Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

8 sept 2010

LOPE Película


Casi cuatro siglos después de la muerte de Lope de Vega, es un brasileño, Andrucha Waddington, quien recupera su agitada vida.



"La de Lope es una de esas biografías que parecen inventadas." Andrucha Waddington, director.


Lope Ammann
Hay biografías tan fabulosas que parecen inventadas. Y la de Lope es una de ellas, dice el director de la cinta, seleccionada por el Festival de Venecia para su sección oficial fuera de concurso y por el de Toronto.
Con guión de Jordi Gasull (El viaje de Arián) e Ignacio del Moral (Los lunes al Sol), Waddington enfoca los amoríos de un joven Lope (Alberto Ammann) de clase social baja que regresa de la guerra y busca dinero y nombre antes de convertirse en uno de los grandes poetas y dramaturgos del siglo XVI y sentar las bases del teatro moderno.

El eje de la trama es el triángulo amoroso que forman el autor, Isabel de Urbina (Leonor Watling), la Belisa de sus poemas, que sería su primera mujer y madre de su hija, y Elena Osorio (Pilar López de Ayala), Filis en su obra, hija de Jerónimo Velázquez (Juan Diego), para el que Lope componía comedias. La relación de Lope con la familia Velázquez acabó en cárcel y condena de destierro.

El director encontró al protagonista a través de casting, mucho antes del estreno de Celda 211 (Daniel Monzón, 2009), puntualiza. Necesitaba a un actor capaz de transmitir esas ganas de comerse el mundo que tenía Lope.
El reparto lo completan Luis Tosar, cura amigo de Lope; Antonio de la Torre, el hermano del protagonista; Selton Mello, un marqués francés que pretende a Isabel; Miguel Ángel Muñoz, que encarna a Perrenot, amante rico de Elena; Jordi Dauder, otro mecenas de Lope; Antonio Dechent, actor de la compañía que interpreta obras de Lope, y Carla Nieto, hermana del escritor. Sonia Braga, en una fugaz aparición, es la madre de Lope en la ficción.

La reconstrucción del Madrid del siglo XVI, a cargo de César Macarrón, habitual colaborador de Javier Fesser, y la recreación del puerto de Lisboa se hizo entre diferentes localizaciones de la Comunidad de Madrid y la costa sur de Marruecos, en Essaouira, donde en un concierto espontáneo de Jorge Drexler al equipo el director brasileño decidió encargar al músico la canción de los títulos de crédito de la película.

Todo el Mundo desfenetra al Sr. Neira


Resulta que ahora nos gusta mucho decir de Heróe a Villano, el Sr Neyra, al que siempre le dicen "profesor" como en Latinoamerica que dicen Licenciado, pues a ese Señor lo han cogido en un control de alcoholemia con 3 veces más de lo permitido para conducir, para quedarse tirado en una acera no, pero conduciendo si.
Viendo las acusaciones que se le hacen ahora de prepotente, de llamar cucarachas a la gente, no sabía que fuera insulto grave lo de decir "eres una cucaracha". La Sra Esperanza Aguirre no quiere hablar con él, ella que no sé que cargo le dió para ser más Popular , si es que puede.
Y digo yo, ese señor facha de derechas y borracho sería el mismo cuando ´medió en una pelea entre un hombre y una mujer, y el hombre le propinó un golpe que lo dejó casi muerto, y ya sería un alcohólico de Derechas digo yo, ya sería presuntuoso pero siendo todo eso intervino en aquel acto de violencia, entonces sigue siendo un heróe dado que la mayoría de la gente no intervienen y dejan que te mate tu ex.
Igual estaba borracho ese dia.
Si lo pusieron en un cargo no es su culpa sino de los que quisieron ""Arrayarse un millo", sería isoportable pero medió para que no golperan a una mujer, si lo hicieron héroe pues vale, y ahora lo cogen borracho y conduciendo y es un villano.
La Vida tiene eso de que tan complicada que es la hacemos de extremos o blanco o negro.
Que le destituyan de los puestos pues bien, el oportunista no fue él, fue la Aguirre o la Cólera de Dios, no justifico nada, porque no hay nada que justificar, ese señor se muere y sería un heroe para siempre. Pero no, lo cogen en una infracción y claro que hay que multarle quitarle el carnet y que entre en alcohólicos anónimos que como su nombre indica no sabemos quienes son.
Sigo dando vueltas a todo lo que hizo para salvar de una agresión a una mujer a manos de su pareja le honra, que casi muere en el empeño lo encumbraron a los informativos, yo me di cuenta un dia que salió por la tele con oxigeno y sentado que bebía una cerveza y no me pareció normal, pero es que todavía no era villano.
Todos tenemos muchas aristas, afortunadamente, y una cosa no quita la otra, si participa en el canal de Interconomía ya sabemos de que va eso a los que no nos interese.
Pero no creo que el conducir borracho le invalide para ser una persona que casi lo matan por intervenir en una pelea.
Que ahora se den cuenta que aquel señor conduzca borracho solo lo invalida para seguir conduciendo, no quita el punto en que se dió a conocer.
Si fue heróe porque casi muere que siga así, igual por estar borracho se atrevió mientras todos los abstemios del Hotel miraban al otro lado, y ahora que la ley actue , y como tantos, que no juegue con la vida de los demás conduciendo borracho, pero no seamos hipócritas ni sepulcros blanqueados, su ejecutor estaba engachado a no se cuantas sustancias y el al alcohol. de otras no me consta.

