Y en Blue Valentine, la niña, que unió a los desenamorados cónyuges, es un jarrón chino que canta como un ángel, quiere mucho a sus padres y es dejado por éstos a su abuelo para que ellos puedan pasar una noche solos.
El embarazo sirve de catalizador de una relación desfuncional entre el hombre y la mujer, no hay duda de que ambos quieren a la niña, que la niña adora al “padre”, pero aunque la identificación de éste con la vida familiar sea más sólida que la de la madre, algo suena a hueco y superficial, en la declaración de satisfacción con la vida del hombre y en los gestos diarios, cotidianos y rutinarios de la mujer.
No es cuestión de introducir a la hija en el drama conyugal, que se ve venir pero no estalla hasta el último minuto de la película, y la niña se entera cuando el padre deja la casa y la madre coge a la niña en brazos para que no corra tras él.
Una tormenta seca, un desengaño triste, una frustración patética, que palidece ante la intensidad, por ejemplo, de Kramer contra Kramer.
3 feb 2011
“Somewhere” Sofia Coppola
Lo que existe en “Somewhere” es un marco sobre el que se montan distintas situaciones. Pero apenas si hay evolución en la historia.
La directora Sofia Coppola vuelve a utilizar aquí su mirada original y de a ratos emotiva, pero no apta para consumidores compulsivos de pochoclo.
Coppola ya ha dado suficientes muestras de lo que es capaz. “Las vírgenes suicidas”, “Perdidos en Tokio” y “María Antonieta” son los pergaminos que anteceden a “Somewhere”, que en la Argentina lleva el curioso subtítulo de “En un lugar del corazón”.
Aquel que se haya asomado a la obra de la hija de Francis Ford Coppola ya sabe más o menos con qué va a encontrarse. Una gran sensibilidad, tiempos inusualmente lentos para Hollywood, personajes ligeramente patéticos y queribles.
En el caso de “Somewhere”, el eje de la historia es un tal Johnny Marco (interpretado por Stephen Dorff), una estrella más o menos joven de Hollywood, que vive en la habitación de un hotel de Los Angeles, desde donde ve pasar su vida, al mismo tiempo agitada y vacía.Su vida es una aparente fiesta.
Sofia Coppola insiste en remarcar durante la primera mitad de la película son tres rasgos salientes de su Johnny Marco: su vida no tiene el más mínimo rumbo, no posee ni el menor atisbo de reflexión sobre su existencia y, pese a todo, es un buen tipo.
Pero la segunda mitad de “Somewhere” da un giro y, en ese movimiento, el protagonista sufre su propia transformación. Johnny Marco tiene una hija, una chica de 11 años (a cargo de la cada día más prometedora Elle Fanning), a la que quiere, pero está lejos de conocer o entender.
Y la relación entre ese padre y esa hija es el meollo del filme.
El estilo de Sofia Coppola, que en el caso de “Somewhere” se asemeja mucho al de “Perdidos en Tokio”, es para sus seguidores un deleite en sí mismo.
No se acerca demasiado a sus personajes, no los juzga mucho, los cuida, mantiene la cámara a la distancia necesaria para que sus miserias parezcan humanas y sus padecimientos se parezcan a los del espectador.
“Somewhere” se llevó el premio mayor en el último festival de Venecia y que fue elegida para abrir el festival de Mar del Plata.
Hay quienes dicen que tales galardones han sido una exageración. Es posible.
Pero lo que nadie podrá negar que Sofia Coppola ha logrado ganarse un nombre propio destacado (incluso con la comparación que tiene que asumir siempre con su padre), en base a un estilo personalísimo y agridulce.
No hay muchos directores nacidos en los Estados Unidos que puedan ufanarse de ello.
La directora Sofia Coppola vuelve a utilizar aquí su mirada original y de a ratos emotiva, pero no apta para consumidores compulsivos de pochoclo.
Coppola ya ha dado suficientes muestras de lo que es capaz. “Las vírgenes suicidas”, “Perdidos en Tokio” y “María Antonieta” son los pergaminos que anteceden a “Somewhere”, que en la Argentina lleva el curioso subtítulo de “En un lugar del corazón”.
Aquel que se haya asomado a la obra de la hija de Francis Ford Coppola ya sabe más o menos con qué va a encontrarse. Una gran sensibilidad, tiempos inusualmente lentos para Hollywood, personajes ligeramente patéticos y queribles.
En el caso de “Somewhere”, el eje de la historia es un tal Johnny Marco (interpretado por Stephen Dorff), una estrella más o menos joven de Hollywood, que vive en la habitación de un hotel de Los Angeles, desde donde ve pasar su vida, al mismo tiempo agitada y vacía.Su vida es una aparente fiesta.
