Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
29 nov 2019
los mejores libros del siglo XXI............... Javier Rodríguez Marcos
Un jurado de 84 expertos ha escogido para Babelia los títulos más relevantes de las dos primeras décadas del milenio.
SETANTA
"Hacer listas", escribe Alberto Manguel en su Diario de lecturas,
“da lugar a cierta arbitrariedad mágica, como si la simple asociación
pudiera crear sentido”. Pues bien, ¿qué sentido se puede encontrar en
una lista que trata de hacer balance de las dos primeras décadas del
siglo XXI? Empecemos por el principio. El martes 11 de septiembre de 2001,
dos aviones de pasajeros secuestrados por terroristas suicidas
derribaron las Torres Gemelas de Nueva York, mataron a casi 3.000
personas y cambiaron el mundo para siempre. De paso, mandaron al
trastero de las hipótesis la teoría hegeliana del fin de la historia reciclada por Francis Fukuyama tras la caída del muro de Berlín y zanjaron la discusión sobre si el siglo XXI empezaba en el año 2000 o en 2001. La guerra de las galaxias se quedó en choque de civilizaciones. Los
ordenadores pasaron la prueba del efecto 2000, pero sus usuarios —la
nueva gran palabra— entraron en la era del miedo, la inseguridad, la
precariedad, la intimidad (pública) y la realidad (virtual).
El futuro había llegado tan pronto en forma de metralla que los cines se llenaron de remakes;
las librerías, de cánones, recuentos y resúmenes y listas de lo muy muy
y lo más más (que había que ver, leer y escuchar… antes de morir) .
También de relatos con un fondo de historia universal y libros de no
ficción o de autoficción que dan tanto valor a la trama como a su making-of. Incapaz de imitar a una realidad presente que parecía de novela, la
literatura se volcó en el pasado, en la memoria (histórica y a secas),
en las investigaciones periodísticas, en la primera persona y en la
propia literatura, que se volvió metatodo.
De ahí el triunfo absoluto de 2666,
un libro total compuesto de cinco partes y publicado en otoño de 2004,
al año siguiente de la muerte de su autor. Desde Borges —retratado
minuciosamente por Adolfo Bioy Casares en un diario ya ineludible—,
ningún escritor ha influido tanto como Roberto Bolaño en las nuevas
generaciones. Que sus libros empezasen a publicarse en Anagrama y
actualmente lo hagan en Alfaguara —las dos editoriales más presentes en
la lista de Babelia— es otro síntoma del peso de algunos sellos en la
creación del gusto contemporáneo.
El escritor chileno Roberto Bolaño, en 1997.MANOLO S. URBANO
Acaso por una mera cuestión generacional, la literatura canónica de
las dos primeras décadas del siglo XXI se ha ocupado de hurgar en las
heridas del XX. Las guerras mundiales, la guerra civil española, la
posguerra, la descolonización, las migraciones, el apartheid, las
dictaduras latinoamericanas, la caída del imperio soviético, los
feminicios en Ciudad Juárez o las turbulencias en Oriente Próximo pueden
rastrearse en la obra del propio Bolaño, Ian McEwan, W. G. Sebald,
Javier Marías, Javier Cercas, Tony Judt, Mario Vargas Llosa, J. M.
Coetzee, Zadie Smith, Svetlana Aleksiévich, Emmanuel Carrère, Marjane
Satrapi o Edmund de Waal.
Pero si esos autores empiezan a ser canónicos no es solo por los
temas que abordan, sino por el modo en que lo hacen: mezclando realidad y
ficción, narración y reflexión, dinamitando los géneros tradicionales o
dejando que su intimidad sin filtros discuta con la historia universal. Ese yo con voluntad de nosotros es el que ha producido además títulos
como los de Joan Didion, Lucia Berlin, Anne Carson y Raúl Zurita —que
tituló su obra magna con su propio apellido—, pero sobre todo los seis
volúmenes de Karl Ove Knausgård. También la gran historia y la intimidad cruda están presentes en títulos del siglo XXI tan exitosos como El Código Da Vinci, El niño con el pijama de rayas o Cincuenta sombras de Grey.
¿Por qué no están en esta lista? Tal vez porque no cuadran con la
definición que el crítico Northrop Frye acuñó para la “gran
literatura”: aquella que es “dueña de una visión siempre más vasta que
la de sus mejores lectores”. El poeta Wystan Hugh Auden lo matizó así:
“Hay libros que han sido injustamente olvidados; ninguno es injustamente
recordado”. La crisis económica de 2008 sumó la indignación a la inseguridad y dio la razón a una novela premonitoria publicada en España un año antes: Crematorio,
de Rafael Chirbes. De paso, empoderó —el verbo del siglo— a un género y
a una generación. El feminismo y el ecologismo son por ahora la
respuesta más contundente a una deriva insostenible que va camino de
convertir en realismo puro una novela de, digamos, ciencia-ficción como La carretera,
de Cormac McCarthy. Protagonizada por dos hombres solos —un padre y un
hijo— que vagan por un planeta devastado, la distopía del autor
estadounidense incluye en sus páginas algo que se parece a una
definición de la literatura de hoy: “Dios no existe y nosotros somos sus
profetas”.
"2666 es lo mejor de una producción literaria prematuramente interrumpida", escribió Ana María Moix en Babelia en 2004, "Amalfitano, uno de los protagonistas de la segunda de las cinco partes o novelas que componen 2666,
obra póstuma de Roberto Bolaño (1953-2003), rememora desde México una
conversación sostenida, hacía años en Barcelona, con un joven
farmacéutico que pasaba sus noches de guardia leyendo. Al joven le
gustaba leer novelas breves como La metamorfosis, de Kafka; Bartleby, el escribiente, de Melville; Un corazón simple, de Flaubert, o Un cuento de Navidad, de Dickens, títulos que escogía en lugar de El proceso, Moby Dick, Bouvard y Pécuchet o El Club Pickwick,
novelas largas de los citados autores. 'Qué triste paradoja, pensó
Amalfitano', escribe Bolaño. 'Ya ni los farmacéuticos ilustrados se
atreven con las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que abren
caminos en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los
grandes maestros (...)'. Y, de hecho, eso es 2666: una gran
obra torrencial, que abre caminos en lo desconocido". Moix apunta que
las cinco partes de esta gran obra pueden leerse por separado, pero se
perdería la grandeza que alcanzan juntas.
La novela del alemán W. G. Sebald (1944-2001) narra la
odisea vital de un hombre sin historia llamado Jacques Austerlitz en
busca de ese tejido perdido en el tiempo que son sus padres. El
protagonista camina sobre los restos de una devastación insoportable
después de dos guerras. “Austerlitz es una formidable representación del
destino del hombre moderno llevado a un extremo: el del desarraigo
extremo; también lo es de la capacidad de supervivencia del ser humano”,
escribió en estas páginas José María Guelbenzu en 2002. Traducción de Miguel Sáenz. Traducción de Miguel Sáenz.
Anne Carson (1950) abordó en La belleza del marido el
conflicto desencadenado por su separación. “Hay en este poemario”,
escribió el crítico Ángel Rupérez en 2003, “una tensión entre la
idealización inicial del marido (…) y el derrumbe de ese ídolo que
consigue sobrepasar con creces el anecdotario más estrictamente
autobiográfico y confesional, constantemente convertido en materia
poética contaminada por un continuo y soterrado —no explícito— aliento
lírico hecho de elegía comedida y de creencia incondicional en la
belleza”. Traducción de Ana Becciu.
La Fiesta del Chivo es un relato sobre el dictador
dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina y, a la vez, un impresionante
fresco de la corrupción destructiva de las dictaduras. En su crítica de
2000, el argentino Tomás Eloy Martínez definió la novela del premio
Nobel Mario Vargas Llosa (Arequipa, 1936) como “un retrato implacable
del poder absoluto en una novela que se lee sin respiro de principio a
fin”.
Emmanuel Carrère (París, 1957) ha construido un género propio en el
que mezcla la autobiografía con el retrato de personajes insólitos. Así
definió el autor a su protagonista en 2013: “Ha sido granuja en Ucrania,
ídolo del underground soviético, mendigo y después mayordomo
de un millonario en Manhattan; escritor en París, soldado en los
Balcanes, y, ahora, en el inmenso burdel del poscomunismo en Rusia,
viejo jefe carismático de un partido de jóvenes desesperados. Él se ve
como un héroe, pero también se le puede considerar un cabrón: yo no me
atrevo a juzgarlo”. Traducción de Jaime Zulaika.
Javier Marías cerró su trilogía Tu rostro mañana en 2007 con Veneno y sombra y adiós,
en la que reflexiona sobre el egoísmo, la verdad y la culpa.
José-Carlos Mainer calificó la obra de ejemplo del género de la
autoficción: “Marías ha logrado la construcción más sostenida, compleja e
importante que tal voluntad (de estilo y de género) ha producido en las
nuevas letras españolas”. Mainer describe la obsesión por “la
naturaleza de la verdad” y cree que “el punto de partida de la
existencia es el egoísmo”.
“De las 20.000 páginas de cuadernos íntimos que Bioy (1914-1999)
escribió a lo largo de su vida, su relación con Borges ocupa 1.700”,
explicó en una información de 2006 Javier Rodríguez Marcos. Son las que
preparó para este volumen antes de morir: “Aunque el libro se extiende
entre 1931 y 1989, Bioy resume los 15 primeros años en una decena de
páginas. Eso sí, brillantes. Los diarios borgianos de Bioy están llenos
de literatura”. Borges dijo que su relación era una profunda amistad
“sin intimidad” cuya piedra angular eran los libros.
Verano, la tercera entrega de las memorias del sudafricano
J. M. Coetzee (1940), “revela una audacia literaria que no por
consecuente con la última parte de su obra deja de ser un reto
original”, escribió José María Guelbenzu en 2010. En este libro, cinco
entrevistados crean con su testimonio un Coetzee personal e íntimo, en
un documento que manifiesta la viveza de espíritu del escritor y su
apuesta irreductible por la verdad literaria. Traducción de Jordi Fibla.
“La obra de no ficción de Joan Didion (1934) ejemplifica bien el
género conocido como ensayo personal, una forma de escritura cuyo
objetivo es someter a examen circunstancias de orden histórico o
sociológico desde una perspectiva radicalmente subjetiva”, escribió en
2005 en estas páginas Eduardo Lago. Este libro de duelo es, en palabras
del escritor, “el más personal por lo íntimo y doloroso del tema”: la
muerte de su marido. Traducción de Javier Calvo.
El escritor chileno Roberto Bolaño, en 1997.MANOLO S. URBANO
Un padre y su hijo, supervivientes de una hecatombe nuclear, caminan
hacia un sur que, solo quizá, sea su salvación. “Unidos por el amor y el
miedo, son la expresión de una soledad intolerable”, escribió J. M.
Guelbenzu en su crítica de esta novela de Cormac McCarthy (1933). Traducción de Luis Murillo Fort.
Rafael Chirbes (1949-2015) narró en esta novela la corrupción
urbanística en España. “Con una escritura de precisión clínica en la que
a veces recala un medido lirismo, el escritor no cede al olvido de la
grande y pequeña historia de nuestro país. Como si Galdós vigilara”,
escribió sobre el autor y su obra J. E. Ayala-Dip.
“El rasgo más característico de la escritura de Zadie Smith (1975)es su propensión a la sátira. No obstante, Dientes blancos
no es una novela divertida”, escribió Francisco Solano en 2001.
“Retrata el espacio multirracial habitado por hijos de inmigrantes, cuya
asimilación a la metrópoli, junto con la confrontación con los padres,
les aboca a ser víctimas de una mezcolanza ideológica y religiosa que
produce claros efectos de atolondramiento”. Traducción de Ana M. de la Fuente.
La estadounidense Lucia Berlin (1936-2004) empezó a publicar (no a
escribir) muy tarde y solo a finales del pasado siglo se la comenzó a
reconocer como una narradora excepcional. Manual para mujeres de la limpieza
es una antología de relatos basados en la vida itinerante de la autora,
alcohólica, que trabajó en toda clase de oficios para mantener a sus
hijos. “Todo cuanto relata tiene olor a verdad”, aseguró José María
Guelbenzu en 2016. Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino.
