Cuando llegan los primeros fríos del otoño, a finales de octubre, se empieza a ver a muchos británicos luciendo en la solapa una extraña figurita de papel, algo parecido a un huevo frito pero con la clara de color rojo y la yema de color negro.
Pero ni es un huevo frito ni tiene nada que ver con la llegada del frío: es la representación de una amapola y su objetivo es recordar a los soldados caídos en el campo de batalla y ayudar a aquellos que han vuelto de él con el cuerpo tullido o la mente alterada.
Es una de las varias maneras en que los británicos celebran el Día del Recuerdo, el Remembrance Day, en memoria del 11 de noviembre de 1918, el día en acabó la I Guerra Mundial.
Tras cuatro días de conversaciones secretas en un tren estacionado en un bosque de Compiègne, en la Picardía francesa,Francia y Alemania firmaron el armisticio en presencia del mariscal Foch y del general Weygand.
Eran las cinco de la mañana y se acordó que el acuerdo entrara en vigor a las 11 de la mañana de ese día 11 del mes número 11 del año.
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