3 ago 2010
COSAS QUE PUEDEN PASAR
Este seguir, este continuar poniendo cosas aquí, qué vértigo, qué desasosiego, leve porque el cielo está rendido, las nubes desvanecidas, la tierra en sueños.
Sin norte ni pasado. Sin pretenciones ni evangelio. A cielorraso. Sin templo en pie, ni arquitectura que lo remede. Con los ojos siempre asomados. Sin mirarme al espejo. Ahora que por fin tengo la cara que siempre quise...
En rehabilitación me darán el alto dentro de unos días. Me dijo, cuando ya estaba tumbado en la esterilla, "¿Usted se llama Tal? Después le hago el examen".
El examen fue entre los cuatrocientas rehabilitantes que hay en el centro con la entrada de agosto, ya que se han juntado los turnos de la tarde con los de la mañana y abren de ocho a tres, con lo que aquello goza de una atmósfera cargada, cargada también de conversaciones de plaza y fútbol.
Tampoco ella sabía con exactitud cuándo sería la última sesión.
Empezó el enredo de los ojos. Uno de estos días. Uno de estos día me dirá adiós y ya está.
Tiende a reírse con facilidad. Yo también hago el payaso, aunque cuando me decía que inclinara la cabeza, no sabía en ese momento si tenía que girarla a izquierda y derecha -para a continuación descansar en sus ojos- o si dejarla caer sobre un hombro y otro-para volver a sus ojos que se miraban en los míos.
Este seguir. Sin estelas, sin puertos venideros. Como si yo también me hubiera hecho como las nubes indolentes de estos cielos encandilados. En los que todo reverbera y desaparece.
Publicado por JOSÉ CARLOS CATAÑO
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