Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

25 oct 2019

GENTE Lucía Bosé, sus amores, rebeldías y una vida de película

La actriz italiana, madre de Miguel Bosé, relata en una biografía su tormentoso matrimonio con el torero Luis Miguel Dominguín y su relación con los directores Visconti, Fellini o Buñuel.

lucia bose
Lucía Bosé durante la presentación de su biografía en Roma este miércoles. EFE

 

La segunda ceremonia se celebró en España, unos meses después, por la Iglesia y con banquete en una finca familiar. “Odio los espectáculos de bodas, bautizos, funerales, no van conmigo”, explica la artista en la misma entrevista.
 Las constantes infidelidades de él acabaron con el matrimonio. Lucía tomó la decisión de separarse en 1967, en una España que todavía no permitía el divorcio. 
“De la misma forma en la que tuve valentía para casarme con él, también la tuve para decirle vete a la mierda”, dice Bosé.
 Y cuenta que se sintió sola cuando “en España todos se pusieron de su parte”.
Cuando llegó a Madrid se encontró un país “50 años por detrás de Italia” y bajo el yugo del dictador Francisco Franco, a quien conoció en persona por su relación con Dominguín. 
“Mi marido era más franquista que Franco”, explicó en la presentación de sus memorias. Y añadió: “Franco era un hombre normal.
 No puedo hablar mal de él”. Y resaltó la fama de comunista que ella tenía entonces.
 Allí [en España], siendo italiana, me consideraban comunista y aquí todo lo contrario, por vivir bajo la dictadura franquista”, señaló.
También contó que la Segunda Guerra Mundial fue “la experiencia más dura” de su vida, entre bombardeos y desplazamientos forzosos. 
Ahí se forjó su carácter fuerte e independiente. Como contó la artista, cuando su familia trataba de huir de la ciudad a toda prisa, llevando todas sus pertenencias, se olvidó por un momento de ella, que estaba junto a un edificio en ruinas. 
“Corrí y conseguí aferrarme a la cuerda de uno de los carros que pasaban. Todavía sigo aferrada a esa cuerda”, explicó.
 Hasta llegó a ver con sus propios ojos al dictador Benito Mussolini y a su amante Clara Petacci colgados en la Plaza Loreto de Milán.

De ahí también sacó un aprendizaje: “Comprendí lo que es la vida y que hay que seguir adelante”. 
Un proceso que desde hace 60 años la ha ligado a España para siempre.

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