16 jun 2010
Quién, para qué o qué... ?
Bar Newton, Berlín Mayo 2010
Si me preguntas para quién o para qué escribo, me preguntas por los destinatarios de mis letras. Si extrapolo esta cuestión, te diría que somos tres: el destinatario, el texto y yo. Formamos un triángulo perfecto, en el que cada lado tiene una longitud y disposición exacta sin la que el otro lado, no podría existir. Obviamente el de mayor poder es aquel al que llamamos hipotenusa, y que sin ninguna duda, lo constituyes tú, mi querido lector. Contigo mis palabras adquieren un significado preciso y único; contigo renacen y se recrean en tu atestado mar de sensaciones festejando un nuevo sentido. Por eso, cuando elucubro con ellas, nunca pienso en nadie y nunca tienen un único lector; ni siquiera pienso en buscar a alguien determinado. Las causalidades y los encuentros previsibles me traen la alegría y la emoción de saber que me entiendes profundamente.
El ahogado silencio tras la pregunta inicial que te he planteado hacen que viaje exaltado cuestionándome qué soy yo para ti y qué eres tú para mis textos... Te invito a ir hacia el fondo de este subterfugio en el que me escondo. No abandones; permíteme seguir disfrutando de tu compañía mientras agonizo con la nueva voz que no reconoces.
Pensando
La historia transcurre por donde ves que lo hace, y no podrá ser de otra manera. Es como el ojo, que ve lo que espera y no otra cosa.
Ningún impugnación torcerá jamás la senda que deja la historia.
Los mártires que ha arrojado a la cuneta, acaso nos podrán ofrecer una margen de interpretación ligeramente distinto al que ha transmitido el avance de la historia, al que ha impuesto a la conciencia de la humanidad. Pero ningún llamada a un estadio anterior ha triunfado.
Estamos vencidos de antemano. Pero nuestro triunfo consiste en conocerlo y subir con semejante merma a la superficie.
Nos guste o no, frente a los alcances de la historia no somos nada. Y se nos concederá, tras dura batalla, un ángulo de discrepancia equivalente a los grados de diferencia que existen entre el polo norte magnético y el polo norte llamado real.
En toda actividad crítica, sólo contamos con ese exiguo margen.
Por eso también, los que no rebelamos, avanzamos cubiertos de sombras y deshechos. Afloramos, con el eco de un triunfo en el rostro.
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