Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

11 abr 2011

Muero


¿Quién soy yo al final?


¿Quién fui?


¿Fui algo, no fui nada, o lo fui todo?


Ahora puedee que sea un rey destronado


que siente la tristeza de estar vencido.


Sí, eso soy soy: un rey apresado


al que no le mereció la pena


de reinar como reinó,


ni de dar lo que dió,


ni de recibir tanto,


porque poco disfrutó


lo que nunca compartió.


¿Muero aquí?


Sí, desde luego.


Es el final.


Escucho el trotar


de los caballos desbocados


que se suben por las paredes


inmaculadas del hospital.


Están ahí, cercándome,


llenándome la garganta


del amargo sabor del aceite


y secándome la lengua


con el miedo.


Es el sabor a mi carne.


Todo acaba, sí.


Sus jinetes clavan


en las profundidades frías


donde duerme mi alma,


silencios de vida.


Ellos sonríen


y yo me muero


mientras los amarillos


visten mi rostro


como si besaran


atardeceres.


¿Muero?


Sí, y no gustoso.


Tristeza


Debó empezar a escribir sobre la tristeza,


sobre la nostalgia o sobre la melancolía,


pero dudo mil veces sobre un cuaderno negro


sintiendo como no me ha quedado ni un ángel


ni una musa dorada para la sonrisa.


Mis labios se mueren. Ya no miran para adelante


ni para atrás. Ni los sueños y sus rosas


florecen entre tus voces.


Así que recogeré mis papeles,


o los tiraré por la ventana para verlos ir.


Que no vuelvan, para qué,


quizás lo mejor, y lo más razonable,


es que yo me marchase con ellos


tras las musas y los ángeles.



Adiós


Tus fotos todavía en mis manos.


Con la vista perdida en el horizonte


que enmarca la ventana, pienso


que no siempre habrá atardeceres,


como este atardecer, con gaviotas


que vuelan en bandada


sobre la orilla calma.


Que no siempre habrá cielos


como este cielo violáceo al que sonroja


el último guiño del sol.


¿Por qué me cuesta decir adiós a tantas cosas,


a tus caricias, a tu talle, a tu rostro,


a tus olores, a tus sueños, a tu música, a tu mirada?


¿Por qué me cuesta decir adiós a la vida


que me vió hacerme hombre


y madurar, a tantas palabras


que jamás quedarán escritas,


a los recuerdos, a la lluvia?


Duele decir adiós para siempre


cuando aún sientes latir tu corazón.


Tachán . DAVID TRUEBA

. .Juan Tamariz es uno de nuestros más enormes hombres espectáculo.
En sus trucos hay siempre un grado importante de complicidad con el público.
 En los programas de tele, montaba un truco para el voluntario, cuyo secreto, basado en la destreza y el engaño, al mago no le importaba compartir con el público.
Pero la resolución final siempre implicaba un giro que sorprendía incluso a los que nos creíamos cómplices.






La campaña electoral tiene algo parecido.
Intenta que no mires nunca hacia el lugar donde se lleva a cabo el engaño.
 Los cargos, prohibidas las inauguraciones en campaña, corren en los días previos a colocar primeras piedras, cortar cinta en hospitales sin enfermos y aeropuertos sin aviones.
Pero Esperanza Aguirre ha vuelto a demostrar su capacidad para las maniobras de distracción del elector, al anunciar que va a crear una sede para alumnos que sobrepasen el ocho de media.




La polémica ha tenido más que ver con factores ideológicos y morales.
Posiciones enfrentadas casi en terrenos de la sociología.
 Pocos han caído en la cuenta de que se trata tan solo de un truco para obligar a mirar hacia otro lado.
 La presidenta busca hacerse la foto con la excelencia, la vieja reclamación de la meritocracia, los alumnos sobresalientes.
De este modo, elude posar frente a las bolsas de marginación, la precariedad educativa, el abandono en guetos de inmigrantes y clases desfavorecidas ya desde su escolarización.



Como en su día para sacudirse la catalanofobia, ofrece el mismo centro escolar para poner en pie su experimento purificador.
De nuevo en una ciudad de 8.000 kilómetros cuadrados ofrece un solo lugar para el invento, como si la cercanía al hogar no fuera una prioridad y más importante buenos centros en toda la comunidad que contribuir al espejismo del acceso a la élite.
 Como si fuera sanitario preservar el ADN de los alumnos excelentes del contacto con la mugre.



Al agitar el capote, el ingeniero electoral se lleva el debate adonde más le conviene. Como el mago que te obliga a mirar la mano donde no está pasando nada, mientras la otra pergeña el truco.
Y al escuchar a los medios, hipnotizados por el tachán, no queda más remedio que felicitar al prestidigitador.