Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

3 ago 2010

COSAS QUE PUEDEN PASAR


Este seguir, este continuar poniendo cosas aquí, qué vértigo, qué desasosiego, leve porque el cielo está rendido, las nubes desvanecidas, la tierra en sueños.
Sin norte ni pasado. Sin pretenciones ni evangelio. A cielorraso. Sin templo en pie, ni arquitectura que lo remede. Con los ojos siempre asomados. Sin mirarme al espejo. Ahora que por fin tengo la cara que siempre quise...

En rehabilitación me darán el alto dentro de unos días. Me dijo, cuando ya estaba tumbado en la esterilla, "¿Usted se llama Tal? Después le hago el examen".
El examen fue entre los cuatrocientas rehabilitantes que hay en el centro con la entrada de agosto, ya que se han juntado los turnos de la tarde con los de la mañana y abren de ocho a tres, con lo que aquello goza de una atmósfera cargada, cargada también de conversaciones de plaza y fútbol.
Tampoco ella sabía con exactitud cuándo sería la última sesión.
Empezó el enredo de los ojos. Uno de estos días. Uno de estos día me dirá adiós y ya está.
Tiende a reírse con facilidad. Yo también hago el payaso, aunque cuando me decía que inclinara la cabeza, no sabía en ese momento si tenía que girarla a izquierda y derecha -para a continuación descansar en sus ojos- o si dejarla caer sobre un hombro y otro-para volver a sus ojos que se miraban en los míos.

Este seguir. Sin estelas, sin puertos venideros. Como si yo también me hubiera hecho como las nubes indolentes de estos cielos encandilados. En los que todo reverbera y desaparece.
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO

Harry el Sucio contra Al Qaeda



Frank Miller enciende la polémica con su última creación: un héroe pos 11-S
En los comic-books de los años cuarenta, Superman y el Capitán América pateaban literalmente a Hitler.
Los grandes héroes de las editoriales DC y Marvel lucharon codo a codo con los aliados contra los nazis, pero parece que Batman se quedó en casa esperando un mejor momento. Una ocasión que, para el dibujante Frank Miller, llegó tras el 11-S.

"Es más equilibrado que Batman, aunque mate a 100 personas en una historieta"
En la WonderCon de San Francisco de 2006 (convención anual de cómics y ciencia-ficción), el que en su día revolucionara el concepto del hombre murciélago con Batman: The Dark Knight Returns -y, de paso, todo el concepto de superhéroe, al abrir una nueva etapa del género-, anunciaba que el personaje tendría su oportunidad con la nueva novela gráfica que estaba preparando.
Holy Terror Batman! enfrentaría al emblemático personaje contra el terrorismo de Al Qaeda para "recordar a la gente que lo ha olvidado contra quien nos enfrentamos".

Un arriesgado planteamiento que no arredraba al creador de Sin City, habituado a que la controversia acompañe sus obras, como la que generó la versión de Batman que firmó junto al dibujante Jim Lee, All Star Batman and Robin. Hiperbólica en su concepción de la violencia hasta la parodia, no ha sido bien aceptada por sus seguidores.

En la reciente ComicCon de San Diego (la mayor convención del mundo del cómic), Miller recupera aquel proyecto de hace cuatro años, con importantes cambios: "Llevé a Batman tan lejos como podía, pero dejaba de ser Batman. He decidido que no sea una historia de Batman.
Está mucho más próximo a Harry el Sucio.
Es un héroe que lucha contra Al Qaeda". Para el autor, el nuevo personaje que ha creado, The Fixer, "es muy diferente a Batman, no es un alma torturada, es un tipo más equilibrado, aunque tenga que disparar a cien personas en el curso de la historia".
Un personaje que deja total libertad a Miller para entrar de nuevo en sus obsesiones temáticas: el héroe y su función como elemento catalizador de una moralidad colectiva, siempre desde una perspectiva muy particular, con ideas y opiniones más allá de la corrección política que, con seguridad, darán lugar a las más encendidas polémicas.

Colgados por el enigma de Banksy


Cuando a mediados de 1992 los habitantes de Bristol empezaron a ver las paredes de la ciudad decoradas con dibujos que representaban a diferentes iconos de la sociedad inglesa en posiciones poco decorosas (como un bobby orinando), a algunos se les quedó mal cuerpo.
Ya se sabe, en Reino Unido no está bien visto meterse con el establishment y menos ridiculizarlo en un espacio público y utilizando un espray. Otros, en cambio, vislumbraron la llegada de un tipo distinto, irreverente y -como se comprobaría a la postre- invisible.