De premios


Cada treinta segundos se concede un premio en España. Lo que suena, a priori, a país generoso, puede resultar una infección de proporciones bíblicas.
El Príncipe de Asturias es uno de los premios más eminentes y habría que distinguirlo de, por ejemplo, el Zurriagazo de Oro del Casino Agropecuario de Somormujos.
Además, el Premio Príncipe de Asturias ha servido y sirve para que nuestro príncipe Felipe conozca a gente, que no está fácil la cosa, y además gente valiosa e irrepetible y no descerebrados de cualquier aristocracia de por ahí.
Ayer La Roja salió ganadora en la categoría de mejor deportista.
El jurado lo conformaban, en su mayoría, una serie de destacados periodistas deportivos, los mismos que si La Roja no hubiera ganado el Mundial habrían acometido la ardua tarea de ponerlos a parir uno a uno, desde el entrenador al tercer portero, y además pedir cabezas hasta del eterno presidente federativo. El triunfo nos da a todos una oportunidad para ser mejores personas. Y hay que aprovecharla.


Hace poco, en este mismo periódico, el escritor Juan Goytisolo argumentaba en un artículo las razones que le llevaron a rechazar una distinción.
No es la primera vez que analiza en profundidad la grandeza de su desprecio a un galardón y aunque presumir de rechazar un premio es bastante peor que recogerlo con discreción, puede que pronto, dado el volumen de premios, lo exquisito sea rechazarlos como quien rechaza un canapé rancio.
La selección de fútbol nos hizo felices cuando más lo necesitábamos, ése es el enorme premio que nosotros les reservamos adentro.
El vértigo está en abusar de la comparación de los triunfos deportivos, forzar al fútbol a ser metáfora del existir. Una mediocre vida bien llevada siempre arrastra más méritos que cualquier triunfo deportivo restallante.
Será bueno ahorrar mitificaciones, no sea que pase como en la caravana de recibimiento a los ganadores del Mundial por las calles de Madrid, donde los locutores no paraban de repetir que aquellos futbolistas eran un ejemplo para la juventud, mientras desbarraban borrachos en la azotea de un autobús. O que nos pase como con el profesor Neira, de héroe a villano y tiro porque me toca, en el desenfrenado parchís de la histeria colectiva mediática.

