Agustí Vila estrena La mosquitera, una de las sorpresas de la temporada y ganadora de Karlovy Vary .
"Cuando llegué a Karlovy Vary, el programador me felicitó porque había hecho un filme que no era para festivales". Agustí Vila (Barcelona, 1961) se ríe con la anécdota. El cineasta -director de un banco en el parque y del documental 3055 Jean León- estrena hoy La mosquitera, ganadora este verano del festival de Karlovy Vary, uno de los grandes certámenes mundiales, y de un puñado más de premios, entre ellos en el festival de Montpellier, o la Espiga de Plata de la Seminci de Valladolid, donde además Emma Suárez obtuvo el galardón a la mejor actriz. "Es curioso, porque este reguero de premios empezó en Europa del Este y ahora estamos llegando a Occidente. Depende de cada país, el público se ríe o no.
Kiarostami y Cohan comparten la Espiga de Oro de la Seminci
Marcos Franz y Emma Suárez, en La mosquitera.-
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En Karlovy Vary se partía, en Lituania ni sonreían". Vila defiende que La mosquitera es una comedia, es decir, que su familia nuclear (padre, Eduard Fernández; madre, Emma Suárez; hijo adolescente y perros y gatos) atrapada en una vida irreal y que cae en un estado de devastación, ¿es divertida? "Acepto que mi mirada puede parecer devastadora, porque esta familia -y los familiares que les rodean- no aceptan la parte trágica de la vida. Viven de prestado, no viven una existencia real por miedo. Pero muchos de esos errores vitales nacen de malentendidos y de ahí nace su parte de comedia: algunos de los momentos cómicos en el cine surgen de negar la evidencia, como les ocurre a los protagonistas de mi filme". El padre trata a su criada como una prostituta aunque no quiere que sea así, la madre se enrolla con un adolescente que no entiende lo que pasa, su hermana educa a su hija, una niña confusa, como si fuera una adulta...
La mosquitera juega con una estructura circular: feliz-infeliz-falsamente feliz. "Así damos una posibilidad de escape al público". Y ese respiro que nace del despiste de los protagonistas surge en muchos casos de las caras de inocencia de Suárez y Fernández, que van chocando con la vida: "Es fascinante esa parte teatral. Son personajes perdidos y por eso era muy necesario que mantuvieran esa mirada de absoluta inocencia, que aparece aún más en las situaciones a las que llegan a límites tremendos".
Como referentes, Viridiana o Nazarín, de Buñuel, "o incluso, fuera del cine, El idiota, de Dostoievski: nadie quiere hacer daño a nadie".
Al final, queda un regusto amargo y la sensación de haber visto una gran película, que esconde una referencia al debut de Vila: el banco en el parque de la secuencia de los adolescentes. "Fuimos al mismo sitio y habían quitado el banco, así que pusimos uno nuevo".
Y detrás de las cámras, una frase de la que Vila se arrepiente. El personaje de Geraldine Chaplin, la madre de Eduard Fernández, es mudo: "Y yo le dije que era curioso que su padre empezó en el cine mudo y ella acababa su carrera con otro mudo. Tal cual lo dije, me di cuenta de la barbaridad que había soltado.
Se lo tomó de buen humor y por suerte después de La mosquitera ya está rodando otro filme. Geraldine aporta cosas constantemente y muchos de sus gestos nacieron de su cosecha. Me gusta su rostro -ella dice que como no se ha operado ahora le llaman mucho para hacer de abuela- rugoso, al estilo Samuel Beckett, lleno de vida".
Un contraste con lo que cuenta La mosquitera.
8 nov 2010
El Semperoper Ballet de Dresde lleva al Liceo su 'Giselle' minimalista
El coreógrafo David Dawson actualiza en una versión contemporánea el ballet romántico .
Giselle es el ballet romántico por excelencia. Una historia de inocentes campesinas y desaprensivos príncipes, de corazones rotos y almas de doncellas traicionadas que vagan aterrorizando a los hombres desde el más allá. Concebido por el poeta y crítico de arte francés Théophile Gautier y Jules-Henri Vernoy, Adophe Adam compuso la música y Jules Perrot y Jean Coralli crearon la coreografía para su estreno el 28 de junio de 1841 en París. La versión que Marius Petipa estrenó en 1884 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo inmortalizó este ballet romántico al que el coreógrafo británico David Dawson (Londres, 1972) le ha quitado tutús y mallas en una recreación minimalista para el Semperoper Ballet, la compañía de danza de la Ópera de Dresde. El conjunto alemán presenta desde hoy y hasta el 15 de noviembre en el Teatro del Liceo de Barcelona esta nueva versión del popular ballet.