El documental es un áspero retrato del cambio sufrido por el artista urbano

Se trata de una exquisita exhibición de inteligencia y mala leche
Banksy, que así se hacía llamar el artista, llega ahora al festival de cine de San Sebastián, y lo hace con toda una declaración de principios: la que representa el documental Exit through the gift shop (Salida a través de la tienda de regalos), una pieza sobre el cambiante mundo del street-art articulada alrededor del artista de Bristol.

El proyecto, una delirante vuelta de tuerca al universo de la cultura urbana que fue acogida con entusiasmo en la última edición del festival de Berlín, pasa de ser un bosquejo del entramado que rodea al mundo del arte callejero (y especialmente al boom que lo ha sacado de su escenario natural para empujarlo hacia los museos) a sumergirse en la sátira, sin perder nunca de vista el factor sorpresa.
Pocos ejemplos encontraremos en la historia del arte de tipos que hayan sacado de las paredes una fortuna semejante, convirtiendo un simple muro en una referencia imprescindible. Por poner solo un ejemplo, 10 de sus obras se vendieron por más de 700.000 euros en la prestigiosa casa de subastas Sotheby's hace tan solo unos meses.

Todo empezó cuando Thierry Guetta, un comerciante francés afincado en las colinas de Los Ángeles y armado con abundantes recursos financieros (léase "millonario") quiso plasmar su pasión (aunque podríamos llamarlo obsesión) por las cámaras y después de darle muchas vueltas se propuso hacer un retrato del universo del adoquín, artísticamente hablando.
Para ello contactó con los mejores grafiteros de Estados Unidos, incluyendo a dos auténticos peces gordos: Obey (Shepard Fairey), creador de la icónica imagen del Hope que llevó a Barack Obama hasta la Casa Blanca, y el mítico Space Invader.

Sin embargo, llegados a cierto punto, Guetta perdió el norte y se encontró con un montón de metraje que poco tenía que ver con sus intenciones iniciales, un galimatías visual sin hilo conductor que ni siquiera podía contemplarse como un experimento.
Finalmente, tuvo que ser el propio Banksy el que encontrara la brújula para cerrar el círculo y finiquitar el documental, otorgándole además el toque punk que se espera de un tipo como él. O al menos esa es la versión oficial, de credibilidad limitada, ya que es bastante fácil deducir que el verdadero cerebro de la operación no es otro que el señor del engaño.

Así pues, el documental acaba siendo un áspero retrato del cambio que ha sufrido el artista urbano en la última década, una inteligente metáfora sobre la manipulación que rige en las altas esferas del arte (urbano o no) y sus devaneos con cualquier cosa que huela a moderno.
Con mucho sentido del humor (y algo de inquina) y ejerciendo de tramoyista y maestro de ceremonias a un tiempo, el de Bristol pasa de perseguido a perseguidor demostrando que de casta le viene al galgo: la misma exquisita capacidad de seducción que ha demostrado con sus trabajos se reconvierte aquí en una exhibición de inteligencia y mala leche. Esta vez, eso sí, con una cámara de por medio.

Exit through the gift shop demuestra también la inacabable capacidad de autopromoción del artista, que a pesar de seguir siendo un misterio es capaz de vender cualquier cosa que lleve su nombre.
Así, el documental se promociona sin la presencia de Banksy, que ha concedido dos entrevistas (por correo electrónico, naturalmente) pero que ha brillado por su ausencia en los medios de comunicación: lo que hubiera sido algo inconcebible en una estrategia de marketing convencional se convierte en manos del británico en un seguro de vida. La consagración del hombre invisible reside -paradójicamente- en preservar la invisibilidad.

Precisamente en una de esas entrevistas vía ciberespacio -con la revista londinense Time Out- para hablar del documental el artista se descolgaba con una declaración de principios que hablaba a las claras de su visión de la jugada y que vale la pena reproducir íntegramente: "No me gustaría ser recordado como el tipo que contaminó una forma artística y legítima de protesta con dinero y celebridades. A veces me pregunto si soy parte de la solución o del problema.
Por ejemplo: mi distribuidor me presiona para que meta marcas en la película. Ahora odio las marcas; no son más que vandalismo corporativo.
La semana pasada pensaba que, bueno, a lo mejor un par de marcas no hacen daño... Obviamente, no hay nada malo en vender tu trabajo, solo un idiota con un fondo de inversiones te diría lo contrario.
Lo difícil es saber hasta dónde puedes llegar. No leo libros ni escucho música hecha por personas en su tiempo libre, por lo que supongo que el vandalismo que miro no debe ser diferente. Quiero que esté hecho por los mejores profesionales".

