Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

20 nov 2010

Los Ondas reconocen el trabajo que rompe moldes

El Teatro del Liceo acoge la ceremonia de los galardones, que este año respaldan la innovación tecnológica.
 La gala de los Ondas quiso ponerle al mal tiempo buena cara. Contra la crisis se apostó por el buen humor de Florentino Fernández, Flo, Dani Martínez y Anna Simón, que presentaron la ceremonia junto a Juanma Ortega y Javier Hoyos. "El hombre sufre tan profundamente que ha tenido que inventar la risa", se arrancó Flo parafraseando a Nietzsche. "Así que vamos a contar más chistes que Arguiñano en una boda". Eso sí, esta vez tiraron de humor sin darse corchopanazos, como hacen en Tonterías las justas, porque el escenario requería más solemnidad.




CARLES FRANCINO. 'Hoy por hoy'

PACO LEÓN y NATALIA VERBEKE

JOSÉ MOTA. 'La hora de José Mota'

CARLOS MARTÍNEZ Canal+

Palmarés de los Premios Ondas 2010

Los Ondas premian a 'Hoy por Hoy', la tecnología 3D y el humor de José Mota

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La 57ª edición de los Premios Ondas, que concede el Grupo PRISA (editor de EL PAÍS) a través de Radio Barcelona, emisora decana de la SER, coronó anoche a un nutrido conjunto de profesionales de la radio y la televisión que este año han destacado por un aspecto: apostar por las nuevas fórmulas y confiar en la innovación tecnológica. El acto tuvo lugar en el Gran Teatre del Liceu y contó con las actuaciones de Raphael, Ana Torroja y Dani Martín, que interpretó junto a Albert Hammond una emotiva versión de Entre mis recuerdos.



El periodista Carles Francino, director de Hoy por hoy, recogió el primer Ondas de la noche arropado por todo su equipo. Reivindicó el nombre del periodismo en un momento en el que hay "mucho ruido y confusión: en la radio deben difundirse las ideas. Nosotros defendemos el debate, pero no las trincheras".



La gala clausuraba una jornada que comenzaba ayer al mediodía en el palacete Albéniz, donde el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, ofreció el tradicional almuerzo a los galardonados. Dos de los más buscados por la prensa fueron David Janer e Inma Cuesta, protagonistas de la serie de TVE Águila Roja, que acaba de cerrar su tercera temporada con una audiencia que ha llegado a superar los seis millones de espectadores en algunos capítulos. Janer, que interpreta un aguerrido justiciero del siglo XVII, es quien más curiosidad despierta. Para el productor ejecutivo de la ficción, Daniel Écija, la clave del éxito está en la mezcla de géneros que hace la serie. "Es una historia sobre la diferencia entre clases, pero muy contemporánea. Con ella, hemos creado tendencia. En televisión, arriesgar es necesario y conveniente".



Otra de las más requeridas por los medios fue la periodista de Antena 3 Susana Griso, que obtuvo el Ondas a la mejor presentadora. "Yo duermo poco, por eso cuando sueño lo hago a lo grande. Y esta noche he cumplido un gran sueño", reconoció emocionada durante la gala cuando le llegó el turno de recoger la estatuilla.



En televisión, el galardón especial del jurado fue para Pasapalabra, de Telecinco, que lleva una década en antena y desde hace tres años y medio cuenta con Christian Gálvez como presentador. "Aunamos cultura y humor, aprender con una sonrisa es más fácil", dijo. Aunque quien se ganó al público con solo pisar el escenario fue Paco León, que por un momento se transformó en su personaje: "El Luisma es tonto... pero se ha llevado un Ondas". El actor agradeció, esta vez en serio, el trabajo de los guionistas de Aída por haberle ayudado a construir a su alter ego.



Ondas para la Fórmula 1



TV-3 y La Sexta compartieron premio por su cobertura del Mundial de Fórmula 1, en el que ambas cadenas han sabido contagiar la emoción del campeonato a las grandes audiencias. "Para transmitir entusiasmo por las carreras te tienes que divertir haciendo tu trabajo", apuntó Antonio Lobato, comentarista de La Sexta. "El espectador sabe cada vez más sobre automovilismo, pero procuramos seguir siendo didácticos", explicó Josep Lluís Merlos, locutor de TV-3. El Ondas al mejor programa fue para Samantha Villar y el equipo de 21 días en la mina, de Cuatro. "La seguridad del equipo corrió peligro durante la grabación, pero dimos voz a los que no la tienen", expresó la reportera. Otro de los galardones fue para Arròs Covat, de TV-3, obra del dibujante Juanjo Sáez.