Dawson, ex bailarín y coreógrafo residente de la compañía hasta 2009, revisó en 2008 el popular ballet romántico para los bailarines del conjunto alemán con el propósito de aportar una visión contemporánea de la obra a través de un lenguaje coreográfico más próximo al público del siglo XXI, pero sin abandonar la técnica clásica del ballet ni renunciar a la narratividad de la pieza.
El coreógrafo libera la obra del poso edulcorado que el romanticismo le ha depositado para presentar una versión limpia y austera, que centra el foco en amor y la tragedia de la campesina Giselle, enamorada de Albert y traicionada por él, que muere de amor. Todo ello con una puesta en escena desnuda donde la campiña del primer acto es un espacio blanco y diáfano que contrasta con la oscuridad del mundo de las wilis, las ninfas malignas que en vida fueron mujeres engañadas, del segundo acto.
Para crear esta versión, David Dawson ha contado con la complicidad del compositor y director de orquesta David Coleman, responsable musical de las funciones del Liceo al frente a la Orquestra Simfònica del Vallès que ocupará el foso, quien se ha responsabilizado de los arreglos musicales del ballet de Adolphe Adam para adaptarlo a la nueva versión del coreógrafo.
Con dos siglos de historia, el Semperoper Ballet de Dresde, integrado por 60 bailarines, empezó a forjar su prestigio en la década de 1920 bajo la dirección de Ellen Cleve-Petz. Su repertorio abarca desde los ballets de repertorio romántico y clásico a coreografías neoclásicas y modernas. Desde 2006 el canadiense Aaron S. Watkin es el director artístico de la compañía.
Giselle es el ballet romántico por excelencia. Una historia de inocentes campesinas y desaprensivos príncipes, de corazones rotos y almas de doncellas traicionadas que vagan aterrorizando a los hombres desde el más allá. Concebido por el poeta y crítico de arte francés Théophile Gautier y Jules-Henri Vernoy, Adophe Adam compuso la música y Jules Perrot y Jean Coralli crearon la coreografía para su estreno el 28 de junio de 1841 en París. La versión que Marius Petipa estrenó en 1884 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo inmortalizó este ballet romántico al que el coreógrafo británico David Dawson (Londres, 1972) le ha quitado tutús y mallas en una recreación minimalista para el Semperoper Ballet, la compañía de danza de la Ópera de Dresde. El conjunto alemán presenta desde hoy y hasta el 15 de noviembre en el Teatro del Liceo de Barcelona esta nueva versión del popular ballet.
Dawson, ex bailarín y coreógrafo residente de la compañía hasta 2009, revisó en 2008 el popular ballet romántico para los bailarines del conjunto alemán con el propósito de aportar una visión contemporánea de la obra a través de un lenguaje coreográfico más próximo al público del siglo XXI, pero sin abandonar la técnica clásica del ballet ni renunciar a la narratividad de la pieza.
El coreógrafo libera la obra del poso edulcorado que el romanticismo le ha depositado para presentar una versión limpia y austera, que centra el foco en amor y la tragedia de la campesina Giselle, enamorada de Albert y traicionada por él, que muere de amor. Todo ello con una puesta en escena desnuda donde la campiña del primer acto es un espacio blanco y diáfano que contrasta con la oscuridad del mundo de las wilis, las ninfas malignas que en vida fueron mujeres engañadas, del segundo acto.
Para crear esta versión, David Dawson ha contado con la complicidad del compositor y director de orquesta David Coleman, responsable musical de las funciones del Liceo al frente a la Orquestra Simfònica del Vallès que ocupará el foso, quien se ha responsabilizado de los arreglos musicales del ballet de Adolphe Adam para adaptarlo a la nueva versión del coreógrafo.
Con dos siglos de historia, el Semperoper Ballet de Dresde, integrado por 60 bailarines, empezó a forjar su prestigio en la década de 1920 bajo la dirección de Ellen Cleve-Petz. Su repertorio abarca desde los ballets de repertorio romántico y clásico a coreografías neoclásicas y modernas. Desde 2006 el canadiense Aaron S. Watkin es el director artístico de la compañía.
Amapolas rojas en el Cenotaph
Cuando llegan los primeros fríos del otoño, a finales de octubre, se empieza a ver a muchos británicos luciendo en la solapa una extraña figurita de papel, algo parecido a un huevo frito pero con la clara de color rojo y la yema de color negro.
Pero ni es un huevo frito ni tiene nada que ver con la llegada del frío: es la representación de una amapola y su objetivo es recordar a los soldados caídos en el campo de batalla y ayudar a aquellos que han vuelto de él con el cuerpo tullido o la mente alterada.