El documental llegará al certamen donostiarra el día 22 de septiembre y lo hará en la sección Zabaltegui-Perlas, donde se proyectan las mejores películas que ya han visitado previamente otras secciones internacionales.
Su inclusión en el festival, además de una excusa perfecta para acercarse hasta la ciudad vasca, es una buena noticia para los cinéfilos, con o sin intereses artísticos, que no quieran esperar hasta octubre para ver el filme en los cines españoles. Es lo que tiene Banksy, una contradicción en toda regla: el de Bristol ya es para todos los públicos.
Ese giro comercial que algunos le echan en cara a este maestro de la guerrilla urbana no afecta en nada a su voluntad de seguir por el mismo camino. "La gente me pregunta qué tal duermo, y la verdad es que muy bien, porque soy alcohólico". Puro Banksy.

2 ago 2010

"Salvaje y a la vez chic".


"Salvaje y a la vez chic". Así define Tocadisco, uno de los DJ más famosos de las noches de Ibiza, el ambiente de la isla que en verano se convierte en enclave donde se encuentran cientos de famosos.
Ellos, como muchos otros veraneantes, llegan en busca de ocio en libertad.


Hay visitantes históricos como la duquesa de Alba y su hija Eugenia, que se instalan cada agosto en su casa de S'Aufabeguera.
Los hay que van y vienen como los Molina -Ángela, Mónica y Miguel- que se consideran ya habitantes de la isla donde pasan gran parte del año. Y también están los futbolistas, que han hecho de Ibiza su punto de encuentro.
En sus playas es habitual ver cómo jugadores y entrenadores rivales en temporada se convierten en colegas durante la época vacacional. Por aquí pasan cada año los veteranos Schuster, Zidane, Michel, Camacho y también los recientes campeones del mundo como Gerard Piqué, David Villa o Pepe Reina. Y hasta los derrotados holandeses -Heitinga se casó aquí y Sneijder se emparejó con una ibicenca-.

Desde las costas italianas, llegan también cada verano decenas de yates como el de Flavio Briatore, anfitrión de la familias Aznar y Agag, que antes se hospedaban invitados por el ex ministro y magnate insular Abel Matutes.

También fondean en sus aguas las embarcaciones de grandes de la moda como Giorgio Armani o Valentino, al que gusta reunir en su cubierta a todas sus musas y entre ellas a Rosario Nadal, mallorquina de nacimiento.
La isla atrae también a otras anatomías más clásicas como las modelos Kate Moss, Elle Macpherson y Claudia Schiffer, que incluso tienen casa aquí.
Algunos de los que buscan propiedad están pendientes del trabajo que el arquitecto Jean Nouvel está terminando: un complejo de lujo en el puerto ibicenco, a los pies de un insólito perfil de Dalt Vila, la ciudad amurallada, donde hay rasgos de los arquitectos Josep Lluís Sert y Elías Torres.

Y es que hace ya más de medio siglo que Ibiza aparece, se mantiene y ofrece su estilo. La cámara del histórico Oriol Maspons captó los primeros biquinis al final del franquismo, cuando se estrenó el reporterismo veraniego.
Ese del que ahora se benefician famosillos como Arantxa de Benito, Borja Thyssen y su esposa Blanca Cuesta -que este año no han venido ya que esperan el nacimiento de su segundo hijo-, Ángel Nieto y su familia motera, y Mar Flores con su esposo el empresario Javier Merino.
También son fijos el presentador Jesús Vázquez y el empresario Enrique Sarasola con sus respectivos maridos.

Muchos de estos famosos se dan cita cada verano en la casa del productor musical Pino Sagliocco, que reúne en sus fiestas a los visitantes con más glamour y leyenda. Por ellas pasaron desde el cineasta Roman Polanski al playboy Günter Sachs, ex de Brigitte Bardot.
A otra histórica, la despampanante Úrsula Andress, le gustó tanto la luz de Ibiza que se compró una casa que se escurría montaña abajo. Ahora, algunos chalés de cine llevan la firma del católico autor de iglesias, Ignacio Vicens. Unas villas que frecuentan en fiestas privadas Colate y Paulina Rubio, la saga de las Lapique, los Cortina y los Fernández Tapia.

Distinta y cercana, Formentera sobrevive a los anuncios, a la erótica de Paz Vega en el cine -Lucía y el sexo- y a las bandas de italianos en motorinos. El gran diseñador Philippe Starck tiene allí una casa desde hace 40 años y un llaüt (falucho) a su medida. También Javier Mariscal veranea aislado con su tropa en estas playas de arenas blancas.

Otro famoso por méritos propios, Nacho Cano, trabaja desde años en el Mecano Party, una matiné que se celebra en la discoteca Amnesia, donde cocina tecnológicamente su música de siempre y la que ha hecho para los teatros a modo de musical.
A poca distancia, el DJ Sammy -el mallorquín Samuel Bouriah- arrastra fans y triunfa semanalmente en Space, de la misma manera que otras dos decenas de animadores hacen peregrinar a miles de turistas desde las playas hasta las noches donde la gente se envuelve de otra realidad.