Alex de la Iglesia arriesga y gana


Existen directores excelentes en la historia del cine de los que no se tienen noticias de que escribieran ninguno de los guiones que filmaron.
Moviéndose en géneros variados imprimieron inevitablemente su sello a todas esas películas.
También existen artesanos que se toman su trabajo con esfuerzo y respeto, sin ningún empeño en que les coloquen en el panteón de los artistas, gente con nómina fija en los estudios que hacían modélicamente lo que tenían que hacer aunque fuera muy difícil reconocer su personalidad si no existieran los títulos de crédito. Y están los creadores cuyo estilo y obsesiones son inmediatamente identificables para el espectador.
Alex de la Iglesia pertenece a ese grupo. Puede acertar o equivocarse, plasmar lo que estaba en su cabeza o que el resultado no esté a la altura del planteamiento, combinar secuencias deslumbrantes con delirios gratuitos, sentir más vocación por el pasote que por quedarse corto, pero siempre tendrás la sensación de que esas películas solo puede hacerlas él, que salen de las entrañas antes que del cálculo, que le resultaría muy problemático aceptar encargos, mostrarse sumiso con las directrices de los productores, ejercer el mercenariado impersonal, no tener el control absoluto de lo que está pariendo.

"España es un país partido en dos: si uno ríe, el otro llora"
Carlos Boyero



Observando Balada triste de trompeta tienes la sensación de que hacer cine para este hombre es comparable al juguete más codiciado por un niño, que lo utiliza con pasión y le sirve de exorcismo, que se ha propuesto crear un universo autóctono mezclando todas las ficciones, aventuras, terrores, leyendas, alucinaciones y sentimientos extremos que han habitado sus gustos y su subconsciente desde que era un crío.

Aquí se plantea una meta muy arriesgada, amenazada por el caos al mezclar tantos elementos, al pretender hermanar el realismo con la fantasía, al introducir el esperpento más salvaje en medio de sucesos y personajes históricos, imaginándose una pandilla de freaks alrededor de la Guerra Civil española, las cacerías de Franco y el atentado contra Carrero Blanco, haciendo convivir la estética de los tebeos, los monstruos de Tod Browning, el Joker batmaniano, la Bella y la Bestia, el Fantasma de la Ópera con las baladas de Raphael, las fugas de El Lute, la televisión en blanco y negro.
También pretende fundir la comedia con la tragedia, el naturalismo con el gore, el terror gótico con las pesadillas, la farsa con el documental. Tampoco falta el homenaje a Hitchcock utilizando el Valle de los Caídos con los mismos propósitos que acompañaban a aquel señor gordo, genial y perverso en el monte Rushmore, un broche visual que no podía faltar sabiendo del amor de Alex de la Iglesia a filmar la tensión que acompaña a las batallas en las alturas.

Todo este material puede revelar una notable empanada mental, osadía inútil para dotar de armonía y de sentido la alucinada unión de tantos géneros. Por mi parte, creo que este experimento tan difícil le ha salido muy bien. Es una película de rareza atractiva, tan hipnótica como inclasificable, integrando la acción con reflexiones amargas sobre la condición humana, la autodestrucción y la violencia como motor del amor, el apocalipsis que puede generar el deseo frustrado.

Hay muchas cosas que dan miedo en esta película, como que el payaso extrovertido que comprende la naturaleza de los niños y les enamora pueda esconder una compulsión asesina y sadomasoquista. O que el payaso secundario, resignado, pasivo y triste, alguien destinado por su físico y por su personalidad a perder siempre y a la irrelevancia, oculte un volcán en erupción.
En este circo tan pintoresco y sombrío también tienen cabida la risa, el ilimitado sarcasmo, la irreverencia, la sorna castiza.
La enorme capacidad para fabricar imágenes de este director asegura que no distraigas en ningún momento tu retina de lo que está ocurriendo en la pantalla. Lo que ves y lo que escuchas te provoca inquietud, pasmo y ternura. Hay tantas referencias localistas que es complicado que los espectadores foráneos accedan a determinadas claves.
Yo la he disfrutado, me perturba, sigue en el recuerdo un día después. Creo que hasta he soñado con esos payasos con el rostro monstruosamente deformado que interpretan el siempre espléndido Antonio de la Torre y ese actor tan novel como sorprendente llamado Carlos Areces.