Siempre entre las nubes hay esos huequitos de Sol que te dan valor.
Un Blues
Del material conque están hechos los sueños
23 jun 2019
Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Pintores sin fronteras
El Museo
del Prado presenta 72 obras de artistas holandeses y españoles para,
lejos del tradicional nacionalismo historiográfico, subrayar lo que
tienen en común los grandes maestros del Barroco.
Una
experta del Museo del Prado y otra del Rijksmuseum de Ámsterdam revisan
el cuadro de Rembrandt 'Los síndicos' esta semana en la pinacoteca
madrileña.Gorka Lejarcegi
¿Cuáles han sido los grandes logros de los Países Bajos? En 1886, en
plena efervescencia de los nacionalismos, el escritor neerlandés Conrad
Busken Huet escribió una historia cultural de Holanda en tres tomos para
tratar de responder a esa pregunta. Su respuesta se redujo, finalmente,
a dos cosas, una isla indonesia y un cuadro: Java y Los síndicos,
es decir, el imperio colonial y la pintura de Rembrandt. Desde el
próximo martes, ese cuadro podrá verse en el Museo del Prado dentro de
la exposición Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines. El lienzo, cuyo título completo es Los oficiales del gremio de pañeros de Ámsterdam,
retrata a los encargados de controlar la calidad de las cotizadísimas
telas fabricadas en la ciudad, generalmente de colores azul y negro. El martes pasado, la brigada de montadores del Prado se encargó de
sacarlo de la caja roja de madera que lo había traído en un camión desde
el Rijksmuseum y de colgarlo en el destino que tendrá hasta el próximo
29 de septiembre. La operación, que culminó cuando los focos iluminaron a
los seis sorprendidos protagonistas de la escena, se prolongó durante
tres horas, en las que hubo tiempo para colgar un vermeer, un velázquez y otros dos rembrandts;
entre ellos, su famoso autorretrato vestido como san Pablo y la efigie
de su hijo Tito con hábito de franciscano. Antes de que siete operarios
colocaran el cuadro en una ceremonia salpicada con jerga de quirófano y
prosa de carpintería, dos expertas del museo madrileño y una del
holandés repasaron con sendas linternas los 191,5 × 279 centímetros de
una tela que su autor firmó ostentosamente en el ángulo superior derecho
en 1662. Tenía 53 años, le quedaban 7 de vida y había conseguido a
duras penas sobreponerse a la bancarrota.
Ampliar fotoUna
experta del Museo del Prado y otra del Rijksmuseum de Ámsterdam revisan
el cuadro de Rembrandt 'Los síndicos' esta semana en la pinacoteca
madrileña.Gorka Lejarcegi
¿Cuáles han sido los grandes logros de los Países Bajos? En 1886, en
plena efervescencia de los nacionalismos, el escritor neerlandés Conrad
Busken Huet escribió una historia cultural de Holanda en tres tomos para
tratar de responder a esa pregunta. Su respuesta se redujo, finalmente,
a dos cosas, una isla indonesia y un cuadro: Java y Los síndicos,
es decir, el imperio colonial y la pintura de Rembrandt. Desde el
próximo martes, ese cuadro podrá verse en el Museo del Prado dentro de
la exposición Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines. El lienzo, cuyo título completo es Los oficiales del gremio de pañeros de Ámsterdam,
retrata a los encargados de controlar la calidad de las cotizadísimas
telas fabricadas en la ciudad, generalmente de colores azul y negro.
El
martes pasado, la brigada de montadores del Prado se encargó de sacarlo
de la caja roja de madera que lo había traído en un camión desde el
Rijksmuseum y de colgarlo en el destino que tendrá hasta el próximo 29
de septiembre. La operación, que culminó cuando los focos iluminaron a
los seis sorprendidos protagonistas de la escena, se prolongó durante
tres horas, en las que hubo tiempo para colgar un vermeer, un velázquez y otros dos rembrandts;
entre ellos, su famoso autorretrato vestido como san Pablo y la efigie
de su hijo Tito con hábito de franciscano. Antes de que siete operarios
colocaran el cuadro en una ceremonia salpicada con jerga de quirófano y
prosa de carpintería, dos expertas del museo madrileño y una del
holandés repasaron con sendas linternas los 191,5 × 279 centímetros de
una tela que su autor firmó ostentosamente en el ángulo superior derecho
en 1662. Tenía 53 años, le quedaban 7 de vida y había conseguido a
duras penas sobreponerse a la bancarrota.
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