Rara vez un gramático es consciente del delicado monstruo con quien trata; nos dirá, por ejemplo, que "ser" y "estar", son verbos auxiliares...¿Auxiliares, de quién? La esencia y la materia por ellos se proclaman y lo demás existe porque en ellos vivimos. Ser es el todo, el alma del que habla; del que ama, el deseo; del que interroga, el ansia; del que ansía, la duda; es alma, inteligencia, lo que queda del sueño cuando el sueño se acaba.
Estar es la materia, el volumen, su peso, la ecuación matemática donde cuadra el deseo, el peso de las alas del pájaro del sueño, hacia el alba o la noche donde se aquiete, al fin...
4 nov 2010
La Lengua de las Mariposas
"La lengua de las mariposas", cuento que forma parte del libro "¿Que me quieres, amor?", fue llevado al cine en la película del mismo nombre.
Manuel Rivas dice en un reportaje: ".... El cine ejerce un gran hechizo sobre mi, en parte creo que mis sentidos -y de la gente de mi generación- quiero decir la sensibilidad, la percepción e incluso la manera de escribir, todo esto no es nada ajeno a ese mundo. Es como ver lo que intenté con la literatura en el cine. Yo ya había hecho estas películas en mi mente y al ver el resultado filmado fue muy emocionante. Del cine admiro el valor de hacer una película, porque es una maquinaria muy compleja. De pequeño soñé con ser director de cine o hacer películas. Después ví que es más fácil ser escritor. El cine es dificilísimo, también por cuestiones económicas. En una historia escrita puedo hacer aparecer diez caballos, en una película esto ya se convierte en un asunto bastante costoso. En fin, creo que "La lengua de las mariposas" es un filme muy logrado. Conseguí verlo como un espectador más y me encantó"
"Tenemos un nuevo compañero. Es una alegría para todos y vamos a recibirlo con un aplauso". Pensé que me iba a mear de nuevo por los pantalones, pero sólo noté una humedad en los ojos. "Bien, y ahora, vamos a comenzar con un poema. ¿A quien le toca? ¿Romualdo? Ven, Romualdo, acércate. Ya sabes, despacito y en voz bien alta".
A Romualdo los pantalones cortos le quedaban ridículos. Tenía las piernas muy largas y oscuras, con las rodillas llenas de heridas.
Una tarde parda y fría...
"Un momento, Romualdo, ¿qué es lo que vas a leer?"
"Una poesía, señor".
"¿Y como se titula?"
"Recuerdo infantil. Su autor es don Antonio Machado".
"Muy bien, Romualdo, adelante. Despacito y en voz alta. Repara en la puntuación.".
El llamado Romualdo, a quien yo conocía de acarrear sacos de piñas como niño que era de Altamira, carraspeó como un viejo fumador de picadura y leyó con una voz increíble, espléndida, que parecía salida de la radio de Manolo Suárez, el indiano de Montevideo.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una marcha carmín...
"Muy bien. ¿Qué significa monotonía de lluvia, Romualdo?", preguntó el maestro.
"Que llueve después de llover, don Gregorio".
"¿Rezaste?", preguntó mamá, mientras pasaba la plancha por la ropa que papá cosiera durante el día. En la cocina, la olla de la cena despedía un aroma amargo de nabiza.
"Pues si", dije yo no muy seguro. "Una cosa que hablaba de Caín y Abel".
"Eso está bien", dijo mamá. "Non se por que dicen que ese nuevo maestro es un ateo".
"¿Qué es un ateo?"
"Alguien que dice que Dios no existe". Mamá hizo un gesto de desagrado y pasó la plancha con energía por las arrugas de un pantalón.
"¿Papá es un ateo?"
Mamá posó la plancha y me miró fijo.
"¿Cómo va a ser papá un ateo? ¿Cómo se te ocurre preguntar esa pavada?"
Yo había escuchado muchas veces a mi padre blasfemar contra Dios. Lo hacían todos los hombres. Cuando algo iba mal, escupían en el suelo y decían esa cosa tremenda contra Dios.