Este año los Ondas han reconocido también a Carlos Herrera (Onda Cero) por una trayectoria de más de 30 años en la radio. "En este tiempo me he dado muchos madrugones, he pasado muchas noches trasnochadas. A veces creía que para mí solo, pero en jornadas como la de hoy me doy cuenta de que había gente detrás escuchando la radio. Así que vengo a darlo todo, como los toreros", reconoció Herrera.



La categoría de Radio también premió la labor de Juan Claudio Cifuentes, Cifu, al frente de Jazz porque sí, en RNE. Y a Catalunya Ràdio por la cobertura de la nevada del pasado invierno. "El galardón reconoce que somos un servicio público", afirmó Agustí Esteve, jefe de Informativos de la emisora. El Ondas Iberoamericano le fue concedido a ADN Radio Chile, "por dos acontecimientos que conmovieron al mundo: el terremoto de febrero y el rescate en la mina San José".



Los grandes ausentes fueron Alejandro Sanz, de gira por Venezuela, y Shakira, que anoche actuó en Madrid. Sí estuvo en la gala Raphael, que cerró la fiesta y se llevó un sentido aplauso que sonaba a cálido homenaje. "Dedico el premio, sobre todo, al público", declaró el cantante. El Ondas Carácter Dewar's White Label, con una dotación de 15.000 euros, recayó en el actor Eduardo Noriega. "Voy a donar el dinero a la asociación Mundo Justo", señaló el actor.

Veneno bienhumorado :Salvador Sagazeta

Veneno bienhumorado


Y sin dejar de aportarnos, indómito, su particular dosis de veneno bienhumorado, rubricado con un huevo de oro





JERÓNIMO SAAVEDRA ACEVEDO (ALCALDE DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA) Sabía de su salud quebrantada pero no imaginaba el fatal desenlace. Al conocerlo, me ha embargado la tristeza propia de la desaparición de una persona popular, de un periodista al que todos leíamos con regularidad, entre otras cosas por un peculiar estilo que, en cierta medida, reflejaba su modo de ser, su personalidad.





Salvador Sagaseta era ocurrente y original. Agudo y punzante en su escritura. Era difícil por no decir imposible encasillarlo. Él se encargaba de rebatir las coordenadas convencionales: les encontraba aristas diferentes, hurgaba en ese otro lado de la noticia con una escritura mordaz y sarcástica, a veces incomprensible, pero muy personal.





Y encima, entregaba huevos en medio de ése su archipiélago envenenado. ¡Qué gracia! De verdad. En una sociedad tan controvertida, en medio de un tráfago periodístico difícilmente esquivable, Salvador mostraba su singular sentido de la generosidad. El recuadro, o el despiece, revelaba su crítica acerba y áspera de personajes públicos de todo tipo y condición. Difícilmente escaparon de esa sección quienes por algún motivo o por alguna declaración ocuparon algún espacio de la actualidad.





Una noche, en la discoteca Wilson, me dio uno en marco y ambiente distendidos. Salvador era la personificación del desenfado: la vida le había hecho batirse en varios frentes de la adversidad y en aquellos "huevos" y en aquellas entregas encontraba una gratificante vía de desahogo.





Quienes le conocieron bien, quienes le trataron prácticamente a diario, han escrito de su bonhomía y de su compromiso. Resistió tempestades: siempre estaba ahí, siempre reaparecía. Ese espíritu casi ácrata le impulsaba a seguir contemplando el mundo y la sociedad como él quiso hacerlo. Entiendo la emoción de quienes han sido compañeros de tantos años, protagonizando desde dentro la evolución de un periódico. Años y vivencias que se han sucedido sin que perdiera su talante, su personalísimo modo de ser.





Y sin dejar de aportarnos, indómito, su particular dosis de veneno bienhumorado, rubricado con un huevo de oro. Descanse en paz.

Hoy 20 N

¡Ya!


