 10 de noviembre de 1991 en Barcelona.
Todo el mundo sabía que estaba muy enferma, pero la noticia fue un golpe muy fuerte.
Costaba de creer que una mujer con tanta alegría de vivir, tan divertida y apasionada, con tanta curiosidad, que ponía una enorme ilusión a todo lo que hacía, estuviera muerta.
Estaba dando clases en la Universidad de Arizona cuando empezó a encontrarse mal y volvió a Barcelona, donde, el 1990, le detectaron un cáncer de pecho muy agresivo.
Un día le preguntó a su madre, Albina Fransitorra: "¿Crees que moriré, madre?". "Si te tuvieras que morir no estarías tan tranquila", le respondió. En esta época nefasta, Montserrat pasó mucho tiempo en casa de Albina.
En octubre se celebró la Feria del Libro de Francfort dedicada a España. No pudo ir, sus colegas, encabezados por Manuel Vázquez Montalbán, le organizaron un homenaje. Publicó su último artículo en el Avui el día antes de morir.
Albina Fransitorra, que mantuvo una estrecha relación con su hija, que le hacía de secretaria y que lo acompañaba en muchos viajes, tiene ahora 99 años. Continúa siendo una mujer con mucho carácter, con la cabeza bastante clara, que lee un par de libros a la semana. Los nietos adoran a la abuela Albina.
Montserrat Roig fue la sexta de siete hermanos.
Su padre era el escritor Tomàs Roig i Llop. A los 13 años, después de haber pasado por un colegio de monjas, Montserrat fue al instituto Montserrat, donde ganó un premio con un poema dedicado a la virgen de Montserrat.
En esta época, se acostumbró a dejar sus escritos en la mesa del despacho de su padre, que se los corregía.
Quería ser actriz, como su hermana Glòria, y se apuntó en la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual, donde conoció, entre otros, Josep Maria Benet i Jornet y Maria Aurèlia Capmany, que murió un mes antes de que ella.
Estudió Filosofía y Letras (Románicas). Se licenció el 1968. Muchos la recuerdan, en minifalda y medias de colorines, subida en un banco, en el Patio de Letras de la Universidad de Barcelona, intentando que los compañeros se apuntaran a la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes. Participó en la Caputxinada, el 1966, en el convento de los Caputxins de Sarriá, donde se celebró la asamblea constituyente del sindicato.
Aunque no le gustaban los despachos, trabajó como redactora de la Gran Enciclopèdia Catalana y del Diccionari de literatura catalana.
Obtuvo una beca para la universidad italiana de Perugia. Fue lectora de catalán y de castellano en la universidad inglesa de Bristol.
De izquierdas, siempre crítica, entró al PSUC, salió, volvió a entrar y volvió a salir. Firmaba en la revista Treball con el seudónimo de Capità Nemo. Defendió las causas feministas, luchaba por sus principios y era solidaria.
Estuvo encerrada en el monasterio de Montserrat en protesta por el proceso de Burgos cuando supo que su primer libro, de relatos, Molta roba i poc sabó... i tan neta que la volen, había ganado el Víctor Català.
Se publicó en 1971. Le siguieron las novelas Ramona, adéu (1972), El temps de les cireres (premio Sant Jordi 1976), La hora violeta (1980), La òpera quotidiana (1982) y La veu melodiosa (1987).
Un ciclo con un mundo común: la ciudad de Barcelona y, sobre todo, el Eixample, donde nació y vivió toda la vida.
"Soy del Ensanche de nuestra estimada ciudad. De un barrio de segunda categoría, con iglesias que se hacen la competencia dominical.
De un barrio de señoras "pones" y de señores que poseen más cordura que oro", dice en el prólogo de Molta roba i poc sabó... i tan neta que la volen, el retrato de la burguesía catalana desde principios del siglo XX a través de diferentes generaciones y la repetición de personajes, en especial, de las familias Miralpeix y Claret. Acertó en el retrato de las generaciones universitarias de la posguerra.
Muchos lectores se sintieron identificados.
Tomó prestado un diálogo entre Sterling Hayden y Joan Crawford de la película Johnny Guitar para otro de sus libros fundamentales, Digues que m'estimes encara que sigui mentida, que salió en 1991.
Es su testamento literario, resultado de apuntes en libretas a lo largo de los años. Vemos su evolución creativa y como mujer y la de su ciudad. "Conciencia de finitud, atrapar el tiempo. He aquí el castigo del oficio de escribir. En la trama de la narración me invento que el tiempo no se acaba. Sueño que tengo palabras y que, con ellas, poseo el mundo", escribió.
Montserrat Roig y el señor Pla
Su muerte prematura fue un golpe terrible, en el mundo literario y entre sus lectores. Dejó un vacío difícil de llenar. Pero, hay buenas noticias: sus libros están vivos.
Se puede encontrar casi todos sus títulos, muchos en bolsillo en su editorial, Ediciones 62, y en otras colecciones.
Sus novelas han entrado en el circuito escolar y en un futuro sus libros aparecerán también en versión electrónica.
Sus amigos se esmeran para rendirle homenajes. Empezó el pasado martes la revista Serra d'Or, donde colaboró. Participaron Josep Maria Benet i Jornet, Frederic Rueda y Lluïsa Julià. La actriz Mariona Casanovas representó algunos de los artículos que publicó en el diario Avui (recogidos en Un pensament de sal, un pessic).
