La mujer bosnia
Hará un par de años -tal vez tres- en un pueblo del pre Pirineo catalán entablé una torpe conversación con una mujer bosnia. Ambas estabámos sentadas en un banco de un verde reluciente de la plaza mayor. No era un día propicio para estar sentada en la plaza ni para charlar. Pero el rostro de aquella mujer me fascinó. En un momento determinado y obedeciendo a no sé que impulso, se desanudó el pañuelo de la cabeza que hasta entonces la cubría y admiré su pelo espeso y oscuro. Poco tiempo después empecé a escribir una novela. La titulé "La mujer bosnia". Tal vez, alguien, un día, me la publique.
Durante meses me sumergí en su mundo. El de ella. El de Sarajevo año 1992. Ahora, la historia y la literatura de la Europa eslava de la primera mitad del siglo veinte han entrado a formar parte de unos intereses intelectuales que en mi, toman a veces formas ingenuamente apasionadas.
Estos días estoy leyendo el periplo existencial de un sastre judío de Galitzia (territorio actualmente dividido entre Polonia y Ucrania) quien, debido a los avatares políticos de su época, nació siendo súbdito del Imperio Austrohúngaro, pasó a ser ciudadano de Polonia, luego de la antigua URSS y seguidamente del Tercer Reich. Finalmente terminó siendo ciudadano austriaco.
Y medito sobre la fútil ilusión de nuestros nacionalismos y me rio.
18 nov 2009
El fin de los sacrificios humanos
El fin de los sacrificios humanos
¿En que momento una cultura abandona la ofrenda de sacrificios humanos a los dioses? ¿Qué sucede a un colectivo social, para que se aleje de esta práctica bárbara?
Todo parece indicar que se llega a un punto en el desarrollo de todas las culturas en que el sacrificio humano se hace impensable , siendo sustituido por el sacrificio animal. Es probable que la historia de Isaac en el Génesis constituya uno de esos puntos, en este caso de la historia judaica, en que el Dios de Abraham le dice que no es necesario sacrificar a su único hijo y que puede sustituir su vida por la de un carnero.
Por otra parte, los irlandeses antes de su cristianización también practicaban los sacrificios humanos. Existe la conjetura de que la conversión de aquel pueblo bárbaro llevada a cabo por la labor evangélica de San Patricio, y el abandono de aquellas paganas y sangrientas prácticas, obedeciera a que el misionero (que llegaría a ser su santo patrón) los convenció de que al haber dado Jesús su sangre y su vida por todos los seres ya no era necesario recurrir a los sanguinarios sacrificios humanos.
Hipótesis, hipótesis... en un húmeda tarde del "ferragosto" barcelonés.
Lamentablemente los sacrificios humanos siguen existiendo bajo sofisticados disfraces. Aunque reflexionando un poco sobre estas cosas, se me ocurre pensar que esta sotisficación a la que acabo de referirme, es casi una ofensa para las más de trescientas mujeres que en estos últimos años han sido torturadas y sacrificadas en Ciudad Juarez.
¿En que momento una cultura abandona la ofrenda de sacrificios humanos a los dioses? ¿Qué sucede a un colectivo social, para que se aleje de esta práctica bárbara?
Todo parece indicar que se llega a un punto en el desarrollo de todas las culturas en que el sacrificio humano se hace impensable , siendo sustituido por el sacrificio animal. Es probable que la historia de Isaac en el Génesis constituya uno de esos puntos, en este caso de la historia judaica, en que el Dios de Abraham le dice que no es necesario sacrificar a su único hijo y que puede sustituir su vida por la de un carnero.
Por otra parte, los irlandeses antes de su cristianización también practicaban los sacrificios humanos. Existe la conjetura de que la conversión de aquel pueblo bárbaro llevada a cabo por la labor evangélica de San Patricio, y el abandono de aquellas paganas y sangrientas prácticas, obedeciera a que el misionero (que llegaría a ser su santo patrón) los convenció de que al haber dado Jesús su sangre y su vida por todos los seres ya no era necesario recurrir a los sanguinarios sacrificios humanos.
Hipótesis, hipótesis... en un húmeda tarde del "ferragosto" barcelonés.
Lamentablemente los sacrificios humanos siguen existiendo bajo sofisticados disfraces. Aunque reflexionando un poco sobre estas cosas, se me ocurre pensar que esta sotisficación a la que acabo de referirme, es casi una ofensa para las más de trescientas mujeres que en estos últimos años han sido torturadas y sacrificadas en Ciudad Juarez.
Decadencia Europa
Decadencia Europa
Lo que me ha puesto de relieve una vez más la decadencia de la cultura europea, sobre todo aquella deslumbrante de la Viena "fin-de-siècle" y también la berlinesa de entreguerras, ha sido el haber tenido información de que la biblioteca compuesta por tres toneladas y media de libros y valiosos manuscritos del pianista Paul Wittgenstein (hermano de Ludwig) fue a parar a un empresario chino llamado Ng que amasó su fortuna introduciendo la hamburguesa Big Mac entre la población de Hong Kong.!
