16 jun 2010
Pensando
La historia transcurre por donde ves que lo hace, y no podrá ser de otra manera. Es como el ojo, que ve lo que espera y no otra cosa.
Ningún impugnación torcerá jamás la senda que deja la historia.
Los mártires que ha arrojado a la cuneta, acaso nos podrán ofrecer una margen de interpretación ligeramente distinto al que ha transmitido el avance de la historia, al que ha impuesto a la conciencia de la humanidad. Pero ningún llamada a un estadio anterior ha triunfado.
Estamos vencidos de antemano. Pero nuestro triunfo consiste en conocerlo y subir con semejante merma a la superficie.
Nos guste o no, frente a los alcances de la historia no somos nada. Y se nos concederá, tras dura batalla, un ángulo de discrepancia equivalente a los grados de diferencia que existen entre el polo norte magnético y el polo norte llamado real.
En toda actividad crítica, sólo contamos con ese exiguo margen.
Por eso también, los que no rebelamos, avanzamos cubiertos de sombras y deshechos. Afloramos, con el eco de un triunfo en el rostro.
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