Pensaba que Cantora, la remota galaxia de Isabel Pantoja, era un cuerpo astral.
No es maravilloso que la primera fotografía de un agujero negro,
sea algo bello?
Una especie de ojo de Dios con un trazo de maquillaje fosforescente que parece vigilarnos con serenidad y distancia y no como el ojo de Gran Hermano o las retinas de Villarejo.
Siempre he pensado que el agujero negro era un túnel y esta primavera electoral me confirma que no.
Es un amuleto. Un talismán en forma de cuerpo celestial a una distancia de 55 millones de años luz, en el centro de una galaxia que se llama Messier 87 (M87).
Y me emociona. Creíamos, ¡ay, las creencias!, que íbamos a ser tragados por un agujero negro y ahora, al verlo, lo sentimos casi protector.
La ciencia confirma que no es malo.
Aquellos agujeros negros malos, en realidad, somos nosotros.
Amo la ciencia. Casi en igual medida que amo a las estrellas del cielo y la tierra.
Y las noticias buenas: entre los ocho radiotelescopios sincronizados que fotografiaron durante cinco días seguidos a Messier 87, hay uno español, es el radiotelescopio de Pico Veleta en Sierra Nevada. Pensé que nuestros candidatos electorales deberían dirigirse hacia ese pico para cerrar sus campañas.
En casa, donde siempre me bajan a tierra, me dijeron que la imagen del agujero negro arroja luz sobre los indecisos y el voto oculto, que antes era también algo oscuro y ahora vemos como algo muy deseado.
Antes de ver la imagen del agujero negro pensaba que Cantora, la remota galaxia de Isabel Pantoja, era un cuerpo astral “tan masivo que genera un campo gravitatorio de cual no escapa ninguna partícula”, como siempre se ha definido a un agujero negro.
Pero tras las exclusivas de la revista Semana alertando sobre el gran contrato de exclusividad de Pantoja con Telecinco, allí va a suceder un nuevo Big-Bang.
Es tan inminente la llegada de bienes y partículas a esa parte del planeta que ha reaparecido Agustín Pantoja, el hermano menor de la estrella de la copla que tanto la acompaña a entrar en la cárcel como a su llegada al aeropuerto de Jerez.
O sea, que esta en las buenas y las malas, como un verdadero satélite.
Mientras, Pantoja sonríe, el cielo se ilumina.
En Semana insisten en que se va a la isla de Supervivientes,
que esta en Honduras, un país con un papel cada vez más difícil en las
políticas migratorias de Donald Trump.
Solo le pido al agujero negro protector que no salga ningún político hondureño reclamando disculpas a España por la conducta de alguno de nuestros supervivientes en sus islas.
Cada vez que uno de los nuestros salta desde el helicóptero sobre Cayo Cochinos, me siento mal por esas aguas invadidas.
Por ese impacto medioambiental. Pero ese malestar empequeñece cuando imagino ese momento en el que Pantoja se arroje al vacío. ¡Eso sí que podría alterar la órbita gravitatoria de la Tierra para siempre!
El Brexit es infinito. Las cloacas del Estado cada vez más extensas y sucias.
Los mármoles en la sala del Tribunal Supremo donde se juzga el próces, lucen cada vez más pulidos y lujosos.
Todo parecía llevarnos al abismo cuando aparecen el agujero negro y el relanzamiento de Pantoja y todo es primavera.
Y vestidos en todo tipo de estampados como el de Paulina Rubio en la final de La Voz.
Pero existen puntos negros entre tanta felicidad.
Hay una colisión mediática entre Alba Carrillo, la exesposa más aguerrida de España y José Ramón de la Morena.
La estrella radiofónica deportiva entrevistó al portero del Real Madrid, Courtois que negó cualquier vinculo con Carrillo.
De la Morena calificó, con retintín, a Alba de “señorita” y alertó al futbolista que ese tipo de personas perjudican su imagen.
Carrillo, que tiene una imagen linda pero un verbo agrio, definió al locutor como un “machistorro trasnochado”.
Mucha gente prefiere no entrar al trapo con Carrillo pero de la Morena, envalentonado, lo hizo.
Le dijo que aunque era mona, eso lo perdería “pero la estupidez no.
Te queda poquito tiempo de ser mona pero tu cerebro de mona te va a durar para siempre”, afirmó.
Quizás De La Morena debió quedarse callado. Personas como Carrillo saben alimentarse de cualquier penalti y siempre tienen un voto oculto o un agujero negro por donde escapar.
