El abrazo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias fue estremecedor y un tanto aburrido.
El lunes asistimos, con asombro y cierta tristeza, a la despedida de Albert Rivera de la política.
Se apagó como estrella política pero el miércoles deslumbró en la portada de ¡Hola!.
Y entonces comprendí que había conseguido algo que puede resultar tan fascinante como el poder: la fama.
Quizás Albert
no necesitaba, en lo más profundo de su ser, convertirse en presidente.
Lo que acaba de lograr, ser portada de la biblia de la celebridad,
unido sentimentalmente a alguien muy famoso puede ser una nueva carrera,
su verdadera oportunidad.
Hay múltiples formas de hacerse famoso.
Tradicionalmente, lo eras porque
la fama te escogía: algo en ti, bien tu belleza, tu carisma, tu talento
te hacía apetecible a esa figura, la fama, que no lleva guadaña como la
muerte pero sí el rostro cubierto para que, al contrario de lo que te
ofrece, nunca puedas reconocerla.
También se puede ser famoso por
cometer un crimen, ocurre que el morbo del seguidor de la crónica de
sucesos muchas veces coincide con el de la persona que consume noticias
sobre personalidades célebres.
Desde hace tiempo ya no es tan importante
cómo o por qué te haces famoso sino cómo lo gestionas.
Rivera lo
consiguió convenciendo al público de que tenía un plan político para
cambiar España. Todo iba bien.
Un proyecto más ambicioso pero sobre todo
aparentemente más serio que el mío.
Aunque no tan sincero.
Yo siempre
confesé abiertamente que quería ser famoso. El seductor Rivera se esperó varias elecciones
incorporando a más gente en su proyecto unipersonal.
Pero no hay que
entristecerse muchísimo porque se aleje ahora de la política.
Lo veremos
en ¡Hola!, en otro tipo de listas e incluso más adelante, ¿por qué no?, de campañas.
La verdadera boda del año es la de Pedro y Pablo, el presidente del Gobierno en funciones y el líder de Unidas Podemos.
El abrazo de los dos fue estremecedor
y la boda un tanto embarazosa.
Aunque muchos respiraron con alivio, la
banca se inquietó y una electricidad estática enrareció el aire:
¿Qué va
a hacer Pablo Iglesias con su look si se convierte en vicepresidente?
El debate me interesa lo justo pero me reí leyendo a Quim Monzó en La Vanguardia, donde citaba un artículo de la revista Marie Claire
sobre una investigación de peluquerías caras para mejorar el deslucido
aspecto capilar de Iglesias.
Según los expertos, tendría que usar
mascarillas, mejorar la calidad de las gomas para su coleta, vigilar,
como todas y todos, las puntas. Conseguir eso tan persuasivo que es una
melena hidratada y sedosa. Sencillamente, opino que sería mejor que se
cortara un poquito el pelo, ya que está a punto de entrar en una nueva
etapa.
El look transmite un mensaje, en eso Pablo ha sido líder
destacado: es lo primero que criticas de él
. Cuando se puso esmoquin en
los Goya quedó fenomenal por su golpe de efecto. Pues ahora necesita
otro gesto, como el de abandonar esa coleta baja. Pablo, entiéndelo: es
demasiado 2015.
Paula Echevarría,
que es una líder de estilo en España (aunque algunos se llevan las
manos a la cabeza), se ha cortado el pelo, “dejándose seducir por la
media melena, más versátil y favorecedora”, escriben en una nota de
prensa.
Hay quienes entienden que los términos versátil y favorecedor
esconden que la media melena es ese tipo de corte que irremediablemente
adquieres llegada la edad adulta. Otros, como yo, sostenemos que el pelo
corto mejora la vida y punto.
Una de las primeras en acercarse a
compartir fotografía con Paula ha sido Belén Esteban
que, como mujer rompedora que es, podría estar embarazada sin miedo
alguno a enfrentarlo en una edad madura.
El retrato de ambas confirma
que, al ser estrellas de la misma cadena, deben potenciar el acuerdo y
la amistad entre ellas. Y proyectarlo.
Algo similar a lo que ha pasado con Pablo y Pedro, que casi salen
trasquilados de las elecciones.
Echevarría y Esteban se distanciaron
porque Belén, que habla sin miramientos como Pablo Iglesias, soltó en Sálvame
que algunas amigas con las que se junta Paula no eran de fiar y
filtraban información sobre ella.
Pero ahora, al igual que Pablo y
Pedro, Belén y Paula prefieren el abrazo antes que el puño o las palabras gruesas
y mostrarse, no voy a decir centristas, pero sí equilibradas para
generar confianza.
Es lo que conseguirá Pablo Iglesias, que tampoco es
Sansón, si se corta un poco.
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