Esta semana, el Amical de Mauthausen conmemora en el antiguo campo de exterminio nazi, en Austria, el 66 aniversario de su liberación y organiza un acto en memoria de Montserrat Roig, la inolvidable autora de Els catalans als camps nazis (Edicions 62, 1977). Estará presente uno de sus hijos, Roger Sempere, profesor de instituto, que viaja con un grupo de alumnos.
El Pen Club catalán y el Memorial Ravensbrück están preparando un festival Montserrat Roig para el próximo 14 de junio. La escritora nació el 13 de junio de 1946. Participarán Josep Maria Castellet, Dolors Oller, Isabel-Clara Simó, Rosa Montero... y actuarán, entre otros, Marina Rossell y Paco Ibáñez. Sólo es el principio.
Montserrat Roig murió el 10 de noviembre de 1991 en Barcelona.
Todo el mundo sabía que estaba muy enferma, pero la noticia fue un golpe muy fuerte.
Costaba de creer que una mujer con tanta alegría de vivir, tan divertida y apasionada, con tanta curiosidad, que ponía una enorme ilusión a todo lo que hacía, estuviera muerta.
Estaba dando clases en la Universidad de Arizona cuando empezó a encontrarse mal y volvió a Barcelona, donde, el 1990, le detectaron un cáncer de pecho muy agresivo.
Un día le preguntó a su madre, Albina Fransitorra: "¿Crees que moriré, madre?". "Si te tuvieras que morir no estarías tan tranquila", le respondió. En esta época nefasta, Montserrat pasó mucho tiempo en casa de Albina.
En octubre se celebró la Feria del Libro de Francfort dedicada a España. No pudo ir, sus colegas, encabezados por Manuel Vázquez Montalbán, le organizaron un homenaje. Publicó su último artículo en el Avui el día antes de morir.
Albina Fransitorra, que mantuvo una estrecha relación con su hija, que le hacía de secretaria y que lo acompañaba en muchos viajes, tiene ahora 99 años. Continúa siendo una mujer con mucho carácter, con la cabeza bastante clara, que lee un par de libros a la semana. Los nietos adoran a la abuela Albina.
Montserrat Roig fue la sexta de siete hermanos.
Su padre era el escritor Tomàs Roig i Llop. A los 13 años, después de haber pasado por un colegio de monjas, Montserrat fue al instituto Montserrat, donde ganó un premio con un poema dedicado a la virgen de Montserrat.
En esta época, se acostumbró a dejar sus escritos en la mesa del despacho de su padre, que se los corregía.
Quería ser actriz, como su hermana Glòria, y se apuntó en la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual, donde conoció, entre otros, Josep Maria Benet i Jornet y Maria Aurèlia Capmany, que murió un mes antes de que ella.
Estudió Filosofía y Letras (Románicas). Se licenció el 1968. Muchos la recuerdan, en minifalda y medias de colorines, subida en un banco, en el Patio de Letras de la Universidad de Barcelona, intentando que los compañeros se apuntaran a la creación del Sindicato Democrático de Estudiantes. Participó en la Caputxinada, el 1966, en el convento de los Caputxins de Sarriá, donde se celebró la asamblea constituyente del sindicato.
Aunque no le gustaban los despachos, trabajó como redactora de la Gran Enciclopèdia Catalana y del Diccionari de literatura catalana.
Obtuvo una beca para la universidad italiana de Perugia. Fue lectora de catalán y de castellano en la universidad inglesa de Bristol.
De izquierdas, siempre crítica, entró al PSUC, salió, volvió a entrar y volvió a salir. Firmaba en la revista Treball con el seudónimo de Capità Nemo. Defendió las causas feministas, luchaba por sus principios y era solidaria.
Estuvo encerrada en el monasterio de Montserrat en protesta por el proceso de Burgos cuando supo que su primer libro, de relatos, Molta roba i poc sabó... i tan neta que la volen, había ganado el Víctor Català.
Se publicó en 1971. Le siguieron las novelas Ramona, adéu (1972), El temps de les cireres (premio Sant Jordi 1976), La hora violeta (1980), La òpera quotidiana (1982) y La veu melodiosa (1987).
Un ciclo con un mundo común: la ciudad de Barcelona y, sobre todo, el Eixample, donde nació y vivió toda la vida.
"Soy del Ensanche de nuestra estimada ciudad. De un barrio de segunda categoría, con iglesias que se hacen la competencia dominical.
De un barrio de señoras "pones" y de señores que poseen más cordura que oro", dice en el prólogo de Molta roba i poc sabó... i tan neta que la volen, el retrato de la burguesía catalana desde principios del siglo XX a través de diferentes generaciones y la repetición de personajes, en especial, de las familias Miralpeix y Claret. Acertó en el retrato de las generaciones universitarias de la posguerra.
Muchos lectores se sintieron identificados.
Tomó prestado un diálogo entre Sterling Hayden y Joan Crawford de la película Johnny Guitar para otro de sus libros fundamentales, Digues que m'estimes encara que sigui mentida, que salió en 1991.
Es su testamento literario, resultado de apuntes en libretas a lo largo de los años. Vemos su evolución creativa y como mujer y la de su ciudad. "Conciencia de finitud, atrapar el tiempo. He aquí el castigo del oficio de escribir. En la trama de la narración me invento que el tiempo no se acaba. Sueño que tengo palabras y que, con ellas, poseo el mundo", escribió.
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