No hay que caer en sus trampas.
Alejarse de ellas todo lo posible. Y celebrar que el retrato del agujero negro sea poesía, luz y no oscuridad.
Una especie de ojo de Dios con un trazo de maquillaje fosforescente que parece vigilarnos con serenidad y distancia y no como el ojo de Gran Hermano o las retinas de Villarejo.
Siempre he pensado que el agujero negro era un túnel y esta primavera electoral me confirma que no.
Es un amuleto. Un talismán en forma de cuerpo celestial a una distancia de 55 millones de años luz, en el centro de una galaxia que se llama Messier 87 (M87).
Y me emociona. Creíamos, ¡ay, las creencias!, que íbamos a ser tragados por un agujero negro y ahora, al verlo, lo sentimos casi protector.
La ciencia confirma que no es malo.
Aquellos agujeros negros malos, en realidad, somos nosotros.
Amo la ciencia. Casi en igual medida que amo a las estrellas del cielo y la tierra.
Y las noticias buenas: entre los ocho radiotelescopios sincronizados que fotografiaron durante cinco días seguidos a Messier 87, hay uno español, es el radiotelescopio de Pico Veleta en Sierra Nevada. Pensé que nuestros candidatos electorales deberían dirigirse hacia ese pico para cerrar sus campañas.
En casa, donde siempre me bajan a tierra, me dijeron que la imagen del agujero negro arroja luz sobre los indecisos y el voto oculto, que antes era también algo oscuro y ahora vemos como algo muy deseado.
Antes de ver la imagen del agujero negro pensaba que Cantora, la remota galaxia de Isabel Pantoja, era un cuerpo astral “tan masivo que genera un campo gravitatorio de cual no escapa ninguna partícula”, como siempre se ha definido a un agujero negro.
Pero tras las exclusivas de la revista Semana alertando sobre el gran contrato de exclusividad de Pantoja con Telecinco, allí va a suceder un nuevo Big-Bang.
Es tan inminente la llegada de bienes y partículas a esa parte del planeta que ha reaparecido Agustín Pantoja, el hermano menor de la estrella de la copla que tanto la acompaña a entrar en la cárcel como a su llegada al aeropuerto de Jerez.
O sea, que esta en las buenas y las malas, como un verdadero satélite.
Mientras, Pantoja sonríe, el cielo se ilumina.
Solo le pido al agujero negro protector que no salga ningún político hondureño reclamando disculpas a España por la conducta de alguno de nuestros supervivientes en sus islas.
Cada vez que uno de los nuestros salta desde el helicóptero sobre Cayo Cochinos, me siento mal por esas aguas invadidas.
Por ese impacto medioambiental. Pero ese malestar empequeñece cuando imagino ese momento en el que Pantoja se arroje al vacío. ¡Eso sí que podría alterar la órbita gravitatoria de la Tierra para siempre!
El Brexit es infinito. Las cloacas del Estado cada vez más extensas y sucias.
Los mármoles en la sala del Tribunal Supremo donde se juzga el próces, lucen cada vez más pulidos y lujosos.
Todo parecía llevarnos al abismo cuando aparecen el agujero negro y el relanzamiento de Pantoja y todo es primavera.
Y vestidos en todo tipo de estampados como el de Paulina Rubio en la final de La Voz.
Pero existen puntos negros entre tanta felicidad.
Hay una colisión mediática entre Alba Carrillo, la exesposa más aguerrida de España y José Ramón de la Morena.
La estrella radiofónica deportiva entrevistó al portero del Real Madrid, Courtois que negó cualquier vinculo con Carrillo.
De la Morena calificó, con retintín, a Alba de “señorita” y alertó al futbolista que ese tipo de personas perjudican su imagen.
Carrillo, que tiene una imagen linda pero un verbo agrio, definió al locutor como un “machistorro trasnochado”.
Mucha gente prefiere no entrar al trapo con Carrillo pero de la Morena, envalentonado, lo hizo.
Le dijo que aunque era mona, eso lo perdería “pero la estupidez no.
Te queda poquito tiempo de ser mona pero tu cerebro de mona te va a durar para siempre”, afirmó.
Quizás De La Morena debió quedarse callado. Personas como Carrillo saben alimentarse de cualquier penalti y siempre tienen un voto oculto o un agujero negro por donde escapar.
No hay que caer en sus trampas.
Alejarse de ellas todo lo posible. Y celebrar que el retrato del agujero negro sea poesía, luz y no oscuridad.
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