Siempre le he tenido un cariño muy especial a Pedro García Cabrera, me encanta su forma de comunicarse , de hacer poesía, para mi es muy especial. Lo adoro :
Pedro García Cabrera, Lorca, una copla y la intertextualidad
"A la mar fui por naranjas
cosa que la mar no tiene.
Metí la mano en el agua:
la esperanza me mantiene*"
Esta es una copla popular de Vallehermoso (La Gomera). La encontré aquí, un breve estudio sobre la poética de Pedro García Cabrera que leí mientras buscaba el poema que puse en el post anterior. "A la mar fui por naranjas" fue título de unas jornadas que se hicieron sobre el autor, debido a la importancia de la poesía popular en su obra. Curiosamente, esta copla es heredera de una que Lorca cantó así: "La mar no tiene naranjas ni Sevilla tiene amor", y de las que se pueden encontrar por ahí todavía en boca y memoria de los libros y los viejos.
... El primer verso de la copla (preñada, brotada de vida y de tránsitos) resume la poética de uno de los mejores autores canarios, y toda ella a su vez revive en un solo verso. La intertextualidad es algo maravilloso:
"*Con la mano en la mar así lo espero"
18 ene 2010
La Mariposa de Jose Miguel Junco Ezquerra
Moscas de arena, para nada extrañas, golpeaban con furia su cuerpo completamente desnudo. Un sol circunstancial se mostraba agresivo hasta herirle los ojos. Resultaban grotescas aquellas repentinas lágrimas de sangre que caían con descaro hasta la calle sin asfaltar.
No conseguía entender cómo era posible que no sintiera vergüenza al observar sus pechos agitándose libremente a un ritmo acompasado con su apresurado andar anárquico y circunspecto. En realidad no conseguía entender nada. Tampoco el sentido de aquellas carreras alocadas de niños sin escuela. Tampoco el pasar descompuesto en dirección contraria de otros hombres y mujeres desnudos.
Una mariposa enorme se posó sin permiso en su boca y no le resultó posible despegarla, quitársela de encima. “¡Corra! ¡Corra!”, oyó gritar a su espalda.
El estruendo que procedió a la bomba le hizo recobrar el sentido de la realidad: no tenía brazos con que quitarse la mariposa que, cada vez con más fuerza, succionaba sus labios.
LA MARIPOSA, de J. M. Junco
No conseguía entender cómo era posible que no sintiera vergüenza al observar sus pechos agitándose libremente a un ritmo acompasado con su apresurado andar anárquico y circunspecto. En realidad no conseguía entender nada. Tampoco el sentido de aquellas carreras alocadas de niños sin escuela. Tampoco el pasar descompuesto en dirección contraria de otros hombres y mujeres desnudos.
Una mariposa enorme se posó sin permiso en su boca y no le resultó posible despegarla, quitársela de encima. “¡Corra! ¡Corra!”, oyó gritar a su espalda.
El estruendo que procedió a la bomba le hizo recobrar el sentido de la realidad: no tenía brazos con que quitarse la mariposa que, cada vez con más fuerza, succionaba sus labios.
LA MARIPOSA, de J. M. Junco
Un Paseo Virtual del Impresionismo
http://www.exposicionesmapfrearte.com/impresionismo/visita_virtual/visita_virtual.html
Impresionismo una visita virtual
Impresionismo una visita virtual
""DEUDAS""
DEUDAS
Me debes la ilusión que compartimos,
el aroma profundo de las rosas,
el silencio que opuse a tus lamentos
las miradas perdidas, las veredas,
aquel afán que te sembré en el pelo.
Me debes la pasión, la incertidumbre,
el estoico indagar por tus axilas,
el canto atropellado del jilguero,
la envidia del clavel y la azucena.
Me debes por lo menos un arroyo
de lágrimas y un monte de tristeza,
la ausencia involuntaria de mis manos,
el frío que te quité, las posesiones.
Me debes la inocencia compartida,
el sigilo del pez, la noche oscura,
la risa, la mirada, el compromiso,
la luna que te puse entre las sienes.
Me debes la memoria, los trigales,
el sol que iluminó tu cuerpo entero,
los sueños que sembré sobre tu frente,
los labios que dejé por tus rincones.
Y me debes, por fin, no se te olvide,
la llave de la puerta de mis ojos
que te entregué como se entrega el alma
cuando la soledad mortificaba
y quebraba la voz de tus anhelos.
J.M. Junco E.
Me debes la ilusión que compartimos,
el aroma profundo de las rosas,
el silencio que opuse a tus lamentos
las miradas perdidas, las veredas,
aquel afán que te sembré en el pelo.
Me debes la pasión, la incertidumbre,
el estoico indagar por tus axilas,
el canto atropellado del jilguero,
la envidia del clavel y la azucena.
Me debes por lo menos un arroyo
de lágrimas y un monte de tristeza,
la ausencia involuntaria de mis manos,
el frío que te quité, las posesiones.
Me debes la inocencia compartida,
el sigilo del pez, la noche oscura,
la risa, la mirada, el compromiso,
la luna que te puse entre las sienes.
Me debes la memoria, los trigales,
el sol que iluminó tu cuerpo entero,
los sueños que sembré sobre tu frente,
los labios que dejé por tus rincones.
Y me debes, por fin, no se te olvide,
la llave de la puerta de mis ojos
que te entregué como se entrega el alma
cuando la soledad mortificaba
y quebraba la voz de tus anhelos.
J.M. Junco E.
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