A sus 82 años, el legendario protagonista de clásicos como El golpe o Todos los hombres del presidente
cree que ha llegado el momento de su retirada.
Pero tan solo de la
interpretación.
Aún le queda tiempo para la dirección, la defensa del
cine independiente desde el Instituto Sundance y, sobre todo, para
cultivar su segunda gran pasión, el medio ambiente.
Nos recibe en
Toronto para rememorar una vida de película: la suya
A sus 82 años, el legendario protagonista de clásicos como El golpe o Todos los hombres del presidente
cree que ha llegado el momento de su retirada.
Pero tan solo de la interpretación.
Aún le queda tiempo para la dirección, la defensa del cine independiente desde el Instituto Sundance y, sobre todo, para cultivar su segunda gran pasión, el medio ambiente.
Nos recibe en Toronto para rememorar una vida de película: la suya
Pero tan solo de la interpretación.
Aún le queda tiempo para la dirección, la defensa del cine independiente desde el Instituto Sundance y, sobre todo, para cultivar su segunda gran pasión, el medio ambiente.
Nos recibe en Toronto para rememorar una vida de película: la suya
Es fácil ver una
figura frágil de 82 años, manteniendo el tipo, todo vestido de negro
—vaqueros, camiseta…, hasta las gafas son de sol—, pero caminando con
precaución, asiéndose a la mesa donde se sienta a conversar como quien
se agarra (con delicadeza) a una tabla de salvación.
Su sordera es
pronunciada y son muchas las veces en las que durante la conversación da
una respuesta, lúcida e interesante, a lo que cree que ha oído más que a
lo que ha sido preguntado.
Y muchas más las que su mente vuelve al
pasado, a contar las batallitas de ese chaval californiano que se
esfuerza en describir como un patito feo, aunque resulte imposible de
imaginar cuando uno tiene delante al cisne de Hollywood, al galán de
galanes incluso en su versión octogenaria.
Ese Robert Redford (Santa
Mónica, California, 1936) sigue vivo: el Sundance Kid de Dos hombres y un destino, El gran Gatsby mucho antes de que Leonardo DiCaprio quisiera su puesto o El candidato siempre interesado en la política, aunque su activismo
está dirigido más a preservar el medio ambiente que a ocupar la Casa
Blanca.
Pero el valor del intérprete no se mide solo por los
innumerables éxitos de su pasado.
Sigue siendo motor de una nueva
generación de artistas gracias al Festival de Sundance y sigue
protagonizando películas.
Su nuevo trabajo es The Old Man & the Gun. Y, asegura, puede que sea su canto del cisne.
Ha dicho que este es el último filme, que no habrá más. ¿Se ha cansado de Hollywood?
Nunca digas nunca.
Pero llevo haciendo esto desde que tenía 21 años y soy octogenario ya.
Quizá haya llegado el momento. No tanto de parar, sino de moverme en otra dirección.
¿Como cuál? ¿La producción, la pintura, la política? Producir. Dirigir más.
Pero llevo haciendo esto desde que tenía 21 años y soy octogenario ya.
Quizá haya llegado el momento. No tanto de parar, sino de moverme en otra dirección.
¿Como cuál? ¿La producción, la pintura, la política? Producir. Dirigir más.
Llevo tiempo pensándolo. La idea me ronda desde
mi anterior estreno, proyecto que me volvió a reunir con Jane Fonda
[Nosotros en la noche, 2017], un dramón romántico nada optimista.
Fue muy agradable trabajar en ella, pero era una película muy
triste.
En los tiempos que vivimos prefiero algo más positivo.
Atravesamos un momento político tenebroso y el ambiente cultural que nos
rodea es más bien deprimente.
Pero tampoco he dicho que The Old Man & the Gun vaya a ser la última. He dicho que puede ser la última.
Como actor, siento que The Old Man & the Gun es una gran película para decir adiós.
¿La película por la que le gustaría ser recordado? Me gustaría ser recordado por todo el trabajo en televisión, en cine, en teatro. Y por mi labor medioambiental.
¿No hay favoritas? ¿Cuáles son esos títulos de los que guarda un mejor recuerdo? Es una buena pregunta para alimentar mi ego, pero no pienso en esos términos.
¿No hay favoritas? ¿Cuáles son esos títulos de los que guarda un mejor recuerdo? Es una buena pregunta para alimentar mi ego, pero no pienso en esos términos.
Disfruté en todas ellas. Si quieres escoger una, Dos hombres y un destino
(1969) es una gran elección porque me encantó.
Interpreté un papel en
el que me sentí cómodo y fue un placer trabajar con George Roy Hill.
Fue
entonces cuando Paul Newman y yo nos hicimos amigos, una amistad que
duraría toda la vida.
Pero con todo lo que adoro Dos hombres y un destino, El golpe
(1973) me parece de los mejores filmes de la historia del cine.
Y todo
el crédito se lo lleva Hill.
El la ideó, pensó en la música, él lo fue
todo. No la había visto en muchos años hasta que mi hija se empeñó en
verla recientemente y me volví a dar cuenta de lo buena que era.
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