El hijo de Isabel Pantoja y la ganadora del 'reality' de Telecinco salen del concurso con sus finanzas saneadas pero con diferentes proyecciones de cara al público y a sus expectativas profesionales.
"Y el ganador de la primera edición de Gran Hermano Dúo es:
¡María Jesús Ruiz!".
En realidad, poco importa el nombre del triunfador, salvo para quien se ha alzado con el triunfo y con el maletín de los 100.000 euros del premio, que finalmente ha sido la modelo quien se ha impuesto en la final a Kiko Rivera.
Lo que les espera a una y a otro una vez se apaguen los focos del estudio en el que se han enfrentado por última vez es radicalmente distinto.
La casa de Guadalix en la que han vivido encerrados durante algo más de tres meses les puede haber parecido un infierno en algún momento, pero puede que la añoren después de asimilar todo lo que ha pasado fuera mientras ellos estaban aislados en su particular refugio.
Esa es precisamente la gran preocupación y el gran reto de casi todos los concursantes que participan en un programa de este tipo: especular con lo que ha ocurrido mientras ellos estaban aislados de cualquier información del exterior y, después, enfrentarse a la nueva situación que les espera tras su paso por el concurso.
Cuando el formato estaba reservado para concursantes desconocidos, la fama, sus pequeñas miserias y secretos, constituían el núcleo de sus preocupaciones cuando regresaban a su vida, con premio o no debajo del brazo.
Desde que Mediaset ha encontrado en los personajes famosos o famosetes un banco en el que pescar audiencia, los concursantes se enfrentan a una disección pública de sus alegrías y desdichas que no solo afecta a su vida personal sino que influye en su proyección profesional, en su forma de ganarse la vida.
Kiko Rivera y María Jesús Ruiz afrontan dos realidades muy diferentes a partir de este viernes.
Kiko Rivera llegó al concurso a principios de enero del brazo de su mujer, Irene Rosales –una modelo desconocida para casi todos–, con nueva figura después de una operación en la que le colocaron una banda gástrica para acabar de una vez por todas con su exceso de kilos y con una fama de bandarra que le había colocado la etiqueta de nini entrado en años para siempre.
El lazo de su bagaje tenía nombre de mujer: Isabel Pantoja, su madre, la tonadillera que se casó con el torero Francisco Rivera Paquirri la viuda de España, la artista que en marzo de 2016 salió en libertad condicional tras cumplir dos terceras partes de su condena a dos años de cárcel por blanqueo de capitales.
Aquella que cuando la prensa les perseguía miraba a Julián Muñoz, su pareja y exalcalde de Marbella, y le decía: "¡Dientes, dientes!".
El concurso ha enjuagado las deudas de Kiko Rivera, aquellas que su confesa adicción a las drogas estaba complicando peligrosamente.
En realidad, poco importa el nombre del triunfador, salvo para quien se ha alzado con el triunfo y con el maletín de los 100.000 euros del premio, que finalmente ha sido la modelo quien se ha impuesto en la final a Kiko Rivera.
Lo que les espera a una y a otro una vez se apaguen los focos del estudio en el que se han enfrentado por última vez es radicalmente distinto.
La casa de Guadalix en la que han vivido encerrados durante algo más de tres meses les puede haber parecido un infierno en algún momento, pero puede que la añoren después de asimilar todo lo que ha pasado fuera mientras ellos estaban aislados en su particular refugio.
Esa es precisamente la gran preocupación y el gran reto de casi todos los concursantes que participan en un programa de este tipo: especular con lo que ha ocurrido mientras ellos estaban aislados de cualquier información del exterior y, después, enfrentarse a la nueva situación que les espera tras su paso por el concurso.
Cuando el formato estaba reservado para concursantes desconocidos, la fama, sus pequeñas miserias y secretos, constituían el núcleo de sus preocupaciones cuando regresaban a su vida, con premio o no debajo del brazo.
Desde que Mediaset ha encontrado en los personajes famosos o famosetes un banco en el que pescar audiencia, los concursantes se enfrentan a una disección pública de sus alegrías y desdichas que no solo afecta a su vida personal sino que influye en su proyección profesional, en su forma de ganarse la vida.
Kiko Rivera y María Jesús Ruiz afrontan dos realidades muy diferentes a partir de este viernes.
Kiko Rivera llegó al concurso a principios de enero del brazo de su mujer, Irene Rosales –una modelo desconocida para casi todos–, con nueva figura después de una operación en la que le colocaron una banda gástrica para acabar de una vez por todas con su exceso de kilos y con una fama de bandarra que le había colocado la etiqueta de nini entrado en años para siempre.
El lazo de su bagaje tenía nombre de mujer: Isabel Pantoja, su madre, la tonadillera que se casó con el torero Francisco Rivera Paquirri la viuda de España, la artista que en marzo de 2016 salió en libertad condicional tras cumplir dos terceras partes de su condena a dos años de cárcel por blanqueo de capitales.
Aquella que cuando la prensa les perseguía miraba a Julián Muñoz, su pareja y exalcalde de Marbella, y le decía: "¡Dientes, dientes!".
Pero su actuación en Gran Hermano Dúo
también ha lavado su imagen porque ha mostrado a un marido enamorado, a
un padre preocupado por su familia, a un hijo entregado y a un tipo
decidido a madurar y a no insistir en los errores del pasado, esos que
le han llevado a dilapidar lo que él mismo ha calificado de "una
auténtica fortuna".
Ya no es el flojo 'niñato' que abandona un concurso detrás de otro
porque echa de menos a su mamá (o sus juergas), sino un hombre de 35
años que se ha mostrado sensato, equilibrado y liberado de las ataduras
de los dependientes pero lo suficientemente divertido para enternecer a
mucha gente y ponerla de su lado cuando antes le ignoraban o criticaban.
Lo que no sabía Kiko Rivera al llegar al plató de Telecinco la pasada noche, es que su madre entra en otro concurso de la cadena, Supervivientes,
para intentar aliviar sus propias deudas.
Y, como presumiblemente puede ser unos de sus defensores ante la audiencia y la afilada crítica de los comentaristas televisivos, todavía habrá que esperar si será capaz de mantener el tipo y no perder la sensatez ganada después de tres meses de encierro.
El caso de María Jesús Ruiz es radicalmente distinto.
Su historia empezó al revés que la de Kiko Rivera Pantoja, aunque no exenta de polémica.
Ruiz se alzó con el título de Miss España en 2004.
Tenía solo 21 años, era diplomada en Magisterio, profesora de francés en prácticas y su galardón de belleza la lanzó al mundo de la televisión, de las modelos y de las imágenes de marca. Incluso llegó a escribir un libro, Memorias de una Miss, y se proclamó segunda dama de honor en el certamen de Reina Hispanoamericana 2007.
Vivió en Panamá y allí la vida laboral le iba bien, como modelo y como personaje televisivo, después de participar en en el programa Dancing with the stars.
Pero parece que las relaciones sentimentales no son su fuerte y sus exparejas son su principal problema cuando salga de Gran Hermano Dúo.
Y, como presumiblemente puede ser unos de sus defensores ante la audiencia y la afilada crítica de los comentaristas televisivos, todavía habrá que esperar si será capaz de mantener el tipo y no perder la sensatez ganada después de tres meses de encierro.
El caso de María Jesús Ruiz es radicalmente distinto.
Su historia empezó al revés que la de Kiko Rivera Pantoja, aunque no exenta de polémica.
Ruiz se alzó con el título de Miss España en 2004.
Tenía solo 21 años, era diplomada en Magisterio, profesora de francés en prácticas y su galardón de belleza la lanzó al mundo de la televisión, de las modelos y de las imágenes de marca. Incluso llegó a escribir un libro, Memorias de una Miss, y se proclamó segunda dama de honor en el certamen de Reina Hispanoamericana 2007.
Vivió en Panamá y allí la vida laboral le iba bien, como modelo y como personaje televisivo, después de participar en en el programa Dancing with the stars.
José María Gil Silgado es el padre de su hija mayor, un empresario que
fue detenido por estafa mientras vivían juntos en Panamá y que fue
condenado a dos años de prisión por un delito contra Hacienda. Además,
ha sido condenado recientemente por el juzgado número 15 de lo Penal de
Sevilla a cinco meses de cárcel por abandono de familia, la que tenía
antes de comenzar su relación con María Jesús Ruiz en 2010.
Su relación
sentimental ha sido intermitente.
María Jesús le puso una denuncia por malos tratos, pero también ha dicho durante el reality que ha sido "el hombre de su vida".
. Y por si este panorama pudiera parecer menor, queda otra relación
complicada con Julio Ruz, el padre de su segunda hija, también detenido
por sus actividades empresariales y enfrentado a Gil Silgado, que a
veces es demonio y otras es un "auténtico caballero", según su expareja.
Los rifirrafes entre el trío necesitan un libro o una telenovela para explicarlos, pero la mayoría se han debatido ante las cámaras y con dinero de por medio.
Lo que María Jesús Ruiz no parece haber evaluado correctamente es que su paso por la última edición de Supervivientes parecía haberla redimido de sus idas y venidas sentimentales, de sus declaraciones de víctima a ratos sí a ratos no, y que volvía a ser una mujer de físico aparente que podía hacer carrera, otra vez en España, en lo suyo, la televisión, la moda y sus marcas.
Su concurso en Gran Hermano Dúo deja abierto el interrogante de si sus continuos llantos frente a cámara y las acusaciones de maltrato a casi todos sus otros compañeros, volverán a convertirla en carne de plató para siempre o conseguirá volver a ser la modelo que buscaban como imagen las marcas a finales de la primera década de este siglo.
Lo que sí es seguro es que tanto Kiko Rivera y María Jesús Ruiz salen del reality con sus cuentas corrientes más saneadas que cuando entraron, el resto depende de cómo administren su dinero y su fama.
Los rifirrafes entre el trío necesitan un libro o una telenovela para explicarlos, pero la mayoría se han debatido ante las cámaras y con dinero de por medio.
Lo que María Jesús Ruiz no parece haber evaluado correctamente es que su paso por la última edición de Supervivientes parecía haberla redimido de sus idas y venidas sentimentales, de sus declaraciones de víctima a ratos sí a ratos no, y que volvía a ser una mujer de físico aparente que podía hacer carrera, otra vez en España, en lo suyo, la televisión, la moda y sus marcas.
Su concurso en Gran Hermano Dúo deja abierto el interrogante de si sus continuos llantos frente a cámara y las acusaciones de maltrato a casi todos sus otros compañeros, volverán a convertirla en carne de plató para siempre o conseguirá volver a ser la modelo que buscaban como imagen las marcas a finales de la primera década de este siglo.
Lo que sí es seguro es que tanto Kiko Rivera y María Jesús Ruiz salen del reality con sus cuentas corrientes más saneadas que cuando entraron, el resto depende de cómo administren su dinero y su fama.
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