los cuatro niños de Miguel Bosé y su expareja, Nacho Palau, abre un nuevo debate en torno a los vientres de alquiler,
una práctica que no es legal en España pero a la que se acogen cada año
cientos de parejas españolas. ¿Qué pasa con los hijos cuando se produce
una separación? ¿Se puede garantizar que esos menores vivan como
hermanos?
Se trata de un caso excepcional tanto por la fama del cantante y actor
como por el camino que tomaron para legalizar la situación de los niños
en España. Miguel Bosé y Nacho Palau convivieron más de 20 años sin que
se supiera; solo trascendió que estaban juntos cuando anunciaron su
separación. Tenían cuatro hijos nacidos en Estados Unidos por vientre de
alquiler o gestación subrogada, una práctica que implica que una mujer
se embaraza y gesta para terceros. Dos de los menores viven ahora con
Miguel Bosé, su padre biológico, en México. Los otros dos mellizos son
hijos biológicos de Nacho Palau y están en España con este último, que
ha iniciado una pelea legal para intentar conseguir que los cuatro niños
vuelvan a vivir como hermanos, tal y como han pasado casi ocho de sus
10 años de vida.
Este periódico no ha tenido acceso a la sentencia, pero fuentes
judiciales explican que la fundamentación jurídica se basa en el
artículo 10 de la
Ley de Reproducción Asistida,
que fija que los contratos de gestación subrogada son nulos en España y
que la filiación de los hijos se determina por el parto. Esa es la
realidad habitual en España pero los casos de vientres de alquiler han
ido abriendo otros caminos que van más allá del principio de que madre
es la que pare. Cada año, centenares de parejas españolas acuden a
terceros países donde el acceso a mujeres que alquilen su vientre es
legal y vuelven con niños que acaban registrados como hijos de ambos. El
nivel de dificultad para conseguirlo varía según el país al que se
acuda y el tipo de documento que expida ese lugar para poder
regularizarlos en España.
Este periódico no ha tenido acceso a la sentencia, pero
fuentes judiciales explican que la fundamentación jurídica se basa en el
artículo 10 de la Ley de Reproducción Asistida,
que fija que los contratos de gestación subrogada son nulos en España y
que la filiación de los hijos se determina por el parto. Esa es la
realidad habitual en España pero los casos de vientres de alquiler han
ido abriendo otros caminos que van más allá del principio de que madre
es la que pare. Cada año, centenares de parejas españolas acuden a
terceros países donde el acceso a mujeres que alquilen su vientre es
legal y vuelven con niños que acaban registrados como hijos de ambos. El
nivel de dificultad para conseguirlo varía según el país al que se
acuda y el tipo de documento que expida ese lugar para poder
regularizarlos en España.
Un contrato en Estados Unidos
Bosé
y Palau lo hicieron en Estados Unidos, el destino más caro —el contrato
con una agencia para acceder a un vientre de alquiler ronda los 120.000
euros— y uno de los países que permite abiertamente pagar a las mujeres gestantes.
Para poder volver con los menores e inscribirlos en el registro como
hijos propios, se necesita una sentencia judicial que expide Estados
Unidos y que recoge que no se coaccionó a la madre ni hay riesgo de
tráfico de niños. Esa sentencia puede incluir a ambos como progenitores
tanto en el caso de parejas heterosexuales como si son parejas formadas
por dos hombres o dos mujeres. En el caso del cantante y su expareja
cada uno figuró como padre de dos mellizos.
Este periódico no ha tenido acceso a la sentencia, pero
fuentes judiciales explican que la fundamentación jurídica se basa en el
artículo 10 de la Ley de Reproducción Asistida,
que fija que los contratos de gestación subrogada son nulos en España y
que la filiación de los hijos se determina por el parto. Esa es la
realidad habitual en España pero los casos de vientres de alquiler han
ido abriendo otros caminos que van más allá del principio de que madre
es la que pare. Cada año, centenares de parejas españolas acuden a
terceros países donde el acceso a mujeres que alquilen su vientre es
legal y vuelven con niños que acaban registrados como hijos de ambos. El
nivel de dificultad para conseguirlo varía según el país al que se
acuda y el tipo de documento que expida ese lugar para poder
regularizarlos en España.
Un contrato en Estados Unidos
Bosé
y Palau lo hicieron en Estados Unidos, el destino más caro —el contrato
con una agencia para acceder a un vientre de alquiler ronda los 120.000
euros— y uno de los países que permite abiertamente pagar a las mujeres gestantes.
Para poder volver con los menores e inscribirlos en el registro como
hijos propios, se necesita una sentencia judicial que expide Estados
Unidos y que recoge que no se coaccionó a la madre ni hay riesgo de
tráfico de niños. Esa sentencia puede incluir a ambos como progenitores
tanto en el caso de parejas heterosexuales como si son parejas formadas
por dos hombres o dos mujeres. En el caso del cantante y su expareja
cada uno figuró como padre de dos mellizos.
Este periódico no ha tenido acceso a la sentencia, pero fuentes
judiciales explican que la fundamentación jurídica se basa en el
artículo 10 de la
Ley de Reproducción Asistida,
que fija que los contratos de gestación subrogada son nulos en España y
que la filiación de los hijos se determina por el parto. Esa es la
realidad habitual en España pero los casos de vientres de alquiler han
ido abriendo otros caminos que van más allá del principio de que madre
es la que pare. Cada año, centenares de parejas españolas acuden a
terceros países donde el acceso a mujeres que alquilen su vientre es
legal y vuelven con niños que acaban registrados como hijos de ambos. El
nivel de dificultad para conseguirlo varía según el país al que se
acuda y el tipo de documento que expida ese lugar para poder
regularizarlos en España.
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