La actriz, descendiente de Melanie Griffith, Don Johnson y Tippi Hedren, intenta asentarse en la industria del cine y aparca de momento su relación con el cantante Chris Martin.
Cuesta creer que Dakota Johnson no tenga ni siquiera 30 años. Quizá sea por la costumbre de verla, casi desde siempre, en alfombras rojas y glamurosos reportajes fotográficos.
Quizá porque un hit como el de la trilogía erótica de Cincuenta sombras de Grey no iba a pasar desapercibido en su carrera, por muy incipiente que fuera.
Quizá porque lleva varios años convertida en actriz de cine, pero también en protagonista de la prensa del corazón.
Quizá porque ha logrado colocarse como una de las más estilosas y fotografiadas invitadas de los eventos más carismáticos.
O, quizá, porque ella misma se ha encargado de unir todos esos ingredientes y agitarlos para convertirse en la estrella que siempre ha querido ser.
Con una sólida base para el lanzamiento, sí, pero con la suficiente agilidad para saber tomar carrerilla y emprender el vuelo en solitario.
Johnson ha nacido en el seno de la realeza de Hollywood.
Tiene padres (los actores Melanie Griffith y Don Johnson), abuelos (la actriz Tippi Hedren y el productor Peter Griffith) y hasta padrastros (Antonio Banderas) en la meca de la industria, así que este parecía el camino natural.
Ella no ha dudado en posar con los suyos, ya sea de vacaciones o en producidos reportajes, pero después ha querido hacerlo sola. Incluso su forma de arrancar su carrera es un sinónimo de lo que ha sido su vida: fue precisamente Banderas quien le dio su primera oportunidad en Locos en Alabama (1999), en un papel pequeño.
A partir de ahí, no le quedó más remedio que machacarse los castings y sobrevivir a los papeles de secundaria.
"No he crecido como una privilegiada.
Aunque es verdad que mi familia era muy conocida, desde niña he tenido un estilo de vida muy normal", explicaba en EL PAÍS hace cuatro años.
Hasta que la buena de Anastasia Steele, la protagonista de la saga de Cincuenta Sombras de Grey, se cruzó en su camino. "Siempre tuve claro que quería hacer de Anastasia.
Y mis padres tuvieron que aceptarlo.
No les quedó otra", contaba a este diario hace un par de años sobre su papel en la trilogía que la lanzó a la fama.
El rodaje no fue fácil, había escenas incómodas, estaba muy expuesta, sabía que su familia no estaría a gusto.
"Pero sé que mis padres me juzgan como persona, no como actriz", aseguraba.
Que su mayor fama la haya alcanzado con una película comercial solo le ha servido para dar el salto a proyectos más independientes y escogidos, como Suspiria, del italiano Luca Guadagnino.
Le ha dado lo que quería: la justa exposición para que su nombre sea parte del sistema, pero para quedarse con cierta holgura en la frontera del estrellato y la consiguiente persecución mediática.
Sin embargo, es su vida personal lo que la expone con más frecuencia.
En noviembre de 2017 se dio a conocer su romance con el cantante Chris Martin, vocalista de Coldplay.
Algo que la introdujo en otro exclusivo círculo, pero no lejano para ella: el de otra royal de Hollywood, la exesposa de su novio, la actriz Gwyneth Paltrow.
Empezaron a pasar juntos, con todas sus familias a la vez, celebraciones familiares y vacaciones.
De hecho, es habitual ver a Paltrow y Johnson juntas, sin Martin de por medio.
Así lo asegura la prensa británica, que afirma que aunque "se habló de compromiso, ahora él dice entre sus amigos que han decidido tomar caminos separados, lo que ha sido una sorpresa".
Según el diario Daily Mail, el motivo del adiós habría sido que ella se ve demasiado joven para tener hijos, que "no está preparada". "Llevan discutiendo meses sobre si comenzar ya a formar una familia", aseguran fuentes cercanas, que añaden:
"Chris siempre dijo que quería tener hijos lo antes posible, pero la carrera de Dakota ha despegado y es lo último en lo que quiere pensar".
Estos meses la actriz prepara la cinta Covers, junto a Tracee Ellis Ross, Kelvin Harrison y Zoë Chao.
Ellos no han abierto la boca la respecto, como es habitual. Johnson sabe medir su exposición.
No le gustan las redes sociales.
De hecho, en 2015 entró en Instagram, pero solo ha posteado una imagen en esa red, en la que acumula 2,7 millones de seguidores. No era una bonita foto de alfombra roja:
"Para mí, la belleza es [...] como das y recibes amor y respeto.
Así que eso es algo que deberías poner en Instagram, no importa lo famoso que seas ni tu físico.
Eso es lo que es importante", decía en Elle el pasado enero.
De hecho, hace un par de años renegaba de esa tiranía "absurda y feroz" sobre la edad y el físico de las mujeres.
"¿Por qué mi madre no está en el cine? Es una actriz extraordinaria. ¿Por qué mi abuela no está en el cine? Esta industria es jodidamente brutal".
Entonces, publicó lo que jamás publicaría una estrella de cine: su número de teléfono.
Ahí sigue, para quien lo quiera: (+1) (212) 653-8806.
Tiene medio millón de Me gusta.
"En todas partes del mundo mujeres y niñas se enfrentan a la violencia extrema y al acoso sexual a diario. 800 mujeres y chicas adolescentes mueren cada día porque no tienen acceso a anticonceptivos de calidad y servicios de maternidad básicos.
No quiero hablar por ti, quiero escucharte. Este es mi número de teléfono.
Cuéntame tu historia en mi buzón de voz, y te voy a escuchar. Junto con Global Citizen voy a recopilar todas las historias y vamos a hacer que vuestras voces sean escuchadas", decía entonces. Utilizando su voz para el mensaje en una simple libreta de rayas y a bolígrado.
Estaba claro que no iba a ser esa simple niña buena criada entre los algodones de las colinas de Hollywood.
"En todas partes del mundo mujeres y niñas se enfrentan a la violencia
extrema y al acoso sexual a diario.
800 mujeres y chicas adolescentes
mueren cada día porque no tienen acceso a anticonceptivos de calidad y
servicios de maternidad básicos.
No quiero hablar por ti, quiero
escucharte. Este es mi número de teléfono.
Cuéntame tu historia en mi
buzón de voz, y te voy a escuchar. Junto con Global Citizen voy a
recopilar todas las historias y vamos a hacer que vuestras voces sean
escuchadas", decía entonces.
Utilizando su voz para el mensaje en una simple libreta de rayas y a
bolígrado.
Estaba claro que no iba a ser esa simple niña buena criada
entre los algodones de las colinas de Hollywood.
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