Las autoridades ortodoxas recuerdan que fue el propio escritor ruso, de cuya muerte se cumple el centenario, el que renegó de la fe .
. .La Iglesia Ortodoxa Rusa se niega a perdonar a León Tolstói. Esto es, al menos, lo que sienten millones de rusos, que parecen equiparar inconscientemente la excomulgación del gran escritor con las represiones de la época estalinista y que no se explican por qué, si se ha rehabilitado a miles de personas, la iglesia no quiere rehabilitar ahora al autor de Guerra y paz.
Este sentimiento, este ver a Tolstói como una víctima de la iglesia -que no lo es; si acaso, de sus propias ideas- lo ha recogido el ex primer ministro y actual presidente del Tribunal de Cuentas, Serguéi Stepashin, que encabeza también la Unión Rusa del Libro. En esta última calidad, Stepashin escribió una carta al patriarca Cirilo en la que le pide, con ocasión del centenario de la muerte de Tolstói, que "manifieste hoy, a este hombre que vivía en la duda, esa piedad que precisamente la Iglesia es capaz de mostrar".
"La aclaración de la posición de la Iglesia ante este problema, la manifestación pública de sentimientos de compasión por parte de la Iglesia hacia el gran escritor en vísperas del triste aniversario, sería recibida positivamente tanto por la sociedad ortodoxa como por toda la rusa en general", dice Stepashin en la carta.
Cirilo encargó su respuesta al archimandrita Tijon, quien deja en claro que nadie pone en duda la talla de Tolstói, que sea "una de las cimas de la literatura rusa y mundial" y que, por eso mismo, "es comprensible el dolor y la perplejidad de los numerosos admiradores" de su obra, que no comprenden por qué el Sínodo del 20 de febrero de 1901 lo excomulgó.
Tijon recuerda que el sínodo simplemente constató lo que ya era un hecho. Fue el mismo Tolstói el que rompió "con la Iglesia que se autodenomina Ortodoxa", como escribió; era él quien subrayaba que en su testamento pedía a sus familiares que, cuando estuviera en su lecho de muerte, no permitieran que los popes se le acercaran. Las ideas e intervenciones de sus últimos años fueron, según la iglesia, "destructivas para los cimientos espirituales y sociales de Rusia". Al mismo tiempo, el archimandrita aclara que "ni antes ni después de su muerte se pronunciaron anatemas o maldiciones" contra él. "Los ortodoxos siguen venerando el gran talento literario de Tolstói, pero también continúan rechazando sus ideas anticristianas", escribe Tijon.
No deja de ser curioso que los rusos pidan la rehabilitación y el perdón para Tolstói, cuando él mismo nunca los pidió. Y con razón, pues el gran escritor no creía en los sacramentos, de los que se burlaba, como tampoco creía en la resurrección ni en la divinidad de Jesús. Otra cosa sería que pidieran la rehabilitación de aquellos seguidores de Tosltói que fueron desterrados, deportados y privados de sus hijos.
Sea como fuere, Tolstói hoy, en el centenario de su muerte, está muy presente en Rusia con sus libros, con películas basadas en sus obras, con exposiciones y veladas consagradas a él. Y entre los acontecimientos más simbólicos figura la reapertura de Astápovo -la estación de tren donde falleció el genial escritor después de huir de su casa de Yásnaya Poliana-, y la inauguración allí de un pequeño museo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario