Francisco José Moyano, que mató a cuchilladas a su mujer en 2016, ha sido sentenciado a 24 años de cárcel en Benidorm.
“Mi mujer tenía algunas cosas buenas.
Era un despelote en la cocina. Cocinaba muy bien”.
Estas palabras de Francisco José Moyano, pronunciadas ante el jurado popular que le juzgó a finales del mes pasado en la Audiencia de Alicante por el asesinato de su mujer, dejaron patente su evidente carácter machista.
Tras el veredicto de culpabilidad, una magistrada le ha condenado ahora a 24 años de prisión.
La sentencia, que le acaba de ser notificada, declara probado que asestó 11 cuchilladas a María del Carmen Lauria, de 48 años, todas ellas en zonas vitales como el tórax o el cuello, en su domicilio de la calle Las Flores de Benidorm.
Perpetró el crimen a primera hora de la mañana del 12 de abril de 2016.
“De modo sorpresivo e imprevisto”, según el fallo, tras encerrar a la víctima en el dormitorio conyugal e impedirle así cualquier posibilidad de defensa.
A continuación, con el mismo cuchillo, se autolesionó, infligiéndose un corte en el cuello que le mantiene actualmente en una silla de ruedas.
Fue Serena, la hija pequeña de la fallecida, que entonces tenía 16 años, quien descubrió su cadáver en la habitación de la pareja al volver del instituto.
Era un despelote en la cocina. Cocinaba muy bien”.
Estas palabras de Francisco José Moyano, pronunciadas ante el jurado popular que le juzgó a finales del mes pasado en la Audiencia de Alicante por el asesinato de su mujer, dejaron patente su evidente carácter machista.
Tras el veredicto de culpabilidad, una magistrada le ha condenado ahora a 24 años de prisión.
La sentencia, que le acaba de ser notificada, declara probado que asestó 11 cuchilladas a María del Carmen Lauria, de 48 años, todas ellas en zonas vitales como el tórax o el cuello, en su domicilio de la calle Las Flores de Benidorm.
Perpetró el crimen a primera hora de la mañana del 12 de abril de 2016.
“De modo sorpresivo e imprevisto”, según el fallo, tras encerrar a la víctima en el dormitorio conyugal e impedirle así cualquier posibilidad de defensa.
A continuación, con el mismo cuchillo, se autolesionó, infligiéndose un corte en el cuello que le mantiene actualmente en una silla de ruedas.
Fue Serena, la hija pequeña de la fallecida, que entonces tenía 16 años, quien descubrió su cadáver en la habitación de la pareja al volver del instituto.
El asesino, que yacía inmóvil en la cama junto
al cuerpo sin vida de su esposa, la llamó a gritos para que entrara en
el cuarto y avisara a una ambulancia.
Durante el juicio el acusado, un conductor de autobús de 51 años,
dijo no recordar cómo se produjeron los hechos, aunque alegó que había
forcejeado con su mujer durante una discusión en la que ella le amenazó e
insultó.
“Le dije que iba a divorciarme y a marcharme de casa, pero ella le contestó: 'aquí mando yo y tú de aquí no te vas', sostuvo en la sala de vistas.
En su descargo, Moyano calificó de “falsas” las denuncias que María del Carmen había presentado contra él por malos tratos y adujo que tenía problemas psicológicos y se encontraba bajo la influencia del alcohol.
Ninguna de esas excusas ha sido tenida en cuenta ahora en el fallo redactado por la magistrada Montserrat Navarro.
La víctima le había denunciado en dos ocasiones, pero acabó retractándose o negándose a declarar en su contra en los juzgados. Una de las denuncias se archivó en 2010 y la otra se saldó con una sentencia absolutoria en 2016.
“Dependíamos de él y mi madre siempre terminaba dándole una oportunidad porque decía que podía cambiar”, explicó entre lágrimas al jurado popular su hija.
La chica contó también que su padrastro insultaba a María del Carmen con frecuencia y por cualquier motivo.
“Era agresivo y malvado y las dos le teníamos mucho miedo. Llevábamos 10 días durmiendo juntas y ya no le dirigíamos la palabra.
Por la noche, en cuanto veíamos que llegaba con el coche nos íbamos corriendo a encerrarnos en la habitación”.
La víctima había resuelto poner fin de una vez por todas a ese infierno.
De hecho, la misma mañana de su asesinato se disponía a recoger el título de un curso de hostelería en el que había depositado muchas ilusiones.
Pensaba encontrar trabajo e iniciar una nueva vida, libre del yugo de la violencia machista, algo que su asesino no consintió.
La sentencia, que puede ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia valenciano, aplica al asesino la agravante específica de “razón de género”, al establecer que mató a María del Carmen “por el hecho de ser mujer”.
Además de los 24 años de cárcel, la magistrada le ha impuesto una orden de alejamiento respecto de su hijastra durante 29 años.
A ella y a un hermano que reside en Argentina, deberá indemnizarles con 150.000 y 50.000 euros, respectivamente.
“Le dije que iba a divorciarme y a marcharme de casa, pero ella le contestó: 'aquí mando yo y tú de aquí no te vas', sostuvo en la sala de vistas.
En su descargo, Moyano calificó de “falsas” las denuncias que María del Carmen había presentado contra él por malos tratos y adujo que tenía problemas psicológicos y se encontraba bajo la influencia del alcohol.
Ninguna de esas excusas ha sido tenida en cuenta ahora en el fallo redactado por la magistrada Montserrat Navarro.
La víctima le había denunciado en dos ocasiones, pero acabó retractándose o negándose a declarar en su contra en los juzgados. Una de las denuncias se archivó en 2010 y la otra se saldó con una sentencia absolutoria en 2016.
“Dependíamos de él y mi madre siempre terminaba dándole una oportunidad porque decía que podía cambiar”, explicó entre lágrimas al jurado popular su hija.
La chica contó también que su padrastro insultaba a María del Carmen con frecuencia y por cualquier motivo.
“Era agresivo y malvado y las dos le teníamos mucho miedo. Llevábamos 10 días durmiendo juntas y ya no le dirigíamos la palabra.
Por la noche, en cuanto veíamos que llegaba con el coche nos íbamos corriendo a encerrarnos en la habitación”.
La víctima había resuelto poner fin de una vez por todas a ese infierno.
De hecho, la misma mañana de su asesinato se disponía a recoger el título de un curso de hostelería en el que había depositado muchas ilusiones.
Pensaba encontrar trabajo e iniciar una nueva vida, libre del yugo de la violencia machista, algo que su asesino no consintió.
La sentencia, que puede ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia valenciano, aplica al asesino la agravante específica de “razón de género”, al establecer que mató a María del Carmen “por el hecho de ser mujer”.
Además de los 24 años de cárcel, la magistrada le ha impuesto una orden de alejamiento respecto de su hijastra durante 29 años.
A ella y a un hermano que reside en Argentina, deberá indemnizarles con 150.000 y 50.000 euros, respectivamente.
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