Fabiola García-Liñán lo hizo en 25 días, sin dormir
algunas noches y con la ayuda de conversaciones telefónica con la reina
de Holanda.
La reina Máxima y su hija, la princesa Alexia, en la Feria de Abril.
Foto: Gtres
Cuando Fabiola García Liñán recibió en su tienda del centro de Sevilla
hace un mes la visita de una elegantísima señora que observó
detenidamente todas las prendas que tenía en exposición en la tienda
para después decirle que necesitaba trajes para varias niñas y una
señora (y que ya les mandarían las medidas) no podía intuir que cuatro
de sus vestidos se convertirían en la sensación de la Feria.
Precisamente la clave estaba en quiénes eran esas niñas y esa señora a
la que irían destinadas esas prendas.
García-Liñán, que lleva diseñando
prendas folclóricas desde hace treinta años no sabía que sus clientes
finales sería la reina de Holanda y sus tres hijas.
Pero así era. Aquella
señora era una amiga íntima de Máxima Zorriegueta y había recibido el
encargo de encontrar a una modista de altísima calidad que fuese capaz
de confeccionar vestidos impecables a distancia.
Fabiola fue la
elegida.
“Los
hemos terminado en apenas 25 días.
Ya habíamos cerrado el plazo para
encargos para la Feria, pero claro que tenía que hacer una excepción.
He
estado sin dormir varias noches para terminarlo pero ha valido la
pena”, cuenta García-Liñán quien es conocida en la ciudad por hacer
vestidos clásicos.
La reina Máxima le dejó claro desde el principio que
no quería intermediarios:
“Me dijo que en palacio nadie maneja el español bien, bien y que no quería arriesgarse a que las cosas no saliesen bien”. Así que el proceso de creación lo dirigió la propia Zorreguieta por teléfono desde Amsterdam.
“Somos moda pero somos clásicas.
Creo que los vestidos tienen
que estar muy ajustados al cuerpo pero ser cómodos a la vez porque hay
que tener en cuenta que nos vamos a la Feria.
Lo mismo te subes a un
caballo que a una atracción de feria…”. La diseñadora dice que
estos son los elementos que nunca pueden faltar en un traje de flamenca:
“Importantísimo el mantón, sea liso, estampado o de lunares.
Soy
partidaria del colorido: el traje triste no tiene cabida en una feria
porque es un lugar en el que estamos a pleno sol y hemos de jugar con
esa magia.
Y por último, no me gustan los descotes desemsurados, ni por
delante y por detrás”.
Fabiola García-Liñán en su taller de Sevilla. Foto: Fabiola 1987
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