Es una de las varias maneras en que los británicos celebran el Día del Recuerdo, el Remembrance Day, en memoria del 11 de noviembre de 1918, el día en acabó la I Guerra Mundial.
Tras cuatro días de conversaciones secretas en un tren estacionado en un bosque de Compiègne, en la Picardía francesa,Francia y Alemania firmaron el armisticio en presencia del mariscal Foch y del general Weygand.
Eran las cinco de la mañana y se acordó que el acuerdo entrara en vigor a las 11 de la mañana de ese día 11 del mes número 11 del año.
Pero ni es un huevo frito ni tiene nada que ver con la llegada del frío: es la representación de una amapola y su objetivo es recordar a los soldados caídos en el campo de batalla y ayudar a aquellos que han vuelto de él con el cuerpo tullido o la mente alterada.
Es una de las varias maneras en que los británicos celebran el Día del Recuerdo, el Remembrance Day, en memoria del 11 de noviembre de 1918, el día en acabó la I Guerra Mundial.
Tras cuatro días de conversaciones secretas en un tren estacionado en un bosque de Compiègne, en la Picardía francesa,Francia y Alemania firmaron el armisticio en presencia del mariscal Foch y del general Weygand.
Eran las cinco de la mañana y se acordó que el acuerdo entrara en vigor a las 11 de la mañana de ese día 11 del mes número 11 del año.
Éxito público, miseria privada
Un documental descubre la otra cara de Yves Saint Laurent
Un hombre dividido entre el brillo de la fama y la melancolía de su vida privada. Así aparece Yves Saint Laurent en el documental del director y fotógrafo francés Pierre Thoretton, presentado en el Festival de Cine de Roma. L'Amour Fou narra y matiza la personalidad del revolucionario maestro de la alta costura parisiense, que nació en Argelia en 1936, trepó hasta las cimas de la moda mundial y murió en París a principios de verano de 2008.
El gran modisto vivió entre la droga, el alcohol y la depresión
Lejos de ser una apología de su genio artístico, el director acerca el foco de la cámara a su faceta privada e íntima, a través del punto de vista de Pierre Bergé, su pareja y socio, aliado sentimental y profesional durante 50 años. Cinco décadas de éxitos públicos y miserias privadas, desde 1958 hasta 2008 -aunque a partir de 1992 ya no vivían juntos- salpicadas por peleas, berrinches, pasión y afinidad creativa. "Pierre Bergé e Yves Saint Laurent fueron dos personajes públicos", explica el director, "que vivieron intensamente su época y sufrieron la presión de aquellos años, la droga, el alcohol, una desesperada depresión.
Me pregunto cómo lograron atravesar todo aquello. Para satisfacer esta duda necesitaba mostrar los aplausos, las adulaciones, la irritación, los requerimientos continuos, la tensión".
Los 100 minutos que dura el documental son una excursión delicada por los lugares que los dos amaban frecuentar: su mansión parisiense, los jardines Majorelle en Marraquech o el castillo Gabriel en Normandía.
Las escenas rodadas en la actualidad se mezclan con los testimonios de amigos, conocidos, compañeros y con las imágenes de los desfiles, las fiestas, los actos. Thoretton visionó, cortó y montó alrededor de 100.000 fotografías y decenas de vídeos.
Es la voz de Bergé la que pone orden en el material de repertorio, su mano acompaña al espectador hasta el interior del universo Saint Laurent: la obsesión estética, los focos luminosos del éxito y la solitaria oscuridad de la depresión. L'Amour Fou muestra las debilidades, los miedos de Yves, heredero de Dior, diseñador cotizado ya con 20 años, pero siempre tímido, esquivo, frágil y enamorado de la belleza, que intentaba encerrar en su casa museo, llena de cuadros, estatuas, objetos de arte: 733 piezas subastadas por más de 300 millones de euros.
Bergé y Saint Laurent estaban "rodeados por la vida, por la muerte y por la posibilidad de continuar viviendo en la leyenda", se dice en el largometraje.
La mirada de Saint Laurent, que huye de la cámara, protegido por sus grandes gafas de pasta negras, abre el documental.
Sigue un fragmento del discurso que Bergé pronunció durante su funeral (al cual acudieron también el presidente Nicolas Sarkozy y su esposa, Carla Bruni, que fue modelo de la firma YSL durante muchos años): "Aquella mañana en París, cuando te conocí, eras joven y muy bello. Estabas ganando tu primera batalla. La gloria entonces se sentó a tu lado y nunca más se apartó".
Delicia y maldición de toda una vida.
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