Para el movimiento de la Nueva trova, el español era un referente imprescindible. Silvio Rodríguez cede a EL PAÍS una canción escrita para el fallecido.
Para la canción cubana de autor y, más aún, para el movimiento de la Nueva trova, Luis Eduardo Aute
era un referente imprescindible, casi un dios.
Sus composiciones
marcaron a toda una generación de trovadores y músicos en los años
sesenta y setenta, empezando por su íntimo amigo Silvio Rodríguez
y siguiendo por Pablo Milanés, Santiago y Vicente Feliú, Carlos Varela,
Frank Delgado y cantautores de todas los estilos y edades, algunos
jovencísimos, que todavía hoy se saben sus temas de memoria.
No por
casualidad Aute poseía desde 2008 la Distinción de la Cultura Cubana,
uno de los reconocimientos más importantes que otorga el Consejo de
Estado de la isla caribeña en cuestión de artes, y que pocos creadores
extranjeros ostentan.
Aquel 2008 la isla rindió un gigantesco homenaje al autor de Al alba,
una canción que también fue un himno en Cuba.
Fue una semana entera de
conciertos, exposiciones, proyecciones en salas de cine y presentaciones
de libros, todo entorno a Aute, que mostró en La Habana sus pinturas,
creaciones audiovisuales, escritos y, por supuesto, su música.
En el
teatro Carlos Marx se hizo un gran concierto en el que se escucharon las
letras de Aute en la voz de Silvio, los dos Feliú, Carlos Varela,
Amauri Pérez, Liuba María Hevia y muchos más. Ante lo abrumador del
tributo, Aute declaró entonces:
“Vivir un sueño que quisiera compartir
entre ambos países”.
Luis
Eduardo Aute, como el bailarín Antonio Gades, siempre defendió sin
fisuras la revolución cubana, y cuando no estuvo de acuerdo con algo lo
criticó con sus amistades en la isla, nunca en declaraciones públicas ni
en artículos de prensa.
Con Silvio Rodríguez, seguramente su mejor
amigo en Cuba, compartió muchas veces escenarios y grabó el disco Mano a mano,
24 temas recopilados durante el concierto conjunto que realizaron el 24
de septiembre de 1993 en la plaza de Las Ventas.
Contactado por El PAIS
tras su fallecimiento, Rodríguez quiso publicar -mejor que hablar- la
canción que compuso para Aute en 2017, después de que Aute sufriera un
infarto y estuviera 38 días en coma.
Noche sin fin y mar , hasta
ahora no recogida en ningún disco, habla de “los universos de ayer” y de
“las mañanas del azul”, y termina con un deseo, que hoy es el de muchos
de sus admiradores: “Quien estuviera allí / viéndote reposar / saber tu
sueño y cantarlo / Noche sin fin / sin fin y mar”.
Noche sin fin y sin mar', de Silvio Rodríguez
Desde la noche sin fin baja una estrella hasta el mar luz que se quiere dormir en la fresca oscuridad.Quién pudiera conocer todo lo que ve la luz: los universos de ayer, los mañanas del azul. Noche sin fin, sin fin, sin fin y mar, para soñar, soñar la estrella. Quién estuviera allí, viéndote reposar, saber tu sueño y cantarlo.
Noche sin fin, sin fin y mar. En el lomo de un delfín, quiero invitar a jugar a esa luz que va a dormir en la frescura del mar.
Porque yo quiero saber todo lo que sabes tú: los universos de ayer, los mañanas del azul.
Noche sin fin, sin fin, sin fin y mar, para soñar, soñar la estrella. Quién estuviera allí, viéndote reposar, saber tu sueño y cantarlo. Noche sin fin, sin fin y mar
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