21 ago 2010
70 años después de Trostki
70 años después de Trostki
Para las nuevas generaciones, seguramente el nombre de León Trotski (Liev Davídovich Bronstein) (1879-1940) no significará gran cosa, pero hay que decir que fue un personaje clave del siglo XX, uno de los pilares de la Revolución Rusa y posible sucesor natural de Lenin.
Al final, la sucesión fue para Stalin, que tuvo en sus manos la posibilidad del socialismo real y la convirtió en una dictadura inmisericorde, manchada de sangre y corrupción. Nunca sabremos qué habría pasado en la Unión Soviética si el liderazgo hubiese caído en manos de Trotski, esa es una incógnita que ya no podremos despejar.
Stalin sembró el terror y fue eliminando a todos sus posibles opositores. Trotski, antes uno de los grandes líderes de la nueva Rusia, se convirtió en un perseguido. Tuvo que exiliarse y fue a parar al México legendario de Lázaro Cárdenas, aquel país que a finales de los años treinta del siglo pasado asilaba a los republicanos españoles y, cómo no, al huido Trotski y a su esposa. Pero la mano de Stalin era muy larga, y a pesar de las medidas de seguridad que el presidente mexicano había puesto en la casa que habitaba el líder ruso, Trotski fue atacado por el español Ramón Mercader, clavándole un piolet de alpinista en la cabeza.
Eso sucedió el 20 de agosto de de 1940, y Trotski murió el 21, hace ahora 70 años. Su figura y sobre todo sus últimos tiempos en México forman parte de narraciones y leyendas, pues era aquella una época legendaria, en el México de Frida Kahlo, que con su marido Diego Ribera acogió al fugitivo, mientras que otros artistas se le oponían, pues Siqueiros había intentado matar a Trotski en mayo del mismo año.
El líder ruso fue un intelectual y un hombre de acción, en un tiempo en el que parecía posible cambiar el mundo.
Su importancia es enorme, y las historias que alrededor de su estancia en México se cuentan (romance con Frida incluido) son material para novelas. Por eso recupero hoy su estela, por eso y porque un amigo poeta me lo recordó, y sigo preguntándome qué habría pasado si en lugar de Stalin llega a ser Trotski el sucesor de Lenin, y son libros suyos importantes Mi vida (1930), Historia de la Revolución Rusa (3 volúmenes, 1931-1933) y La revolución traicionada (1937), porque no hay que olvidar que Trotski fue un gran teórico del marxismo, y , para bien y para mal, el siglo XX no se entendería sin el marxismo y sus aplicaciones más o menos heterodoxas.
Sacado del Bardinia de Emilio González Déniz
Un paseo por las Colinas
Hacía tiempo que no paseaba por las colinas, con tenerlas tan a mano. Me quedo mirándolas, a través de las cortinas que mueve el aire, y siento que es suficiente. Este atardecer, sin embargo, me dirigí a la más cercana.
Como quien no quiere la cosa, siguiendo la pista asfaltada.
Hasta que ésta terminó en un polideportivo, y entonces comencé a trepar y a pisar sobre la pinocha, mil ojos para las plantas, para la luz entre las agujas.
Así fui a dar, sin habérmelo propuesto, a un mirador en el que menudeaban hombres corriendo, okupas de paseo, taxistas en día libre, amas de casa poniendo a caldo a una amiga, solitarios tatuados y con perros lobos, los pavos con las pavas y las pavas con las pipas...
Fui subiendo por donde podía, y eso que no llevaba calzado adecuado. Llegué a otros senderos.
Empezaron a surgir las higueras, los aloes. Ya apenas había paseantes. El mar era de plata y también bermejo.
Los cargueros descansaban con la proa hacia Montjuïc. Parecían levitar en la nada, de la bruma que reverberaba. Llegué junto a una ermita, me interné entre los zarzales. De repente ya divisaba el otro lado del valle, las siluetas del Tibidabo.
Fue justo el momento en que salieron del aire todas las golondrinas que hacía tiempo que no escuchaba. Había moras, flores de anís, brevas, almendros. La corona del sol caía sobre el horizonte que él sólo alcanza y, al hacerlo, iluminaba los flancos más altos del cielo.
Los pájaros se entregaron a una danza liviana y ebria, de pasos cortos y raudos, con paradas de éxtasis a la manera de los colibríes, como si se miraran a los ojos y, después de reírse, continuasen hasta la próxima acrobacia.