Berlin en 1939 tenía ochenta y una orquestas, doscientos grupos de cámara y más de seiscientas corales.
Europa hoy es esa vieja dama aristocrática con pestañas postizas y maquillaje surcado de "craquelures" .
Guerra aparte, ¿qué había en España en la década de los treinta? Adivina, adivinanza... Y no adivinando, pero recordando, me viene a la memoria aquella anécdota del apodado "Cagoncio" y su mujer, que allá en un polvoriento pueblo de tierra adentro molieron a palos a su hija porque la madre la encontró bañándose en un barreño (estaba negra del hollín del tren con el que había llegado de la ciudad),. Luego el padre la echó de casa. Año 1940. En muchos lugares de España bañarse era cosa de "putas"...
Lo más desesperante es que aquí ni siquiera podemos hablar de decadencia. La decadencia sólo se da cuando ha existido un periodo previo de esplendor, de gloria , un tiempo desaparecido.
Lo que me ha puesto de relieve una vez más la decadencia de la cultura europea, sobre todo aquella deslumbrante de la Viena "fin-de-siècle" y también la berlinesa de entreguerras, ha sido el haber tenido información de que la biblioteca compuesta por tres toneladas y media de libros y valiosos manuscritos del pianista Paul Wittgenstein (hermano de Ludwig) fue a parar a un empresario chino llamado Ng que amasó su fortuna introduciendo la hamburguesa Big Mac entre la población de Hong Kong.!
Berlin en 1939 tenía ochenta y una orquestas, doscientos grupos de cámara y más de seiscientas corales.
Europa hoy es esa vieja dama aristocrática con pestañas postizas y maquillaje surcado de "craquelures" .
Guerra aparte, ¿qué había en España en la década de los treinta? Adivina, adivinanza... Y no adivinando, pero recordando, me viene a la memoria aquella anécdota del apodado "Cagoncio" y su mujer, que allá en un polvoriento pueblo de tierra adentro molieron a palos a su hija porque la madre la encontró bañándose en un barreño (estaba negra del hollín del tren con el que había llegado de la ciudad),. Luego el padre la echó de casa. Año 1940. En muchos lugares de España bañarse era cosa de "putas"...
Lo más desesperante es que aquí ni siquiera podemos hablar de decadencia. La decadencia sólo se da cuando ha existido un periodo previo de esplendor, de gloria , un tiempo desaparecido.
17 nov 2009
Platón en la discoteca
CRÍTICA: ARTE - Exposiciones
Platón en la discoteca
Asimilar -como hace Chema Cobo- la Caverna de Platón a la esfera de una discoteca no es una broma iconoclasta. La tal esfera quiebra la luz, impidiendo la visión, y fomenta expectativas ilusorias. Por eso fortalece la reclusión de los prisioneros que, anclados en sus sueños, no querrán abandonar la cueva. Pero hay algo más: los diminutos espejos de la esfera quizá indiquen la información que hoy se nos da: global, sí, pero fragmentada. Más que imágenes de una presunta realidad, pueden ser sólo propuestas de distintos centros de poder, económicos, religiosos, políticos o mediáticos.
Chema Cobo
Centro de Arte Contemporáneo
Porque ¿qué es al fin una imagen? A primera vista, sólo un icono, es decir, algo que guarda semejanza con la realidad. A veces tan simple como el azul con que el niño replica el agua o el cielo, el icono generalmente encierra una selección de rasgos de la pretendida realidad. Pierde entonces su inocencia. Construido de acuerdo con una idea que normalmente se oculta, pasa a ser ideología. Mantiene su inmediatez pero por eso mismo engaña.
Por esto ensaya Cobo imágenes Out of frame, fuera del cuadro: no buscan representar la realidad sino estimular el pensamiento. Así, las dos piezas que abren la muestra: Últimas Noticias evoca al prestidigitador que saca de la chistera la novedad más convincente; Última cena (un vaciado de la de Leonardo) remite, más que al espacio del museo, a su recorrido que promete al espectador identificarse con su cultura. A esos iconos culturales -artísticos o mediáticos- que nutren la creencia en un mundo firme, Cobo opone figuras inciertas, unas enigmáticas y otras engañosas.
Entre las últimas destacan los Humbugs, falsos rostros que convierten a Béla Lugosi en Cristo en Transilvania y a Eva Braun, amante de Hitler, en devota monja. Son imágenes encontradas en los recodos de la red que, llevadas al lienzo, señalan que la transparencia más inmediata puede encerrar el más completo engaño. Quizá nos enseñen a dudar de identidades fuertes y a atender a aquellas que parecen estar en trance de disolución, como ocurre en el cuadro titulado Melting: la polisemia del término inglés remite tanto al desvanecimiento del espacio como al de sus ocupantes prendidos quizá en una fugaz relación amorosa.
