Lo que existe en “Somewhere” es un marco sobre el que se montan distintas situaciones. Pero apenas si hay evolución en la historia.
La directora Sofia Coppola vuelve a utilizar aquí su mirada original y de a ratos emotiva, pero no apta para consumidores compulsivos de pochoclo.
Coppola ya ha dado suficientes muestras de lo que es capaz. “Las vírgenes suicidas”, “Perdidos en Tokio” y “María Antonieta” son los pergaminos que anteceden a “Somewhere”, que en la Argentina lleva el curioso subtítulo de “En un lugar del corazón”.
Aquel que se haya asomado a la obra de la hija de Francis Ford Coppola ya sabe más o menos con qué va a encontrarse. Una gran sensibilidad, tiempos inusualmente lentos para Hollywood, personajes ligeramente patéticos y queribles.
En el caso de “Somewhere”, el eje de la historia es un tal Johnny Marco (interpretado por Stephen Dorff), una estrella más o menos joven de Hollywood, que vive en la habitación de un hotel de Los Angeles, desde donde ve pasar su vida, al mismo tiempo agitada y vacía.Su vida es una aparente fiesta.
Sofia Coppola insiste en remarcar durante la primera mitad de la película son tres rasgos salientes de su Johnny Marco: su vida no tiene el más mínimo rumbo, no posee ni el menor atisbo de reflexión sobre su existencia y, pese a todo, es un buen tipo.
Pero la segunda mitad de “Somewhere” da un giro y, en ese movimiento, el protagonista sufre su propia transformación. Johnny Marco tiene una hija, una chica de 11 años (a cargo de la cada día más prometedora Elle Fanning), a la que quiere, pero está lejos de conocer o entender.
Y la relación entre ese padre y esa hija es el meollo del filme.
El estilo de Sofia Coppola, que en el caso de “Somewhere” se asemeja mucho al de “Perdidos en Tokio”, es para sus seguidores un deleite en sí mismo.
No se acerca demasiado a sus personajes, no los juzga mucho, los cuida, mantiene la cámara a la distancia necesaria para que sus miserias parezcan humanas y sus padecimientos se parezcan a los del espectador.
“Somewhere” se llevó el premio mayor en el último festival de Venecia y que fue elegida para abrir el festival de Mar del Plata.
Hay quienes dicen que tales galardones han sido una exageración. Es posible.
Pero lo que nadie podrá negar que Sofia Coppola ha logrado ganarse un nombre propio destacado (incluso con la comparación que tiene que asumir siempre con su padre), en base a un estilo personalísimo y agridulce.
No hay muchos directores nacidos en los Estados Unidos que puedan ufanarse de ello.
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