Decían dos cosas: Cajo en Dios, cajo en el Demonio. Me parecía que sólo las mujeres creían de verdad en Dios.
"¿Y el Demonio? ¿Existe el Demonio?"
"¡Por supuesto!"
El hervor hacía bailar la tapa de la olla. De aquella boca mutante salían vaharadas de vapor e gargajos de espuma y berza. Una abeja revoloteaba en el techo alrededor de la lámpara eléctrica que colgaba de un cable trenzado. Mamá estaba enfurruñada como cada vez que tenía que planchar. Su cara se tensaba cuando marcaba la raya de las perneras. Pero ahora hablaba en un tono suave y algo triste, como si se refiriera a un desvalido.
"El Demonio era un ángel, pero se hizo malo".
La abeja batió contra la lámpara, que osciló ligeramente y desordenó las sombras.
"El maestro dijo hoy que las mariposas también tienen lengua, una lengua finita y muy larga, que llevan enrollada como el resorte de un reloj. Nos la va a enseñar con un aparato que le tienen que mandar de Madrid. ¿A que parece mentira eso de que las mariposas tengan lengua?"
"Si él lo dice, es cierto. Hay muchas cosas que parecen mentira y son verdad. ¿Te gusta la escuela?"
"Mucho. Y no pega. El maestro no pega".
No, el maestro don Gregorio no pegaba. Por lo contrario, casi siempre sonreía con su cara de sapo. Cuando dos peleaban en el recreo, los llamaba, " parecen carneros", y hacía que se dieran la mano.
Manuel Rivas dice en un reportaje: ".... El cine ejerce un gran hechizo sobre mi, en parte creo que mis sentidos -y de la gente de mi generación- quiero decir la sensibilidad, la percepción e incluso la manera de escribir, todo esto no es nada ajeno a ese mundo. Es como ver lo que intenté con la literatura en el cine. Yo ya había hecho estas películas en mi mente y al ver el resultado filmado fue muy emocionante. Del cine admiro el valor de hacer una película, porque es una maquinaria muy compleja. De pequeño soñé con ser director de cine o hacer películas. Después ví que es más fácil ser escritor. El cine es dificilísimo, también por cuestiones económicas. En una historia escrita puedo hacer aparecer diez caballos, en una película esto ya se convierte en un asunto bastante costoso. En fin, creo que "La lengua de las mariposas" es un filme muy logrado. Conseguí verlo como un espectador más y me encantó"
"Tenemos un nuevo compañero. Es una alegría para todos y vamos a recibirlo con un aplauso". Pensé que me iba a mear de nuevo por los pantalones, pero sólo noté una humedad en los ojos. "Bien, y ahora, vamos a comenzar con un poema. ¿A quien le toca? ¿Romualdo? Ven, Romualdo, acércate. Ya sabes, despacito y en voz bien alta".
A Romualdo los pantalones cortos le quedaban ridículos. Tenía las piernas muy largas y oscuras, con las rodillas llenas de heridas.
Una tarde parda y fría...
"Un momento, Romualdo, ¿qué es lo que vas a leer?"
"Una poesía, señor".
"¿Y como se titula?"
"Recuerdo infantil. Su autor es don Antonio Machado".
"Muy bien, Romualdo, adelante. Despacito y en voz alta. Repara en la puntuación.".
El llamado Romualdo, a quien yo conocía de acarrear sacos de piñas como niño que era de Altamira, carraspeó como un viejo fumador de picadura y leyó con una voz increíble, espléndida, que parecía salida de la radio de Manolo Suárez, el indiano de Montevideo.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una marcha carmín...
"Muy bien. ¿Qué significa monotonía de lluvia, Romualdo?", preguntó el maestro.
"Que llueve después de llover, don Gregorio".
"¿Rezaste?", preguntó mamá, mientras pasaba la plancha por la ropa que papá cosiera durante el día. En la cocina, la olla de la cena despedía un aroma amargo de nabiza.
