Tus fotos todavía en mis manos.
Con la vista perdida en el horizonte
que enmarca la ventana, pienso
que no siempre habrá atardeceres,
como este atardecer, con gaviotas
que vuelan en bandada
sobre la orilla calma.
Que no siempre habrá cielos
como este cielo violáceo al que sonroja
el último guiño del sol.
¿Por qué me cuesta decir adiós a tantas cosas,
a tus caricias, a tu talle, a tu rostro,
a tus olores, a tus sueños, a tu música, a tu mirada?
¿Por qué me cuesta decir adiós a la vida
que me vió hacerme hombre
y madurar, a tantas palabras
que jamás quedarán escritas,
a los recuerdos, a la lluvia?
Duele decir adiós para siempre
cuando aún sientes latir tu corazón.
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