Pasaban rozándome. Se diría que las golondrinas me saludaban. Era como si no me hubieran olvidado.
Como si vinieran ahora a mi cabeza después de haberlas seguido tanto con los ojos en primavera, cuando aún eran apenas crías. Qué hermoso, estar entre ellas, enamoradas de tanto perfume y fruta, con todo el oro derramándose sobre las flores de anís y las espigas ciegas.
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO
Pues no sé por qué estoy tan profunda
En Babelia, Elvira Lindo, recrea la figura de Chejov, creo que lo leí con 23 años más o menos. Había que leer todo, y además estaba prohibido. Empezaba el ritual de leer obras de autores de peso, profundos de ideología comunista. y cogiamos creo que el 1º fue el Tio Vania.
Chéjov no tiene voluntad de explicar el mundo, sin embargo, cuando el lector se entrega a su literatura acaba teniendo la sensación de entender cuál era el estado de ánimo colectivo que precedió a la Rusia soviética.
Lo leíamos, lo comentábamos, aparecía Gorki y su madre, La Madre de Gorki, leía mucho, y quizás a algunos autores de forma adelantada.
Cierto que le poníamos empeño y nos lo creíamos. Eso tendrá su lado bueno y su lado malo.
Me pasó con Ibsen, "Su casa de Muñecas" me la leí varias veces y luego la vi en adaptación en el Cine, creo que era Jane Fonda la que la protagonizaba, ella tb en aquellos momentos estaba muy comprometida con la causa feminista y la en contra de la Guerra de Vitnam.
Pues más tardes de Domingo para comentarla.
Y ahora leyendo eso de Por qué amamos a Chejov, pues nunca lo amé y menos ahora, los leía claro y a Tolstoy creo que el Jugados casi con 12 años y no me enteré de nada.
Claro que con 15 ya me había paseado por los infiernos de Dante en la Divina Comedia,
Si, yo soy muy leída, pero será que no amo a Chejov, ni amo a Ibsen, ni a Gorki y si quieren detesto a Makarenco y su Poema Pedágogico, tengo que decir que ahora no me gustan, efan unos peñazos, y como no me tengo que justificar ante nadie, leo ahora a otros autores. no los releo, porque me ha pasado que luego me desilusionan, no quiero volver a leer el Ulises aunque tenga una foto en la puerta de la Casa donde la escribió. Vaya tela, pues eso que ahora y quizas porque no me caben más libros ladrillo en la cabeza, ""Confieso que he vivido".
Chéjov no tiene voluntad de explicar el mundo, sin embargo, cuando el lector se entrega a su literatura acaba teniendo la sensación de entender cuál era el estado de ánimo colectivo que precedió a la Rusia soviética.
Lo leíamos, lo comentábamos, aparecía Gorki y su madre, La Madre de Gorki, leía mucho, y quizás a algunos autores de forma adelantada.
Cierto que le poníamos empeño y nos lo creíamos. Eso tendrá su lado bueno y su lado malo.
Me pasó con Ibsen, "Su casa de Muñecas" me la leí varias veces y luego la vi en adaptación en el Cine, creo que era Jane Fonda la que la protagonizaba, ella tb en aquellos momentos estaba muy comprometida con la causa feminista y la en contra de la Guerra de Vitnam.
Pues más tardes de Domingo para comentarla.
Y ahora leyendo eso de Por qué amamos a Chejov, pues nunca lo amé y menos ahora, los leía claro y a Tolstoy creo que el Jugados casi con 12 años y no me enteré de nada.
Claro que con 15 ya me había paseado por los infiernos de Dante en la Divina Comedia,
Si, yo soy muy leída, pero será que no amo a Chejov, ni amo a Ibsen, ni a Gorki y si quieren detesto a Makarenco y su Poema Pedágogico, tengo que decir que ahora no me gustan, efan unos peñazos, y como no me tengo que justificar ante nadie, leo ahora a otros autores. no los releo, porque me ha pasado que luego me desilusionan, no quiero volver a leer el Ulises aunque tenga una foto en la puerta de la Casa donde la escribió. Vaya tela, pues eso que ahora y quizas porque no me caben más libros ladrillo en la cabeza, ""Confieso que he vivido".
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