"Pues si", dije yo no muy seguro. "Una cosa que hablaba de Caín y Abel".
"Eso está bien", dijo mamá. "Non se por que dicen que ese nuevo maestro es un ateo".
"¿Qué es un ateo?"
"Alguien que dice que Dios no existe". Mamá hizo un gesto de desagrado y pasó la plancha con energía por las arrugas de un pantalón.
"¿Papá es un ateo?"
Mamá posó la plancha y me miró fijo.
"¿Cómo va a ser papá un ateo? ¿Cómo se te ocurre preguntar esa pavada?"
Yo había escuchado muchas veces a mi padre blasfemar contra Dios. Lo hacían todos los hombres. Cuando algo iba mal, escupían en el suelo y decían esa cosa tremenda contra Dios.
Decían dos cosas: Cajo en Dios, cajo en el Demonio. Me parecía que sólo las mujeres creían de verdad en Dios.
"¿Y el Demonio? ¿Existe el Demonio?"
"¡Por supuesto!"
El hervor hacía bailar la tapa de la olla. De aquella boca mutante salían vaharadas de vapor e gargajos de espuma y berza. Una abeja revoloteaba en el techo alrededor de la lámpara eléctrica que colgaba de un cable trenzado. Mamá estaba enfurruñada como cada vez que tenía que planchar. Su cara se tensaba cuando marcaba la raya de las perneras. Pero ahora hablaba en un tono suave y algo triste, como si se refiriera a un desvalido.
"El Demonio era un ángel, pero se hizo malo".
La abeja batió contra la lámpara, que osciló ligeramente y desordenó las sombras.
"El maestro dijo hoy que las mariposas también tienen lengua, una lengua finita y muy larga, que llevan enrollada como el resorte de un reloj. Nos la va a enseñar con un aparato que le tienen que mandar de Madrid. ¿A que parece mentira eso de que las mariposas tengan lengua?"
"Si él lo dice, es cierto. Hay muchas cosas que parecen mentira y son verdad. ¿Te gusta la escuela?"
"Mucho. Y no pega. El maestro no pega".
No, el maestro don Gregorio no pegaba. Por lo contrario, casi siempre sonreía con su cara de sapo. Cuando dos peleaban en el recreo, los llamaba, " parecen carneros", y hacía que se dieran la mano.
¿Qué me quieres amor? Manuel Rivas
¿Qué me quieres, amor? de Manuel Rivas:
«Sueño con la primera cereza del verano» En el relato que da título a este libro, un joven cuenta su historia de amor después de fallecer en un atraco frustrado. Era capaz de todo pero no tenia valor a decir «Te quiero.» La incomunicación personal en un mundo saturado de información y hechizado por la nueva cacharrería, el gran misterio de las relaciones humanas, es el hilo conductor de ¿Qué me quieres, amor?, con el que Manuel Rivas ha obtenido el Premio de Narrativa Torrente Ballester. Son relatos duros, algunos de una dureza extrema, encaramados al dolor y a la soledad, pero donde emergen la ternura y el humor como los mejore s amuletos y reductos de humanidad. Un viajante, vendedor de lencería espera ansioso al volante la reaparición del hijo huido y recibe la milagrosa ayuda de un héroe del rock.
El misterio de la luz de un cuadro, Las lechera de Vermeer, devuelve a un escritor al regazo de la madre. Otro de los relatos, La lengua de las mariposas, trata de la amistad fraternal entre un escolar y un maestro anarquista, que nace de la mutua curiosidad por la vida de los animales, y que es destrozada por la brutalidad de 1936. Según Carlos Casares, este cuento podría figurar en una antología de los mejores relatos de la literatura universal.
Después de Un millón de vacas, Los comedores de patatas y En salvaje compañía, con ¿Qué me quieres, amor? Manuel Rivas nos trae historias sustraídas a la apariencia cotidiana de la vida y escritas con la sensación de quien roza con los dedos las vísceras y la piel del mundo.