Las más significativas de las figuras enigmáticas son los Espejos (Mirror, Hidden Corner, Full Mirror) que aluden a la tradición artística y al mismo tiempo la niegan. Son, en efecto, espejos mudos: no reflejan a Afrodita, al rey ni al pintor, y al estar vacíos, invitan a pensar qué vemos al ver y al vernos. Más vigor sin embargo tienen las Horas: cinco hermosas mujeres cuya sensualidad fortalece la sutileza de sus rasgos y que, al mantener los ojos cerrados, se prestan a la mirada ávida, cómoda al no sentir en ella los ojos del otro. Este afán del voyeur quizá sea ya una respuesta a la pregunta que lanzan los espejos.
Con estas obras Cobo prosigue su personal investigación sobre la imagen. No le preocupan, como al pop, las nuevas mitologías ni como a ciertos conceptuales, el alcance del significado. Se centra más bien en la pragmática de la imagen: qué se puede llegar a hacer con ella, al elaborarla o al recibirla, qué potencial de dominación encierra, cómo es posible quebrantarlo. Por eso la obra está en la sala y no en la pared, fuera del cuadro.
Platón en la discoteca
Asimilar -como hace Chema Cobo- la Caverna de Platón a la esfera de una discoteca no es una broma iconoclasta. La tal esfera quiebra la luz, impidiendo la visión, y fomenta expectativas ilusorias. Por eso fortalece la reclusión de los prisioneros que, anclados en sus sueños, no querrán abandonar la cueva. Pero hay algo más: los diminutos espejos de la esfera quizá indiquen la información que hoy se nos da: global, sí, pero fragmentada. Más que imágenes de una presunta realidad, pueden ser sólo propuestas de distintos centros de poder, económicos, religiosos, políticos o mediáticos.
Chema Cobo
Centro de Arte Contemporáneo
Porque ¿qué es al fin una imagen? A primera vista, sólo un icono, es decir, algo que guarda semejanza con la realidad. A veces tan simple como el azul con que el niño replica el agua o el cielo, el icono generalmente encierra una selección de rasgos de la pretendida realidad. Pierde entonces su inocencia. Construido de acuerdo con una idea que normalmente se oculta, pasa a ser ideología. Mantiene su inmediatez pero por eso mismo engaña.
Por esto ensaya Cobo imágenes Out of frame, fuera del cuadro: no buscan representar la realidad sino estimular el pensamiento. Así, las dos piezas que abren la muestra: Últimas Noticias evoca al prestidigitador que saca de la chistera la novedad más convincente; Última cena (un vaciado de la de Leonardo) remite, más que al espacio del museo, a su recorrido que promete al espectador identificarse con su cultura. A esos iconos culturales -artísticos o mediáticos- que nutren la creencia en un mundo firme, Cobo opone figuras inciertas, unas enigmáticas y otras engañosas.
Entre las últimas destacan los Humbugs, falsos rostros que convierten a Béla Lugosi en Cristo en Transilvania y a Eva Braun, amante de Hitler, en devota monja. Son imágenes encontradas en los recodos de la red que, llevadas al lienzo, señalan que la transparencia más inmediata puede encerrar el más completo engaño. Quizá nos enseñen a dudar de identidades fuertes y a atender a aquellas que parecen estar en trance de disolución, como ocurre en el cuadro titulado Melting: la polisemia del término inglés remite tanto al desvanecimiento del espacio como al de sus ocupantes prendidos quizá en una fugaz relación amorosa.
Las más significativas de las figuras enigmáticas son los Espejos (Mirror, Hidden Corner, Full Mirror) que aluden a la tradición artística y al mismo tiempo la niegan. Son, en efecto, espejos mudos: no reflejan a Afrodita, al rey ni al pintor, y al estar vacíos, invitan a pensar qué vemos al ver y al vernos. Más vigor sin embargo tienen las Horas: cinco hermosas mujeres cuya sensualidad fortalece la sutileza de sus rasgos y que, al mantener los ojos cerrados, se prestan a la mirada ávida, cómoda al no sentir en ella los ojos del otro. Este afán del voyeur quizá sea ya una respuesta a la pregunta que lanzan los espejos.
Con estas obras Cobo prosigue su personal investigación sobre la imagen. No le preocupan, como al pop, las nuevas mitologías ni como a ciertos conceptuales, el alcance del significado. Se centra más bien en la pragmática de la imagen: qué se puede llegar a hacer con ella, al elaborarla o al recibirla, qué potencial de dominación encierra, cómo es posible quebrantarlo. Por eso la obra está en la sala y no en la pared, fuera del cuadro.
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