35 años. Era tan evidente que esa noticia se iba a producir de un momento a otro, era tan obvio que cualquier día, de mañana, de madrugada, de tarde, de noche, se pararían las emisiones para dar LA noticia, que cuando la escuché en la radio de la cocina tan solo grité ¡YA!, y la casa se enteró de todo tan solo gracias a esa expresión de dos letras y unas interjecciones. Luego fui al periódico, donde un compañero lloraba; después hicimos el periódico, y aquel compañero se fue calmando. En la tele ponían imágenes que vio mi hija junto a mi madre, que estaba en el hospital. La niña tenía dos años, y se acostumbró a considerar esa como una noticia, porque todo el mundo miraba el aparato. Franco ha muerto.
 Pusieron muchas veces esa imagen de Arias Navarro llorando; era un hombre antipático, antipático como los hipócritas. Pero entonces era, para el régimen, la imagen que el franquismo quería: un hombre que lloraba mientras miles de personas, en el silencio aún impuesto de las calles, gritaban hacia adentro ¡YA! Ahora hace 35 años de ese grito. Como si el país hubiera estado taponado, un estanque quieto que de pronto se agitó y se puso a andar.
 El llanto de Arias duró un tiempo, pero este país quería quitarse de encima lo que significaba esa metáfora que Franco dejó encima de su mesa como un nudo: todo atado y bien atado. Basta es una buena palabra para decir lo que significa la expresión ¡YA!

Juan Cruz

La Iglesia Ortodoxa rusa no perdona a Tolstói

Las autoridades ortodoxas recuerdan que fue el propio escritor ruso, de cuya muerte se cumple el centenario, el que renegó de la fe .
. .La Iglesia Ortodoxa Rusa se niega a perdonar a León Tolstói. Esto es, al menos, lo que sienten millones de rusos, que parecen equiparar inconscientemente la excomulgación del gran escritor con las represiones de la época estalinista y que no se explican por qué, si se ha rehabilitado a miles de personas, la iglesia no quiere rehabilitar ahora al autor de Guerra y paz.






Este sentimiento, este ver a Tolstói como una víctima de la iglesia -que no lo es; si acaso, de sus propias ideas- lo ha recogido el ex primer ministro y actual presidente del Tribunal de Cuentas, Serguéi Stepashin, que encabeza también la Unión Rusa del Libro. En esta última calidad, Stepashin escribió una carta al patriarca Cirilo en la que le pide, con ocasión del centenario de la muerte de Tolstói, que "manifieste hoy, a este hombre que vivía en la duda, esa piedad que precisamente la Iglesia es capaz de mostrar".



"La aclaración de la posición de la Iglesia ante este problema, la manifestación pública de sentimientos de compasión por parte de la Iglesia hacia el gran escritor en vísperas del triste aniversario, sería recibida positivamente tanto por la sociedad ortodoxa como por toda la rusa en general", dice Stepashin en la carta.



Cirilo encargó su respuesta al archimandrita Tijon, quien deja en claro que nadie pone en duda la talla de Tolstói, que sea "una de las cimas de la literatura rusa y mundial" y que, por eso mismo, "es comprensible el dolor y la perplejidad de los numerosos admiradores" de su obra, que no comprenden por qué el Sínodo del 20 de febrero de 1901 lo excomulgó.



Tijon recuerda que el sínodo simplemente constató lo que ya era un hecho. Fue el mismo Tolstói el que rompió "con la Iglesia que se autodenomina Ortodoxa", como escribió; era él quien subrayaba que en su testamento pedía a sus familiares que, cuando estuviera en su lecho de muerte, no permitieran que los popes se le acercaran. Las ideas e intervenciones de sus últimos años fueron, según la iglesia, "destructivas para los cimientos espirituales y sociales de Rusia". Al mismo tiempo, el archimandrita aclara que "ni antes ni después de su muerte se pronunciaron anatemas o maldiciones" contra él. "Los ortodoxos siguen venerando el gran talento literario de Tolstói, pero también continúan rechazando sus ideas anticristianas", escribe Tijon.



No deja de ser curioso que los rusos pidan la rehabilitación y el perdón para Tolstói, cuando él mismo nunca los pidió. Y con razón, pues el gran escritor no creía en los sacramentos, de los que se burlaba, como tampoco creía en la resurrección ni en la divinidad de Jesús. Otra cosa sería que pidieran la rehabilitación de aquellos seguidores de Tosltói que fueron desterrados, deportados y privados de sus hijos.



Sea como fuere, Tolstói hoy, en el centenario de su muerte, está muy presente en Rusia con sus libros, con películas basadas en sus obras, con exposiciones y veladas consagradas a él. Y entre los acontecimientos más simbólicos figura la reapertura de Astápovo -la estación de tren donde falleció el genial escritor después de huir de su casa de Yásnaya Poliana-, y la inauguración allí de un pequeño museo.