El periodista de Albacete , que celebra su cumpleaños, es un gran amante de la arquitectura y militó en un grupo de canción protesta.
María PorceL
Pedro Piqueras
es un hombre singular. Desde hace tres décadas se ha convertido en uno
de los personajes más conocidos y desconocidos del país.
Media España se
sienta cada noche a las nueve para verle resumir la jornada ante el
televisor.
Pero esa misma media (y la otra media también) no sabe nada
de él. El presentador ha querido y ha sabido mantener su imagen de
cercanía y discreción.
Este 6 de mayo cumple 65 años y, sin redes
sociales públicas, de nuevo media España se preguntará cómo lo va a
celebrar.
Aunque probablemente muchos ni sepan que es su aniversario.
Durante
las cuatro décadas que lleva trabajando, en distintos formatos y
cadenas, Piqueras ha sabido forjarse un nombre sin necesitar de un
personaje en el que escudarse.
De ahí que a mediados de marzo, al
principio de la cuarentena, muchos se asustaran al no verle presentar su
espacio habitual, el informativo de la noche de Telecinco.
“Pedro
Piqueras no presenta esta semana por el plan de contingencia de Mediaset
para proteger a su personal”, tuvo que explicar en sus redes sociales su
compañera Isabel Jiménez, descartando enfermedades o problemas
personales.
No había nada que ocultar. Él, simplemente, estaba siendo
discreto. Como siempre.
Piqueras nació en Albacete. “Era una vivienda pequeña, de adobe, con gallinero y gorrinera“Era una vivienda pequeña, de adobe, con gallinero y gorrinera. Y un gran patio alrededor", la describía.
"Estaba en un pequeño pueblo al lado de Albacete que hoy es parte del extrarradio de la ciudad”, contaba en la revista Nuevo Estilo.
Los Piqueras tenían también una tienda de alpargatas. En ella, clasificando y poniendo precios, trabajaba los veranos.
Durante el curso era buen estudiante, le gustaba escribir relatos, algo que sus padres empujaron y apoyaron. Los Piqueras eran conocidos en el barrio porque, en aquella España franquista y escasamente tecnológica, fueron los primeros en hacerse con una televisión.
En blanco y negro, claro, veían el fútbol, los toros, e invitaban a los vecinos a disfrutar en común.
Sin
tener muy claro su destino el de Albacete se marchó a Madrid; su padre
no quería que siguiera con el negocio familiar .
“Mi padre, que era muy
listo, siempre me decía: ‘Lo importante son los idiomas y estudiar’.
Con
una beca me vine a Madrid”, recordaba hace unos años.
Se decantó por estudiar Periodismo en la Universidad Complutense, para
después hacer prácticas en la radio.
Era 1977. No dudó en ofrecerse para
hacer turnos de noche en Radio Exterior de España hasta que logró un
contrato.
Pasó una década en la emisora pública y llegó a dirigir el
boletín de las dos de la tarde de Radio Nacional de España.
En
esa época fue cuando se casó con su entonces esposa, Ana, y tuvo a su
hijo, Curro.
En 1988 el pequeño tenía tres años y estaban veraneando
cuando Piqueras recibió una llamada que le cambiaría la vida. Jesús Hermida
le requería de forma urgente en Madrid.
El icónico periodista le quiso
hacer una entrevista... y la emitió en directo, haciéndole hablar de sí
mismo y leer un boletín en directo. “Mientras tanto”, cuentan las crónicas de la época,
“en los despachos de los más altos directivos de TVE el monitor estaba
encendido y había orden a las secretarias de no pasar llamadas. Pilar Miró se
había reservado la carta de Piqueras, frente a la presión de algunos de
sus colaboradores, que defendían la idea de recuperar a Rosa María
Mateo como nueva conductora del telediario”.
Entonces, Pedro Piqueras
desembarcó en la televisión, presentando y también dirigiendo el
informativo de la cadena pública.
Su trayectoria le depararía más cambios, como su vida
personal. Cinco años después se iría a Antena 3 para volver, en 2004 y
durante dos años, a su añorada Radio Nacional de España, para dirigirla.
Ya no regresaría. Desde 2006 se convertiría en el director de informativos Telecinco, haciendo su informativo líder.
Algo que le ha valido reconocimientos como un premio Ondas, que recibió en 2013 (ex aequo con
El Gran Wyoming). "Soy un periodista que hace un informativo y tiene la
suerte de poderlo presentar, pero estos premios no son nunca para uno
solo aunque lleven su nombre”, dijo entonces, en su sencilla tónica.
Desde
hace años, Piqueras mantiene una relación con la veterinaria Esther
Barriga.
No se esconden, pero tampoco es habitual verles juntos en actos
multitudinarios.
Tampoco aparece con su hijo, Curro, de 35 años,
publicista. Tras unos años en Milán, ahora trabaja en Londres, en la
multinacional McCann."
Yo no quería que fuera periodista", contaba en
una entrevista en El Mundo. “Y él menos, porque veía que esta es
una profesión muy esclava, de muchas horas.
Se metió en publicidad y
ahora, cuando salgo de aquí y le llamo, está trabajando todavía”, reía.
Uno de sus méritos en la cadena de Vasile fue fichar a Sara Carbonero. Mantienen buena relación y, cuando la presentadora regresa de Oporto, cenan juntos en la casa que Piqueras tiene en la sierra de Madrid.
Es un apasionado de la arquitectura, y no dudó en mostrar su casa, sencilla y funcional pero llena de detalles de diseño, en las páginas de Nuevo Estilo.
“Ya saqué provecho de la ciudad todo lo que uno podría desear en cuanto a cines, teatros, copas y vida nocturna, y en estos momentos quiero tranquilidad por encima de cualquier cosa.
Además, le
he tomado afición a eso de respirar aire puro”, contaba sobre su casa de
la sierra, que él mismo gestó y a la que dio forma el arquitecto Otto
Medem.
Deportista, le gusta el mar y navegar, y por eso también tiene
residencia en Altea, Alicante.
También veranea en ocasiones en Ibiza,
donde ha coincidido con Raphael y Natalia Figueroa, buenos amigos.
Una
de las facetas más desconocidas de Piqueras es su pasión por la música,
en concreto por el folk y la canción protesta.
De joven tuvo un grupo y
llegó a grabar con el tema Salamanca La Blanca con Nuevo Mester
Juglaría.
Hace unos años contaba a este diario que aquella época y
aquella música nacieron de un momento histórico distinto.
"Ahora, el
punto de partida [de los jóvenes] es el desencanto; antes era la
represión”, decía. Sobre la banda en la que él militó, explicaba:
“Fue muy interesante [...]. Fue un movimiento que se fraguó en la
universidad, sobre todo para recuperar el folclore tradicional, que
estaba asociado a la sección femenina, al franquismo.
También había
mucha canción social, que luego aprovechó la política”
No solo la música: Piqueras también es apasionado de la literatura. En 2006 se atrevió con una novela de corte histórico, Colón a los ojos de Beatriz.
Vendió 50.000 ejemplares. Y ha escrito otra sobre su infancia y
juventud. Pero esa, dada su discreción, se quedará guardada en un cajón.
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