«Sueño con la primera cereza del verano» En el relato que da título a este libro, un joven cuenta su historia de amor después de fallecer en un atraco frustrado. Era capaz de todo pero no tenia valor a decir «Te quiero.» La incomunicación personal en un mundo saturado de información y hechizado por la nueva cacharrería, el gran misterio de las relaciones humanas, es el hilo conductor de ¿Qué me quieres, amor?, con el que Manuel Rivas ha obtenido el Premio de Narrativa Torrente Ballester. Son relatos duros, algunos de una dureza extrema, encaramados al dolor y a la soledad, pero donde emergen la ternura y el humor como los mejore s amuletos y reductos de humanidad. Un viajante, vendedor de lencería espera ansioso al volante la reaparición del hijo huido y recibe la milagrosa ayuda de un héroe del rock.
El misterio de la luz de un cuadro, Las lechera de Vermeer, devuelve a un escritor al regazo de la madre. Otro de los relatos, La lengua de las mariposas, trata de la amistad fraternal entre un escolar y un maestro anarquista, que nace de la mutua curiosidad por la vida de los animales, y que es destrozada por la brutalidad de 1936. Según Carlos Casares, este cuento podría figurar en una antología de los mejores relatos de la literatura universal.
Después de Un millón de vacas, Los comedores de patatas y En salvaje compañía, con ¿Qué me quieres, amor? Manuel Rivas nos trae historias sustraídas a la apariencia cotidiana de la vida y escritas con la sensación de quien roza con los dedos las vísceras y la piel del mundo.
Benítez Reyes y Molina Foix, Premios del Tren 2010
Los escritores Felipe Benítez Reyes y Vicente Molina Foix han ganado los Premios del Tren 2010 Antonio Machado de Poesía y Cuento que otorga la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. Los galardones se entregarán esta tarde en la sede de la fundació. Ambos tienen una dotación de 15.000 euros en cada modalidad, informa esta institución cultural en un comunicado.
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Benítez Reyes ha obtenido el premio de poesía con la obra Ciudades del sueño. Poeta gaditano, novelista y articulista de prensa. Su obra está recopilada en los volúmenes Trama de niebla y Libros de poemas. Entre sus novelas se cuentan El novio del mundo, El pensamiento de los monstruos y Mercado de espejismos. Sus relatos están recogidos en el libro Oficios estelares. Ha dirigido las revistas Fin de Siglo, El Libro Andaluz y Renacimiento. Ha sido galardonado con el Premio de la Crítica, Ateneo de Sevilla de Novela, Fundación Loewe de Poesía, Hucha de Oro de Relatos, Julio Camba de Periodismo, Nadal de Novela y Nacional de Literatura, entre otros. En los Premios del Tren 2003 obtuvo el segundo premio de Poesía y en 1994 un accésit en el Premio de Narraciones Breves Antonio Machado. El segundo premio, dotado con 5.000 euros, ha sido para Daniel Rodríguez Moya por su poesía La bestia
Vicente Molina Foix por su parte ha logrado el primer premio en la categoría de cuento, con su obra La ciudad dormitorio. Nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid e Historia del Arte en Londres. Autor dramático, poeta y director de cine (Sagitario, 2001 y El dios de madera, 2010), ha publicado, entre otras novelas, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura 2007), y los libros de ensayo El novio del cine, El cine estilográfico, Tintoretto y los escritores. Es también traductor de Shakespeare: Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia. El Segundo Premio, dotado con 5.000 euros, ha sido para Marta Sanz con su cuento Sevérine y el conejo blanco.
Más de 1.400 obras
El número de autores presentados ha sido de 1.201, procedentes de 31 países, con un total de 1.441 obras (519 poesías y 922 cuentos), según datos de la fundación. El número de participantes se ha incrementado un 10% respecto a la convocatoria de 2009. Los organizadores recuerdan que Los Premios del Tren están abiertos a todos los escritores que presenten trabajos literarios de corta extensión y que incluyan de alguna forma el ferrocarril en su obra.
