Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

23 jun 2019

El regreso de los hijos olvidados del barón Thyssen

La decisión de Francesca de establecer en Madrid su fundación devuelve a la actualidad a su singular familia.

Francesca Thyssen, Borja Thyssen y Blanca Cuesta en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid el 26 de febrero de 2019.
Francesca Thyssen, Borja Thyssen y Blanca Cuesta en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid el 26 de febrero de 2019. GTRESONLINE

 

Más que un artículo, esta pieza corre el riesgo de resultar un árbol genealógico.
 Pero hablar de los herederos de Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza supone casi una reconstrucción del Imperio Austrohúngaro y aledaños. 
Si este anduviera vigente, sus cinco hijos naturales y adoptivos camparían por sus dominios en Croacia, Bohemia, Hungría, Galitzia, Eslovenia, Dalmacia, Lodomeria, Austria…
 La mayoría radica en Suiza. Pero algunos, aparte de los descendientes de la rama de Carmen Cervera, por razones obvias, han elegido España y concretamente Madrid como parte de su base.
No hace mucho supimos que Francesca (Lausana, 61 años) había decidido hacer de la capital una de las sedes de su fundación artística-ecológico-filantrópica —no necesariamente en ese orden - y que nombraba a Carlos Urroz su director.
 Apuntaba alto para la Thyssen Bornemisza Art Contemporary (TBA21), cuyo camino comenzó en Viena. 
Elegir a Urroz supone fichar en la élite del arte.
 Ha permanecido como director de ARCO los últimos nueve años y probablemente sea de las personas que más dominan los contactos del mundillo a nivel internacional.

Más que un artículo, esta pieza corre el riesgo de resultar un árbol genealógico. Pero hablar de los herederos de Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza supone casi una reconstrucción del Imperio Austrohúngaro y aledaños. 
Si este anduviera vigente, sus cinco hijos naturales y adoptivos camparían por sus dominios en Croacia, Bohemia, Hungría, Galitzia, Eslovenia, Dalmacia, Lodomeria, Austria…
 La mayoría radica en Suiza. Pero algunos, aparte de los descendientes de la rama de Carmen Cervera, por razones obvias, han elegido España y concretamente Madrid como parte de su base.
No hace mucho supimos que Francesca (Lausana, 61 años) había decidido hacer de la capital una de las sedes de su fundación artística-ecológico-filantrópica —no necesariamente en ese orden - y que nombraba a Carlos Urroz su director. Apuntaba alto para la Thyssen Bornemisza Art Contemporary (TBA21), cuyo camino comenzó en Viena. 
Elegir a Urroz supone fichar en la élite del arte.
 Ha permanecido como director de ARCO los últimos nueve años y probablemente sea de las personas que más dominan los contactos del mundillo a nivel internacional.
 Queda salir de dudas respecto a por qué Madrid. ¿Se debe a que realmente Francesca cree que la ciudad representa hoy el equivalente a lo que fue Berlín a comienzos del siglo XXI en términos de creatividad, tendencias, frescura y talento?
 ¿O por hacer que Carmen Cervera, la última esposa de su padre, sienta su aliento cerca? Sobre lo primero, esperemos que el impulso en ese sentido que le ha dado a la ciudad la etapa como alcaldesa de Manuela Carmena no quede sustituido por un largo letargo a manos de las derechas avivadas por Vox.
 Sobre lo segundo, a nadie se le oculta que entre la hija del barón y Tita existe una cordial enemistad, pese a que Francesca sea la única descendiente de los Thyssen con plaza en el patronato del museo.

 Habría que pensar que ambos factores han influido en la decisión de Francesca. Uno, objetivo. Otro, quizás, más visceral. 
Todo suma.
 El caso es que la segunda hija en la escala de sucesión del barón, nacida de su tercer matrimonio con la modelo Fiona Frances Elaine Campbell-Walter, ha tenido una vida agitada.
 Pasó de ser antaño musa de habituales crápulas como Iggy Pop, vivió sus etapas de desenfreno junto a una fugaz carrera como actriz y modelo en Londres para desembarcar después en un presente de aliento a las vanguardias.
Los barones Thyssen, Carmen Cervera y Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza (en el centro), con sus hijos Borja (izquierda) y Alexander (derecha) en la inauguración de la exposición 
Los barones Thyssen, Carmen Cervera y Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza (en el centro), con sus hijos Borja (izquierda) y Alexander (derecha) en la inauguración de la exposición EFE
La TBA21 ha organizado este año su primera exposición en colaboración con el museo donde se exhibe de manera permanente la colección de su padre. 
Y vendrán muchas más. Cada año en el contexto de Arco después de 16 años sin intentar una colaboración conjunta de su fundación con el museo.
 La iniciativa de sinergia animará el panorama artístico madrileño. La primera llevaba por título Purple, una videoinstalación del artista y cineasta británico John Akomfrah. 
El nivel de participantes será estelar. Francesca colabora habitualmente con figuras como Marina Abramovic o Olafur Eliasson.

Pero además de eso, intentará crear conciencia ecológica, algo de lo que también se encargará su hija Leonor, de 25, que va a trabajar en la fundación, ha sido también modelo, como su madre, y ha figurado entre las it girl con más foco entre la aristocracia, una clase desde hace siglos precursora de ese fenómeno posmoderno. Ambas son declaradas admiradoras de Greta Thunberg, la líder ecologista adolescente sueca y proclaman su devoción y entrega a los océanos.
Junto a ellas no se esperan más desembarcos de las otras familias Thyssen.
 Georg Heinrich (Lugano, 1950), el primogénito, único vástago del primer matrimonio del barón con Teresa de Lippe, bastante tiene con dirigir los destinos de la principal corporación familiar, el Thyssen-Bornemisza Groupe (TBG). 
Es el brazo de inversión financiera con el apellido de la familia como marca dentro de un conglomerado que comenzó dentro del mundo del acero y hoy cuenta con intereses en ámbitos que van del petróleo a la cultura.
Fiona Thyssen-Bornemisza con su hijo Lorne en Saint Moritz, en 1968, en una foto para 'Vogue'. 
Fiona Thyssen-Bornemisza con su hijo Lorne en Saint Moritz, en 1968, en una foto para 'Vogue'. Getty Images
Lorne, 55 años, hermano de Francesca, llevaba todas las papeletas para convertirse en la oveja negra.
 De hecho se ha quedado con el mérito de ser uno de los más extravagantes. Al contrario de la afición de su hermana por las vanguardias rompedoras, Lorne ama las antigüedades, pero también es actor y productor de cine. 
Financia su coleccionismo con el dinero que gana como petrolero y hace años se convirtió al Islam cuando estuvo a punto de caer desde un ascensor en un rascacielos de la Quinta Avenida en Nueva York. Un cable lo impidió.
 Pero Lorne le dio más importancia a que llevaba un ejemplar del Corán bajo el brazo.
 Wilfried Alexander es el más discreto. Hijo de Liane Denise Shorto, cuarta esposa de Heindrich y descendiente de una familia de banqueros brasileña, nació en 1974.
 Con 10 años debió sufrir un verdadero trauma ya que el divorcio de sus padres fue la comidilla de la prensa carnívora británica y eso marca. 
A no ser que te llames Borja Thyssen, su último heredero adoptado, y campes por las portadas del corazón como por propio tu cortijo.

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