Sofia Coppola insiste en remarcar durante la primera mitad de la película son tres rasgos salientes de su Johnny Marco: su vida no tiene el más mínimo rumbo, no posee ni el menor atisbo de reflexión sobre su existencia y, pese a todo, es un buen tipo.
Pero la segunda mitad de “Somewhere” da un giro y, en ese movimiento, el protagonista sufre su propia transformación. Johnny Marco tiene una hija, una chica de 11 años (a cargo de la cada día más prometedora Elle Fanning), a la que quiere, pero está lejos de conocer o entender.
Y la relación entre ese padre y esa hija es el meollo del filme.
El estilo de Sofia Coppola, que en el caso de “Somewhere” se asemeja mucho al de “Perdidos en Tokio”, es para sus seguidores un deleite en sí mismo.
No se acerca demasiado a sus personajes, no los juzga mucho, los cuida, mantiene la cámara a la distancia necesaria para que sus miserias parezcan humanas y sus padecimientos se parezcan a los del espectador.
“Somewhere” se llevó el premio mayor en el último festival de Venecia y que fue elegida para abrir el festival de Mar del Plata.
Hay quienes dicen que tales galardones han sido una exageración. Es posible.
Pero lo que nadie podrá negar que Sofia Coppola ha logrado ganarse un nombre propio destacado (incluso con la comparación que tiene que asumir siempre con su padre), en base a un estilo personalísimo y agridulce.
No hay muchos directores nacidos en los Estados Unidos que puedan ufanarse de ello.
2 feb 2011
El periodismo negro de Vázquez Montalbán
La Semana Negra de Barcelona acoge la presentación el segundo volumen de la obra periodística del creador de Carvalho.
Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003) supo llevar a primera división tres géneros que purgaban en tercera: la novela negra, el periodismo deportivo y el humor.
Lo dijo Antonio Franco, que fue su amigo, y quien le contrató para El Periódico primero, y luego, para EL PAÍS. Y lo ha dicho en la presentación del segundo volumen de la Obra Periodista del autor, subtitulado, precisamente, Del humor al desencanto (Debate).
La selección ha corrido a cargo de Francesc Salgado, profesor universitario.
Le acompañaron en el acto, además de Franco, Rosa Mora, que fuera redactora jefe de la sección de Cultura de EL PAÍS, y la también la periodista Lilián Neuman.
Todos afirmaron que echaban de menos a Vázquez Montalbán, sobre todo los lunes, cuando gustaban de leer sus comentarios a "lo que está cayendo", en palabras de Mora. Fueron años negros en los que la crónica política que él cultivó como pocos parecía crónica negra.
Moderó la charla Teresa Cendrós.
La obra periodística de Manuel Vázquez Montalbán es cuantitativamente ingente: más de 10.000 artículos, escritos a lo largo de 43 años de profesión.
Cultivó todos los géneros y utilizó innumerables seudónimos.
Los que se incluyen en este segundo volumen corresponden a los años de la transición española: de 1974 a 1986 y muestran, señaló Antonio Franco, lo que va de la esperanza a la decepción, del proyecto de reconstrucción intelectual, a lo que se llamó el "desencanto" por la construcción de un sistema de convivencia que no colmaba todas las esperanzas despertadas.
En esos años, colaboró en la revistaTriunfo, donde firmó con el nombre del socialista utópico español del sigloXIX Sixto Cámara, pero también como Luis Dávila (sobre todo en artículos de deportes) y Manolo V el Empecinado.
Escribiró también en Por Favor, La Calle, Hermano Lobo e Interviú, antes de pasar a El Periódico y EL PAÍS, en ambos casos de la mano de Antonio Franco.
Si Sixto Cámara, el ocupante de la sección de Triunfo titulada La Capilla Sextina fue vecino de la izquierdista Encarna, que sirvió de contrapunto crítico al presunto pactismo del primero; en Interviúfue el detective Pepe Carvalho, quien resultó ser vecino de un tal señor Vázquez al que decía lo que éste no hubiera podido decir.
Ambos personajes se valían de la ironía y el sarcasmo para mostrar la falta de cohesión que se apreciaba en no pocos personajes reales.
De este modo, apuntó Rosa Mora, Vázquez Montalbán llevó a la crónica una mezcla de realidad y ficción, del mismo modo que sus novelas de la época (la primera serie de Carvalho, sobre todo) se nutrían de esa misma realidad.
Mezcla constante de géneros y de referencias, dijo Neuman, en especial de las procedentes de la cultura popular y de la alta cultura, ya que Vázquez Montalbán lo mismo hablaba de la última película de Marisol que de la última exposición de las últimas vanguardias.
La lectura de sus artículos resulta, dijo Cendrós, perfectamente actual.
