Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

24 may 2019

¿Es posible no sentir ni un ápice de afecto por Bertín Osborne?

El cantante y presentador, un tipo sin pizca de feminidad en su ser, parece sacado de otra época, pero es indudable de qué lugar viene.

Bertin Osborne
Bertín Osborne junto a Pablo Motos en el 'El Hormiguero', esta misma semana.

 

Como si la campechanía, la bandeja de ibéricos y la copita de fino fueran el salvoconducto definitivo, Bertín Osborne se pasea por el presente del #metoo, las crisis migratorias y los desahucios con la gallardía aristocrática del terrateniente que sabe que es prácticamente imposible que caiga mal a nadie por mucha diferencia (cósmica) de género, raza o clase que le separe de quien se cruce en su camino. 
Y algo de razón no le falta: ¿es posible no sentir ni un ápice de afecto por alguien que, arrancándose por José Alfredo Jiménez, titula su último disco Yo debí enamorarme de tu madre y se retrata en portada aposentando su magnífica huevada sobre un pajar, con la cegadora sonrisa de un galán de culebrón?

Hombre de risa contagiosa y palmadita –o, más bien, palmadota– en la espalda, Bertín es una de esas extrañas formas de vida que no parecen contener ni la más mínima molécula femenina en la integridad de su ser

Nadie debería subestimar a quien con tanta competencia actúa como empresario de sus propios memes.
 ¿No despierta cierta ternura que a la mayor concentración de testosterona del Donadío de Casasola se le ocurriera formar pareja cómica con Arévalo? ¿Y no produce, asimismo, cierta congoja que la amistad con el célebre orfebre del chiste de gangosos se resquebrajase cuando este, obnubilado por su cercanía con el hombretón, difundió por redes sociales las fotos de una paella ofrendada por ambos al Rey Emérito?
Hombre de risa contagiosa y palmadita –o, más bien, palmadota– en la espalda capaz de descoyuntar vértebras, Bertín es una de esas extrañas formas de vida que no parecen contener ni la más mínima molécula femenina en la integridad de su ser. 
Solo hay algo que haga tambalear su arrolladora bonhomía: la nueva izquierda, tan desaseada y piojosa a sus ojos.
 De ahí que el título de su programa, Mi casa es la tuya, no acabe de hacer justicia a la esencia de quien electrificaría los muros de su finca antes de abrir la puerta a determinadas visitas, aquellas que le harían torcer el morro en su recién estrenada condición de analista político abierto a la diversidad ideológica de trajes de corte neoliberal, fachalecos y camisas de cuello italiano.
 

"Dejaros de mariconadas": cuando Bertín visita a Pablo Motos

Óscar Tévez
“Yo bebo solo vino y español. Dejaros de mariconadas.
 Vino español, que es el mejor del mundo”. Aplauso entusiasmado. Pocos ejemplos resumen mejor el estilo de Bertín Osborne, el de azuzar al público con frases contundentes, testosterónicas y demagógicas.
Su visita a El Hormiguero esta misma semana volvió a demostrarlo: pocos personajes representan, para bien o para mal, el espíritu de la cena de Navidad con la familia, que ya con las mejillas un poco coloradas saca el tema de Podemos, esa “panda de mamarrachos”.
 Incomodará, soltará frescas, pero asegura que la cena no va a ser aburrida. “¡Ya quisiéramos tener diez Amancios Ortega en este país, que no habría paro!”.
Más aplausos. Bertín es ese invitado de oro que siempre va a levantar un programa con su conversación de sobremesa. 
Mujeres, buen jamón, ¿un quesito que traigo de mi pueblo? ¡Economía, el chalet de Somosaguas! 
 Desde El Hormiguero hasta las tertulias políticas, no hay programa que no encuentre en él a un aliado cuando se trata de conectar con esa audiencia que todavía no es multipantalla, que no está tuiteando mientras la televisión suena de fondo.
También las mañanas de Espejo Publico. también las noches golfas de Sálvame Deluxe.
 ¡Más aplausos! Un momento, no olvidemos sus palabras sobre este último programa y la cadena Telecinco (en la que hoy trabaja), del que dijo que en su plató había entrado con “el culo contra la pared y el zócalo es que lo dejé limpio, limpio”. ¿Más aplausos? Aún suenan, ahora ya menos.

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