Las poesías y cuentos finalistas se editarán en el mes de diciembre en un libro que pasará formar parte de la Colección Premios del Tren, con el título de las dos obras ganadoras. Coincidiendo con el fallo del jurado, informa la Fundación, se ha renovado la página web de los galardones: www.premiosdeltren.es.
Han formado parte del Jurado de esta edición: José Manuel Caballero Bonald (escritor); Luis García Montero y Jesús García Sánchez (Comité de Lectura); Manuel Núñez Encabo (Director de la Fundación Española Antonio Machado); Jorge Galán y Luisgé Martín (Ganadores Premios del Tren 2009), Juan Miguel Sánchez (Vocal del Patronato de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles) y Juan Altares (Director de Actividades Culturales de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles) que actuó como Secretario.
Siempren ganan conocidos, siempre el jurado son los mismos, es decir que si yo presento una obra jamás tendré la oportunidad de ganar un premio.
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Benítez Reyes ha obtenido el premio de poesía con la obra Ciudades del sueño. Poeta gaditano, novelista y articulista de prensa. Su obra está recopilada en los volúmenes Trama de niebla y Libros de poemas. Entre sus novelas se cuentan El novio del mundo, El pensamiento de los monstruos y Mercado de espejismos. Sus relatos están recogidos en el libro Oficios estelares. Ha dirigido las revistas Fin de Siglo, El Libro Andaluz y Renacimiento. Ha sido galardonado con el Premio de la Crítica, Ateneo de Sevilla de Novela, Fundación Loewe de Poesía, Hucha de Oro de Relatos, Julio Camba de Periodismo, Nadal de Novela y Nacional de Literatura, entre otros. En los Premios del Tren 2003 obtuvo el segundo premio de Poesía y en 1994 un accésit en el Premio de Narraciones Breves Antonio Machado. El segundo premio, dotado con 5.000 euros, ha sido para Daniel Rodríguez Moya por su poesía La bestia
Vicente Molina Foix por su parte ha logrado el primer premio en la categoría de cuento, con su obra La ciudad dormitorio. Nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid e Historia del Arte en Londres. Autor dramático, poeta y director de cine (Sagitario, 2001 y El dios de madera, 2010), ha publicado, entre otras novelas, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura 2007), y los libros de ensayo El novio del cine, El cine estilográfico, Tintoretto y los escritores. Es también traductor de Shakespeare: Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia. El Segundo Premio, dotado con 5.000 euros, ha sido para Marta Sanz con su cuento Sevérine y el conejo blanco.
Más de 1.400 obras
El número de autores presentados ha sido de 1.201, procedentes de 31 países, con un total de 1.441 obras (519 poesías y 922 cuentos), según datos de la fundación. El número de participantes se ha incrementado un 10% respecto a la convocatoria de 2009. Los organizadores recuerdan que Los Premios del Tren están abiertos a todos los escritores que presenten trabajos literarios de corta extensión y que incluyan de alguna forma el ferrocarril en su obra.
Las poesías y cuentos finalistas se editarán en el mes de diciembre en un libro que pasará formar parte de la Colección Premios del Tren, con el título de las dos obras ganadoras. Coincidiendo con el fallo del jurado, informa la Fundación, se ha renovado la página web de los galardones: www.premiosdeltren.es.
Han formado parte del Jurado de esta edición: José Manuel Caballero Bonald (escritor); Luis García Montero y Jesús García Sánchez (Comité de Lectura); Manuel Núñez Encabo (Director de la Fundación Española Antonio Machado); Jorge Galán y Luisgé Martín (Ganadores Premios del Tren 2009), Juan Miguel Sánchez (Vocal del Patronato de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles) y Juan Altares (Director de Actividades Culturales de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles) que actuó como Secretario.
Siempren ganan conocidos, siempre el jurado son los mismos, es decir que si yo presento una obra jamás tendré la oportunidad de ganar un premio.
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