“La primera impresión que produce Raúl Zurita (Santiago, 1950) es la
de un poeta perdido en el mundo del misterio y la espiritualidad”,
escribió el cronista Patricio Fernández en 2012. “No lee, canta, se
lamenta, y reza”. Y este poeta publicó aquel año su particular
autobiografía, un poemario de 800 páginas en el que se expone más
crudamente que nunca.
El historiador británico (1948-2010) logró con este libro una hazaña,
mezclando las lavadoras, los Beatles y Margaret Thatcher. Esto es, la
vida cotidiana, la cultura y la política. “La nueva Europa constituye un
éxito notable vitalmente vinculado a un terrible pasado”, escribió
Santos Juliá en su reseña. “Para que los europeos conserven siempre ese
vínculo vital hay que enseñárselo de nuevo a cada generación”. Traducción de Jesús Cuéllar y Gloria E. Gordo del Rey.
J. Ernesto Ayala-Dip habló en su crítica de Soldados de Salamina
en 2001 de la mezcla entre “el relato real” que se plantea en el libro
de Cercas y la “obra de ficción” que realmente es. La historia del
fallido fusilamiento de Rafael Sánchez Mazas, escritor y fundador de la
Falange, se desarrolla con “esa prosa que se desliza con la naturalidad
que da la madurez”, añadió Ayala-Dip sobre esta novela.
Cuando Svetlana Aleksiévich (Ucrania, 1948) recibió el Premio Nobel
de Literatura, muchos lectores descubrieron la fuerza de una obra, a
medio camino entre el periodismo y la historia. El fin del ‘Homo sovieticus’
ofrece las voces de los que vivieron el fin del comunismo. “Su obra es
también una revancha del periodismo”, escribió Lluís Bassets sobre su
obra, “que busca las fuentes más modestas y las experiencias más
sencillas para explicar lo que fue silenciado durante las siete décadas
soviéticas”. Traducción de Jorge Ferrer.
En Persépolis, el único cómic en la lista, la autora iraní
cuenta la revolución islámica de 1980 vista por una niña, la que Marjane
Satrapi era entonces, con 10 años, cuando tuvo que ponerse pañuelo por
primera vez para ir a la escuela. “Tenía un deber para con mi país”, le
dijo en 2002 a Jaume Vidal en una entrevista. Un cómic en blanco y negro
porque, según Satrapi, “el rojo de la sangre podría ser muy dramático”.
Traducción de Albert Agut.
A través de la historia de 264 miniaturas japonesas llamadas netsukes
—entre ellas, la liebre que da título al libro—, Edmund de Waal
(Nottingham, 1964) construye la historia de su familia, aunque va mucho
más allá en un retrato de la historia reciente de Europa y de sus
profundas heridas y ausencias. Traducción de Marcelo Cohen.
Del 22 al 50
22. La grande, Juan José Saer
23. Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro
24. Anatomía de un instante, Javier Cercas
25. Demasiada felicidad, Alice Munro
26. La tabla rasa, Steven Pinker
27. Los años, Annie Ernaux
28. Temporada de huracanes, Fernanda Melchor
29. Sapiens, Yuval Noah Harari
30. Kafka en la orilla, Haruki Murakami
31. El nervio óptico, María Gainza
32. Los diarios de Emilio Renzi, Ricardo Piglia
33. La novela luminosa, Mario Levrero
34. En presencia de la ausencia, Mahmud Darwish
35. Incendios, Wajdi Mouawad
36. Pensar rápido, pensar despacio, Daniel Kahneman
37. Las correcciones, Jonathan Franzen
38. El adversario, Emmanuel Carrère
39. La mancha humana, Philip Roth
40. Canadá, Richard Ford
41. Elizabeth Costello, J. M. Coetzee
42. Terror y utopía, Karl Schlögel
43. Lectura fácil, Cristina Morales
44. Las poetas visitan a Andrea del Sarto, Juana Bignozzi
45. Ordesa, Manuel Vilas
46. Distancia de rescate, Samanta Schweblin
47. La noche de los tiempos, Antonio Muñoz Molina
48. Teoría King Kong, Virginie Despentes
49. El mundo deslumbrante, Siri Husvedt
50. Los testamentos, Margaret Atwood
Infiel. Historias de transgresión, Joyce Carol Oates
El salto del ciervo, Sharon Olds
El capital en el siglo XXI, Thomas Piketty
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