Como ejemplo, varios de los ponentes citaron el dedicado a Mario Vargas Llosa cuando éste, en 1974, dejó Barcelona para volver a Perú.
Para quienes, además de los artículos del volumen quieran seguir leyendo, pertenecen a esa época sus colaboraciones en otras dos revistas: Gimlet y Camp de l'Arpa. La primera está totalmente digitalizada y a disposición del público, dijo Mora.
Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003) supo llevar a primera división tres géneros que purgaban en tercera: la novela negra, el periodismo deportivo y el humor.
Lo dijo Antonio Franco, que fue su amigo, y quien le contrató para El Periódico primero, y luego, para EL PAÍS. Y lo ha dicho en la presentación del segundo volumen de la Obra Periodista del autor, subtitulado, precisamente, Del humor al desencanto (Debate).
La selección ha corrido a cargo de Francesc Salgado, profesor universitario.
Le acompañaron en el acto, además de Franco, Rosa Mora, que fuera redactora jefe de la sección de Cultura de EL PAÍS, y la también la periodista Lilián Neuman.
Todos afirmaron que echaban de menos a Vázquez Montalbán, sobre todo los lunes, cuando gustaban de leer sus comentarios a "lo que está cayendo", en palabras de Mora. Fueron años negros en los que la crónica política que él cultivó como pocos parecía crónica negra.
Moderó la charla Teresa Cendrós.
La obra periodística de Manuel Vázquez Montalbán es cuantitativamente ingente: más de 10.000 artículos, escritos a lo largo de 43 años de profesión.
Cultivó todos los géneros y utilizó innumerables seudónimos.
Los que se incluyen en este segundo volumen corresponden a los años de la transición española: de 1974 a 1986 y muestran, señaló Antonio Franco, lo que va de la esperanza a la decepción, del proyecto de reconstrucción intelectual, a lo que se llamó el "desencanto" por la construcción de un sistema de convivencia que no colmaba todas las esperanzas despertadas.
En esos años, colaboró en la revistaTriunfo, donde firmó con el nombre del socialista utópico español del sigloXIX Sixto Cámara, pero también como Luis Dávila (sobre todo en artículos de deportes) y Manolo V el Empecinado.
Escribiró también en Por Favor, La Calle, Hermano Lobo e Interviú, antes de pasar a El Periódico y EL PAÍS, en ambos casos de la mano de Antonio Franco.
Si Sixto Cámara, el ocupante de la sección de Triunfo titulada La Capilla Sextina fue vecino de la izquierdista Encarna, que sirvió de contrapunto crítico al presunto pactismo del primero; en Interviúfue el detective Pepe Carvalho, quien resultó ser vecino de un tal señor Vázquez al que decía lo que éste no hubiera podido decir.
Ambos personajes se valían de la ironía y el sarcasmo para mostrar la falta de cohesión que se apreciaba en no pocos personajes reales.
De este modo, apuntó Rosa Mora, Vázquez Montalbán llevó a la crónica una mezcla de realidad y ficción, del mismo modo que sus novelas de la época (la primera serie de Carvalho, sobre todo) se nutrían de esa misma realidad.
Mezcla constante de géneros y de referencias, dijo Neuman, en especial de las procedentes de la cultura popular y de la alta cultura, ya que Vázquez Montalbán lo mismo hablaba de la última película de Marisol que de la última exposición de las últimas vanguardias.
La lectura de sus artículos resulta, dijo Cendrós, perfectamente actual.
Como ejemplo, varios de los ponentes citaron el dedicado a Mario Vargas Llosa cuando éste, en 1974, dejó Barcelona para volver a Perú.
Para quienes, además de los artículos del volumen quieran seguir leyendo, pertenecen a esa época sus colaboraciones en otras dos revistas: Gimlet y Camp de l'Arpa. La primera está totalmente digitalizada y a disposición del público, dijo Mora.
Descubre a la mujer japonesa que adoran los grandes 'chefs' españoles
Setsuko Yuuki, coordinadora gastronómica de la televisión japonesa, se enamoró de la cocina española al visitar elBulli hace una década.
A Ferran Adrià le descubrió los misterios de la cocina japonesa y también a otros cocineros como Juan Mari Arzak, Andoni Luis Aduriz o Dani García.
Para verles, y sobre todo para conocer de primera mano el futuro de elBulli, realizó desde Tokio un viaje relámpago al congreso culinario Madrid Fusión.
A Ferran Adrià le descubrió los misterios de la cocina japonesa y también a otros cocineros como Juan Mari Arzak, Andoni Luis Aduriz o Dani García.
Para verles, y sobre todo para conocer de primera mano el futuro de elBulli, realizó desde Tokio un viaje relámpago al congreso culinario Madrid Fusión.
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