Los hijos de Carolina, Alberto y Estefanía de Mónaco intentan culminar el viraje hacia un perfil más discreto sorteando el interés mediático que ha marcado la vida de sus predecesores.
La luz pública, los grandes escenarios, el glamur, las fascinación, las fiestas y las convulsiones forman parte del ADN de la poco convencional familia principesca Grimaldi. Conceptos que se están desvaneciendo en las generaciones jóvenes de la estirpe.
Los hijos de Carolina y Estefanía de Mónaco, a pesar de no tener un papel destacado en los asuntos oficiales del Principado, se han criado bajo los focos, saben desenvolverse entre celebridades internacionales y conservan intacto el poder de atracción de su apellido.
Sin embargo, están tratando de sortear el interés mediático y de culminar el viraje hacia un perfil más discreto, en una etapa de sosiego.
A ellos se suman los dos hijos ilegítimos del príncipe Alberto, que tras años de pleitos y culebrones están inmersos también en un periodo de calma.
Los Casiraghi, los tres hijos que Carolina de Mónaco tuvo con su segundo marido, el empresario italiano Stefano Casiraghi, que falleció en un trágico accidente náutico en 1990, son las estrellas del clan.
Carlota, Andrea y Pierre acaparan la atención, aunque tratan de mantener una vida lejos de los reflectores.
Con algunas excepciones, como la detención en 2011 de Andrea, de 35 años, por conducir a alta velocidad en una carretera francesa.
O la fiesta en un exclusivo club de moda de Manhattan que acabó en pelea multitudinaria, un año después, con su hermano Pierre, de 32 años, ahora casado con la periodista italiana Beatrice Borromeo y padre de dos hijos, como protagonista.
A ellos se une su hermana pequeña, Alexandra de Hannover, de 20 años, la única hija que Carolina de Mónaco tuvo con su marido Ernesto de Hannover y que tiene más títulos nobiliarios que todos los Grimaldi juntos.
Louis, Paulina y Camille son plebeyos por parte de padres y no suelen aparecer en las instantáneas oficiales de la familia real monegasca.
Están más lejos del trono, los fotógrafos no los persiguen y el público apenas los conoce. Louis Ducruet, el mayor, de 27 años, se dedica al deporte y actualmente trabaja en un club de fútbol del principado.
El pasado verano se casó con Marie Chevallier, que es coordinadora de eventos del casino de Montecarlo.
Se conocieron en una discoteca de Cannes hace siete años y más tarde estudiaron juntos en la universidad en Estados Unidos. Ambos son muy activos en las redes sociales, donde han compartido su noviazgo, la boda y también su luna de miel en Indonesia.
La pareja está muy unida a las hermanas de Louis.
De hecho, Pauline fue quien diseñó el vestido de la novia.
La joven, de 25 años, es la segunda hija de Estefanía y el francés Daniel Ducruet, que fue su guardaespaldas y con quien estuvo casada de 1995 a 1996.
Estudió diseño de moda en Nueva York y hace dos años sacó su primera línea de ropa.
Es una apasionada del circo, además de muy deportista.
Como sus hermanos, también es una asidua de las redes sociales y año pasado lanzó en el Principado un festival para premiar a los diez mejores influencers del mundo, el Influencer Awards Monaco, en el que también participó como jurado.
La pequeña de los hermanos, Camille Gottlieb, de 21 años, es la única de los hijos de Estefanía que no figura en la línea de sucesión al trono monegasco, ya que sus padres nunca estuvieron casados, requisito indispensable según la Constitución del Principado.
Es fruto de la relación de Estefanía con el guardaespaldas Jean Raymond Gottlieb, estudia Comunicación en Niza y está muy involucrada en las causas sociales.
Junto a algunos amigos fundó el proyecto solidario Be Safe Monaco, para concienciar a los jóvenes sobre los peligros de ponerse al volante bajo los efectos del alcohol.
En 2017, algunos medios la relacionaron con el futbolista Kylian Mbappé, que jugó varias temporadas en el A.S. Mónaco y a quien conoció en una recepción en palacio que ofrecieron los príncipes Alberto y Charlene cuando el equipo ganó la liga francesa. Pauline negó el romance.
“Estoy soltera y estoy muy bien así”, sentenció entonces.
El príncipe Alberto ha tenido, que se conozca, dos hijos extramatrimoniales que no tienen títulos ni están dentro de la línea de sucesión, pero que sí llevan su apellido, después de largas e intrincadas batallas judiciales y mediáticas.
Alexandre, de 16 años, es fruto de una relación de seis años con la azafata Nicole Coste, a quien conoció en un vuelo.
Después de varios intentos frustrados por conseguir que Alberto de Mónaco reconociera al niño, Coste contó la historia a la revista Paris Match en 2005.
El príncipe denunció a la publicación por invasión de su privacidad y unos meses después acabó reconociendo su paternidad.
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